El tiempo que no vio a Arelis se le hizo eterno, ya había pasado una semana desde lo sucedido con Arelis y desde que ella lo había llevado a el salón de cuidados; no había vuelto a verla desde entonces y por desgracia esa tarde se llevaría a cabo la ceremonia de asignación de guardián. Arelis se convertiría en guardián del rey y Judasan un hombre mayor que él, se haría cargo de su seguridad.
Faltaban pocos minutos para que iniciara la transferencia de guardián. Ya Erick estaba vestido y aunque no estaba listo ya estaba preparado, sabía que aquello era lo mejor para él y para Arelis, pero no pudo evitar sentirse desolado al pensar que la hermosa guardiana ya no haría parte de su vida de ninguna forma.
El tiempo pasó bastante rápido e
-Quiero que seas sincera de verdad- indicó con voz desanimada- tú sabes lo que paso hace una semana- indicó- no digas que no sientes nada por mí, dejaste que te besara ¿porque lo harías si fuera de esa manera?- Arelis miró su mano culpable, la marca de magia allí le recordaba lo que no podía hacer, pero era difícil saber qué es lo que estaba haciendo. No podía permitirse sentir cuando estaba en juego la vida de la otra persona también, y entonces se dio cuenta de algo ¿Qué pasaría si ya sentía algo por el príncipe? ¿Y si no era capaz de detener esos sentimientos? Eventualmente el príncipe moriría y todo sería su culpa, de cualquier manera, ya no estaba segura de que el príncipe se encontrara fuera de peligro, ¿Cómo podría dominar esas emociones que no sabía si tenía?- Arelis no es malo sentir, sé que hay una solución para esto, una solución donde tú ni yo salgamos perjudicados. -Ya le dije la verdad- resp
Arelis llegó hasta el cuarto de armas, se sentía desanimada debido de las palabras del rey. No esperaba que el rey fue tan duro con ella, mucho menos con el príncipe, ella se había encargado de la seguridad del joven desde que era una niña y nunca había fallado en su labor. Se sentó en la banca desanimada y se colocó su uniforme, estaba muy alterada para permanecer allí, necesitaba canalizar todas las emociones que sentía y cazar le permitía hacerlo.Verificó que su daga estuviera en su lugar y abandonó el palacio, el bosque siempre estaba lleno de enemigos y darles muerte les relajaba, sobre todo cuando mataba paganos, los cuales eran los que más problemas daban y lo hacían muy constante. Así que se internó en el bosque, no le tomó mucho tiempo encontrarle la pista a uno. Los
El rey había reunido a todos los trabajadores del palacio y había puesto al príncipe frente a todas las personas.-Por bien de mi hijo- había dicho- si alguno le ve molestando a la joven guardiana Arelis tendrá que informarme de inmediato- al príncipe las medidas que su padre estaba tomando le parecían demasiado extremas, sin embargo solo bajó la cabeza y guardó silencio- si alguien decide encubrir tal comportamiento recibirá como castigo la muerte, y del mismo modo quien cumpla con su labor como es será premiado- el rey observó a su hijo, quien miraba al suelo sin decir una palabra- debemos proteger al futuro rey, y en ocasiones el mayor peligro es uno mismo.Una vez finalizó aquella declaración todos se dirigieron a hacer sus labores, el rey se marchó
Arelis había estado entrenando arduamente para poder ser ascendida, aunque ya tenía el mayor privilegio que podía tener un guardián y era el de pertenecer a la escolta personal del rey. La corte de consejeros le había asignado otro guardián al príncipe y ahora su labor era cuidar del rey, ya no tenía el más mínimo contacto con el joven pirata. A pesar de ya no estar cautiva por la magia, su voluntad le pertenecía al joven quien no lo sabía y ella esperaba que no se enterara, todo lo sucedido en aquella habitación debía quedar allí. Sabía que debió mantenerse neutral como siempre lo había logrado hacer, sin embargó sabía que algo en ella había cambiado y provocar al príncipe había sido su peor error. Equilibro el sable y práctico los nuevos movimientos, tenía que estar preparada para cualquier cosa, los tratados de paz entre los reinos se habían roto y n
El rey había decidido perdonarle la vida Arelis, sabía que lo sucedido había sido una advertencia más que suficiente para Erick quien efectivamente no se había vuelto acercar a la guardiana; el rey esperaba que pronto se le pasara el capricho por la joven.Tomó la carta que tenía en las manos y la firmó, había decidido afianzar los acuerdos con el reino mágico ya que era el único aliado que le quedaba. El rey Mirk le había comentado sobre su interés de casar a su hija, la princesa Judan con Erick; al rey no le había agradado la idea en un principio, pero dado a los hechos y las circunstancias se había visto obligado a aceptar.Se recostó en su asiento con cansancio, tenía que esperar que Erick pasará su momento de enojo para poder
Erick solo había vuelto a ver a Arelis desde lejos, se preguntaba si realmente el tiempo se encargaría de borrarla de su corazón. Ya estaba próximo a cumplir los veintiún años y debido a eso su padre había invitado nuevamente a Judan, pronto tendría que acceder al trono y para hacerlo tenía que casarse. Ya había pasado seis meses desde que la princesa había vuelto a su reino y la verdad no lo emocionaba volverla a ver, aunque a diferencia de la última visita esta vez vendría sola, lo que significaba que tendría que pasar más tiempo con ella.Judan estaba ansiosa, pronto volvería a ver a Erick y en esta ocasión estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para comprometerse con él. Al llegar a la playa después del viaje ya estaba alii la guardia real, se sintió dichosa
Judasan se sentía preocupado por el joven príncipe, desde el combate se la había pasado encerrado en su habitación tirado en su cama, no había comido en días, ni siquiera había recibido a su padre y lo peor de todo es que no sabía que le preocupaba ya que el príncipe se había dedicado a guardar absoluto silencio.Erick solo deseaba calmar su desasosiego. En las noches no podía hacer más que pensar en Arelis, y en lo confundido que se sentía respecto a ella, verla pelear en aquella ocasión y ver la alegría que hacerlo le generaba, lo llenó de miedo, un miedo que no pensó sentir nunca, miedo de haberse equivocado al haber permitido que la guardiana se ganará su corazón. Había soñado con el día del combate y en sus sueños Arelis siempre
Arelis tomó el ramo de flores en sus manos “juro que mis sentimientos, mi corazón siempre serán para ella y aunque no haya nada entre nosotros le seré fiel hasta la muerte” ¿podía creer en las palabras del príncipe? No importaba, el rey no pasaría por alto aquel acto de rebeldía del príncipe. A pesar de la situación se sintió feliz, todo el reino había sido testigo en varias ocasiones de los sentimientos del príncipe hacia ella, pero esa noche había rechazado casarse con la princesa por ella; se llevó las flores a la nariz y disfruto de su aroma, era la primera vez que algo como eso le pasaba.Se puso alerta al escuchar pasos pesados subir las escaleras, esperaba que fuera solo un mal pr