4. Dolores Aliados

—Está muy asustada, creo que debería de ser un poco más comprensivo con su esposa— lo miró sin entender— es muy hermosa y por lo visto su matrimonio no empezó como esperaba.

—¿Matrimonio?— me abro la camisa sintiendo que me sofoco.

—Si, la señora no me ha dicho mucho pero la traicionó, tiró el aro de bodas y repite que odia a Mario.

El hombre no entiende y yo menos, me da rabia que me llama como ese imbécil ¿y eso que significa?, el sigue con sus consejos que nadie pidió y le digo que eso es todo, le pagó y se va mientras me debato entre esperar a que se calme pero la paz hace mucho no es parte de mi vida por lo que voy a enfrentarla.

—Tenemos que hablar.

Interrumpo y parece un gato asustado, uno muy fino pero con cara de terror y tengo que esquivar las almohadas que me lanza y pide auxilio diciendo que se quiere morir, que el amor duele, que nunca le han disparado pero seguro duele más que un disparo, la habitación la está destrozando y si sigue así, la policía no va a tardar en tocar mi puerta.

—¡Es un maldito!— bota otro florero— no sé quién eres pero déjame salir de aquí.

—¡Basta!.

Pierdo la paciencia y la sujetó de los brazos, es pequeña para mí altura pero no sé calma, se mueve como una serpiente, sus ojos celestes están hinchados, tienen miedo, rabia y dolor, lo se porque siento lo mismo desde que mi vida cambió, por mucho que exijo que se calme no lo hace, me ruge que no la toque y lo hago solo para sentir que me da una bofetada.

—¡Ayuda!— corre a la puerta pero me atravieso en su camino— por favor no me lastimes.

—¡En tu m*****a vida me vuelvas a tocar!.

Lo poco que podía haber de calma en mi desaparece, la cara me arde y la rabia me hace quemar todo el cuerpo, no razono, agarro su mano y la siento a la fuerza en uno de los sillones, estoy indignado, no sé quién es y nadie jamás me había dado una cachetada, mis brazos la acorralan en el mueble, no tiene como huir y aunque tenga no la dejaré, sus labios rosados tiemblan, claro que tiene miedo pero no agacha la cabeza.

—¿Quien eres y que tienes que ver con Mario Cavani?— el iris de su celeste se abre siendo algo impactante— ¡Habla!— Su cercanía y lo muda que es me desespera— ¡Dime!.

—¿Cómo sabe eso?— apenas la escucho— ¿Ese estúpido lo mando por mi?.

—¿Tendría que hacerlo?.

—No lo sé, me dejó plantada en el altar— las lágrimas se le caen solas.

—Imposible, Mario está comprometido con

—Vanesa Torrealba— la voz se le corta— yo era su secretaria, yo estaba con él y él se casará con ella.

—Eres su amante.

No sé debería ofender pero lo hace, su impulso estúpido hace que levanté nuevamente la mano contra mi pero no me agarra dos veces desprevenido, la sostengo sin que impacte en mi cara y su histeria no me deja otra opción que prácticamente sentarme encima de ella, hago que mi peso no la ahogue pero es la única manera de mantenerla quieta, su chillido es de miedo y sorpresa al igual que me sorprende a mi que es joven, hermosa y nada menos que la amante de mi hermano.

—No soy su amante, tu no sabes quién soy, el me engaño.

— ¿Cómo te engaño si hasta yo sé que él está comprometido con Vanesa?.

—¡Pues yo no lo sabía!— me incomoda que se mueva cuando mi pelvis está rodeando su cintura— por favor déjame en paz, no se quién eres, solo se que ya he sufrido bastante por estúpida.

Se quiebra, trata de empujarme pero no puede sin embargo siento como su cuerpo tiembla, sus labios igual y sigue llorando con un sentimiento de pérdida que me hace bajar de ella.

De inmediato se hace casi un ovillo en el mueble, suspira con dolor, quiere pensar que este día nunca existió y sus ojos se clavan en el horrible anillo de plata barato que está en el piso y yo levantó pensando en las palabras del médico.

