Capítulo 6
Isabel notó la duda en los ojos de Liam, por lo que procedió a sacar un amuleto de caoba con la forma de un pequeño puño y se lo presentó a Liam.

El amuleto captó inmediatamente la atención del niño.

Isabel le preguntó inocentemente: "¿No tienes tú también algo parecido a esto?".

Liam asintió con la cabeza.

Sin duda lo tenía. Estaba guardado en un cajón de su habitación.

Según las palabras de su abuela, se lo había regalado alguien muy cercano cuando nació.

Isabel comenzó a explicar: "Fue mami quien talló estos amuletos ella misma. Dijo que desde que nacimos nos gustaba tomarnos de la mano, por eso hizo dos pequeños puños para cada uno de nosotros. Dijo que los dos puños se pueden juntar".

Liam tomó el amuleto y acarició su superficie.

Era idéntico al que tenía en casa.

Se quedó mirando a Isabel.

Ella inclinó la cabeza hacia un lado y lo miró con una sonrisa brillante.

Liam tensó los labios y una débil sonrisa comenzó a aparecer en sus labios. Entonces preguntó: "¿Cómo te llamas?".

Isabel respondió con prontitud: "Me llamo Isabel Ross. Tengo el mismo apellido que nuestra mami".

¿Mami? La expresión de Liam cambió. "¿No es tu mami mi mami también?".

"Por supuesto, somos mellizos". La boca de Isabel comenzó a parlotear de nuevo: "Nuestros padres se divorciaron antes de que naciéramos, y si no fuera porque mami me mantiene oculta, también me habrían apartado de ella".

Liam pensó inmediatamente en la mujer que siempre estaba al lado de su padre.

Esa mujer siempre se mostraba cariñosa cuando su padre estaba presente, pero se transformaba en una persona diferente en cuanto su padre desaparecía. En muchas ocasiones le había obligado a dirigirse a ella como su madre delante de su abuela y de su padre.

Liam se había mostrado dudoso y le había preguntado a su abuela, quien le había confirmado que la mujer no era su madre.

Por lo tanto, no era realmente su madre.

Liam reposó su mentón en las palmas de las manos y fijó una mirada curiosa en su hermana. "¿Cómo se ve mami?".

Isabel se animó repentinamente y exclamó: "Mami es tan gentil y hermosa. Es la mujer más hermosa que he visto nunca".

Los ojos de Liam se iluminaron.

"Es que...". Isabel hizo un mohín y, de repente, dejó de hablar.

Liam preguntó: "¿Qué pasa?".

"Mami es un poco pobre, así que es muy precavida para gastar dinero", dijo Isabel con un mohín. "Todavía usa ropa vieja y nunca usa joyas. Me dice que las muñecas y los robots que me gustan son demasiado caros y no me los compra".

Liam buscó en su mochila donde extrajo una pequeña cartera negra y le ofreció: "Te los compraré si me llevas a ver a mami. ¿Trato hecho?".

Los ojos de Isabel brillaron y estiró su mano hacia la cartera instintivamente.

No obstante, ella apartó la mano cuando se le ocurrió un pensamiento. Susurró: "Mami dijo que no puedes pedir las cosas y gastar el dinero de los demás".

Liam sonrió y le puso la cartera en la mano a la vez que le decía: "No soy un cualquiera. Soy tu hermano".

"Es cierto". Luego de que Isabel guardara la billetera de Liam en su mochila, le dio un gran abrazo. "¡Gracias, hermano! ¡Hoy te llevaré a ver a mami después de la escuela!".

...

Por otro lado, después de salir del jardín de infancia, Sylvia caminó durante unos quince minutos antes de pasar por un museo de arte y llegar a una escuela primaria.

Tanto el jardín de infancia como la escuela primaria estaban en el infame Distrito del Paraíso del Arte de la Ciudad de Westchester. Sylvia era pintora de profesión y había aceptado un trabajo como profesora de arte en la escuela primaria, ya que le quedaba de camino para recoger y dejar a Isabel en el jardín de infancia.

