Cazado

Margarita miró por encima de su hombro y luego volvió a bajar su mirada. La clavó en el césped bajo sus pies y miró el anillo que Lucca le había obsequiado el día de su boda.

Era terrible presenciar una boda de su propio esposo. Los ojos se le llenaron de lágrimas.

Lucca se acomodó junto a su padre, con la frente en alto y desde su posición le dijo:

—Sé que te acuestas con mi novia —afirmó y su padre le miró con horror—. Y sé que le quitaste el puesto a Margarita para esconder el robo que le estás haciendo a tu propia empresa.

—No sé de qué estás hablando —protestó su padre, nervioso.

Lidia se acercó lento, siguiendo el ritmo de la música. Tenía una tonta y triunfante sonrisa entre sus labios.

—Puedo ser muchas cosas, papá, pero no soy estúpido —dijo él con seguridad y le miró a la cara. Su padre carraspeó nervioso—. Solo espero que cuando Valdivieso te quite la empresa, tengas donde caerte muerto —confirmó y sostuvo la mano de Lidia con una fingida sonrisa en su rostro.

Su padre no p
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