LUCIANA —No es mi intención De verdad no lo es, voy a matar a Bianca por haber metido esto entre mis cosas, por estar metiéndome en este problema y a mi por no poder respirar bien teniendo a este hombre cerca. La pregunta de qué demonios me pasa con Leónidas es algo que tiene respuesta, el me gusta y me gusta mucho, tanto que no tengo suficiente razonamiento cuando lo tengo como ahora, su aliento cálido calienta mi oído y mi corazón se puede salir cuando sus manos recorren mi cintura, su altura me encanta, soy pequeña de tamaño y sentir su cuerpo grande y bien tallado pegado al mío hace que parezca una gelatina sin cuajar, la manera en la que su voz ronca dice que lo estoy volviendo loco solo es una invitación para que me una taquicardia porque nunca, jamás me había sentido así con nadie, mis hormonas andan muy mal y aunque es incorrecto, yo misma lo beso olvidando que esto es solo un contrato, que es el hermano de un hombre que ha unido nuestro caminos que solo tienen baches, que
LEÓNIDAS —No voy a dormir en el suelo. Es mi última palabra y me meto a la ducha escuchando que ella está haciendo un caos mientras tengo que lidiar con el que vivo, tanto que me meto con él pantalón puesto y dejó que el agua enfríe la calentura que no me ha dejado pensar cómo se debe, de hecho no estoy actuando como debería y eso me lleva al momento más incómodo que he vivido, Luciana tiene razón al decir que debo vengarme como se debe, he estado jugando al gato y al ratón y no estoy siendo el cazador que se supone tengo hacer, no cuando he estado enfocado en las pecas que mi esposa por contrato tiene no solo en la nariz si no también en la espalda y lo mucho que me encantaría tocarlas. —¡Maldita sea!— me miró la erección que no se baja y me niego a portarme como un adolescente cachondo— ¿Dónde carajos está mi autocontrol?. Me regaño pero no sirve de nada, ya no se escucha nada afuera y mis dedos están arrugados de todo el tiempo que llevo bajo el agua fría, mi miembro se ha deja
LUCIANABipolar, demente, loca, inestable y mucho más son los adjetivos que en este momento pasan por mi cabeza de mi para mí, es que es injusto, poner las cosas en su lugar según yo, librando la guerra contra los hermanos, pensamientos fuertes que se me están yendo por los ojos porque no puedo dejar de mirar al hombre que conduce absolutamente molesto pero sexy como nadie, no sé si tengo una obsesión o fetiche por las venas del odioso conductor pero no puedo evitar no despegar los ojos de la forma en que sus músculos son tan definidos que se notan cuando el saco se le pega, no es exagerado, es simplemente musculatura bien trabajada de los pies a la cabeza, implacable en su actuar mientras yo soy tonta por no poder definir mi situación, hasta ayer en la noche era una leona en busca de sus objetivos y ahora mismo me siento como una gatita que está siendo consentida por el aún cuando no me ha mirado en todo el camino. —Mi pan se cayó Leónidas— mi hermano me saca de mis pensamientos par
LUCIANA —¡Los señores Cavani!. Yo no sé cómo es que no me ha dado un infarto cerebral, desde hace meses mi vida ha cambiado de una manera inimaginable, la gran mesa de la junta directiva de esta empresa luce muy parecida al inicio del año con la tremenda diferencia que ahora hay un nuevo miembro, uno que toma mi mano con firmeza, dejándome ver cómo pasa la lengua por sus labios que tienen mi labial y caminando conmigo para jalar una silla. No culpo a las personas que aún me miran con recelo, es decir, yo les servía el café aquí mismo mientras tenía que tolerar que me pidan hasta que les eche el azúcar y otros que me miren el trasero por la falda que cargaba como parte del uniforme, sin embargo, ahora, yo misma me siento una extraña a la que Leónidas llama mi amor haciendo que el pulso se me dispare cuando coloca una mano en lo espalda y me invita a tomar asiento en la silla que muchas veces ocupó su madre, los recuerdos son inevitables, estoy segura que aquí es donde recae mi revan
