El día de la boda, Rosi estaba sentada frente al tocador mirando su reflejo, estaba preciosa, había escogido un vestido de ensueño la tela de su cuello, brazos y espalda era tan fina que traslucía su piel, más la tela que curía su pecho y el resto de su cuerpo estaba compuesta por diseño floral con incrustaciones de pedrería. No llevaba velo, si no una hermosa peineta de brillantes que recogía la parte delantera de su cabello dejando suelto el resto que caí en hermosos bucles hasta la mitad de su espalda.Era cierto lo que decían de que las novias son hermosas porque nunca en su vida se había sentido tan bonita como como ese día. Una leve corriente atravesó su vientre en ese momento y sonrió, era su bebé moviéndose.Una vez que su rabia remitió se dijo que se casaba por su bebé, para darle un hogar estable y una familia cariñosa que lo adoraría, creía que Carlos sería un buen padre por como trataba a Marianna y a Claudio así como a los hijos de sus primos. Pero al final tuvo que recon
Una lluvia de burbuja sorprendió a los novios a la salida de la iglesia, se detuvieron un rato a recibir las felicitaciones de los asistentes a la ceremonia y a tomarse un par de fotos, después subieron a la limusina que los llevaría al banquete de novio en el hotel Di Leone de la ciudad.―Rosi ―dijo Carlos mientras el vehículo transitaba por las concurridas calles de la ciudad de Nueva York ―quiero agradecerte la confianza que has depositado en mí al casarte conmigo y quiero decirte que no te defraudaré, tal como te prometí en la iglesia seré un esposo fiel y comprometido contigo.La expresión de Carlos le dijo a Rosi que él estaba hablando en serio, que de verdad quería que su matrimonio funcionara, lo que la emocionó porque eso era lo que ella quería y lo que su bebé necesitaba.―Yo también quiero hacer un esfuerzo por nuestro bebé, Carlos, él merece que seamos los mejores padres y que le demos una familia estable ―le respondió Rosi con la convicción de que el único motivo por el c
Patricia se removió incómoda ante la mirada acusadora de Rosi, pero quería mucho a Carlos, y su intención era ayudarlo a comenzar su matrimonio sin la sombra de la infidelidad.―No es lo que parece, Rosi, yo le pedí que viniera ―respondió la prima de su esposo.―Y yo vine porque a pesar de todo lo que pasó, Patricia es una de las pocas amigas verdaderas que tengo ―señaló Constanza con seriedad. ―Mira, sé que por lo que viste ese día pudiera parecer como si Carlos y yo tuviéramos un amorío, pero lo cierto es que él y yo nunca hemos intimado. Es cierto que ese día lo estaba esperando con la intención de seducirlo, me quería aprovechar de su fama de mujeriego, pero no sabía que serías tú la que llegaría. Me habían informado que él iría esa mañana, más nunca me esperé que fueras tú la que entrara por esa puerta y no Carlos.―Me da igual lo que haya pasado o no con Carlos, el hecho Constanza es que trataste de seducir a Marcos y por tu culpa Anna estuvo hospitalizada y casi se muere. Y no
Desde el balcón de la habitación del hotel, Rosi miraba con los ojos empañados de lágrimas la paradisiaca playa de Aruba, si cerraba los ojos casi podía sentir el olor de su tierra, de su hogar, era lo más cerca que Carlos la pudo llevar de su país, Venezuela. Rosi no podía volver porque había entrado a los Estados Unidos como refugiada.Detrás de ella estaba parado su esposo, abrazándola por la cintura, eran una bonita estampa de dos jóvenes guapos y enamorados.―Es maravilloso, Carlos, es casi igual a las playa donde pasé mi niñez y mi adolescencia, sé que pudiste llevarme a mil sitios, pero este es el mejor. Gracias, amor mío.―Solo quiero hacerte feliz, mi Rosi. Te amo ―le respondió él dándole un beso en el cuello.―Y yo a ti, Carlos. ¿Sabes? Me gusta más que me digas mi Rosi, que mi Minions ―respondió ella con una sonrisa girándose en sus brazos para besarlo.―Siempre serás mi Minions ―le informó él con una sonrisa divertida.―Y tú siempre serás mi imbécil ―espetó ella con los l
