Margarita miró por encima de su hombro y luego volvió a bajar su mirada. La clavó en el césped bajo sus pies y miró el anillo que Lucca le había obsequiado el día de su boda.Era terrible presenciar una boda de su propio esposo. Los ojos se le llenaron de lágrimas.Lucca se acomodó junto a su padre, con la frente en alto y desde su posición le dijo:—Sé que te acuestas con mi novia —afirmó y su padre le miró con horror—. Y sé que le quitaste el puesto a Margarita para esconder el robo que le estás haciendo a tu propia empresa.—No sé de qué estás hablando —protestó su padre, nervioso.Lidia se acercó lento, siguiendo el ritmo de la música. Tenía una tonta y triunfante sonrisa entre sus labios.—Puedo ser muchas cosas, papá, pero no soy estúpido —dijo él con seguridad y le miró a la cara. Su padre carraspeó nervioso—. Solo espero que cuando Valdivieso te quite la empresa, tengas donde caerte muerto —confirmó y sostuvo la mano de Lidia con una fingida sonrisa en su rostro.Su padre no p
Margarita se subió en el taxi a ojos cerrados y no le importó la ruta desconocida que el vehículo tomó. Ella confiaba en Lucca y en sus nuevas decisiones y se sentó a su lado en la parte trasera del vehículo sin dejar de pensar en lo ocurrido.Si bien, durante los primeros minutos viajó tensa, pues aún podía sentir la adrenalina recorriendo su cuerpo, se fue relajando poco a poco a medida que se alejaron del pueblo en el que ella había crecido.Los primeros diez minutos viajaron en silencio. Los dos iban sumidos en sus propios pensamientos y, aunque seguían cogidos de las manos, cada uno analizaba los hechos y asumía la verdad.—¿A dónde vamos? —preguntó Margarita cuando el taxi tomó una ruta que ella no conocía.Lucca sostuvo su mano con mayor fuerza y le acarició los dedos con los suyos. El entorno se volvió más verde y libre y Margarita se puso inquieta cuando no reconoció la zona en la que estaban.—Es una sorpresa —siseó él y le ofreció una dulce sonrisa.Margarita asintió y susp
Lucca sirvió un chorro de vino en el fondo de un vaso ovalado y juntos lo olieron sin pensar en nada más que conocer el producto. Cuando ella se percató, la punta de su nariz chocaba con la de él.Ella alzó los ojos y se rieron los dos, coquetos y tímidos; y, cuando se vieron a los ojos, tuvieron que olvidar el vaso y el oloroso vino para besarse apasionadamente en los labios.Lucca dejó reposar el vaso sobre uno de los mesones metálicos a su lado y recibió a la cariñosa joven entre sus abrazos. El beso fue vehemente y delicado. Las caricias no fueron olvidadas y los dos se reconocieron después de días tan interesantes.—¿Puedo? —preguntó ella cuando el beso terminó.Lucca asintió y le ofreció nuevamente el vaso con vino. Ella lo volvió a acercar a la punta de su nariz y saboreó el vino sin probarlo, solo al sentir su fragante aroma.Lo agitó de forma circular un par de veces y volvió a inhalar su aroma ventilado con los ojos cerrados, leyendo a toda prisa su composición.—¿Es muy fue
Cuando la comida estuvo lista, todos los invitados de Lucca se reunieron a la mesa en el interior del fundo y comieron entre risas y divertidas anécdotas que alegraron la noche.—¡Vivan los novios! —gritó July, medio ebria y alzó la copa para brindar.Los padres de Margarita se miraron confundidos y detallaron a su hija desde la distancia.—Che, le zafaste a la loca de Lidia, pero no le zafaste a la Caldito Maggie —bromeó Américo y se rio en soledad.Todos estaban en silencio y tensos.Los padres de Margarita estaban confundidos y Julieta, quien siempre entendía más, se osó a preguntar cuando notó el anillo que su hermana lucía en su dedo con elegancia.—¿Están casados? —Investigó curiosa y se levantó de la silla, espantada y sobresaltada—. ¡Están casados! —gritó y su madre se levantó también de la silla para enfrentarla.—Mamá…—Señor Ossandón, Señora Pérez —dijo atento. Margarita estuvo sorprendida de que el hombre conociera el apellido de su madre—. Me disculpo por no haberles dado
