Desmayo

A Margarita cada día se le hizo más difícil, peor con la presión de Américo, el argentino odioso que no estaba dispuesto a ceder y que insistía cada día para conseguir lo que él quería.

Ese día, Margarita se sintió más confundida. Era viernes y cada vez estaba más cerca del almuerzo familiar al que había sido invitada.

Corrección: obligada a asistir.

Los viernes, la joven nunca iba a almorzar puesto que, en las noches, salía con sus amigas a cenar y de fiesta, así que acumuló las ganas de comer para la noche.

Además, tenía mucho trabajo pendiente y no quería quedarse horas extras allí; quería salir temprano e irse de compras.

Necesitaba un lindo vestido veraniego para la comida del domingo. Algo blanco, algo llamativo.

Margarita se escondió en el baño cuando su jefe se despidió de ella antes de irse a almorzar.

Le había dejado un suave beso en la mejilla y un delicado toque en la cintura, algo que le había causado dos cosas realmente confusas.

Se mojó con agua fría la nuca y respiró p
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