Capítulo 17

Hay tres frases que nos impiden avanzar: tengo que hacerlo bien, me tienes que tratar bien y el mundo debe ser fácil. Albert Ellis.

No podía creerlo. Todo había sucedido a la velocidad de la luz, el tiempo era tan presente y a la vez tan inquebrantable.

El vidrio roto frente a ella y la sangre del hombre esparcido por todo el pavimento le hicieron sentir su corazón parar por un segundo.

El recuerdo de esas camionetas grandes, negras, que la rodeaban le vino a la memoria de inmediato. La sensación de dejavu fue increíblemente terrible, el sudor frío corrió por sus manos y la lengua se le enredó, no podía estar pasando esto, no tenía control de su cuerpo, ni siquiera para pedir ayuda a sus guardaespaldas.

De las dos camionetas salieron unos

grupos de hombres, de distintos tamaños y colores, el ambiente amenazante que todos ayudaban a crear la marearon y Adara apenas pudo respirar cuando vio a uno de los hombres acercarse con una pistola en la mano. Justo como él, justo como Alexei, c
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