Mi respiración se volvió realmente irregular, como si cada inhalación fuera un esfuerzo sobrehumano. Sentía mi pecho subir y bajar descontroladamente, cada intento de llenar mis pulmones con aire se volvía inútil, como si el oxígeno se desvaneciera antes de alcanzarme. Un nudo en mi garganta parecía ahogarme, atrapándome en un ciclo de asfixia constante.
Llevé mi mano temblorosa a mi pecho, tratando de calmar los latidos desbocados de mi corazón. Palpé con desesperación mi pecho, buscando alguna señal de calma en ese frenesí incontrolable, pero solo encontré caos y desesperación. Cada latido era una explosión que resonaba en mis oídos, siendo un recordatorio de mi fragilidad. —Señorita —mencionó el hombre, su voz retumbaba en el aire cargado de tensión mientras observaba mi lucha por mantenerme en pie. Su presencia se sentía opresiva, una sombra que se acercaba lentamente, llenando el espacio con su energía abrumadora. Mi mente gritaba en silencio, implorándome que no le permitiera acercarse, que lo mantuviera a distancia. Pero mis labios se negaban a pronunciar esa advertencia; mis cuerdas vocales parecían estar paralizadas por el miedo. El temor me había dejado sin voz, sin capacidad para defenderme, como si todo mi ser estuviera atrapado en un estado de impotencia. —No, por favor, aléjese, no me haga daño —logré murmurar finalmente con un hilo de voz, apenas audible. Mis palabras eran un eco frágil en la vastedad del silencio, pero él continuó avanzando hacia mí, ignorando mi súplica. Antes de que pudiera reaccionar, perdí el equilibrio y caí de espaldas, arrastrando la silla conmigo en un torpe intento de poner distancia entre nosotros. —Jenny —pronunció mi nombre con una mezcla de preocupación y firmeza mientras se inclinaba para ayudarme a levantarme del suelo. Su cercanía me llenó de un temor paralizante. Sentía una corriente helada recorrer mi columna vertebral. No quería sentir su contacto, no después de lo que había pasado esa noche. La noche en que mi vida cambió para siempre. —Por favor —suplicé, sintiendo cómo las lágrimas luchaban por desbordarse de mis ojos. —Señorita, está sufriendo un ataque de pánico, respire profundo y cuente conmigo —me instó, tratando de calmarme. Pero sus palabras eran solo ruido en mi mente, que seguía sumida en un torbellino de terror y confusión. ¿Un ataque de pánico? Mientras él comenzaba a contar, invitándome a seguir su ritmo, traté de concentrarme en su voz, en su cadencia calmada. Cerré los ojos y me obligué a inhalar profundamente, a dejar que su voz me guiara hacia una calma que parecía inalcanzable. Poco a poco, las oleadas de pánico empezaron a disiparse. Sentí su mano firme en mi brazo, guiándome suavemente hacia el sofá. Me dejó caer con delicadeza, manteniendo una distancia prudente pero aún demasiado cerca para mi gusto. —¿Está mejor, señorita Clark? —preguntó con preocupación. Negué con la cabeza, todavía incapaz de hablar. No estaba mejor, y no lo estaría mientras él estuviera cerca. Mi cuerpo seguía temblando y mi mente atrapada en el recuerdo de una discoteca, de una noche de terror. —Usted, ¿hace tres años estuvo en una discoteca donde chocó contra una joven? —interrogué, mis ojos clavándose en los suyos, buscando desesperadamente una respuesta en su mirada confusa. Desvió la mirada brevemente antes de responder, como si buscara en su memoria: —Las discotecas no son lo mío, señorita. Se enderezó en su asiento y su respuesta, tan escueta, solo sirvió para confirmar mis sospechas. Sentí una oleada de alivio mezclada con la certeza de que el pánico, una vez más, me había jugado una mala pasada. —¿Ya podemos comenzar con la entrevista o prefiere reagendarla? —preguntó, levantándose y dirigiéndose hacia su escritorio. No quería enfrentarlo de nuevo, pero necesitaba este trabajo. —Por favor, hágamela ahora —pedí, con mi voz aún temblorosa. Él asintió y comenzó a revisar mi currículum con meticulosidad. Su expresión era impasible, pero sus ojos seguían emanando una intensidad inquietante. Observé cómo deslizaba sus dedos por las hojas del documento, notando los detalles que había dejado sin completar. Mis manos temblaban incontrolablemente