LUCIANA—Pues no es lo que necesito. —¿Y qué es lo que necesitas Luciana?... Dime, yo puedo dartelo. —No, gracias. Se que esto es la guerra y yo misma la estoy declarando, sin embargo, me doy tregua yo solita cuando tengo que huir del encierro de los brazos de Leónidas, salgo corriendo de la sala de reuniones y puedo escuchar su risa irónica, yo no entiendo qué le pasa a ese señor, si tanto me odia y me ha dicho que no se va acostar conmigo, para que diablos me hace esto. —¡Estoy loca! no puedo pensar como si me interesara, osea a mí no me interesa, es decir, no de esa manera, el no me interesa, el amor no es para mí, y el amor viene con pasión, Dios mío sus besos. Me espanto cuando me descubro mordiendo mis labios, reviviendo la calidez de su boca sobre la mía pero basta, me regaño y casi saltó cuando Soraya, una de mis peores compañeras de trabajo me mira como si no me conociera, respiro muy hondo cuando me pregunta que me sucede y le voy a responder de mala gana hasta que escu
LUCIANA—Sra, disculpe, el señor ya llegó y requiere su presencia, la están esperando.. ¡Señora Luciana! ¡Señora!—¡Dios mío!— me encuentro sudada y agitada— ¿Dónde estoy?. En el infierno me respondo sola y salgo corriendo a la ducha para ahogar mi locura, los ojos de la mujer de servicio es lo primero que encuentro cuando me sacude y me dice que la espante porque no contestaba, no deja de preguntar si estoy bien y solo puedo pedir que me de espacio, sin embargo, me envuelvo rápido en la toalla y salgo para pedir disculpas por mi grosería procesando aún los sueños eróticos que estoy teniendo con ese insoportable hombre que es mi esposo. —Lo siento te juro que no soy grose, es que me quedé dormida y yo estoy algo nerviosa. —No se preocupe señora, aquí las empleadas estamos para servir. —No— la tomo de la mano— no es así, es lo que yo creía y por eso deje que me mostrarán el mundo de los demás y no el que yo soñaba, por favor no agaches la cabeza ante nadie. Su sincera sonrisa es l
LUCIANA Y yo podría decir que no quiero, que me rehusó a cruzar un camino prohibido, inmoral que no es normal por como nos conocimos, por el pasado que me avergüenza pero al mismo tiempo me ha unido a el de una forma que es un constante sube y baja de emociones, de la misma forma en que sus besos recorren los labios, mi cuello, mis pechos dónde deja besos delicados haciéndome gritar por la manera en lo que el me gusta, nunca me había pasado esto, nunca nadie me ha tratado así y eso hace a Leónidas diferente a todo lo que he vivido y me gusta.—Por Dios. Me siento mareada por la lujuria, ya no se escucha nada afuera y si no es así no me importa, no escucho nada más que mis jadeos que me hacen sentir avergonzada mientras el me coloca encima de la cama, virgen no soy y tengo mas miedo que en mi primera vez, no me siento insegura de mi cuerpo, me siento insegura de lo que el piense de mi, de que se detenga y me desprecie por eso, por ser la ex de su hermano. —Leonidas— intento ser razo
LEÓNIDAS —¿Rogaré? Ella se tiene que haber vuelto loca, esa palabra no está en mi diccionario, no existe en mi vida y no entra en mi sistema porque todo lo que he logrado a pesar de haber nacido en cuna de oro me lo he ganado a pulso, he trabajado, he estudiado, soy un profesional, un hombre de negocios, estratégico, responsable, enérgico y no pienso darle más vueltas al asunto porque no ha nacido la persona que me haga rogar. Quizá, solo quizá use las palabras incorrectas aún cuando no lo sentí como el mejor polvo de los últimos tiempos, si no como la llegada a la jodida luna, deseo a Luciana, la deseo demasiado, se me hizo muy hermosa cuando la ví, sin embargo, su rostro ha empezado a ser muy familiar para mí gusto, demasiado cómodo verla y sensacional tenerla porque solo Dios sabe cuántas veces he fantaseado con esa mujer, la ex de mi hermano.—Pero no importa, es eso una fantasía— me convenzo a mi mismo terminando de arreglar mi traje— una común porque la mujer es muy hermosa,