Es su última palabra y sale haciéndome sentir estúpido porque tengo que ir detrás de ella como un perro faldero, no puedo permitir que nadie vea al nuevo matrimonio Cavani hecho un desastre, admiro su capacidad para casi correr con esos tacones llegando al estacionamiento donde afortunadamente nadie nos vio por lo que subimos al auto aunque esta vez no estamos pegados planeando una entrada decisiva, yo estoy adelante y desde el retrovisor puedo ver cómo hace más de un esfuerzo por no llorar, pocas veces me he sentido mal por causar tristeza en los demás. Verla así me hace recordar a Raquel cuando me pedía que salgamos a pasear, cuando ella cambiaba todos sus planes por estar a mi lado mientras que yo me encerraba en mi despacho a trabajar, a dedicarme solo a mi, cuando me daba cuenta ya ella se había quedado dormida mirándome y eso se repetía una y otra vez. —Llegamos señor. El chófer me saca de mis pensamientos viendo que Luciana ha bajado como una loca del auto, corre dentro del
—Definitivamente te has vuelto loco. Escuchó a su madre y le doy la razón, no sé si antes era cuerdo pero ahora está loco y yo más desde el momento que acepte esto, las dagas que nos miran me recalcan lo que ya se, todo esto ha sido una pésima decisión que empeora cuando siento calidez en el pecho al ver la sonrisa de mi engreído al que él exige lo llamen joven Santiago. En serio me voy a desmayar, todo está haciendo que en cualquier momento sufra un colapso porque para ser un supuesto equipo, Leónidas no me consultó nada, ni la ropa, ni la casa ni los besos que me da y yo respondo pareciendo realmente una desquiciada que se olvida de todo cuando siente los labios de ese desconocido que me llama su esposa. La elegancia y la opulencia de esta gente es incalculable y hasta admirable para el buen gusto de los diseños de este palacio pero yo que sé en calidad de qué estamos aquí, es como la casa del terror y mi miedo más grande es Santiago que ahora sí reconoce a Mario, él lo ha visto
LUCIANA —¡Me quiero ir de aquí!. —Eso es imposible. —Imposible eres tú. Discuto con Leónidas porque realmente lo es, no hay un solo minuto en el que no me de cuenta del error gigante que he cometido y ni eso me molesta tanto como la emoción absurda que se instala en mi ser cuando el arrogante gira los ojos y me deja con la palabra en la boca para irse con mi hermanito. Después de decir que prefiere comer en el jardín y no en el comedor, le cambia todos los planes a la madre que le cumple los caprichos moviendo al personal como loco y el está de pie, elegante y grande al lado del rubio vendido que está fascinado con los peces, es un lugar muy hermoso eso no se puede negar, la laguna cruza parte del jardín y lo colorido de eso es de no creer sabiendo las oscuras intenciones de Leónidas. —Vi un pez gordo de color negro y líneas amarillas— Santiago está en su gloria— ¿Lo podemos traer aquí?. —Absolutamente. Se agacha a su altura, se remanga la camisa haciendo que algo tan simple s
LUCIANA —¿Qué diablos hacías con el?. —¿Le vas a creer?, joder le crees, después de que tú mismo me hiciste la propuesta, me tratas como un robot y me traes aquí sin importar como me siento, después de ver cómo me humilla, le crees— sus ojos tienen tanta rabia pero al mismo tiempo me mira con pena— ¡No!— lo alejo de mi— no me mires con lastima porque no te lo permito. —Luciana. —Prefiero que me mires como una idiota que le creyó todo al maldito de tu hermano pero no me mires como si te diera lastima porque no lo voy a tolerar, tu no me puedes mirar así. —¿Y cómo quieres que te mire?. —Yo no fui, solo he tomado malas decisiones, meterme con él— las lágrimas rozan mis labios— ser tan estúpida— siento que me falta el aire— y creer que podría confiar en ti. Duele, diablos duele y me preguntó qué pasa conmigo y a dónde quiero parar porque está sensación tonta de necesidad que el me crea me carcome, lo conozco hace muy poco y es estúpido que su opinión sea importante para mí. Camino