El juicio de Vicente comenzó unos días antes del bautizo de Claudio, Anna en su condición de madre que amamantaba se le permitió prestar declaración por video conferencia, algo que agradeció porque lo menos que deseaba era tener que volver a verlo cara a cara. En cambio, Marcos si tuvo que ir a la corte a presentar su testimonio algo que disfrutó enormemente fue ver a ese hombre con su mono naranja, se veía totalmente devastado porque sabía que sus posibilidades de salir indemne del juicio eran casi nulas.El bautizo de Claudio fue un acontecimiento íntimo al que solo asistió la familia y los amigos más cercanos. Ese día ocurrió algo que le llamó mucho la atención y la entristeció a partes iguales.―Claudio no quiso el pecho, Marcos, aunque se tomó la leche con el biberón.―Quizás se deba a que estamos usando los dos métodos y el biberón le sea más fácil.―Yo quería darle pecho al menos seis meses ―dijo Anna al borde del llanto.―Continua sacando la leche y se la das en biberón, lo im
Durante los meses siguientes Anna se dedicó a cuidarse y prepararse para el nacimiento de su hija, tuvo un seguimiento riguroso de embarazo y acompañó a Marcos a terapia. Le dolía verlo tan preocupado y nervioso y para ella nada importaba más que su salud y la de su esposo. Cuando el juicio de Vicente terminó y fue declarado culpable de todos los cargos solo significó para ellos el fin de una amenaza latente. El abogado de Marcos los llamó para informarles que el exnovio de Anna fue sentenciado a un total de ciento veinte años de cárcel si se sumaban todas las condenas por lo que no era elegible para la libertad condicional. ―Se acabo, Anna, ya podemos olvidarnos de Vicente, nunca más tendrá la oportunidad de acercarse a ti. Anna lo abrazó y apoyó su cabeza en su pecho. ―Me alegra que terminara y no siento ningún tipo de compasión por él, todo lo que le pasa se lo buscó. Unos días después, Patricia anunció que le había pedido el divorcio a su ausente esposo tras descubrir que tení
Derechos de autor registrado en Safe Creative: © Registro individual 2310165602567 "La falsa madre de la hija del CEO"Marcos Di Leone se sentía satisfecho con su vida. Era el heredero de una de las cadenas hoteleras más prestigiosas del mundo, tenía dinero, poder y mujeres a su disposición. No le faltaba nada, o eso creía él. Su padre, Dante Di Leone, tenía una opinión diferente.―Marcos, figlio[1] mío, ¿cuándo vas a sentar cabeza? ―le preguntó Dante a su hijo mayor con seriedadEstaban reunidos en el lujoso restaurante de la ciudad de Nueva York donde solían comer todos los viernes para hablar de negocios. A pesar de que Dante estaba oficialmente retirado aún estaba al tanto de lo que sucedía en el negocio y le gustaba dar su opinión al respecto.«Aquí vamos de nuevo y ni siquiera ha llegado la entrada, ¿no pudo al menos esperar que llegáramos al postre? Me muero de hambre» pensó Marcos con fastidio, pero mantuvo su rostro imperturbable.―¿Volvemos a lo mismo, papá? Pensé que discut
Marcos se quedó sin habla. No podía creer lo que acababa de escuchar. ¿Su padre? ¿De dónde había salido esa niña? ¿Qué broma era esa?La sorpresa de Dante fue menor, había observado con detenimiento a la pequeña, se parecía a su Sandra, pero también a Dante. Nadie podría negar el parecido y conociendo la promiscua vida de su hijo se preguntó más bien cómo era que eso nunca había pasado con anterioridad.Miró de nuevo a la niña con atención y luego a su hijo. Tenían los mismos ojos verdes que caracterizaban a los Di Leone, el mismo cabello negro y lacio que había heredado Marcos de su madre italiana, pero la piel de la niña era un poco más bronceada que la de Dante, era preciosa.En ese momento pusieron las entradas que habían pedido y los ojos de la niña se desviaron al plato, era evidente que tenía hambre.―¿Quieres sentarte con nosotros a comer, Marianna? ―pregunto Dante, no resistía verla con hambre.―Sí, por favor, si no es mucha molestia.Marco lo fulminó con la mirada, si esa ni