Ya no te creo

Al escuchar eso, la primera reacción de Kate fue quedarse en estado de shock.

¿Embarazada? ¿Cómo podía ser?

Luego recordó… la noche de su aniversario, después de discutir por dejarla plantada, Ethan le hizo el amor por horas, varias veces, por primera vez en muchas semanas.

Tenía que haber sido ese día, entonces ella estaba embarazada de un mes y medio.

Un bebé… Su segundo hijo con Ethan, un hermanito para Iris. Estaba creciendo en su interior y ni siquiera lo había notado, casi se lleva su vida junto con la de ella.

—Oh, Dios. —Se cubrió la boca con la mano que no estaba en su vientre—. ¿E-está b-bien? Quiero decir… Oh, Dios. —Sollozó—. Y-yo no he estado comiendo, tampoco he estado durmiendo bien y yo… Oh, Dios. —Empezó a entrar en pánico.

Por todos los cielos. ¡Qué descuidada había sido! Casi se mata llevándose a su hijo, pero antes de eso había estado matándolo lentamente por haber descuidado su salud de esa manera, sin mencionar el estrés al que había estado sometida. ¿Qué había hecho?

—Escucha, querida, el bebé está vivo y parece estar creciendo normalmente… pero debo serte sincera. —Suspiró—. Debido a la falta de nutrientes a la que te has expuesto, es muy probable que tu bebé salga afectado. Sí no empiezas a cuidarte bien inmediatamente, podría traer graves problemas a la salud de tu hijo a largo plazo.

La doctora siguió hablando, explicándole los riesgos en los que se encontraban tanto ella como el bebé, y cómo debería cuidarse de ahora en adelante.

Kate escucho atentamente, tomando nota mental de todo pese a que también le daría por escrito todas las instrucciones que le estaba diciendo.

Su mente era un hervidero de emociones y pensamientos, estaba aturdida y feliz mientras escuchaba a la doctora, y permaneció en ese estado de ánimo hasta que llegó el momento de retirarse del hospital.

Mientras caminaba a su hogar, sus pensamientos siguieron abrumándola.

Por un lado, estaba increíblemente feliz por saber que estaba embarazada. Iris venía pidiéndole un hermanito desde los cuatro años, pero en esos momentos ella acababa de entrar a trabajar y no le pareció buena idea, ahora era como si la esperanza hubiera renacido de sus cenizas, de repente encontraba todos los motivos del mundo para querer vivir.

Por otro lado… la preocupación la abrumaba. Había vendido todo, su casa, su auto, algunos muebles. Y renunció a su trabajo como una estúpida. Había una crisis de personal médico, y ella no tenía los medios para mudarse de la ciudad, ni siquiera sabía a dónde demonios iría.

Había querido dejar todo listo para poder morir tranquila, quitarse la vida sin dejar pendientes. Ahora quería vivir, y tendría que empezar de cero con un niño en el vientre…

El dinero de todo lo que había vendido junto tal vez le alcanzara para alquilar un departamento o comprar una casa muy, muy pequeña, pero… ¿cómo compraría todo lo que necesitaba para cuidar la delicada salud de su bebé? Casi lo había matado por su imprudencia y ahora tal vez no tuviera los medios para ayudarlo a sobrevivir.

Se detuvo a mitad de camino a su casa, sintiendo el pánico puro empezar a invadirla.

¿Qué iba a hacer?

Dudaba conseguir fácil y rápidamente un nuevo empleo, su jefe le había advertido sobre esto y ella no lo escucho, ahora no podía volver arrastrándose por un puesto que seguro ya había sido tomado.

Tendría que buscar otro empleo ¿pero qué podía hacer si toda su vida había sido enfermera? Tenía un embarazo delicado que cuidar, eso limitaba aún más sus opciones y la presionaba mucho más a encontrar soluciones rápidas. Estaba completamente sola. ¿Qué iba a hacer? ¿Qué iba a…?...

De repente, alzó la mirada.

Una idea la golpeó, llenando su corazón de alivio y esperanza.

No estaba sola… Este hijo también era de Ethan, y tal vez él la odiará pero no iba a ser tan cruel para dejarla a ella y a su hijo desamparados para morirse de hambre.

Solo tenía que explicarle la situación y la ayudaría. No era tan ingenua como para pensar que volvería con ella, pero él no dejaría descuidado a su hijo.

Y tal vez… una vez que el niño nazca… le permitiría ver a Iris… tal vez ella sepa perdonarla cuando tenga al hermanito que siempre quiso. Y tal vez… con el tiempo… Ethan pueda perdonarla también… No pedía que volviera a amarla, pero sí dejaba de odiarla, entonces eso sería suficiente para ella.

Sus pasos la llevaron a la casa donde vivían Rachel y Marie, asumiendo que él debía estar quedándose con ellas, pero no le quedó nada más que sorpresa cuando vio la casa con un cartel de “En Venta”.

Cuando preguntó a los vecinos, le dijeron que todos los que vivían allí se habían mudado justo el día anterior. Kate solo pudo maldecir mentalmente su suerte.

No perdió tiempo y fue a una cabina telefónica.

Mordisqueó nerviosamente la punta de sus dedos mientras escuchaba el tono de marcación después de haber insertado el dinero y marcado el número de su ex marido.

Ethan normalmente no contestaba números desconocidos, pero sí a los que llamaban a su empresa, por lo que optó por llamarlo por ese medio en vez de su celular personal.

—Di Castro al habla —contestó con su típica profesionalidad.

Ella se alivió enormemente cuando le contestó, e hizo esfuerzos para contener las lágrimas de anhelo.

Cómo había extrañado su voz…

—¿Quién es? No tengo todo el día. —Sonrió al reconocer su tono impaciente, imaginando que debía estar frunciéndole el ceño al teléfono como si pudiera intimidarla a través del aparato.

