Estoy soñando despierta con todo lo que dejé atrás, sumida en una profunda reflexión. Cada detalle de ese día resuena en mi mente como si no hubiera pasado el tiempo, reviviendo cada sensación y cada emoción con una claridad inquietante.
Aunque ha pasado tiempo desde entonces, aún puedo evocar vívidamente ese día: El sol brillaba intensamente en el cielo azul, sus rayos dorados acariciando cada rincón y transformando el ambiente en una celebración vibrante. El aire estaba impregnado de anticipación y emoción, un eco de promesas de nuevas experiencias. Ese recuerdo sigue afectándome profundamente, trayendo consigo una mezcla de malestar y una sensación de desorientación. Las emociones se agolpan en mi pecho, siendo una maraña de arrepentimiento y melancolía que no parece desvanecerse. ★Flashback★ Después de cuatro años, nos reunimos para celebrar la graduación universitaria, marcando el final de un largo y arduo camino lleno de tareas, lecturas y proyectos interminables. La sensación de liberación era palpable en el aire mientras nos dirigíamos al club nocturno elegido para la gran celebración, ansiosos por dejar atrás la rutina académica. Mis amigos y yo, entre ellos mi mejor amiga Madeline y Stuart, el chico más atractivo con el que había salido en mi vida, decidimos ir al club. Las luces de neón parpadeaban con intensidad en la entrada, creando un espectáculo de colores vibrantes que prometía diversión y desenfreno. La música, pulsante y envolvente, retumbaba en nuestros oídos, atrayéndonos con una promesa de libertad y fiesta. Mientras bailábamos y reíamos, saboreábamos cada melodía, desde las más frenéticas hasta las más lentas, que marcaban el ritmo de nuestros movimientos. El ambiente estaba cargado de una energía contagiosa, una mezcla de alegría y camaradería que nos arrastraba a todos. Las luces del club bailaban al ritmo de la música, creando un efecto hipnótico que hacía que la pista de baile pareciera un mar de cuerpos en constante movimiento. Aunque no soy fanática de la música electrónica, esa noche me dejé llevar por el ritmo frenético y la atmósfera eufórica. Levantar los brazos, gritar y moverse al ritmo de la pista de baile se convirtió en una liberación, un escape de la rutina diaria. El fervor colectivo hizo que cada canción se sintiera como un himno a la celebración. Stuart, mi novio, bailaba detrás de mí, sus manos firmemente sujetando mi cintura. La cercanía de su cuerpo me proporcionaba una sensación de calidez y protección. Nos movíamos juntos, sincronizados con el ritmo de la música, y yo me dejé llevar por la pasión del momento. Cerré los ojos y, al darme la vuelta, lo besé con intensidad. El sabor a vodka en sus labios era una mezcla audaz de frescura y alcohol, intensificando el momento. —Tengo que ir al baño de mujeres —le dije, intentando alejarme de él, ya que me sentía mareada y desorientada. Mi cabeza daba vueltas y necesitaba un momento para recuperar el equilibrio. Él asintió con comprensión y preocupación, pero me dio el espacio necesario para cuidar de mí misma. Su mirada llena de preocupación reflejaba su cariño, mientras yo me alejaba en busca de tranquilidad. Stuart y Madeline se conocían desde antes de que yo llegara a sus vidas, y su complicidad era evidente. Mientras me alejaba, los vi sonreír y seguir bailando, apoyándose mutuamente en mi ausencia. Me sentí reconfortada al ver cómo su amistad se mantenía sólida, incluso cuando yo no estaba presente. Madeline, siempre tan leal, hizo una presentación especial para nosotros, consolidando nuestro vínculo duradero. Sus palabras eran un recordatorio tangible de la amistad profunda que compartíamos, y me sentí agradecida de tenerla a mi lado en ese momento tan especial. Me sentí temblorosa de adentro hacia afuera después de beber dos margaritas, dos micheladas y un vaso entero de vodka que me ofreció Stuart. La mezcla de alcohol estaba haciendo estragos en mi sistema, y la habitación parecía girar a mi alrededor. Nunca antes había bebido tanto; unas pocas cervezas eran mi límite habitual, pero esa noche había superado todos mis