—Esto debe ser una más de las trampas de ese imbécil, tú te estás prestando y yo quiero irme de aquí, ustedes son iguales.
Me quejo y es como si le hubiese dado una patada, quien ahora se y comprobé que es Leónidas Cavani, me mira con rabia y exige que jamás lo compare con su hermano, su furia me asusta pero coloco mis manos en su amplio torax pidiendo que se calme y por unos segundos yo misma siento paz mirando sus ojos marrones, no se parece a Mario, sería difícil físicamente creer que son familia pero he leído sus documentos, lo son y el carácter tampoco es el mismo. Su nariz perfilada se abre al compás de su corazón que está agitado, sus ojos tienen furia y por lo visto es lo único que ese hombre logra en los demás, la poca barba castaña que adorna su mandíbula cuadrada está tensa y siento que sus dientes van a explotar por lo que le pido que se calme y me explique, no se porque pero su porte te puede dar miedo como seguridad y soy oídos escuchando que Mario es un desastre, le robó su proyecto, lo dejo mal frente a todos, su madre lo alejo, vio morir a su papá, su novia lo dejo y con el tiempo se enteró que fue en parte por su enfoque en el trabajo y porque su hermano le hizo creer a ella que el la engañaba. —No puedo creer que haya estado enamorada de una basura como esa— me desespero. —¿Y ya no lo estás?— su voz varonil y el frío me erizan la piel— acepta lo que te propongo, un contrato millonario, un apellido importante y la oportunidad de vengarte de esa m****a que nos hizo la vida imposible, que nos humilló y enlodo como le dió la gana— es tan atractivo como decidido. —¿Un matrimonio sin amor?. —Hoy en día el matrimonio es un acuerdo comercial— me responde— esto— me enseña el anillo que su hermano me dió— te lo demuestra— lo mira como basura— te ha dado solo migajas de todo lo que realmente tiene, te ha usado y lastimado como si nada y te dejo como eso, como nada— sus palabras duelen— serás la esposa de un Cavani, después de todo mi madre tampoco se librará de esa lección— ¿Vas a seguir enterrando la cabeza por amor?— hace las comillas en el aire— ¿O vas a tomar lo que te doy?. En mi vida he carecido de oportunidades, mis padres murieron, solo tengo a mi pequeño Santiago, mi hermano de 5 años que es como un hijo para mí, ahora mismo debe estar esperando mi llegada a la casa de mi vecina, el amor duele en más de una manera y si fui capaz de ser estúpida por Mario, seré capaz de ser inteligente y egoísta por mi. —Acepto. Sus bonitos ojos se iluminan más no tiene paciencia o amor, amor es una palabra que debo eliminar de mi mente más aún cuando el hombre que tengo frente a mi sonríe y me estira la mano cerrando el negocio que estamos haciendo, un matrimonio sin amor que solo debe fingir ante los demás, enfrentar a nuestros enemigos, desenmascarar a Mario Cavani, no dejar que el tome la fortuna absoluta de esa familia y después de eso seguir cada uno su camino. —Le diré a mi abogado que se encargue de todo, hoy mismo nos casamos. Ya es otro día y no me había dado cuenta, la ansiedad se me sube y pregunto porque tan pronto, me explica que en menos de tres días será el homenaje de su padre en la empresa, lo sabía pero ahora entiendo mejor, el dolor y los recuerdos de mi enamoramiento me atormentan pero no los dejo salir, el llama a su abogado mientras yo llamo a mi hermanito del que ya le he hablado y a aceptado sin problema, ese hombre grande, guapo y elegante parece no tener sentimientos y creo que es lo mejor para sobrevivir en este frío mundo. Las horas han pasado y no en vano, me ha dado la opción de pedir ropa para mí y es lo que hago, me baño y cambio mientras tocan la puerta viendo al bonito rubio sonriente que tiene su fiel balón en la mano, mi Santi me abraza y me parte el corazón porque pregunta a quien le tiene que romper la