El príncipe se paseaba por el balcón impaciente, hacía más de dos días que los guardianes habían salido junto con los soldados a neutralizar los rebeldes y desde entonces no había tenido noticia alguna de la guardiana. Se llevó nuevamente la uña del pulgar a la boca y la mordió en un acto de desespero, le parecía frustrante no poder salir del palacio y más frustrante aún el hecho de que su padre no le diera noticias de los guardianes, solo le decía cosa de cómo iba la guerra cosa que a Erick no le importaba.
Alzó su mirada hacia las torres de los vigías, no podía ver nada más allá de la pared y el espeso cielo azul que se iba oscureciendo con el paso de las horas dando fin así a un tercer día.
Se sentó en su silla y siguió observando la puerta oeste con la esperanza de que en cualquier momento Arelis entrara por ahí.
El rey subió a la habitación del príncipe, al parecer había algo que le preocupaba. En los últimos días no había comido solo estrictamente los desayunos y lo había hecho en su habitación, se pasaba las horas mirando por el balcón mordiéndose las uñas y dando vueltas de un lado a otro, se preguntó a quién esperaba su hijo, no conocía a ningún amigo de Erick, ni alguien que le preocupara tanto.
-Erick hijo, tienes que comer es hora de cenar
-No tengo hambre papá- volvió a responder como las veces anteriores
-¿Que te preocupa hijo, hay algo que pueda hacer por ti?
Erick lo miro y se atrevió a preguntar una vez más por los guerreros que habían salido a la batalla
- Padre, ¿qué ha pasado con ellos?, no han vuelto- el rey lo miró entre aliviado y feliz, en las ocasiones anteriores no entendía la insistencia de su hijo por saber que había sido de todos los que estaban en la guerra, ahora acababa de comprender que a su hijo le importaba lo que sucediera con su reino y su gente.
-Serás un gran rey Erick- el príncipe no entendió a qué venía eso, no tenía nada que ver con lo que había preguntado- es bueno preocuparse por tu gente, pero ellos están haciendo su trabajo y hasta ahora vamos ganado, hemos perdido a gran parte de los guerreros pero han neutralizado la mayoría de los rebeldes y los paganos- el rey notó que aquella respuesta no le había sentado bien al joven, así que se apresuró a agregar- Erick el sacrificio de algunos pocos trae la seguridad de miles, con el tiempo lograras entender que es necesario hacer sacrificios.
Erick se sentó en la silla más preocupado de lo ya había estado, "hemos perdido a gran parte de los guerreros". Miro por su balcón nuevamente y rogó que Arelis estuviera viva, no sabía por qué su bienestar le importaba tanto, pero sabía que si algo le había sucedido le sería difícil superarlo, con la muerte de gran parte de su familia en el asalto de los paganos Erick comprendió una cosa, es más difícil querer cuando se tiene miedo a perder. Había pasado meses en que él se había echado a morir en su habitación, no comía, no salía, no dormía, todo había perdido sentido ante sus ojos, eso fue hasta que Arelis fue asignada como su escolta personal. Al principio no había reparado mucho en ella, quien se la pasaba horas en silencio parada en una esquina de su habitación, sin decir nada, sin moverse.
Había empezado a observarla disimuladamente, aún era muy pequeña cuando fue asignada como su guardiana, pero le sorprendió ver que era la misma pequeña que le había salvado vida aquella vez en el jardín y la cisterna, casi arriesgando la propia, en ese momento ya era un poco más grande y empezaba a volverse atractiva su largo cabello negro le traía cierta familiaridad con su madre, al principio Erick no intenté hablarle pero poco a poco sintió que era vergonzoso ser observado y en una situación tan patética. La primera vez que se había levantado de su cama, cayó al piso, estaba demasiado flaco y no tenía fuerzas, Arelis se había acercado cuidadosamente y lo había ayudado a poner en pie, al ver que no podía mantenerse en pie por si solo le pidió que le ayudará a llegar a la habitación de baño, donde lo había dejado sentado frente a la gran tina y había salido. En su torpeza Erick había caído de cabeza en la tina, o más bien piscina y casi se había ahogado ya que no podía valerse por sí mismo, la joven había entrado y había logrado sacarlo a tiempo del agua, Erick tenía los pulmones llenos de agua y no lograba respirar, pero ella sabiamente y de forma acertada le había ayudado a botar el agua con unos ejercicios de primeros auxilios uno de ellos la respiración boca a boca. En ese instante Erick sintió que había sido besado por los ángeles, sin embargo, una vez hubo recuperado el aliento la guardiana se apartó y le alcanzó una manta para cubrirse ya que se encontraba sin ropa totalmente, el príncipe recordó que casi se había muerto de la vergüenza, pero ella ni siquiera se había inmutado.