límites. La fila para el baño era larga y serpenteante. Mientras esperaba, el mundo parecía girar a mi alrededor, intensificando mi sensación de mareo. Las mujeres iban y venían, cada movimiento de la fila parecía interminable. La náusea comenzaba a amenazar con abrumarme, y la espera se hacía cada vez más angustiante. Cuando finalmente llegó mi turno, corrí al baño y vacié mi estómago. El alivio fue inmediato, aunque la sensación de malestar persistía. Apoyada contra la pared, el frío de los azulejos contra mi espalda me ayudaba a recuperar la compostura. Tomé unos momentos para respirar profundamente y reunir fuerzas antes de enfrentarme al bullicio del mundo exterior nuevamente. Me di cuenta de que mi maquillaje se había corrido, con manchas de delineador negro esparcidas por mis mejillas cuando fui a lavarme las manos. La imagen desaliñada que me devolvía el espejo era un reflejo físico de mi estado emocional tumultuoso. Decidí lavarme bien la cara, cada movimiento siendo deliberado y cuidadoso, intentando restaurar un semblante de dignidad en medio del caos. Al mirarme en el espejo, noté que mi rostro parecía más juvenil sin el maquillaje pesado. La frescura de mi piel recién lavada contrastaba con el maquillaje anterior, y me sorprendió ver lo rejuvenecida que lucía. Fue un pequeño consuelo en medio de mi desorientación. Cuando salí del baño, me dirigí a la barra y pedí un vaso de agua. La sed era abrumadora, y el agua fría fue un bálsamo bienvenido para mi garganta irritada y mis labios resecos. Decidí que era hora de dejar de beber y evitar más episodios de vómito. Tomé un vaso de agua y me dirigí hacia el área donde guardaban las bolsas. Busqué con impaciencia mi cepillo de dientes de viaje, deseando deshacerme del persistente sabor a alcohol en mi boca. Mientras esperaba en la fila del baño nuevamente, decidí cepillarme los dientes para asegurarme de que mi boca estuviera fresca antes de enfrentarme nuevamente a Stuart, quien siempre había sido tan sensible a los detalles como los besos. Finalmente, cuando me sentí lista para irme, me encontré con un hombre en mi camino. Sus ojos de un verde intenso atraparon mi mirada, y me quedé inmovilizada por un instante, cautivada por su mirada penetrante y enigmática. Sus ojos brillaban con una intensidad hipnótica que parecía emanar desde un abismo profundo, y me sentí momentáneamente cautivada por su mirada penetrante. La luz tenue del ambiente amplificaba el brillo esmeralda de sus pupilas, como si cada destello contuviera un fragmento de un universo oculto, atrayéndome hacia ellos con una fuerza magnética casi sobrenatural. Me quedé estupefacta por la intensidad de su mirada, y solo asentí en respuesta, avergonzada por mi torpeza. Mi preocupación había nublado mi juicio, y apenas me percaté de que me había topado con el joven hasta que él, con un tono grosero, me advirtió: —Mira por dónde caminas. Sus palabras me sacaron abruptamente de mi ensimismamiento, devolviéndome a la realidad y a mi propia torpeza. Mientras me incorporaba, noté que el joven estaba acompañado por otros dos jóvenes que parecían tener aproximadamente su edad. Su presencia era imponente, y una oleada de intimidación recorrió mi cuerpo al percibir la energía dominante que irradiaban. Ambos compañeros también eran notoriamente atractivos: uno con ojos azules como el cielo despejado, el otro con un gris invernal. Sin embargo, los ojos del joven de verdes intensos eran los que realmente me atrapaban. Su mirada parecía contener una profundidad insondable, como si fueran las puertas de entrada a un enigma enigmático que me llamaba de manera irresistible. Después de disculparme, él se hizo a un lado para permitirme el paso. Su gesto, aunque aparentemente amable, era distante, y me di cuenta de que su expresión permanecía inmutable y reservada, sin ceder a la cortesía de mi disculpa. Me volví tras dar unos pasos, y al mirar hacia atrás, nuestros ojos se encontraron en un instante cargado de significado. Un escalofrío recorrió mi columna vertebral al sentir la intensidad de esa conexión fugaz. A pesar de la