cabeza por hacerme llorar, fueron escasas las veces que compartió con Mario y quizá si le hubiese hecho caso nada de esto pasaría pero ya no hay como retroceder. —Mande a traer un vestido para ti, deben haber fotografías y por favor apúrate, hay una muy pequeña pero elegante recepción en el salón del hotel y el juez nos espera— el empresario habla y ni siquiera mira a mi niño que se esconde detrás de mi— tenemos 15 minutos. No puedo ni procesar, le explico a Santiago que todo está bien, el debe confiar en mi, le pido una hamburguesa y ve fútbol mientras me abraza y me tengo que cambiar rápido, hay un hermoso vestido perla, muy simple que se me pega al cuerpo, es una tela de lo más fina y suave, podría ser lo más bello del mundo si esto significará algo pero no es así, es un negocio y revancha, respiro muy hondo y me armó de valor, los tacones dorados de tiras los abracho, hay una gargantilla delicada que por supuesto es oro pero no lo uso, armo con velocidad mi melena rizada y escuchó la puerta avisando que está listo y yo también… o eso creo. —Estoy aquí. Me miran y los nervios me matan, el juez, el abogado, un par más y el, mi futuro esposo e irónicamente mi ex cuñado recorre mi presencia haciéndome sentir incómoda pero me deja de mirar con rapidez, estira su mano y la tomo caminando del brazo a lo que es una mesa con los documentos, mi corazón se va a salir en cualquier momento pero su tacto me dice que estamos aquí y no hay retroceso, escuchamos al juez, al abogado y perdida en la situación ambos firmamos el acta sin casi mirarnos. —Luciana Moreno, Leonidas Cavani, los declaro marido y mujer. El aplauso se escucha y definitivamente ya estoy aquí hasta el cuello, el me pregunta porque no uso la joya y respondo que no me gustó, eso lo incomoda un poco por lo que sostiene mi mano con algo de fuerza, mis ojos lo miran pero se desvían al anillo que me deja sin aliento, es una combinación de oro puro, un aro con diamantes pequeños dónde encaja otro mas delicado con una piedra hermosa en el centro, uno es de compromiso y el mas grueso de matrimonio, nuestra alianza. —¡El beso!— escucho y se me detiene el pulso— No me miren así— habla Juan Pablo— ¿Quien va a creer que se casaron muy enamorados en una boda exprés si no hay un beso?. Tiene razón pero no quiero, el tampoco, ambos nos miramos nerviosos, incómodos pero su amigo insiste, los demás le dan la razón, se supone que el fingir es solo para los otros, sin embargo, no hay donde huir. Su mano en mi cintura me pega a su cuerpo, sus labios están cerca a los míos diciendo que entre más rápido avancemos todo será más fácil, su altura es considerable y su amigo grita que ponga mis manos en su cuello, Leónidas lo calla y sin aviso, sus labios toman los míos sintiendo calor, me tiemblan los brazos que dejan sus hombros para pasar a su cuello cuando se enroscan en el, su mano presiona más y cierro los ojos dejando que por unos segundos su lengua roce la mía. —Quedo— escucho y reaccionó igual que el— han sido fotografías perfectas, todo está listo, están casados— está pasando sutilmente la lengua por sus labios que tienen mi brillo labial— todo está listo para presentarse ante sus enemigos— eso me emociona— como los señores Cavani— nos miramos incómodos pero son solo negocios, el me lo dice— por cierto, Luciana, Mario te ha estado buscando— me pongo tensa pero no soy la única. —Ya le tocará cansarse de buscar lo que ha perdido— se arregla la corbata— ella me pertenece.