El sonido de un clarinete lo sacó de sus recuerdos, se levantó rápidamente y vio como su padre se iba de su lado y empezaba a salir de su habitación.
-¡Papá espera!- se puso en pie y llego al lado de su padre, aquella trompeta solo podía significar una cosa, habían ganado la guerra y los guerreros regresaban al palacio.
Esperó con ansias ver a Arelis, aquella guardiana se había convertido en alguien de suma importancia en su vida. Cuando las puertas fueron abiertas una multitud de guerreros empezaron a entrar por escuadrones, pero entre los primeros no vio a Arelis como siempre lo hacía, su corazón empezó a temer lo peor. Se apresuro a acercarse a los guardianes preocupado, pero su padre se lo impidió tomándolo del brazo.
-Tu deber es saludar hasta que todos terminen de entrar
El príncipe se paseaba por el balcón impaciente, hacía más de dos días que los guardianes habían salido junto con los soldados a neutralizar los rebeldes y desde entonces no había tenido noticia alguna de la guardiana. Se llevó nuevamente la uña del pulgar a la boca y la mordió en un acto de desespero, le parecía frustrante no poder salir del palacio y más frustrante aún el hecho de que su padre no le diera noticias de los guardianes, solo le decía cosa de cómo iba la guerra cosa que a Erick no le importaba.Alzó su mirada hacia las torres de los vigías, no podía ver nada más allá de la pared y el espeso cielo azul que se iba oscureciendo con el paso de las horas dando fin así a un tercer día.Se sentó
El joven permaneció en su sitio como su padre le indicó, se moría de ganas por hablar con Arelis, pero no podía desobedecer las órdenes de su padre, así que se mantuvo allí durante un par de horas mientras terminaba de entrar el ejército, cuando finalmente terminó todo el desfile de guerreros se apresuró a llegar a patio de entrenamiento.-¡Arelis!- grito al visualizarla entre la multitud, ya se había cambiado y tenía puesta su ropa habitual. Ella caminó hacia él dejando lo que estaba haciendo por el momento, sus armas podían esperar, pero ignorar la orden de alguien de la familia real recibía como castigo la muerte.-Señor- lo saludo con una reverencia como se acostumbraba, él parecía ansioso por decir algo, pero en vez de eso se le lanzo encima sin tiempo de reaccionar y la abrazo-¡Gracias al cielo estas bien!- el pr
Erick había mantenido la distancia de Arelis lo que se le había hecho realmente difícil. La guardiana por su parte había seguido su entrenamiento sin ningún problema, su mano había ido sanando poco a poco. A pesar de que le molestaba y dolía para tomar sus armas no le había dificultado su desempeño en el combate.Un gran estruendo la sacó de su concentración. Estaba atacando el lugar, corrió rápidamente a recoger el resto de sus armas. Visualizó a lo lejos como la puerta del palacio caía y un grupo de guerreros piratas entraban. Se apresuró a subir a la habitación del príncipe tenía que sacarlo de allí lo más rápido posible, el joven aún seguía bajo su cuidado.Erick estaba recostado en su cama cuando oyó el estruendo de la puerta al caer, se levantó r&aacu
Erick poso sus labios sobre los de ella, temió que ella lo apartara pero no lo hizo así que se animó a subir su mano hasta el suave rostro de la joven. Al principio Arelis no supo cómo reaccionar, pero pronto se dejó llevar, no quería aceptarlo, pero sabía qué hacía mucho había dejado de ser neutral respecto al príncipe; aunque apenas acababa de ser consciente de ese hecho.Erick la beso de una forma delicada como si temiera romperla, su boca acarició los labios de la joven. Su corazón latía tan rápido que podía sentirlo casi en la garganta, todo aquello parecía irreal; el hecho de que sus labios se movieran en un mismo compás, el sólo hecho de estaría besando le parecía tan irreal, temía que fuera un sueño y en cualquier momento despertara,
