5. Ella me pertenece

—Esto debe ser una más de las trampas de ese imbécil, tú te estás prestando y yo quiero irme de aquí, ustedes son iguales. 

Me quejo y es como si le hubiese dado una patada, quien ahora se y comprobé que es Leónidas Cavani, me mira con rabia y exige que jamás lo compare con su hermano, su furia me asusta pero coloco mis manos en su amplio torax pidiendo que se calme y por unos segundos yo misma siento paz mirando sus ojos marrones, no se parece a Mario, sería difícil físicamente creer que son familia pero he leído sus documentos, lo son y el carácter tampoco es el mismo. 

Su nariz perfilada se abre al compás de su corazón que está agitado, sus ojos tienen furia y por lo visto es lo único que ese hombre logra en los demás, la poca barba castaña que adorna su mandíbula cuadrada está tensa y siento que sus dientes van a explotar por lo que le pido que se calme y me explique, no se porque pero su porte te puede dar miedo como seguridad y soy oídos escuchando que Mario es un desastre, le robó su proyecto, lo dejo mal frente a todos, su madre lo alejo, vio morir a su papá, su novia lo dejo y con el tiempo se enteró que fue en parte por su enfoque en el trabajo y porque su hermano le hizo creer a ella que el la engañaba. 

—No puedo creer que haya estado enamorada de una basura como esa— me desespero. 

—¿Y ya no lo estás?— su voz varonil y el frío me erizan la piel— acepta lo que te propongo, un contrato millonario, un apellido importante y la oportunidad de vengarte de esa m****a que nos hizo la vida imposible, que nos humilló y enlodo como le dió la gana— es tan atractivo como decidido.

—¿Un matrimonio sin amor?. 

—Hoy en día el matrimonio es un acuerdo comercial— me responde— esto— me enseña el anillo que su hermano me dió— te lo demuestra— lo mira como basura— te ha dado solo migajas de todo lo que realmente tiene, te ha usado y lastimado como si nada y te dejo como eso, como nada— sus palabras duelen— serás la esposa de un Cavani, después de todo mi madre tampoco se librará de esa lección— ¿Vas a seguir enterrando la cabeza por amor?— hace las comillas en el aire— ¿O vas a tomar lo que te doy?. 

En mi vida he carecido de oportunidades, mis padres murieron, solo tengo a mi pequeño Santiago, mi hermano de 5 años que es como un hijo para mí, ahora mismo debe estar esperando mi llegada a la casa de mi vecina, el amor duele en más de una manera y si fui capaz de ser estúpida por Mario, seré capaz de ser inteligente y egoísta por mi. 

—Acepto. 

Sus bonitos ojos se iluminan más no tiene paciencia o amor, amor es una palabra que debo eliminar de mi mente más aún cuando el hombre que tengo frente a mi sonríe y me estira la mano cerrando el negocio que estamos haciendo, un matrimonio sin amor que solo debe fingir ante los demás, enfrentar a nuestros enemigos, desenmascarar a Mario Cavani, no dejar que el tome la fortuna absoluta de esa familia y después de eso seguir cada uno su camino. 

—Le diré a mi abogado que se encargue de todo, hoy mismo nos casamos. 

Ya es otro día y no me había dado cuenta, la ansiedad se me sube y pregunto porque tan pronto, me explica que en menos de tres días será el homenaje de su padre en la empresa, lo sabía pero ahora entiendo mejor, el dolor y los recuerdos de mi enamoramiento me atormentan pero no los dejo salir, el llama a su abogado mientras yo llamo a mi hermanito del que ya le he hablado y a aceptado sin problema, ese hombre grande, guapo y elegante parece no tener sentimientos y creo que es lo mejor para sobrevivir en este frío mundo. 

Las horas han pasado y no en vano, me ha dado la opción de pedir ropa para mí y es lo que hago, me baño y cambio mientras tocan la puerta viendo al bonito rubio sonriente que tiene su fiel balón en la mano, mi Santi me abraza y me parte el corazón porque pregunta a quien le tiene que romper la cabeza por hacerme llorar, fueron escasas las veces que compartió con Mario y quizá si le hubiese hecho caso nada de esto pasaría pero ya no hay como retroceder. 

—Mande a traer un vestido para ti, deben haber fotografías y por favor apúrate, hay una muy pequeña pero elegante recepción en el salón del hotel y el juez nos espera— el empresario habla y ni siquiera mira a mi niño que se esconde detrás de mi— tenemos 15 minutos. 

No puedo ni procesar, le explico a Santiago que todo está bien, el debe confiar en mi, le pido una hamburguesa y ve fútbol mientras me abraza y me tengo que cambiar rápido, hay un hermoso vestido perla, muy simple que se me pega al cuerpo, es una tela de lo más fina y suave, podría ser lo más bello del mundo si esto significará algo pero no es así, es un negocio y revancha, respiro muy hondo y me armó de valor, los tacones dorados de tiras los abracho, hay una gargantilla delicada que por supuesto es oro pero no lo uso, armo con velocidad mi melena rizada y escuchó la puerta avisando que está listo y yo también… o eso creo. 

—Estoy aquí. 

Me miran y los nervios me matan, el juez, el abogado, un par más y el, mi futuro esposo e irónicamente mi ex cuñado recorre mi presencia haciéndome sentir incómoda pero me deja de mirar con rapidez, estira su mano y la tomo caminando del brazo a lo que es una mesa con los documentos, mi corazón se va a salir en cualquier momento pero su tacto me dice que estamos aquí y no hay retroceso, escuchamos al juez, al abogado y perdida en la situación ambos firmamos el acta sin casi mirarnos. 

—Luciana Moreno, Leonidas Cavani, los declaro marido y mujer. 

El aplauso se escucha y definitivamente ya estoy aquí hasta el cuello, el me pregunta porque no uso la joya y respondo que no me gustó, eso lo incomoda un poco por lo que sostiene mi mano con algo de fuerza, mis ojos lo miran pero se desvían al anillo que me deja sin aliento, es una combinación de oro puro, un aro con diamantes pequeños dónde encaja otro mas delicado con una piedra hermosa en el centro, uno es de compromiso y el mas grueso de matrimonio, nuestra alianza. 

—¡El beso!— escucho y se me detiene el pulso— No me miren así— habla Juan Pablo— ¿Quien va a creer que se casaron muy enamorados en una boda exprés si no hay un beso?. 

Tiene razón pero no quiero, el tampoco, ambos nos miramos nerviosos, incómodos pero su amigo insiste, los demás le dan la razón, se supone que el fingir es solo para los otros, sin embargo, no hay donde huir. 

Su mano en mi cintura me pega a su cuerpo, sus labios están cerca a los míos diciendo que entre más rápido avancemos todo será más fácil, su altura es considerable y su amigo grita que ponga mis manos en su cuello, Leónidas lo calla y sin aviso, sus labios toman los míos sintiendo calor, me tiemblan los brazos que dejan sus hombros para pasar a su cuello cuando se enroscan en el, su mano presiona más y cierro los ojos dejando que por unos segundos su lengua roce la mía. 

—Quedo— escucho y reaccionó igual que el— han sido fotografías perfectas, todo está listo, están casados— está pasando sutilmente la lengua por sus labios que tienen mi brillo labial— todo está listo para presentarse ante sus enemigos— eso me emociona— como los señores Cavani— nos miramos incómodos pero son solo negocios, el me lo dice— por cierto, Luciana, Mario te ha estado buscando— me pongo tensa pero no soy la única. 

—Ya le tocará cansarse de buscar lo que ha perdido— se arregla la corbata— ella me pertenece. 

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