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Capítulo 4. El ultimátum de Dante

―Anna está despierta, le suministramos las dosis de los medicamentos que requiere y pasará la noche en observación ―dijo el cardiólogo a Marcos y a Dante,

Después de las presentaciones de rigor, Rosi y Marianna entraron a ver a Anna dejando a los hombres con el médico para que les explicara lo que ya ellas sabían.

―¿Cuál es su diagnóstico y su pronóstico de vida? ―preguntó Marcos.

― Anna tiene miocardiopatía hipertrófica, una condición en la que el músculo del corazón se vuelve anormalmente grueso.

Marcos asintió, tomando nota mental de cada palabra.

—Es esencial que Anna lleve un estilo de vida saludable. Esto significa mantenerse activa, pero sin ejercicios extenuantes, y evitar el estrés innecesario. Los medicamentos que debe tomar todos los días la ayudan a controlar los síntomas y a reducir el riesgo de complicaciones, pero el problema es que no los toma con regularidad y de allí vienen sus crisis.

—A partir de ahora los tomará, doctor —le aseguró Marcos.

Aunque le prometieron los resultados de la prueba de ADN para el día siguiente tenía pocas dudas sobre la paternidad de Marianna. La niña parecía una copia de su hermana menor a esa edad, la misma forma de mirarlo cuando la hacía rabiar, hasta los mismos gestos, se había negado a verlos por terquedad, porque no quería ser padre, pero no podía seguir engañándose.

Dante tampoco lo dejaría engañarse, su padre esperaba ansioso por el resultado de la prueba, a pesar de que ya tenían un par de nietos de su hermana, no permitiría que Marcos desamparara a su hija.

—Me alegra escuchar eso, Anna necesita el apoyo de su familia para poder sanar, con los cuidados necesarios se puede revertir la enfermedad por lo que hay que considerar todos los factores y uno muy importante es su alimentación —continuó el médico con un leve toque de reproche que no pasó desapercibido para Marcos —. Una dieta equilibrada y baja en sodio es crucial. Evitar alimentos procesados y concentrarse en frutas, verduras y proteínas magras puede hacer una gran diferencia.

Marcos asintió nuevamente, su mente calculando los cambios que necesitarían hacer en la vida de Anna. Les compraría un apartamento en una buena zona que fuera grande para las tres, porque, aunque le cayera mal la prima, Marianna le había contado que vivían juntas y que Rosi había sido el soporte de Anna. Pensaba que teniendo a su prima al lado cuidándola y apoyándola con Marianna se recuperaría más rápido. Aunque él se ocuparía de contratar una enfermera y personal doméstico para atenderla. Marcos necesitaba que Anna estuviera sana para que cuidara de la niña. Por lo que había visto era una buena madre y eso era algo difícil de encontrar

—Ahora, lo más delicado —advirtió el doctor Martínez, su tono se volvió más solemne—. Si el músculo del corazón de Anna continúa engrosando, es posible que necesitemos considerar una intervención quirúrgica para reducir su tamaño. Sin embargo, quiero ser honesto: esta es una operación de mucho riesgo.

Dante tomó aire profundamente y asintió con determinación.

—Doctor, haremos todo lo que esté en nuestras manos para ayudar a Anna. Por favor, cuente con nuestro compromiso total en esto.

Marcos asintió también, su mandíbula tensa pero su mirada firme.

—Esa es lo que Anna necesita, con ayuda podemos revertir su enfermedad y estoy aquí para guiarlos en cada paso del camino —expresó el médico antes de despedirse.

—Vamos a hablar con ella, entraré contigo, pero me despediré rápido y me llevaré a Anna y a la prima para que puedas hablar con ella, si es la madre de tu hija deberás casarte con Anna para darle tu apellido a Marianna —señaló Dante.

Marcos lo miró como si le hubiesen salido tres cabezas. ¿Casarse? ¿él? Jamás.

—¿Qué? ¿Papá te has vuelto loco? ¿Cómo crees que voy a casarme con esa mujer?

—Pues casándote, es lo único honorable que puedes hacer por tu hija, no aceptaré que mi nieta sea ilegítima, que algún día se sienta menos en la familia porque sus padres no se casaron ―replicó Dante molesto, no le gustaba para nada la actitud de Marcos.

—No, eso nunca ocurrirá, le daré mi apellido y todo mi apoyo económico a Anna y a Marianna vivirán como unas reinas a partir del momento en que me confirmen que es mi hija, pero no me casaré con Anna solo porque tú lo ordenes.

—Esta actitud tuya es mi culpa ―respondió Dante meneando la cabeza con desilusión. ― He sido un padre complaciente y te he hecho un hombre irresponsable, pero esto se acabó, Marcos. Si Marianna es tu hija te casarás con Anna y vivirán como esposos al menos cinco años para darle una oportunidad a que tu matrimonio prospere, pero si te niegas a hacer lo correcto te desheredaré y le daré tu parte del consorcio a tu hija.

—No puedes hacerme eso, papá, he trabajado mucho para ganarme mi posición como CEO del consorcio Di Leone.

—Puedo y lo haré, Marcos, así que tú eliges o te casa con la madre de tu hija o te desheredo. Es mi última palabra.

Marcos lo miró con rabia y se echó hacia atrás.

—No me dejas otra opción más que aceptar tu chantaje, papá, y como has sido tú el que decidió lo que debo hacer con mi vida. Dile a Anna que me casaré con ella, arregla tu todo y me avisas cuando es la boda, pero no esperes que ponga de mi parte.

—¡Oh, no! Marcos, no creas que vas a hacerme sentir culpable, te he dicho lo que espero de ti, pero te tocará convencer a Anna de que se case contigo. Acepto que quieras esperar hasta mañana para hacerlo, pero no lo haré por ti, entraré a ver a Anna y le ofreceré el apoyo familiar y te disculparé en este momento, nada más, lo demás es responsabilidad tuya —dijo Dante dando la vuelta para dirigirse a la habitación de Anna.

Marcos giró sobre sus pasos y furioso salió del hospital, sabía que no tenía escapatoria, cuando Dante tomaba una decisión no había poder sobre la tierra que lo hiciera cambiar de opinión. Y cuando daba una orden, esperaba ser obedecido, si te amenazaba siempre cumplía con lo ofrecido, no era un hombre con el que se podía jugar, si le decía que lo desheredaría estaba seguro de que lo haría.

En ese momento sintió que se estaba ahogando por la exigencia de su padre.

Deseo poder salirse de ese lío, que la prueba de paternidad demostrara que no era el padre de Marianna, de esa forma no se vería obligado a cumplir con las exigencias de su padre porque él no quería una esposa, ni las ataduras del matrimonio y los hijos.

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