mientras esperaba su veredicto, cada segundo era una eternidad. —En el expediente dice que no tiene experiencia en algún campo administrativo, también dejó en blanco el espacio del puesto a solicitar. Se colocó unos lentes de montura negra y comenzó a releer mi currículum. Cada palabra que pronunciaba era un martilleo en mi mente, aumentando mi ansiedad. —No cuento con experiencia, pero en la universidad fui una alumna muy prometedora —respondí, tratando de mantener mi voz firme. —¿Desea un vaso de agua? Aún se ve alterada y pálida, ¿se está alimentando bien? Asentí, agradecida por el gesto de preocupación. Aunque su voz sonaba genuina, algo en su tono me mantenía alerta, como si hubiera una segunda intención oculta. Se dirigió hacia una pequeña licorera ubicada en una esquina de su despacho, donde encontró una jarra y un vaso. El líquido transparente burbujeaba ligeramente mientras lo servía. Luego comenzó a caminar hacia mí con pasos lentos y calculados. —Señorita —extendió el vaso, y al tomarlo, nuestras manos se rozaron ligeramente. Sentí una descarga eléctrica recorrer mi cuerpo, haciendo que mi columna vertebral se tensara involuntariamente. Solté el vaso al instante, el agua se derramó sobre la alfombra. Me quedé mirando fijamente el desastre que había causado, incapaz de enfrentar sus ojos. Sentía una mezcla de vergüenza y nerviosismo que me quemaba por dentro. —Perdóneme, ando un poco torpe el día de hoy —me disculpé rápidamente, sintiendo cómo el rubor subía a mis mejillas. —Ya veo. Si su actitud siempre será de esa manera, me temo que no podré contratarla. El puesto que se requiere es como asistente personal del CEO, y no queremos que suceda un accidente, ¿o sí? —Creí que el puesto era de programadora o algo similar —dije, tratando de calmar mi respiración acelerada, con mi mente aún luchando por entender lo que estaba ocurriendo. —Acabo de tomar la decisión de que necesito un asistente —se flexionó ligeramente para quedar a mi altura y llevó su mano a mi barbilla, alzando mi cabeza que aún permanecía agachada. —También debo mencionar que me gusta que me vean cuando hablo —añadió con una pizca de arrogancia en su tono. —¿Usted es el CEO? —pregunté, intentando apartar la mirada, sintiendo su presencia abrumadora y sofocante. —Mi nombre es Dylan Hans, dueño de la compañía a la que usted acudió a solicitar trabajo. —Creí que mi solicitud era para programación —respondí, aún más confundida por la situación. —¿Cómo puede ser para programación? Si no estipula el puesto que deseaba, seguro mi secretaria la asignó a mí —se acercó más, su proximidad me hacía sentir atrapada. —¿Por qué tiemblas, corderito? Me puse en pie de inmediato, dejándolo flexionado, y comencé a caminar hacia la puerta, decidida a no aceptar un puesto que me generaba tanto temor. —Lo siento, pero tendré que irme, no me interesa ser su asistente —hablé con firmeza, intentando ocultar mi turbación. Tomé la perilla de la puerta, pero antes de que pudiera abrirla, él puso su mano sobre la mía, deteniéndome en seco. Su toque era firme y dominante, enviando un escalofrío a través de mi piel. —No te presionaré, pero si quieres el puesto, es tuyo; no pienso contratar a nadie más —dijo, y me giré para encontrarme con sus ojos, que ahora parecían más oscuros y penetrantes. Su aliento cálido rozó mi piel, haciendo que me estremeciera. —¿Por qué? —pregunté, en un susurro, intentando descifrar su mirada. Él se me quedó viéndome en silencio durante unos minutos que parecieron eternos, sus ojos explorando cada rincón de mi alma. Finalmente, desvié la mirada, incapaz de sostener su intensa mirada. No puedo seguir viendo esos ojos. Él retiró su mano de la puerta, dándome más espacio, y sentí un alivio momentáneo al respirar con más libertad. Agradecí al cielo por esa pequeña distancia. —No lo sé —susurró. —Me resultas familiar, tal vez sea por eso. ¿Tomarás el puesto, Jenny? Me quedé en silencio, sopesando sus palabras y la mezcla de emociones que me invadían. Algo en su tono y en sus ojos me decía que había más en juego de lo que él dejaba ver. Mi mente seguía llena de dudas y desconfianza, pero también de una curiosidad inexplicable. —Lo pensaré —dije finalmente, sin comprometerme del todo, y con eso abrí la puerta y me marché, dejando atrás la intensidad de sus ojos y el misterio que parecía envolverlo. Pero mientras me alejaba, no pude evitar sentir que esa no sería la última vez que nuestros caminos se cruzarían. Algo en mi interior me decía que, quiera o no, mi destino estaba más entrelazado con el de Dylan Hans de lo que podía imaginar.