El beso fue suave y profundo y tuvieron que volver a la tierra cuando los empleados se rieron de la cálida situación.
—Lamento que tuvieras que ver eso —susurró Lucca sobre la boca de Margarita y le acarició la cabeza, el cuello y la nuca con los dedos.
Margarita se rio coqueta.
—Necesitaba verlo y escucharlo —respondió ella y tomó una de sus manos para besarla con suavidad—. Ahora sé que somos reales.
Lucca también se rio.
—Podemos ser muchas cosas, cariño, pero somos reales y nadie puede contra eso —murmuró él en su cuello, ascendió por su oreja y le besó la mejilla para luego mirarla a los ojos. Ella apretó los labios para formar un
Aunque el médico quiso recomendarle algunos medicamentos que la ayudaran a estar tranquila, ella se negó a recibir cualquier tipo de medicación y cuando Lucca se atrevió a preguntar los motivos, ella solo le ofreció una abierta sonrisa que lo dejó aturdido durante toda la consulta.Tuvieron que aguantar hasta la noche para poder conversar en privado, pues los amigos de Margarita se quedaron a almorzar y a cenar. Celebraron con vino de su propia cosecha el ingreso al concurso, el cual había resultado exitoso y sus muestras viajaban ya hasta el Reino Unido, donde serían evaluadas y categorizadas.Ellos esperaban obtener un puntaje que les pudiera ayudar a mejorar sus ventas, aunque sus números eran los mejores de la región y sus productos apenas llevaban un mes en las salas de venta de todo el país.
Margarita no tardó en unirse a su madre, la que corría de lado a lado, enloquecida con todo lo que debía hacer para que todo resultara bonito y sus tías, las cuarentonas calenturientas la rodearon y la interrogaron.—¿Y te irás a Italia con él? —preguntó una de sus tías.—Que bombón te agarraste Marga —saboreó otra de sus tías.—Y tan desabrida que te ves —bromeó otra y le agarró la cintura para apretujarla.La mamá de Margarita escuchó y la miró con angustia. Ella siempre había dejado a sus hijos libres, sobre todo a las dos mujeres, pero sí le dolía desprenderse de Margarita, pues, la había visto sufrir y no quería que v
Ella no quería lo mismo para su hermana y había luchado para ahorrar mes a mes, aunque a veces las cosas no eran fáciles.Cuando Margarita le ofreció su obsequio por su graduación, Julieta no pudo contener la emoción y lloró hundida en su pecho, sintiendo, como siempre, su protección, amor y valor.La libreta de ahorros llevaba un pequeño papel rosado adherido en una esquina, escrito con puño y letra de su hermana mayor.“Para que estudies lo que tanto adoras.Con amor, tu Romeo”.Tal vez, recordar su infancia, cuando interpretaban con pasión a Romeo y Julieta en los días de
Tras algunas semanas de serenidad, Margarita y su esposo gozaron de buena salud y estabilidad emocional. Ella estuvo tranquila, siguiendo todas las indicaciones de sus amigos y el médico. No pensó en nada que pudiera desestabilizarla y se enfocó en realizar su trabajo, mantener una relación romántica ardorosa y tener pasatiempos que la ayudaron a olvidar sus miedos.En las tardes y cuando el fundo cerraba sus puertas, la pareja de enamorados tomaba un par de bicicletas y salían a recorrer los alrededores. Practicaban deporte y respiraban el aire fresco de la costa.Pedaleaban con agilidad hasta que se les acababa la ruta o encontraban una vista en la que detenerse y admirar el atardecer.Los viernes, Margarita llevaba alimentos para un picnic pequeño, provisiones que su propia suegra preparaba par
Margarita y Lucca se miraron bajo la oscuridad del campo. Los árboles se sacudían sobre ellos y las estrellas iluminaban el cielo distante.—¿Fuiste tú? —le preguntó él con el ceño apretado. Estaba furioso. Margarita asintió escondiendo la mirada. Estaba avergonzada—. Margarita, siempre confíe en ti, ¿por qué…? —titubeó—. ¿Por qué lo hiciste?Margarita resopló con un nudo en la garganta. Le dolía mucho al punto al que habían llegado, pero no se guardó nada y se acercó a él para decirle la verdad.—Porque estaba enojada —confesó avergonzada y se tocó los dedos con ansiedad—. Tus padres me prometieron el puesto de Gerente y cuando te lo diero
A la mañana siguiente, Margarita se despertó más tranquila de lo normal y se quedó tirada en la cama, mirando por la amplia ventana frente a ella. Lucca no estaba a su lado, pero eso no la inquieto ni preocupó, muy por el contrario, se mantuvo tranquila y paciente.En las afueras de su dormitorio privado, podía oírse una suave música que la relajaba todavía más; oyó la melodía conforme miró las copas de los árboles que se sacudían en el exterior.El viento de la costa le parecía revitalizante, y aprovechó de la energía que aquello le transmitió para salir de la cama y abrir la ventana. La brisa fresca entró con vigor. Margarita se cepilló el cabello con los dedos y se sentó en las afueras de la ventana, donde un pequeño bal
A Margarita se le apretó el pecho.—Usted no perdió su matrimonio —le dijo sincera y dulce—. Él la perdió a usted —susurró y se rieron hasta que Paula apareció por la puerta con una radiante sonrisa.—¡Amiga! —le gritó feliz y corrió para encontrarse con ella.Se abrazaron con cuidado y caminaron por la casa sin dejar de abrazarse una al a otra.Paula guio a su amiga hasta los exteriores del fundo, y cuando tuvieron privacidad, la mujer le reveló algo que comenzaba a preocuparse.—No quiero preocuparte ahora de que estarás fuera del país un par de semanas, pero estoy segura de que Kun debe regresar a China por sus hermanas y que July quiere ir con &e
Margarita se quedó embelesada desde el primer momento en el que Lucca habló en inglés. Que hablara en italiano ya la volvía loca, y descubrir que hablaba un tercer idioma de forma clara y perfecta, solo la llevó a suspirar hechizada. Durante el viaje en taxi, ella solo miró por la ventana, admirada del hermoso país que visitaban. La perra viajaba junto a ellos, en su jaula de transporte. Iba tranquila, olfateando todo con calma, pero con los ojos bien abiertos.Aunque el cielo era gris, el atardecer ya estaba cerca y una constante lluvia caía sobre ellos, a Margarita le encantó ese nuevo aire y tuvo enormes deseos de aprender el idioma y explorar nuevos rumbos.El taxi los llevó hasta el hotel en el que la madre de Lucca había hecho las reservas. Fueron rec