Ese era su primer día de trabajo.

Después de pasar por una elaborada charla informativa, se puso a trabajar.

Pronto era la hora de comer sin que ella se diera cuenta.

Fue a comer con dos de sus nuevas compañeras.

Cerca había una gran plaza con una cantidad desconcertante de opciones por todas partes.

Al llegar, las dos compañeras que estaban con ella gritaron de repente en voz alta: "¡Dios mío, es Tara Carter!".

"No puedo creer que me haya encontrado con Tara Carter. ¿Por qué está aquí?".

"Es una distinguida profesora de la Academia de Bellas Artes. Debe estar aquí para enseñar arte también".

La expresión de Sylvia cambió. Ella siguió rápidamente la línea de visión de las mujeres y vio a Tara saliendo de un vehículo de lujo.

Llevaba el pelo largo, grueso y rizado, y llevaba un vestido esbelto y elegante.

Poco después de que ella saliera del vehículo, Odell salió del otro lado.

Las dos nuevas compañeras de Sylvia se estremecieron al unísono cuando se percataron de la elegante figura.

"¡Qué guapo! ¿Es el hombre de Tara?".

"He oído que es increíblemente rico".

"¡Tara está viviendo la vida perfecta!".

Como era de esperar, el revuelo que causaron fue suficiente para llamar la atención de Odell y Tara.

Antes de que Sylvia se girara para marcharse, ambos miraron en su dirección.

Casualmente, Sylvia se cruzó accidentalmente con sus ojos.

El ambiente se paralizó durante unos segundos.

Tras unos segundos, una expresión de ira apareció en el rostro de Odell. Parecía que iba a despellejar viva a Sylvia.

Mientras tanto, Tara agarró rápidamente la muñeca de Odell y sonrió tímidamente en dirección a Sylvia.

Sylvia frunció su ceño y se dio la vuelta de inmediato para irse.

Fue entonces cuando Tara la llamó de repente: "Sylvia, cuanto tiempo sin verte. ¿Cuándo volviste?".

Las dos compañeras de Sylvia la miraron boquiabiertas.

La oportunidad para que Sylvia escapara había desaparecido. Ella esbozó una sonrisa burlona y respondió: "Hace muy poco".

Tara echó una breve mirada a las dos compañeras de Sylvia. "¿Van a salir a almorzar, chicas? Odell estaba a punto de llevarme a comer a la Casa Elísea. ¿Por qué no vamos juntos?".

La Casa Elísea era uno de los restaurantes más renombrados de la Ciudad de Westchester.

Las compañeras de Sylvia estaban encantadas con la propuesta de Tara.

Sylvia le dirigió una mirada confiada y respondió: "Claro".

La falsa sonrisa del rostro de Tara se borró abruptamente.

Sylvia se rio en silencio. Sabía que Tara solo las había invitado a comer de mala gana porque quería presumir de que Odell la había llevado a la Casa Elísea.

Se dio cuenta de la agitación interior de Tara al no poder expresar externamente su descontento con la situación. Entonces, miró a Odell, que aún parecía querer hacerle dos agujeros en la cabeza con la pura intensidad de su mirada, y preguntó con una sonrisa tímida: "¿Seguro que no le importa, señor Carter?".

Odell formó una sonrisa con ira escondida. "No me importa".

Sylvia se quedó anonadada por esta respuesta.

Teniendo en cuenta el desprecio que sentía por ella, ¿por qué no la había rechazado?

La única razón por la que había hecho la pregunta a Odell en primer lugar era porque esperaba ser rechazada. Por otra parte, era Tara quién había hecho la invitación en primer lugar, así que sería una falta de respeto por parte de Odell si rescindiera la invitación de su pareja.

Sin embargo, pensar que él aceptaría...

¿Iba a vengarse de que le pusiera una hoja de afeitar en el cuello?

¿O simplemente estaba de acuerdo para que Tara no pasara pena?

Fuera cual fuera el razonamiento, a Sylvia solo le quedaba aceptar esta situación, así que respondió: "En ese caso, gracias por la hospitalidad".
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