Mario llegó a la casa buscando a Amelia, ella estaba aún encerrada en la habitación. Mientras una de las ayudantes de la cocina subió a llamarla, Rosalía llegó a la sala agarrándose un mechón del cabello.—Y aquí está el mero macho buscando a la mujer que se burló de él en su propia cara con otro hombre. —Mario arrugó el ceño y la miró con desagrado.—Si, vine a hablar con Amelia, tú lárgate de aquí.—No puedes echarme de mi casa.—Esta casa es de Amelia.—No, es de Pedro y de mi mamá.—Pedro la puso a nombre de Amelia, y no entiendo por qué ella no te ha echado todavía.La joven que fue por Amelia bajó las escaleras y le dijo a Mario:—Amelia dice que está indispuesta y que no lo recibirá.—Entonces deseo hablar con Pedro.—Voy a decirle. —Mario miró a Rosalía.—Lárgate, no vine a verte la cara.—Que bueno que mi hermanita está enamorada de otro que es mejor que tú, te aseguro que con ese no podrás competir, "jamás".—Sal de mi vista. —Rosalía con talante burlón se marchó.Pedro sali
Diego oyó a Ignacio mientras este le contó todo lo que había sucedido en San Pedro; como lo vio tan entusiasmado con Amelía le dio preocupación, temía que su hermano volviera a equivocarse, entonces le dijo:—¿Estás seguro de que en verdad puedes confiar en ella?—Si, te aseguro que esta vez no estoy equivocado, observé a su familia, sus amigos. —Puso una leve sonrisa y una mirada soñadora—. Ella es sencilla, una mujer joven llena de expectativas y sueños; se graduó este año, es licenciada en administración, su padre es un hombre honrado.—No crees que entonces deberías denunciar a Silvia con la policía.—Eso sería lo correcto, pero van a investigar a Amelia, y no sabemos si eso la va a afectar, tal vez la policía decida detenerla; no quiero eso.—Me parece que otra vez estás viendo a través de los ojos del amor, y podrías equivocarte de nuevo.—Nunca lo había hecho, con Silvia solo veía a través de mi soledad, mi tristeza y mi desesperación; en cambio con Amelia siento la alegría y l
Era de noche en Bruselas, Ernesto y Silvia se mudaron de repente a una casa para tener más privacidad y seguridad. Ernesto estaba preparando todo para darle el golpe a Marino.Se encontraba en la habitación hablando por el celular y tenía encendido un habano. De pronto uno de sus hombres llegó, él dejó el teléfono.—Señor, él dijo que le dirá todo a usted directamente.Ernesto agarró el habano y fumó, luego se puso de pie y se dirigió a otra habitación en el primer piso, allí tenían a Henrry amordazado en una silla.Ernesto dejó el habano sobre una vieja mesa de metal que había allí.—Entonces decidió cantar. —Henrry lo miró con recelo y se rió.—Para qué quiere saber en dónde tengo esa caleta, igual no podrá moverla sin que las calaveras se den cuenta; el destino de esa droga es pudrirse en donde la dejé.—Tengo un plan que Marino no espera. —Henrry se carcajeó.—No me diga, le robará la droga a su compadre.—Si, igual que tú alguna vez le robaste a su mujer… asumiste un gran riesgo
Las hermanas y la madre de Mario se hicieron cargo de decorar el jardín de la casa de Pedro para la boda, llegaron con muchas flores, algunas sillas de fiesta, manteles y dos mesones. Amelía tenía más amargura que alegría.—¿Para qué hacen todo esto? papá está muy enfermo, no es prudente hacer una celebración.La madre de Mario le dijo:—Es precisamente por Pedro que hacemos esto, para que tenga buenos recuerdos de la boda de su hija. Después cuando él se recupere Mario y tú podrán hacer una fiesta más bonita y con todas las de la ley —Le tocó la barriga y sonrió—. Mi primer nietecito ya habrá nacido para cuando eso suceda. ¿Pero por qué no vas a alistarte? ya se hace tarde, el padre no demora en llegar a tomarles la confesión.***Ernesto puso a Henrry al tanto del plan que él y Silvia iban a ejecutar en contra de Marino en pocas horas. A cambio y para tener parte en el nuevo grupo criminal que desplazaría a las calaveras, Henrry le confesó en dónde había escondido la caleta de cocaí