distancia, uno de sus amigos le susurró algo que no pude escuchar mientras él sonreía ligeramente. Yo le devolví la sonrisa, aunque la complicidad entre ellos era evidente, sin comprender del todo qué secretos compartían entre ellos. Finalmente, el joven de ojos verdes se volvió hacia su compañero, y juntos emprendieron su camino. Con un último vistazo hacia atrás, se alejó con sus amigos, desvaneciéndose en la multitud como un destello fugaz en la noche. Su presencia había dejado una impresión duradera en mí, y me pregunté si nuestros caminos se cruzarían de nuevo en el futuro. Me encontraba en medio de la pista de baile, y, a pesar de mi interés por el desconocido, mi mente volvía a mi realidad. Mis amigos debían estar bailando, pero al regresar al lugar donde pensaba que estaban, no pude encontrarlos. Empecé a buscarlos con creciente inquietud. Llamé a mi amiga Madeline, pero no contestó. Marqué el número de Stuart, pero en lugar de escuchar su voz, solo oí jadeos a través del teléfono. La voz ronca de una mujer repetía el nombre de Stuart en un susurro ahogado. El dolor en mi pecho se intensificó como una presión asfixiante. Desesperada, intenté localizarlos, buscando alguna explicación lógica a lo que estaba experimentando, pero mi búsqueda resultó infructuosa. Salí por la puerta trasera, con la mente en caos, y me dirigí al estacionamiento. A pesar de la oscuridad del callejón, me sentí un poco más segura al ver a algunas personas pasar, aunque el miedo persistía. Avancé por el callejón y, en un rincón sombrío, encontré a Madeline y Stuart. Ellos estaban enredados en un beso ardiente, y Stuart, sin reservas, levantaba el vestido de Madeline. La visión de Stuart penetrando a Madeline mientras ella sonreía indiferente me golpeó como un golpe frío en el estómago. Desgarrada por la traición, mi corazón parecía romperse en mil pedazos. El dolor era una mezcla de angustia y rabia, y no podía enfrentarlos, no tenía el valor para confrontar la dolorosa verdad. Me alejé, huyendo de la escena y de las mentiras que me habían cercado. Como aún estaba aturdida y la ciudad se sentía asfixiante, decidí caminar hasta casa, que no estaba tan lejos. Un prado solitario se extendía ante mí, siendo un lugar que solía disfrutar durante el día, pero que ahora me parecía amenazante en la oscuridad. Mi mente estaba atrapada en pensamientos de Madeline, la amiga en la que había confiado completamente. Durante los últimos años, habíamos compartido historias, viajes, y confidencias. Le había confiado mis dudas sobre Stuart, y ella había minimizado mis preocupaciones, sugiriendo que no debía apresurarme. Ahora, veía la verdad que me había estado ocultando. El frío nocturno no me incomodaba tanto como el ardor en mi corazón. Me sentía atrapada en una pesadilla despierta, incapaz de encontrar consuelo en el mundo que me rodeaba. Mientras mis piernas temblaban y las lágrimas caían, me refugié bajo un árbol, tratando de recuperar el aliento. De repente, escuché pasos acercándose y el terror se apoderó de mí. Los pasos se convirtieron en un trote frenético y, en un estado de pánico, cerré los ojos con fuerza. Caí al suelo, sintiéndome como si estuviera atrapada en una trampa mortal. Un cuerpo grande se desplomó sobre mí, y sentí un estremecimiento eléctrico cuando sus labios se posaron sobre los míos. Su toque era ardiente, y sus susurros incomprensibles me hacían sentir aún más vulnerable. Intenté suplicar que se detuviera, que dejara de tocarme, pero el calor creciente en mi cuerpo nublaba mi visión. El desconocido me inmovilizó, sujetando mis muñecas por encima de mi cabeza y rasgando mi ropa con una fuerza brutal. Sus labios se frotaron con desesperación contra los míos, y mi incapacidad para patearlo y defenderme me sumió en una desesperación agonizante. Los sollozos aumentaron, resonando como una sinfonía de desesperanza. Mis piernas comenzaron a debilitarse, y cada intento de moverme se volvía más inútil. Todo lo que deseaba era despertar de esta pesadilla y que ese hombre dejara de atormentarme, pero no comprendía la realidad de lo que me estaba