Coorah. Mar Mediterráneo frente a las costas de Cosenza, Cosenza, Calabria, Italia. 2024. Una vez que entramos en el camarote, con un fuerte portazo que nos aisló del mundo, tras el golpe con el pie que recibió la puerta, de un atractivo italiano, que mantenía sus manos ocupadas, conmigo entre sus brazos, al mismo tiempo que su boca hacía estragos en la parte consiente de mi mente, algo que disfrutaba con pasión la pervertida. Intentar hablar, o tan siquiera quejarme, aparte de inútil, era imposible, lo único que salía de mi boca eran los gemidos de placer, y redición, que ese hombre con su técnica me arrancaba sin control, mientras yo me aferraba a su cuello, y a sus hombros, fuertemente, por el temor de que se alejara de mí. Sentí como, aún conmigo en sus brazos, se subía a nuestra cama, de rodillas para depositarme sobre ella, sin soltar sus labios de los míos, mientras yo percibí, como la otra vez, cuando estuvimos en el crucero, su cuerpo se pegaba a mí, lo percibía fuerte,
Kiora. Hotel B&B Sempione, Cosenza, Calabria, Italia. 2024. - “No creas que por haberte acompañado el hotel te vas a salir con la tuya, Iceberg con patas.”- le dije aun luchando con él, aunque estaba más molesta conmigo misma por haber terminado cediendo a sus órdenes veladas. Nunca antes había envidiado tanto a mi prima como ahora, envidiado, y sorprendido, la verdad, pero es que parecía que habíamos cambiado de personalidades, Coorah de las dos era la cabal, la centrada, lo más arriesgado que había hecho en su vida, hasta hacer una semana, era enfrentarse a nuestra familia, para poder ser médico, y salir, en su momento, con alguien que desde luego no la merecía, incluso para eso había hecho un trato, el cual si perdía, como estuvo a punto de ocurrir, mandaría todo su trabajo de años, al cubo de la basura, para ceder a lo que, los egoístas de nuestros padres, le exigían. Yo por el contrario era incapaz de hacer algo, si no lo deseaba, era la rebelde irresponsable, que pudo hacer
Narrador. Hotel B&B Sempione, Cosenza, Calabria, Italia. 2024. Heng apretó los puños con fuerza, mientras aumentaba el control sobre si mismos. Esa maldita mujer, nunca le ponía las cosas fáciles, ya fuera porque le encantaba discutir, hasta llevarlo al límite, o como ahora, que trataba que su autocontrol saltara por los aires, con ese atuendo, con el que se presentó delante de él. El empresario no entendía, en ese momento, una básica camisa blanca de Armani, que él usaba para trabajar, en el cuerpo de esa mujer, se había transformado en un reclamo ineludible, y sexual, para todos sus sentidos, ¿Cómo demonio había ocurrido eso? Pero Thomas sabía que ese misterio sólo tenía una explicación, el problema no era la simple camisa, de seguro esa prenda, o la diez como esa, que tenía en su vestidor, puestas en el cuerpo de otra mujer, no le afectaría lo más mínimo, muy probablemente le provocaría un rechazo, mental y físico, evitando volvérselas a poner, por mucho que las enviara a la t
Coorah. En algún lugar frente a la Costa Esmeralda, Cerdeña. Italia 2024. Abrí los ojos gracias al sonido del mar, y de las aves que oía surcar el cielo. Desde donde estaba, en una especie de cama bailesa que habían instalado en la cubierta principal, a la popa del barco, cubierta por toldos de gasa y lona blanca, que nos protegían del sol, y con cuidado de no ser deslumbrada, dirigí mi vista al verde claro del mar, en contraste con el azul turquesa que se veía en zonas más profundas, alejadas de la costa, la tierra blanca, y el bosque mediterráneo que casi hasta llagaba al borde de los acantilados, todo era impactante, era como estar el en paraíso, y nosotros fuéramos Adán y Eva, antes de ser expulsados, antes de ceder a la tentación. Junto a mí, dormido, y comprensiblemente agotado, después de toda una noche sin apenas poder cerrar los ojos, mientras yo me trataba de poner al día, después de años, tras haber recuperado mi segunda virginidad, y, sobre todo, con un colaborador tan