De pie en el altar y completamente sola, Lidia Valdivieso ardió en rabia y, si bien, su madre, quien apenas se enteraba de sus sucios juegos intentó contenerla, la mujer salió corriendo como loca atolondrada y se subió en su camioneta para escapar de tan incómoda y fea situación.Se había puesto en todos los escenarios posibles, pero, jamás, en el que Lucca la abandonaba, y en el altar, por una paliducha y desabrida secretaria. Aunque algunas personas intentaron detenerla, pues no era correcto que condujera con tanta rabia en el cuerpo, la mujer salió disparada por las calles desiertas y los empleados de Santa Marta se rieron y chismosearon sobre su conducta.El pueblo era pequeño y el infierno que acababa de desatarse seria grande.Lidia condujo sin titubear hasta los viñedos de Santa Marta. Ingresó aun cuando el lugar estaba cerrado para el público y los empleados y solo media docena de guardias resguardaban la zona. Mintió para poder entrar al edificio central y se tomó todas las a
Tuvo que hospedarse en un hotel de mala muerte. Tomó una ducha y se cambió de ropa. Aunque quiso pedir algo del menú para cenar, la humillación que había vivido le había quitado hasta el apetito, pero no las ganas de vengarse y en cuanto tuvo calma para continuar, se sentó en el centro de la cama y compartió en internet el video de Margarita teniendo sexo con Lucca.En el nuevo fundo Santa Margarita, los amigos de la joven comenzaron a festejar tan importante noticia y Kun y July bajaron a las bodegas subterráneas para tomar cuanta botella de vino pudieron.Ninguna estaba etiquetada, puesto que los dueños del fundo anterior habían cerrado sus puertas de un día para otro y el trabajo había quedado estancado. Decidieron arriesgarse a beber lo que fuera y subieron otra vez hasta el salón principal para subirle el volumen a la música y bailar hasta desfallecer.Margarita se despertó algunos minutos después y por los gritos eufóricos de July, quien parecía tener un pito en vez de una voz a
Él tomó su mano y caminó a su lado en silencio. No dudaron en recorrer el lugar, pasaron entremedio de las parras y nunca dejaron de mirar el cielo.—¿En qué piensas? —preguntó ella con timidez.—En el futuro —susurró él y agregó—: En el futuro que quiero tener contigo.—Lucca —dijo ella, riéndose—. Estoy muy confundida. Me dijiste que nos casaríamos por un tiempo y que luego firmaríamos un divorcio. —Pese a la oscuridad que los envolvía, sus ojos brillaron—. Ahora todo este loco pueblo sabe que estamos casados, incluso mis padres y no puedo herir sus sentimientos, así como así. ¡Tú viste lo felices que estaban! —exclamó sofocada—. Mi madre va a decirle a todas mis tías que me casé con un hombre sexy y adinerado —indicó y agregó—: que vergüenza.—¿Y por qué tienes vergüenza? —preguntó él con seriedad.Margarita suspiró. A veces le costaba hablar con él.—¿Con qué cara le voy a decir a mis tías y a mis pobres padres que me casé contigo por un contrato laboral? —preguntó ella con ironía
—Mis abogados ya le han advertido por escrito y tiene un plazo máximo de veinticuatro horas para eliminar el video —explicó. Todos le oían atentos—. Podemos demandar por daños y perjuicios y por daño moral, y Santa Marta también puede demandar por tomar información confidencial sin autorización.—¡Hazlo! —gritó July.—Sí, lo haremos —musitó él mirando la cara de los amigos de Margarita, esos que prontamente se convertían también en sus amigos.—¡Sí! —reclamó Julieta y se acercó a él—. ¡Mi hermana no merece una humillación así! —protestó furiosa y agregó, citando a Shakespeare—: Cuidado, Lidia. Cuidado con la hoguera que enciendes contra tu enemigo, no sea que te chamusques a ti misma.Todos se rieron, más aliviados por el humor suave de la hermana menor de Margarita.—Deja a ese pobre hombre descansar en paz —dijo Paula en referencia al fallecido dramaturgo y se rio—. Aunque William siempre tiene mucha razón, ojalá, Lidia se chamusque entera —gruñó.Todos se rieron felices, más alivia