ocurriendo. En medio de la oscuridad total, antes de perder el conocimiento, pude distinguir esos ojos, esos ojos verdes que me habían cautivado antes, justo antes de sentir cómo me despojaba de mi pureza, llevándome al borde del desvanecimiento.Al despertar al día siguiente, me percaté de que estaba completamente desnuda, salvo por una chaqueta de cuero negra que estaba tirada sobre mí. La textura áspera de la chaqueta contrastaba con la suavidad de mi piel expuesta al aire frío de la mañana, siendo una sensación que me recordaba el abismo de la noche anterior. El dolor se extendía por todo mi cuerpo, incluso entre las piernas, y cada respiración era una lucha contra el peso invisible que oprimía mi pecho. Parecía que cada inhalación arrastraba consigo la memoria de lo sucedido, como si el aire mismo estuviera impregnado de la brutalidad que había enfrentado. Cada bocanada quemaba mis pulmones, como si estuviera inhalando ácido, mientras el amargo sabor del miedo persistía en mi boca. Me sentí miserable, acurrucada bajo la protección solitaria de la chaqueta del hombre desconocido, una frágil barrera entre mi vulnerabilidad y el mundo exterior. Con la chaqueta como mi única protección, me levanté y comencé a caminar, dejan
Mi respiración se volvió realmente irregular, como si cada inhalación fuera un esfuerzo sobrehumano. Sentía mi pecho subir y bajar descontroladamente, cada intento de llenar mis pulmones con aire se volvía inútil, como si el oxígeno se desvaneciera antes de alcanzarme. Un nudo en mi garganta parecía ahogarme, atrapándome en un ciclo de asfixia constante. Llevé mi mano temblorosa a mi pecho, tratando de calmar los latidos desbocados de mi corazón. Palpé con desesperación mi pecho, buscando alguna señal de calma en ese frenesí incontrolable, pero solo encontré caos y desesperación. Cada latido era una explosión que resonaba en mis oídos, siendo un recordatorio de mi fragilidad. —Señorita —mencionó el hombre, su voz retumbaba en el aire cargado de tensión mientras observaba mi lucha por mantenerme en pie. Su presencia se sentía opresiva, una sombra que se acercaba lentamente, llenando el espacio con su energía abrumadora. Mi mente gritaba en silencio, implorándome que no le permitier
★ Dilan Después de su partida, me quedé inmóvil, observando la alfombra empapada por el agua que esa mujer atolondrada había derramado. El reflejo de las luces del techo se deslizaba sobre las manchas mojadas, creando un juego de sombras inquietante, como si la habitación misma se burlara de mi estado de ánimo. Con un suspiro frustrado, alcé el teléfono de mi escritorio y llamé a mi secretaria, solicitándole urgentemente que enviara a alguien para que se encargara de limpiar esa m*****a alfombra. Mis palabras resonaron en la habitación, mezclándose con el zumbido distante del tráfico de la ciudad afuera. Era como si cada pequeño inconveniente, cada detalle fuera de lugar, se confabulara para probar mi paciencia. Mi mente estaba abarrotada de trabajo: nuevos inversores, clientes potenciales, antiguos interesados en unirse a la compañía... Cada pensamiento era una nota discordante en la sinfonía caótica de mis responsabilidades empresariales. Luchaba por mantener la compostura en med
★ Jenny. Corría desesperada por el viejo bosque, con el corazón latiéndome a mil por hora. No importaba cuánto me esforzara, no lograba escapar. Finalmente, la bestia alcanzó a su presa y la devoró sin piedad... Me desperté sobresaltada, con el corazón a punto de salirseme del pecho y un dolor punzante en la cabeza. Me levanté rápidamente y me dirigí al baño. Me sumergí en la bañera, pasando más de una hora intentando borrar cualquier rastro de lo que ese hombre dejó en mí. Aunque esa horrible noche ocurrió hace tres años, la sensación sigue ahí. Por más que frotaba mi piel, la suciedad no desaparecía. Aún puedo sentir sus manos asquerosas sobre mi cuerpo, la devastación en mi corazón y cómo todas mis esperanzas, sueños e ilusiones se esfumaron en un instante. Todavía puedo sentir su aliento en mi nuca, susurrando algo en mi oído. Mi propia voz, que gritaba de miedo, me impidió escuchar claramente sus palabras. Siempre me he preguntado qué fue lo que me dijo en ese momento. Cerré l