—Mario ya no es nada mío— le explico a mi hermano— soy feliz y ya te dije por favor que entiendas que nuestras vidas han cambiado. Le hablo con una seriedad que jamás había usado y me duele ver cómo mi niño me da la espalda para dormir, estoy perdiendo los estribos y eso que esto apenas empieza, después de casarnos y meternos en una pelea porque odio que hablen de mí como si fuese una pieza más de su juego pero realmente es así, es lo que soy además de mirar el anillo maravilloso que tengo, soy su esposa. La esposa que no duerme con su esposo, no lo he dicho yo, lo dice Santi que es muy curioso y nada tonto, la suite es enorme por lo que hay espacio, Leónidas duerme en otra habitación mientras yo me quedo con el pequeño, lo poco que hemos tratado es estar de acuerdo por la noche de hoy, ambos estamos más tensos y me encargo de que el pequeño descanse mientras se que estará seguro. —Señora, en media hora. Me avisan y lo sé, el momento ha llegado y todos los pensamientos del mundo p
¡Esto es una basura!. Escucho a Mario, realmente lo escucho pero aún así mis sentidos están enfocados en toda la locura que hay a mi alrededor, aceptar casarme con un desconocido es impensable, pero estar besando al hermano del hombre que hasta hace unos días lo creía el amor de mi vida, es de otro planeta, de otra dimensión donde Leónidas, el hermano mayor, mi esposo susurra en mis labios que es así como debemos seguir actuando, deja un beso delicado en mi hombro y todos están mudos incluyendome a mi. —¿Qué es lo que pasa?— Leónidas habla en el micrófono— estamos celebrando el legado de Camilo Cavani, un empresario de verdad— mira con burla a Mario— mi padre siempre quiso que la empresa sea familiar y por eso estamos aquí. —Efectivamente— interrumpe su madre siendo una mujer tan elegante como hipócrita— es por eso que eres bienvenido hijo— es odiosa pero se nota que ama a lo hombres que trajo al mundo sean lo que sean— me llena de felicidad que hayas regresado después de tantos añ
—Eso no va a pasar, no soy un objeto y mucho menos iré a meterme a tu casa. Por supuesto que no, mi cabeza explota a más no poder, no puedo dejar de pensar y ver la frialdad de toda esta gente, es como si no tuvieran sangre en las venas, Leónidas ha regresado después de muchos años, las mismas personas que lo señalaron se le quieren acercar para darle la bienvenida y el no acepta por estar ocupado pero les da su mejor cara diciendo que ahora quiere estar con su familia. El frívolo ambiente hace que el supuesto homenaje a Camilo Cavani se haya convertido en un circo de poder mientras aquí mismo donde estamos, lo más lejos de los demás, se está formando la batalla campal entre los dos prepotentes que se miran con odio. —No entiendo que es lo que pasa pero no me está gustando nada— Vanesa habla y creo que hasta yo me había olvidado de ella— ¿Cómo es posible que le digas a tu cuñada que te ama?. Mario pone los ojos en blanco pero no sabe qué decir, me rio con amargura al darme cuenta
—¡Ya basta!, ustedes no entienden lo mucho que me duele ver a mis hijos así, no puedo creer que después de años de habernos separado en el momento más difícil como familia, estemos ahora aquí haciendo un circo deplorable de nuestras vidas, ¡Les exijo que se den la mano ahora mismo! Y tú Leónidas, explícame —Esta mujer es mi esposa, no le voy a dar la mano a este traidor y ya basta de estupideces madre, por si se te olvida yo te lo recordaré— me irrita— ¡Fuiste tu quien me alejo de todo en el momento más difícil como familia!— sus ojos se llenan de lágrimas— tú me hiciste a un lado por el engreído que esta mujer. —No lo acepto. ¿A qué estás jugando con esta mujer?. —Espero que jueguen a darme bisnietos muy pronto. La voz del abuelo interrumpe lo que iba a decir y un cosquilleo de cariño se instala en mi pecho cuando Vicente Cavani se hace presente estirando sus brazos para darme la bienvenida. La única persona con la que he mantenido un mínimo contacto en todos estos años lejos lu