—Ethan, soy yo —habló luego de un momento de vacilación—. Tengo algo importante que decirte. —Eligió cuidadosamente sus palabras.

—Katherine —dijo fríamente después de un breve periodo de silencio—. ¿Qué quieres? Si no tienes un libro que presentarme, te recomiendo ser breve porque estoy ocupado trabajando como lo he hecho siempre. —Por supuesto, él no dejaba de reprocharle aun cuando fingía ser cordial. No es que pudiera culparlo.

—Por favor escucha. —Se tragó las lágrimas, pensando frenéticamente qué decirle—. Yo… uh… tuve algunos problemas. —Se mordió el labio, sin querer mencionar la estupidez que casi había cometido.

—Créeme que no quiero molestarte, no te habría llamado de no ser porque realmente necesito tu ayuda —dijo y luego se abofeteó mentalmente—. Quiero decir, n-no es que no quiera llamarte, quise decir que sé que probablemente no quieres escucharme, que sería desagradable para ti hablar conmigo… No soy yo, es que tú…

Se mordió la lengua, pensando que estaba comenzando a hablar como una adolescente histérica.

—Lo siento, esto no viene al caso, solo quiero que entiendas que…

—Katherine, ve al punto. —La interrumpió con frialdad.

—Sí, lo siento. —Volvió a disculparse—. Yo… no sé cómo decirte esto… así que solo lo diré.

Tomó aire antes de lanzar la noticia.

—Estoy embarazada. —Esperó unos segundos por su reacción, pero la otra línea se mantuvo en silencio—. Tenías derecho a saberlo, y hubiera buscado un mejor modo de decírtelo sí pudiera, pero no puedo. Ethan, necesito…

—Felicidades. —Se quedó perpleja cuando volvió a interrumpirla, y más que fuera para felicitarla—. Wow, Katherine, tú y David Vogelsberg trabajan muy rápido. ¿Cuánto pasó desde nuestro divorcio? ¿Dos semanas? ¿Ahora quieres invitarme a su boda? Digo, te casaste conmigo porque te dejé embarazada, imaginó que seguirás el mismo patrón con Vogelsberg… Me preguntó quién seguirá después…

Kate se quedó boquiabierta, sin poder creer lo que él había dicho.

Nunca creyó que alguien fuera capaz de insultarla tanto en tan pocas palabras, y menos que ese alguien fuera el padre de sus hijos.

—¡ETHAN DI CASTRO! —gritó completamente fuera de quicio, comenzando a sentir un punzante dolor en la cabeza y en el pecho—. ¡Escucha, no te permito…!...

—Yo no te permito a ti seguir perturbando mi vida —la cortó él, sin gritar, pero con voz tajante—. Te dije que ya no te creo nada, te dije que no quería volver a tener nada que ver contigo. Eres más estúpida de lo que creí si piensas que me voy a tragar que ese bebé, si es que en verdad estás embarazada para el caso, es mío.

—Qué conveniente coincidencia para ti que el hijo que llevábamos queriendo por meses aparezca justo después de que todo se fue al infierno, ¿no? Eres tan cínica e hipócrita, verdaderamente no tienes escrúpulos, Katherine. ¿No puedes solo dejarme en paz?

Ella apretó los dientes, sintiendo las lágrimas bajar por sus mejillas.

—Ethan… —Sollozó—. Por favor, necesito que me escuches. —Comenzó a frotarse las sienes en un esfuerzo por calmar el dolor.

—No, tú escúchame, y escúchame bien porque te juró que esta es la última vez en la que tendrás la oportunidad de escucharme —gruñó con dureza.

—Ya no me llames, ya no me busques, ya no te metas en mi vida. Tengo una hija que criar, no estoy de humor para tratar con una histérica insoportable. Voy a cambiar mis números para que ya no me hagas perder el tiempo. Sí quieres recuperar a Iris, espera a que tenga dieciocho años, ahí yo no podré decir nada.

Kate gruñó, sintiendo el dolor de cabeza aumentar e impedirle interrumpir el montón de cosas horribles que le estaba diciendo, así que él siguió hablando.

—Mientras tanto no cumpla sus dieciocho años, me aseguraré de mantenerte alejada de mi hija y te recomiendo estar lejos de mí también. Y habló en serio. ¡Mantente alejada, Katherine! —gritó, finalmente perdiendo la calma—. O no sé lo que soy capaz de hacer contigo —prácticamente la amenazó antes de colgar con fuerza el teléfono.

Sus palabras fueron duras y dolieron, pero Kate realmente apenas pudo concentrarse en lo dicho. La cabeza había comenzado a dolerle demasiado como para que pudiera pensar en algo más que el dolor.

Él se había rehusado a creerle y ahora estaba verdaderamente desamparada, tenía miedo, estaba furiosa y angustiada, y la cabeza y el pecho le dolían tanto… Cayó de rodillas en la cabina, adolorida, sujetándose desesperadamente la cabeza y el vientre, rezando entre lágrimas que el bebé estuviera bien.

Trató de tomar respiraciones lentas y pausadas en un esfuerzo por recuperarse. Después de unos momentos, el método funcionó y el dolor disminuyó.

Tambaleándose, abandonó la cabina y marchó rumbo a su casa, que en unos días tendría que abandonar cuando llegaran los nuevos dueños legales que ya la habían comprado legítimamente.

No sabía qué iba a hacer. Ethan no la ayudaría, había sido muy claro al respecto, su salud y la de su bebé corrían peligro y no tenía a nadie que la ayudara. Solo le quedaba salvarse a sí misma, cosa difícil en su estado, pero lo intentaría. Estaba dispuesta a todo.

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