★ Dilan Después de su partida, me quedé inmóvil, observando la alfombra empapada por el agua que esa mujer atolondrada había derramado. El reflejo de las luces del techo se deslizaba sobre las manchas mojadas, creando un juego de sombras inquietante, como si la habitación misma se burlara de mi estado de ánimo. Con un suspiro frustrado, alcé el teléfono de mi escritorio y llamé a mi secretaria, solicitándole urgentemente que enviara a alguien para que se encargara de limpiar esa m*****a alfombra. Mis palabras resonaron en la habitación, mezclándose con el zumbido distante del tráfico de la ciudad afuera. Era como si cada pequeño inconveniente, cada detalle fuera de lugar, se confabulara para probar mi paciencia. Mi mente estaba abarrotada de trabajo: nuevos inversores, clientes potenciales, antiguos interesados en unirse a la compañía... Cada pensamiento era una nota discordante en la sinfonía caótica de mis responsabilidades empresariales. Luchaba por mantener la compostura en med
★ Jenny. Corría desesperada por el viejo bosque, con el corazón latiéndome a mil por hora. No importaba cuánto me esforzara, no lograba escapar. Finalmente, la bestia alcanzó a su presa y la devoró sin piedad... Me desperté sobresaltada, con el corazón a punto de salirseme del pecho y un dolor punzante en la cabeza. Me levanté rápidamente y me dirigí al baño. Me sumergí en la bañera, pasando más de una hora intentando borrar cualquier rastro de lo que ese hombre dejó en mí. Aunque esa horrible noche ocurrió hace tres años, la sensación sigue ahí. Por más que frotaba mi piel, la suciedad no desaparecía. Aún puedo sentir sus manos asquerosas sobre mi cuerpo, la devastación en mi corazón y cómo todas mis esperanzas, sueños e ilusiones se esfumaron en un instante. Todavía puedo sentir su aliento en mi nuca, susurrando algo en mi oído. Mi propia voz, que gritaba de miedo, me impidió escuchar claramente sus palabras. Siempre me he preguntado qué fue lo que me dijo en ese momento. Cerré l
El comportamiento de Dylan es muy extraño.“Idiota” murmuré mientras miraba como su auto se alejaba.Caminé hacia mi casa, abrí la puerta y me fui a acostar, directo en el sofá.No dejaba de pensar en todo lo que había pasado, desde la aparición de Madeleine y de Stuart, como a pesar de los años aún me sigue doliendo su traición.Caminé hacia mi alacena dónde guardo el licor y saqué una enorme botella de vodka y comencé a beberlo directamente de la botella.“Malditos, no es justo que ellos tengan una buena vida, menos yo… Yo no quiero esta vida, ellos viven felices, mientras yo… Guaaa” el llanto se apoderó de mi bebida.Recordaba los momentos que vivimos felices, en todas las veces que Stuart me nombró cariño, amor, mi ángel, te amo. Pero nada de eso era real, él nunca me amó, nadie jamás me ha amado.¿Merezco morir sola?¿Merezco no conocer jamás el amor verdadero?Comencé a beber sin parar y caminé a mi refrigerador y estaba completamente lleno.“¿Qué demonios?”, hasta la Nutela est
Sentía algo muy caliente en mi nuca…Abrí los ojos y me vi rodeada por los brazos de Dylan.Me quedé viéndolo por unos segundos, dormido no me da miedo.Sus facciones son muy lindas, es un hombre muy apuesto, su cabello algo largo y su barba que está un poco descuidada.No sé por qué tenía una sensación familiar entre sus brazos.Él frunció el entrecejo y lo escuché pronunciar algunas palabras como en susurros.«Perdón… Perdóname» no paraba de repetir una y otra vez.Le acaricié la frente para que se relajara un poco.Vi cuando abrió los ojos y se me quedó viendo.“Perdóname” pronunció mientras cerraba los ojos una vez más.Se supone que soy la que habla dormida.Me alejé de él y me recosté en el sofá.Me fijé en el reloj despertador y apenas eran las tres de la mañana.Me volví a dormir a las 4, ya que mi cabeza tardó una hora en dejar de bombardearme con preguntas.Dylan parece una persona muy segura de sí mismo, pero mientras dormía parecía un niño, y tenía una expresión de dolor e