—La verdad es una sola abuelo— hablo bastante cansado de esta noche que aunque salió mejor de lo que esperaba, me hace sentir incómodo porque no quiero mentirle al abuelo pero es necesario— nos casamos, ella es mi esposa y soy un adulto, no le debo explicaciones a nadie. —¡Leónidas!. —Lo siento pero es la verdad, tu siempre me has apoyado porque sabes la verdad, el proyecto era mío y con ese proyecto parte de mi vida se fue, papá murió pensando lo peor de mi y eso nunca se lo voy a perdonar a Mario— lo odio— eso y mucho más. —Muy bien, es verdad que yo te creo aquello, pero no esto— nos señala a los dos— siempre has sido un prepotente, de ti no me sorprende pero tu— mira a Luciana— considero que esto sobrepasa tidos los límites tal como lo dijiste, hace unas semanas eras la secretaria de esta empresa y no te equivoques niña, me sigues pareciendo muy hermosa e inteligente, pero esto no es normal, ambos tienen errores pero ambos son mis nietos. —Nos conocimos cuando regrese a la ciu
Es su última palabra y sale haciéndome sentir estúpido porque tengo que ir detrás de ella como un perro faldero, no puedo permitir que nadie vea al nuevo matrimonio Cavani hecho un desastre, admiro su capacidad para casi correr con esos tacones llegando al estacionamiento donde afortunadamente nadie nos vio por lo que subimos al auto aunque esta vez no estamos pegados planeando una entrada decisiva, yo estoy adelante y desde el retrovisor puedo ver cómo hace más de un esfuerzo por no llorar, pocas veces me he sentido mal por causar tristeza en los demás. Verla así me hace recordar a Raquel cuando me pedía que salgamos a pasear, cuando ella cambiaba todos sus planes por estar a mi lado mientras que yo me encerraba en mi despacho a trabajar, a dedicarme solo a mi, cuando me daba cuenta ya ella se había quedado dormida mirándome y eso se repetía una y otra vez. —Llegamos señor. El chófer me saca de mis pensamientos viendo que Luciana ha bajado como una loca del auto, corre dentro del
—Definitivamente te has vuelto loco. Escuchó a su madre y le doy la razón, no sé si antes era cuerdo pero ahora está loco y yo más desde el momento que acepte esto, las dagas que nos miran me recalcan lo que ya se, todo esto ha sido una pésima decisión que empeora cuando siento calidez en el pecho al ver la sonrisa de mi engreído al que él exige lo llamen joven Santiago. En serio me voy a desmayar, todo está haciendo que en cualquier momento sufra un colapso porque para ser un supuesto equipo, Leónidas no me consultó nada, ni la ropa, ni la casa ni los besos que me da y yo respondo pareciendo realmente una desquiciada que se olvida de todo cuando siente los labios de ese desconocido que me llama su esposa. La elegancia y la opulencia de esta gente es incalculable y hasta admirable para el buen gusto de los diseños de este palacio pero yo que sé en calidad de qué estamos aquí, es como la casa del terror y mi miedo más grande es Santiago que ahora sí reconoce a Mario, él lo ha visto
LUCIANA —¡Me quiero ir de aquí!. —Eso es imposible. —Imposible eres tú. Discuto con Leónidas porque realmente lo es, no hay un solo minuto en el que no me de cuenta del error gigante que he cometido y ni eso me molesta tanto como la emoción absurda que se instala en mi ser cuando el arrogante gira los ojos y me deja con la palabra en la boca para irse con mi hermanito. Después de decir que prefiere comer en el jardín y no en el comedor, le cambia todos los planes a la madre que le cumple los caprichos moviendo al personal como loco y el está de pie, elegante y grande al lado del rubio vendido que está fascinado con los peces, es un lugar muy hermoso eso no se puede negar, la laguna cruza parte del jardín y lo colorido de eso es de no creer sabiendo las oscuras intenciones de Leónidas. —Vi un pez gordo de color negro y líneas amarillas— Santiago está en su gloria— ¿Lo podemos traer aquí?. —Absolutamente. Se agacha a su altura, se remanga la camisa haciendo que algo tan simple s