Rita viajó desde la capital en cuanto se enteró del estado de salud de Pedro y de la vida repentina de Amelia. Llegó a la casa después de las seis de la tarde con uno de sus hijos. Acompañó a Amelia para que terminara de alistarse.—Quedaste muy preciosa, pero te falta el velo.—No quiero usar velo tía.—Pero es lo que se acostumbra, no tienes que taparte la cara, pero puedes ponértelo sobre el moño, voltéate y yo te acomodo, así saldrás más linda en las fotos y Pedro estará encantado con verla tan hermosa.—Tía sabes que no amo a Mario, no deseo nada de esto, solo lo hago por mi papá. —Rita puso cara de lamento.—Pero si te casas con Mario él se convertirá en tu nueva familia, es el padre de ese niño que está a días de nacer, ya no habrá marcha atrás.—No sé si pueda convivir con Mario.—Será tu marido, tienes que adaptarte a tu nueva vida.—Solo espero que esto sirva para la recuperación de papá, espero que estando tranquilo mejore su salud.—Ten fe hija, ya verás que todo te saldrá
Henrry ya enterado de todo preguntó:—¿A qué horas será el golpe?—No tengo hora exacta aún, todo se llevará a cabo cuando los hombres de Marino bajen la guardia en el territorio. Todo estará coordinado, el rapto de la sustituta debe hacerse poco antes, no daremos chance a la policía de actuar y que se descubra que ella no es Silvia, esa mujer debe morir junto a Ignacio Alcázar; todos lamentaran el asesinato del feliz matrimonio del millonario y su linda esposa.***El padre se acercó a Ignacio.—¿Usted quién es y por qué vino a causar este desastre? —Mario furioso gritó.—Este desgraciado quiere robarme a mujer. —Rosalía con desdén le dijo:—No seas imbécil Mario, entre Amelia y tú no ha habido nada desde que ella regresó a la capital.—Tú cállate, todo esto es por tu culpa. —Por mi culpa no, tú fuiste el que me propuso…—Callense los dos —Dijo el padre Evaristo—. Debería darles vergüenza hablar de esa manera. Los dos tienen mucha culpa de que Amelia se haya ido a la capital, pero l
Mario y Amelia fueron a la habitación de Pedro, él puso una lánguida sonrisa cuando los vio juntos con sus trajes de bodas. Se quitó la mascarilla de oxígeno con la voz débil les dijo:—Ya están unidos, como Dios manda. —Amelia se inclinó y le dio un beso en la frente.—Si papá, ya puedes estar tranquilo.—Ya puedo morir en paz.—No, tienes que mejorarte, aún te falta conocer a tu nieto. —Mario agregó:—Debe aferrarse a la vida, Amelia y yo queremos que usted conozca a nuestro retoño.—Nadie manda ni elige cuánto tiempo vivir. Jesucristo le entregó su alma a Dios cuando supo que ya era hora de partir… yo también… ya le entregué la mía. Amelia y Rita se pusieron a llorar.—Papá no quiero que te mueras. —Pedro suspiró.—Gracias hijos. Pedro se veía fatigado, entonces Rita le acomodó la máscara.—Te ves cansado Pedro, mejor duerme un rato. —Pedro acomodó su cabeza hacia un lado, parecía que se sentía muy cómodo.Rita le dijo a Amelia que fuera a descansar.—Descanse un poco Amelia, R
Diego se marchó, Milena cabizbaja cerró la puerta, luego volteó para ir a la cocina y vio a Karin en la sala observándola con una mirada cargada de complicidad.—¿Qué estás haciendo parada ahí? —Preguntó molesta y avergonzada; Karin con una sonrisa le dijo:—¿Por qué no me lo habías contado? —¿Contar qué?—Que andas con el hermano de Ignacio.—No ando con él.—Escuché la conversación, por las cosas que te dijo es evidente que ese hombre está enamorado de ti… ojalá Ignacio alguna vez me hubiera hablado así, todo este tiempo creí que él era más lindo y más dulce que su hermano, pero ya me di cuenta por lo que acabo de ver que Diego solo finge ser un témpano de hielo cuando en realidad es un oso cariñoso, y desea estar contigo; no comprendo porque te rehúsas, él es el hombre perfecto para ti.Milena puso una dura expresión.—¿Te parece que puedo quedarme con él siendo tu cómplice?—No comprendo, ¿qué me estás queriendo decir?—Sé todo de ti, sé que me recibiste mucho dinero al licenciad