LEÓNIDAS —¡Es mi culpa!, Mierda, no quiero que pase lo mismo que pasó con papá, el abuelo no se puede morir. —No se va a morir. Es lo que más deseo porque esto no me puede pasar dos veces, mis intenciones no son buenas y lo sé, no me quiero ver cómo una víctima porque después de vivir para la venganza no lo podría ser, sin embargo, no espero que sean los seres que quiero que paguen por nuestros errores. Me parece increíble sentirme tan mal por la situación y realmente querer salir corriendo al hospital pero la seguridad que un cuerpo tan pequeño como el de Luciana me ofrece es sublime, ella no deja de repetirme que no es mi culpa y me parece irónico como puedo haber llegado a esto por rabia y estar encontrando refugio en una mujer que no llega ni a los 30 años pero su nobleza es de admirar tanto como su belleza. —Me vio como un monstruo, como un animal igual que me vio mi papá, de verdad no fue mi culpa, te juro que yo no quise que eso pase. —Y te creo— la escucho, la siento aca
LEÓNIDAS —Interesante, tienes casi media hora respirando como un animal cansado después de esa llamada cuando en realidad no has hecho nada más que estar aquí sentado, aparentemente como visita pero parece que te comieron la lengua los ratones. ¿Quedamos en que ella no te importa verdad?. —Me alegra darme cuenta que estás muy bien. Eso me alegra, pero me irrita aún más pensar que estoy aquí realmente siendo una compañía de porquería cuando la incertidumbre de no saber nada de Luciana me está haciendo trizas y no hay nada que me moleste más que eso. Yo la vi hecha un desastre por culpa de ese imbécil, intento pensar que solo es mi orgullo herido, el odio que siente por Mario es abismal, ella tiene que sentir lo mismo, me ha dicho que lo detesta, no expondría al niño a estar cerca de él, es lo que me ha dicho pero desgraciadamente, no le creo, no confío en nadie y explotó ante las provocaciones del abuelo.—¡Maldita sea!— reviso el teléfono y sigue sin contestar— Mario tampoco resp
LUCIANA —Pues yo no, Leónidas dijo algo y si se trata de respetar este maldito infierno llamado acuerdo con este objeto, no me harás regresar ahí. ¡No lo acepto!. Grito como quizá nunca lo he hecho en mi vida por ser demasiado obediente, sin embargo, la impulsividad que tengo me hace pelear sin medir las consecuencias de mis actos y me preguntó que le hice a Dios para que todo me salga tan mal. La respuesta está ahí, la cara molesta del hombre con el que me case por despecho, por estúpida, el que me ve como un objeto sin importancia para su venganza y ante la imagen de la mujer que no tenía idea existía pero ama, soy nada más que la oportunista ex de su hermano y para variar la persona que le está provocando otra crisis a su abuelo. —Por favor Don Vicente— las enfermeras ingresan a velocidad— no puede ser— mis ojos se nublan de lágrimas tratando de consolar a Santiago que está demasiado asustado cuando lo tratan y él se ahoga— por favor no. —Abuelo no te mueras, por favor no te
LUCIANA Los días han pasado y es tan extraño que no puedo conciliar el sueño como quisiera y esto ya tiene muchos días por lo que me siento realmente irritante. Por un lado aprovecho lo mejor que puedo la tranquilidad de no tener a Mario cerca, tanto él como su flamante esposa salieron de viaje su contra su voluntad, al parecer Suiza no es tan atractivo como hacerme la vida miserable, sin embargo, sus negocios lo requieren al igual que Leónidas que está en Miami molesto sin hablar conmigo porque no fui con él. —No puedo creer que te estés perdiendo el clima de Miami por estar aquí encerrada con una suegra odiosa y el abuelo enfermo— escucho a mi única amiga que ha venido de visita— entre la vista de ese lugar y el mango de tu marido, no habría nada que me separe de él. —Tengo cosas que hacer. Porque aunque a muchos se les ha olvidado, tengo un hermano que debe ir a la escuela, matricularlo en uno de esos colegios millonarios y a mitad de año ha sido una lucha que solo he podido