MARIOY como si sería me preguntó totalmente adolorido del cuerpo, pero más aún de la mente y el orgullo que este maldito está destrozando, no solo han sido sus golpes, es esa cercanía que tiene con la mujer que era mía, yo conocí primero, estaba a mis pies y no comprendo que hace así, tan cerca de él. Con dinero se puede hacer lo que nos dé la gana y aunque todos crean que mi hermano es mejor que yo, se que no es así, Leónidas es tan ambicioso e inescrupuloso como yo, es por ello que se ha metido con quien pasó de ser mi mujer a ser su esposa, absolutamente no hay más dolor que ese porque yo no pierdo, Luciana me creía si le decía que el cielo estaba en la tierra y el mar no era agua, ella miraba por mis ojos y ahora no se que carajos le pasa pero parece hipnotizada por el animal que estoy seguro como mínimo me partió una costilla. Por mucho que me quejo a ellos no les importa, se miran como si las fortunas estuvieran en sus caras, me late la cabeza y siento que me ahogo más aquí q
LEÓNIDAS —¡Es mi culpa!, Mierda, no quiero que pase lo mismo que pasó con papá, el abuelo no se puede morir. —No se va a morir. Es lo que más deseo porque esto no me puede pasar dos veces, mis intenciones no son buenas y lo sé, no me quiero ver cómo una víctima porque después de vivir para la venganza no lo podría ser, sin embargo, no espero que sean los seres que quiero que paguen por nuestros errores. Me parece increíble sentirme tan mal por la situación y realmente querer salir corriendo al hospital pero la seguridad que un cuerpo tan pequeño como el de Luciana me ofrece es sublime, ella no deja de repetirme que no es mi culpa y me parece irónico como puedo haber llegado a esto por rabia y estar encontrando refugio en una mujer que no llega ni a los 30 años pero su nobleza es de admirar tanto como su belleza. —Me vio como un monstruo, como un animal igual que me vio mi papá, de verdad no fue mi culpa, te juro que yo no quise que eso pase. —Y te creo— la escucho, la siento aca
LEÓNIDAS —Interesante, tienes casi media hora respirando como un animal cansado después de esa llamada cuando en realidad no has hecho nada más que estar aquí sentado, aparentemente como visita pero parece que te comieron la lengua los ratones. ¿Quedamos en que ella no te importa verdad?. —Me alegra darme cuenta que estás muy bien. Eso me alegra, pero me irrita aún más pensar que estoy aquí realmente siendo una compañía de porquería cuando la incertidumbre de no saber nada de Luciana me está haciendo trizas y no hay nada que me moleste más que eso. Yo la vi hecha un desastre por culpa de ese imbécil, intento pensar que solo es mi orgullo herido, el odio que siente por Mario es abismal, ella tiene que sentir lo mismo, me ha dicho que lo detesta, no expondría al niño a estar cerca de él, es lo que me ha dicho pero desgraciadamente, no le creo, no confío en nadie y explotó ante las provocaciones del abuelo.—¡Maldita sea!— reviso el teléfono y sigue sin contestar— Mario tampoco resp
LUCIANA —Pues yo no, Leónidas dijo algo y si se trata de respetar este maldito infierno llamado acuerdo con este objeto, no me harás regresar ahí. ¡No lo acepto!. Grito como quizá nunca lo he hecho en mi vida por ser demasiado obediente, sin embargo, la impulsividad que tengo me hace pelear sin medir las consecuencias de mis actos y me preguntó que le hice a Dios para que todo me salga tan mal. La respuesta está ahí, la cara molesta del hombre con el que me case por despecho, por estúpida, el que me ve como un objeto sin importancia para su venganza y ante la imagen de la mujer que no tenía idea existía pero ama, soy nada más que la oportunista ex de su hermano y para variar la persona que le está provocando otra crisis a su abuelo. —Por favor Don Vicente— las enfermeras ingresan a velocidad— no puede ser— mis ojos se nublan de lágrimas tratando de consolar a Santiago que está demasiado asustado cuando lo tratan y él se ahoga— por favor no. —Abuelo no te mueras, por favor no te