—Él es mi hermano— su sorpresa es inmensa y ya veo que mi nombre fue borrado en esa empresa por completo— ¿Te casaste con el?— casi se ahoga en llanto— contestame.

—No— se soba los brazos tiritando de frío y no es para menos ya que aún tiene el vestido húmedo por estar bajo la lluvia.

—¿Eres su amante?.

—Después de todo, si— es decepcionante y no se porqué ya que no la conozco— no entiendo nada— por fin me mira sin llorar.

—Yo si, eres su secretaria, lo típico en ese mundo, te metes con el jefe creyendo que conseguirás el puesto de esposa— bufo molesto— patético.

—Patético tu— se pone de pie— es muy fácil para ti y los de tu clase señalar a una mujer— su índice se clava en mi pecho— todos ustedes creen que las personas sirven como alfombra para que pisen como si nada— está rabiosa y aunque es chiquita, retrocedo mientras ella avanza hacia mí— fui estúpida al creer que vivía un cuento de hadas claro que lo admito pero no lo sabía— las lágrimas se le asoman— me enamore de él, su madre sabía que estábamos juntos y por meses fui el saco de box de todo el clasismo que existe por su dinero, el gran Mario Cavani yendo a la pensión donde vive su secretaria, a la que todos los días dejaba un lirio en la mesa, eran mis flores favoritas pero ahora las odio porque hasta eso me arruino, ¡El me destrozó el corazón!— se soba el pecho y tengo miedo que le dé un infarto— me dijo que nos íbamos a casar, me dejó plantada en el altar— ahora comprendo el anillo y el ramo.

—Pero él se va a casar— casi tartamudeo.

—¡Se casó!—ríe amargamente y las lágrimas se le caen— el mismo día que me dijo a mi que lo espere en un registro civil, días después de darme ese anillo— lo señala— en el lugar donde nacieron mis padres, tan lejos de la ciudad— se burla de ella misma— se encargó de tenerme muy lejos para que no me enteré de la porquería que estaba haciendo, me engaño.

En medio de su llanto me explica que tenían meses de relación, mamá lo sabía, muchos en la empresa también pero nadie lo veía con buenos ojos, cada palabra la hace temblar y sollozar más, la encontramos en medio de la oscura carretera, bajo la lluvia, casi ida y a punto de matarla por ser un transeúnte imprudente y empiezo a comprender mejor su shock.

No tengo idea quien es y me puede estar mintiendo pero se que Mario es capaz de eso y mucho más, mi hermano se ha casado casi a escondidas con Vanesa, una rica heredera que le da el poder de desbloquear otra cláusula del testamento de mi padre mientras la que rubia de piel canela que está en mi habitación recibe con las manos temblorosas el té que le doy, explicando detalles que solo una mente de m****a como ese puede trazar, traicionero, hipócrita y cobarde.

—¿Porque se burlo de mi así?— su mirada está perdida— ¿No era más fácil decirme que se quería divertir conmigo y ya?.

—¿Y lo hubieses aceptado?— pregunto y me mira— ¿Si te hubiese propuesto ser su amante sin fingir amor?.

—No— es decidida— no tengo dinero pero trabajo, él sabía que me hubiese encantado tener a mis padres conmigo, me hice un libro abierto ante él solo para que usará mi confianza y arrancará las páginas de mi vida— llora sin sollozar— lo planeo tan bien, su madre siempre me humillo, muchas veces me ofreció dinero para salir de su vida, ojalá hubiese tenido el odio que tengo ahora, quizá así las cosas hubiesen sido diferentes.

—Lo pueden ser— está dolida, despechada y furiosa— tienes oportunidad.

—No es verdad y no tiene sentido que siga aquí, es tu hermano y yo sigo siendo una estúpida por confiar en los demás— se pone de pie— me tengo que ir.

—Y seguir llorando tu mala suerte o— me pongo de pie frente a ella— vengarte de el— está extrañada— es mi hermano pero también mi enemigo, te ofrezco usar tu dolor y el mío para destruir a Mario. ¿Aceptas?.

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