Le acaricié la mejilla por última vez y bajé a la cocina a buscar que preparar para el desayuno.Mientras llamaba a Scott con las manos libres.“¿Dime?”, respondió bostezando.“Encárgate de pagar las deudas de Jénifer, todas en su totalidad y llama a mi abogado para que finalice las inversiones en casa moda con Angelina”“¿Ya acepto trabajar para ti?” preguntó.“Tengo métodos un poco ortodoxos de convencimiento, será mi asistente, encárgate de que le tengan lista una oficina.”“¿Qué? ¿Una oficina? Llevo tres años trabajando como tu asistente y nunca me has dado una oficina, que demonios, quiero también mi oficina, no des tratos preferenciales entre tus empleados, ¿Que tiene ella que yo no tenga?” Comencé a reírme“A ya sé, pero me puedo operar”“Que te operes no te dará un buen lugar si no luchas por él ¿Aún no sabes por qué no te he vuelto gerente en la nueva empresa?”“Por qué no querías dejarme ir, no puedes vivir sin tu mejor amigo.” Comencé a partir un poco de fruta.“No, es por
★Jenny.No comprendo la razón del porqué me sentí tan cómoda con Dylan.Antes de que él me llevara a mi casa me dijo que mañana podía iniciar con mi jornada laboral, que me tomará el día de hoy para alistar mis pendientes, he ir de compras, ya que la empresa tiene etiqueta de vestimenta.Cuando llegue a mi casa solo me encerré en espera de mi casera como 2 o 3 horas, pero la mujer nunca se presentó.Me puse a ver una película en una plataforma y me quedé dormida, pero aun así esa mujer no apareció, ya cuando eran casi las dos de la tarde, tomé algunas cosas de mi refrigerador y de mi alacena.Estoy agradecida con Dylan por haberme comprado comida, pero es demasiado, no me la acabaré ni en un mes.Repartí varias cosas en bolsas y comencé a repartirla entre mis vecinos, las casas donde sabía que vivían solo hombres, toque y dejé la comida en sus puertas.Después de eso reacomodo mi mandado y me quedé con lo que realmente necesito y me gusta.Le mandé un mensaje a Dylan con una foto de a
★Jenny.Termine de picar la lechuga y agregarla a la ensalada de pollo.Saque de la alacena, una bolsa sé tostadas y otra de galletas saladas, no sé qué le guste más a Dylan.¿Por qué estoy tan nerviosa?Corrí al baño a lavarme el rostro y me percaté que estaba ruborizada.“Solo es un chico, Jénifer solo es un chico” me di unas ligeras palmaditas en las mejillas cuando la chica a través del espejo me respondió, y claro, yo misma me respondí.“Es el único chico con el que has interactuado en estos tres años, además está bien guapo, sus brazos y esos… Cállate Jenny” me remojé más las mejillas.Me estoy creando ideas en mi cabeza y él solo es amable conmigo.Salí del baño y me senté a esperar a que él llegara a mi casa.Después de 10 minutos escuché que tocaron a mi puerta.Nunca me había entusiasmado tanto, ni cuando andaba de novia con el imbécil de Stuart me sentía tan nerviosa.Corrí a la puerta y abrí, pero no era Dylan.“¿Que haces aquí?”, pregunté y trate de cerrar la puerta, pero
Me alejé al sentir que él no me correspondió a mi beso.Soy una tonta.Di un paso atrás.“Lo siento, no debí, perdón” mencioné.No quiero que él piense de mí que soy una ofrecida, además no sé el porqué lo besé, solo me nació hacerlo.Cuando me gire y estaba lista para salir corriendo, él me tomó de la mano.Me giré y no me dijo nada, solo su otra mano viajó a mi mejilla y cerré los ojos, lo siguiente que sentí fueron sus labios sobre los míos, nuestras bocas se unieron en un besó lento y dulce.Nunca nadie me había besado de esa manera y no es que muchos me hayan besado ya, solo con Dylan van 3 hombres que me han besado en la boca, al segundo lo enterré en mis recuerdos, ya que ni siquiera supe que se sentía ser besada por ese hombre, por el hecho de que lo único que tenía en ese momento era dolor, pero ahora entre los brazos de Dylan me he olvidado de todo.Su mano estaba tomando mi mejilla y parte de mi cuello.Mientras el besó seguía.Su dulzura y su calidez me estaban derritiendo