—Margarita… —susurró el adormilado hombre al otro lado de la pantalla.Ella escuchó su voz ronca y entendió que era real. No era un sueño erótico ni una alucinación por beber tanto.No le dio tiempo de hablar, ni de pensar y finalizó la llamada de forma insistente.Presionó tantas veces la tecla para terminar el video llamado que el teléfono se le cayó de las manos y tuvo que gatear por la alfombra, desnuda, para buscar su móvil y desactivarlo antes de que el hombre le regresara la llamada o se atreviera siquiera a escribirle.La borrachera se le espantó en ese momento, cuando entendió lo que había hecho y se sentó en la cama a mirar el teléfono con culpa.Tenía tanta vergüenza que no podía pensar en otra cosa que no fuera en el orgasmo que había sentido mirando una estúpida foto inmóvil.Como sus amigas se habían metido a la cama para dormir después de bailar por casi cuatro horas, se fugó hasta el cuarto de baño que las tres compartían y se hundió en la bañera por algunos minutos, c
Al otro lado de la pantalla, Lucca escribió y reescribió decenas de veces una respuesta para ella. No sabía exactamente qué decirle. Tenía miedo de que lo malinterpretara y las cosas se tornaran complicadas dentro de la oficina. No sabía que quería.No podía negar que su relación con la joven le gustaba. Ella era simple, pero muy difícil de leer. Lucca la sentía como un desafío. Un desafío misterioso y realmente bonito.Cuando pasaba las mañanas con ella, organizando el trabajo y hablando sobre el futuro de su agenda, se olvidaba incluso de Lidia y de su enfermedad.Se olvidaba de todas esas preocupaciones con la que había crecido y se dejaba llevar por su serenidad y naturalidad.Estaba confundido y muy atemorizado. No estaba acostumbrado al rechazo y, si bien, todas las mujeres de los viñedos Santa Marta le miraban con hambre, Margarita no y a veces sentía que él no era lo que ella buscaba.Que no era lo suficientemente bueno para alguien como ella.Se armó de valor y le dio una r
A Margarita le hacía bien visitar a sus padres y a sus hermanos.Cuando estaba con ellos, rodeada de altos árboles frutales y de los escandalosos, pero diminutos perros de la casa, sentía que se unía otra vez a la chica que era, a la chica que había dejado atrás para buscar independencia.Su madre siempre le preparaba ensalada de huevo y tomate. Le preparaba los mejores cafés que había probado en su vida y cuando anochecía y sus revoltosos hermanos se iban a la cama, la acompañaba a mirar el cielo estrellado.Se tumbaban en el suelo mojado y miraban el cielo, conforme conversaban y ella se aliviaba.Margarita se quedó a dormir aquella noche con sus padres.Tuvo que compartir la cama con Julieta, su hermana de diecisiete años. Le trenzó el cabello hasta las dos de la madrugada y conversaron de las conquistas de Julieta en la secundaria.Cuando Margarita regresaba a casa, sus padres y hermanos comprendían bien que atravesaba por un mal momento y no le hacían preguntas de ningún tipo, so
Los padres de Margarita no pudieron reaccionar ante dicha escena. En vez de eso, se quedaron aturdidos y miraron todo el acto con diversión.Nunca habían visto a su hija desmayarse y, en ese instante, no supieron qué hacer. Podían correr a auxiliar a Margarita o ayudar al muchacho que estaba siendo devorado por una perra en celo, pero en vez de eso, no hicieron nada.—¡No, Dulce bella princesa Leia! —gritó la madre de Margarita y con un mantel de cocina le dio unos cuantos azotes a la enloquecida perra.Lucca le había agarrado el cuello a la perra para quitársela de encima, pero el animal le había clavado bien los dientes en el pantalón y gruñía cada vez que buscaba agarrar más y más.Los hermanos menores de Margarita corrieron con una manguera hacia donde ellos se encontraban y no dudaron en disparar un grueso chorro de agua que mojó a Lucca por entero.El hombre incluso se ahogó con el agua que le caía por la cara, pero la operación de los niños tuvo éxito y la perra se echó a corre