El comportamiento de Dylan es muy extraño.“Idiota” murmuré mientras miraba como su auto se alejaba.Caminé hacia mi casa, abrí la puerta y me fui a acostar, directo en el sofá.No dejaba de pensar en todo lo que había pasado, desde la aparición de Madeleine y de Stuart, como a pesar de los años aún me sigue doliendo su traición.Caminé hacia mi alacena dónde guardo el licor y saqué una enorme botella de vodka y comencé a beberlo directamente de la botella.“Malditos, no es justo que ellos tengan una buena vida, menos yo… Yo no quiero esta vida, ellos viven felices, mientras yo… Guaaa” el llanto se apoderó de mi bebida.Recordaba los momentos que vivimos felices, en todas las veces que Stuart me nombró cariño, amor, mi ángel, te amo. Pero nada de eso era real, él nunca me amó, nadie jamás me ha amado.¿Merezco morir sola?¿Merezco no conocer jamás el amor verdadero?Comencé a beber sin parar y caminé a mi refrigerador y estaba completamente lleno.“¿Qué demonios?”, hasta la Nutela est
Sentía algo muy caliente en mi nuca…Abrí los ojos y me vi rodeada por los brazos de Dylan.Me quedé viéndolo por unos segundos, dormido no me da miedo.Sus facciones son muy lindas, es un hombre muy apuesto, su cabello algo largo y su barba que está un poco descuidada.No sé por qué tenía una sensación familiar entre sus brazos.Él frunció el entrecejo y lo escuché pronunciar algunas palabras como en susurros.«Perdón… Perdóname» no paraba de repetir una y otra vez.Le acaricié la frente para que se relajara un poco.Vi cuando abrió los ojos y se me quedó viendo.“Perdóname” pronunció mientras cerraba los ojos una vez más.Se supone que soy la que habla dormida.Me alejé de él y me recosté en el sofá.Me fijé en el reloj despertador y apenas eran las tres de la mañana.Me volví a dormir a las 4, ya que mi cabeza tardó una hora en dejar de bombardearme con preguntas.Dylan parece una persona muy segura de sí mismo, pero mientras dormía parecía un niño, y tenía una expresión de dolor e
Le acaricié la mejilla por última vez y bajé a la cocina a buscar que preparar para el desayuno.Mientras llamaba a Scott con las manos libres.“¿Dime?”, respondió bostezando.“Encárgate de pagar las deudas de Jénifer, todas en su totalidad y llama a mi abogado para que finalice las inversiones en casa moda con Angelina”“¿Ya acepto trabajar para ti?” preguntó.“Tengo métodos un poco ortodoxos de convencimiento, será mi asistente, encárgate de que le tengan lista una oficina.”“¿Qué? ¿Una oficina? Llevo tres años trabajando como tu asistente y nunca me has dado una oficina, que demonios, quiero también mi oficina, no des tratos preferenciales entre tus empleados, ¿Que tiene ella que yo no tenga?” Comencé a reírme“A ya sé, pero me puedo operar”“Que te operes no te dará un buen lugar si no luchas por él ¿Aún no sabes por qué no te he vuelto gerente en la nueva empresa?”“Por qué no querías dejarme ir, no puedes vivir sin tu mejor amigo.” Comencé a partir un poco de fruta.“No, es por
★Jenny.No comprendo la razón del porqué me sentí tan cómoda con Dylan.Antes de que él me llevara a mi casa me dijo que mañana podía iniciar con mi jornada laboral, que me tomará el día de hoy para alistar mis pendientes, he ir de compras, ya que la empresa tiene etiqueta de vestimenta.Cuando llegue a mi casa solo me encerré en espera de mi casera como 2 o 3 horas, pero la mujer nunca se presentó.Me puse a ver una película en una plataforma y me quedé dormida, pero aun así esa mujer no apareció, ya cuando eran casi las dos de la tarde, tomé algunas cosas de mi refrigerador y de mi alacena.Estoy agradecida con Dylan por haberme comprado comida, pero es demasiado, no me la acabaré ni en un mes.Repartí varias cosas en bolsas y comencé a repartirla entre mis vecinos, las casas donde sabía que vivían solo hombres, toque y dejé la comida en sus puertas.Después de eso reacomodo mi mandado y me quedé con lo que realmente necesito y me gusta.Le mandé un mensaje a Dylan con una foto de a