Arelis había logrado sacar al príncipe Erick de los escombros producidos por el incendio, sin embargo, no había logrado sacarlo ileso. Las llamas habían causado grandes heridas en su cuerpo y en el del príncipe, sin embargo, el dolor había pasado a un segundo plano al ser consciente de que había fallado en protegerlo.Preocupada por el estado del príncipe se había dirigido rápidamente con él al salón de cuidados, temía encontrarse con los asaltantes porque si eso sucedía seguramente lograrían matarla.Tan pronto llegaron al salón Arelis se detuvo al ver gran cantidad de guerreros y guardianes heridos, al cruzar la puerta todas las miradas colleron en ella y en el príncipe, al entender la sorpresa de todos, soltó al príncipe
El tiempo que no vio a Arelis se le hizo eterno, ya había pasado una semana desde lo sucedido con Arelis y desde que ella lo había llevado a el salón de cuidados; no había vuelto a verla desde entonces y por desgracia esa tarde se llevaría a cabo la ceremonia de asignación de guardián. Arelis se convertiría en guardián del rey y Judasan un hombre mayor que él, se haría cargo de su seguridad.Faltaban pocos minutos para que iniciara la transferencia de guardián. Ya Erick estaba vestido y aunque no estaba listo ya estaba preparado, sabía que aquello era lo mejor para él y para Arelis, pero no pudo evitar sentirse desolado al pensar que la hermosa guardiana ya no haría parte de su vida de ninguna forma.El tiempo pasó bastante rápido e
-Quiero que seas sincera de verdad- indicó con voz desanimada- tú sabes lo que paso hace una semana- indicó- no digas que no sientes nada por mí, dejaste que te besara ¿porque lo harías si fuera de esa manera?- Arelis miró su mano culpable, la marca de magia allí le recordaba lo que no podía hacer, pero era difícil saber qué es lo que estaba haciendo. No podía permitirse sentir cuando estaba en juego la vida de la otra persona también, y entonces se dio cuenta de algo ¿Qué pasaría si ya sentía algo por el príncipe? ¿Y si no era capaz de detener esos sentimientos? Eventualmente el príncipe moriría y todo sería su culpa, de cualquier manera, ya no estaba segura de que el príncipe se encontrara fuera de peligro, ¿Cómo podría dominar esas emociones que no sabía si tenía?- Arelis no es malo sentir, sé que hay una solución para esto, una solución donde tú ni yo salgamos perjudicados. -Ya le dije la verdad- resp
Arelis llegó hasta el cuarto de armas, se sentía desanimada debido de las palabras del rey. No esperaba que el rey fue tan duro con ella, mucho menos con el príncipe, ella se había encargado de la seguridad del joven desde que era una niña y nunca había fallado en su labor. Se sentó en la banca desanimada y se colocó su uniforme, estaba muy alterada para permanecer allí, necesitaba canalizar todas las emociones que sentía y cazar le permitía hacerlo.Verificó que su daga estuviera en su lugar y abandonó el palacio, el bosque siempre estaba lleno de enemigos y darles muerte les relajaba, sobre todo cuando mataba paganos, los cuales eran los que más problemas daban y lo hacían muy constante. Así que se internó en el bosque, no le tomó mucho tiempo encontrarle la pista a uno. Los