Coorah: Universidad de Oxford, Condado de Oxfordshire, Inglaterra, 2019. -” ¿Estas seguras lo que vas a hacer? ¿No tienes miedo que mi tío se entere?”- me dijo mi querida prima Kiora, la única que sabía que, desde hacía cuatro años, desde que llegué a Oxford, estudiaba dos carreras, una por vocación, medicina, y la otra para engañar a mi padre, donde desde luego, no tenía grandes notas. -” Tengo que dejar de engañarme, no puedo seguir este ritmo, necesito concentrarme en mi verdadero sueño, así que voy a abandonar la carrera de empresariales.”- le dije totalmente segura mientras me estiraba en mi cama, era madrugada en Oxford mientras que, en Sídney, de donde Kiora me llamaba, ya eran casi medio día. -” Pero si se entera el tío Lousntak, se va a enfurecer.”- me aseguró mi miedosa prima. -” Como decía la abuela, no hay recompensa, sin sacrificio, sabes que odio esa maldita tradición de que el primogénito de la familia debe llevar la herencia del grupo Bell, sobre todo porque si er
Narrador. Hospital provisional en la Pandemia, Salón de congresos IFEMA, Madrid, España, 2020. Tras la declaración de pandemia mundial a finales de 2019 y principios de 2020, muchos países se vieron abocado a abrir nuevos recursos para paliar la pandemia, este fue el caso de España, que tuvo que habilitar algunos pabellones del Salón de Congresos IFEMA, como hospitales de urgencia, tras la saturación de los servicios en todos los hospitales, para enfermos graves, y algunos pabellones, por desgracia, como Morgue, para los fallecidos. También se hizo un reciclaje del personal médico libre, y de estudiantes especialistas de último año, para no saturar a los interinos de urgencias, entre los que recibieron el reciclaje fue la interna en cirugía Coorah Bell, y otros cirujanos de otras especialidades, que o bien ya cumplían su último año de especialidad, ya era una experta especialista. Muchos de ellos fueron enviados al hospital provisional del IFEMA, justo por esta razón se produjer
Coorah. Habitación 18, de la residencia del Colegio Mayor de Oxford, Condado de Oxfordshire, 2021 -” Todo está organizado, en breve le envió la copia del contrato, doctora Bell, en cuanto al alojamiento, ¿Quiere que le reservemos plaza en el edificio que tenemos para residentes?, la pena es que no tenemos alojamientos individuales, más bien habitaciones compartidas, con zonas comunes, y la cafetería que es gratis para el personal sanitario, nos aseguraríamos de que comparta habitación con otro interino, claro está.”- me dijo la encargada de persona de área de recursos humanos del Hospital Universitario Virgen del Rocío, en Sevilla. -” No se preocupe, ya tengo el contrato de compra de una casa, está en pueblo de Dos Hermanas, cerca de Sevilla, la mudanza comenzara este fin de semana, la próxima semana me incorporo al trabajo.”- le dije con seguridad, mientras veía llegar con cara ansiosa, sudorosa, y con nerviosismos, mientras me miraba haciéndome gestos indicando a la puerta, a la
Coorah. Habitación 18, de la residencia del Colegio Mayor de Oxford, Condado de Oxfordshire, 2021. -” ¿Estás segura?”- me dijo la galesa. -” Nunca he estado más segura, ya es hora de que lo sepan todo.”- le dije. -” Pues que quiere que te diga, suerte, yo mejor me voy a comer algo, ya me cuentas después, no deseo estar en el fuego cruzado, no quiero ser un daño colateral.”- me dijo la galesa, con una sonrisa, abriendo la puerta de nuestra habitación. Justo en ese momento, dos hombres altos, de medina edad, algo rechonchos, con pelo canoso, que antes fue castaño oscuro, de ojos marrón claro, donde uno lleva gafas de vista, de pasta color negro, con trajes ejecutivos de color diferente, y ambos con una mirada seria, que hacía destacar, aún más, la relación familia que tenían, estaban parados delante de nuestra puerta, con clara intención de tocar. -” ¡Suerte!”- fue la despedida, tras saludar a esos dos hombres con una educada inclinación de cabeza, de Mabel, antes de desaparecer