LEÓNIDAS —Leonidas ya, vas a dejar sin aire a mi hermana. ¡Guacala! Escucho, no solo el comentario del imprudente que parece tuviera 30 diciendo que los besos son asquerosos, también las risas de quienes le celebran y las maldiciones de quienes odian este matrimonio tanto como yo detesto no tener el control de la situación que debía de ser muy fácil pero no lo es. El perfume de la mujer que es mi esposa lo tengo impregnado y no precisamente de ahora, es un aroma familiar que no me ha dejado en paz porque en este tiempo me preocupa estar acostumbrado a ella, a ella que ahora tiembla de vergüenza, roja haciéndome ver sus labios hinchados, sus pecas resaltando en su piel cálida y el pecho agitado tanto como el mío. —Bájame por favor— pide mucho cuando no deja de mirarme la boca— Leo. —¡Qué falta de pudor!. —Tu no te avergüences niña— el abuelo hace caso omiso a la ira de Mario y el veneno de Vanessa— sigan así que ya quiero ser bisabuelo.Creo que la edad lo está volviendo loco y a
LUCIANA —No es mi intención De verdad no lo es, voy a matar a Bianca por haber metido esto entre mis cosas, por estar metiéndome en este problema y a mi por no poder respirar bien teniendo a este hombre cerca. La pregunta de qué demonios me pasa con Leónidas es algo que tiene respuesta, el me gusta y me gusta mucho, tanto que no tengo suficiente razonamiento cuando lo tengo como ahora, su aliento cálido calienta mi oído y mi corazón se puede salir cuando sus manos recorren mi cintura, su altura me encanta, soy pequeña de tamaño y sentir su cuerpo grande y bien tallado pegado al mío hace que parezca una gelatina sin cuajar, la manera en la que su voz ronca dice que lo estoy volviendo loco solo es una invitación para que me una taquicardia porque nunca, jamás me había sentido así con nadie, mis hormonas andan muy mal y aunque es incorrecto, yo misma lo beso olvidando que esto es solo un contrato, que es el hermano de un hombre que ha unido nuestro caminos que solo tienen baches, que
LEÓNIDAS —No voy a dormir en el suelo. Es mi última palabra y me meto a la ducha escuchando que ella está haciendo un caos mientras tengo que lidiar con el que vivo, tanto que me meto con él pantalón puesto y dejó que el agua enfríe la calentura que no me ha dejado pensar cómo se debe, de hecho no estoy actuando como debería y eso me lleva al momento más incómodo que he vivido, Luciana tiene razón al decir que debo vengarme como se debe, he estado jugando al gato y al ratón y no estoy siendo el cazador que se supone tengo hacer, no cuando he estado enfocado en las pecas que mi esposa por contrato tiene no solo en la nariz si no también en la espalda y lo mucho que me encantaría tocarlas. —¡Maldita sea!— me miró la erección que no se baja y me niego a portarme como un adolescente cachondo— ¿Dónde carajos está mi autocontrol?. Me regaño pero no sirve de nada, ya no se escucha nada afuera y mis dedos están arrugados de todo el tiempo que llevo bajo el agua fría, mi miembro se ha deja
LUCIANABipolar, demente, loca, inestable y mucho más son los adjetivos que en este momento pasan por mi cabeza de mi para mí, es que es injusto, poner las cosas en su lugar según yo, librando la guerra contra los hermanos, pensamientos fuertes que se me están yendo por los ojos porque no puedo dejar de mirar al hombre que conduce absolutamente molesto pero sexy como nadie, no sé si tengo una obsesión o fetiche por las venas del odioso conductor pero no puedo evitar no despegar los ojos de la forma en que sus músculos son tan definidos que se notan cuando el saco se le pega, no es exagerado, es simplemente musculatura bien trabajada de los pies a la cabeza, implacable en su actuar mientras yo soy tonta por no poder definir mi situación, hasta ayer en la noche era una leona en busca de sus objetivos y ahora mismo me siento como una gatita que está siendo consentida por el aún cuando no me ha mirado en todo el camino. —Mi pan se cayó Leónidas— mi hermano me saca de mis pensamientos par