A ella podrían habérsele acabado los miedos en ese instante, podría haberlo besado y haberse quitado el fuerte deseo que sentía por él, pero su hermana entró a la habitación sin llamar, los interrumpió y rompió toda intimidad y cercanía que habían creado en pocos minutos.—Hola, guapo —saludó Julieta, coqueta. Se contorsionó sensual. Margarita se rio—. Soy Julieta, casi tengo dieciocho y soy soltera.Lucca se rio y se mostró sorprendido por la fuerte personalidad de la hermana menor de su secretaria.—Genial —dijo Margarita aguantándose la risa—. Gracias por tu presentación —agregó. Lucca la miró feliz—. No creo que por ahora esté interesado.Julieta le miró ofendida.—¿Por qué no? —preguntó coqueta—. ¿Tú estás interesada en él? —curioseó y Margarita no tuvo tiempo de responder—. Sí es así, hermana mayor, estoy dispuesta a ceder y a dejar el camino libre para ti —agregó y le dedicó una reverencia—. Ojos, mirad por última vez —citó y miró a Lucca con descaro. Él se rio—. Brazos, dad vue
La joven no tardó en flotar en el centro de la piscina y mostró sus buenas habilidades para el nado cuando se movió ágil en el agua. Se quitó el cabello de la cara y abrió grandes ojos para buscar a Lucca.Se había quedado caliente con su confesión, pero el agua helada la enfrío completa en cosa de segundos.Desde la distancia, el hombre se rio cuando la vio flotar. El vestido también se le había levantado y emergía en el agua. Ella se tragó la vergüenza que su torpeza le causaba y se quitó el vestido por la cabeza, para luego lanzarlo al césped húmedo.A Lucca le gustó su actitud atrevida y no dudó en quitarse la sudadera que el padre de la mujer le había prestado para lanzarse al agua con ella.Le salpicó la cara por la fuerza de su clavado, pero, a diferencia de Lidia, quien detestaba que le arruinaran el peinado cuando se zambullía en la piscina, Margarita lo disfrutó y no dudó en iniciar una enérgica guerra de agua.Los hermanos menores de la mujer creyeron que se estaban divirti
Como Lucca nunca mostró indicios de querer marcharse, la madre de Margarita lo invitó a cenar y ayudó a preparar pan frito con albahaca para la crema de verduras que Julieta había cocinado.Antes de comer, Margarita se bañó y se abrigó. Usó ropa de Julieta para cenar y para luego ir a la disco. Vistió unas ajustadas calzas de patas anchas, un body transparente y una chaqueta corta viento rosa neón. Cuando terminó de arreglarse, Lucca le dijo que no regresaría a su casa para cambiarse. Podía imaginar lo furiosa que su madre estaba. Había revisado su móvil en su ausencia y se había encontrado con algunos mensajes no muy agradables ni comprensivos.Ella entendió lo complicado que el hombre se sentía cuando pensaba o hablaba de su familia y le ofreció una noche llena de libertad, risas y bailes divertidos.El hombre se bañó y se vistió en el cuarto de baño del dormitorio de Julieta. Ella le esperó en la habitación, impaciente por verlo otra vez.Estuvieron a solas unos minutos. Se sentí
Margarita llegó a su departamento y encontró a sus amigas celebrando. Tenían música estridente que se oía incluso por las escaleras y estaban totalmente alocadas, cantando, bailando y chillando en el centro de la sala.Cuando ella abrió la puerta, encontró a July sentada en una seductora pose sobre el mesón de la cocina y a Paula interpretando a Aerosmith con sensuales movimientos.Cerró la puerta a toda prisa para no espantar a los vecinos y se quitó la chaqueta neón que vestía.—Creo que en cuatro horas debemos ir a trabajar —dijo con sensatez y miró la hora en su móvil—. Deberíamos tratar de hacer una siesta corta o comer algo.—Ay, que aguafiestas eres —reclamó July y se bajó del mesón para arrastrar la escoba y cantar frente a ella de forma seductora—. Como tú obtuviste lo que buscabas —bromeó, refiriéndose a que se había ido con Lucca hasta su casa.—No pasó nada si eso estás insinuando —dijo complicada y se aproximó a la cocina para cocinar y comer algo.Se moría de hambre.—¿C