Capítulo 49

Simone.

Amanezco en los brazos de Edmond, su calor, su aroma hacen que el día comience como no esperaba. No lo sentí llegar esta madrugada, pensé que pasaría otro día en la convención; sin embargo, aquí está aferrado a mí como si fuera su posesión más valiosa en esta tierra. No pasa desapercibido su aspecto, las ojeras se le marcan debajo de los párpados, se ve trasnochado; además de oler ligeramente a alcohol y a un perfume dulce, femenino. Quito las ideas absurdas de mi mente, intento levantarme, pero su agarre no me lo permite; me pega más a él, en un acto de inconsciencia besa mi frente.

—Buenos días, amor —susurra él.

—Hola —beso la comisura de sus labios—. No te esperaba.

—Tuve que adelantar el viaje —él se incorpora—. Tenemos que hablar, Simone.

Lo que parecía el inicio de un día mejor de los que he llevado últimamente, se convierte en gris y sombrío; es como si una tormenta cargada de rayos, centellas y torbellinos se formara en mi mente. Me cuesta asimilar todo lo que ha hec
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