Coorah.
Habitación 18, de la residencia del Colegio Mayor de Oxford, Condado de Oxfordshire, 2021.
-” ¿Estás segura?”- me dijo la galesa.
-” Nunca he estado más segura, ya es hora de que lo sepan todo.”- le dije.
-” Pues que quiere que te diga, suerte, yo mejor me voy a comer algo, ya me cuentas después, no deseo estar en el fuego cruzado, no quiero ser un daño colateral.”- me dijo la galesa, con una sonrisa, abriendo la puerta de nuestra habitación.
Justo en ese momento, dos hombres altos, de medina edad, algo rechonchos, con pelo canoso, que antes fue castaño oscuro, de ojos marrón claro, donde uno lleva gafas de vista, de pasta color negro, con trajes ejecutivos de color diferente, y ambos con una mirada seria, que hacía destacar, aún más, la relación familia que tenían, estaban parados delante de nuestra puerta, con clara intención de tocar.
-” ¡Suerte!”- fue la despedida, tras saludar a esos dos hombres con una educada inclinación de cabeza, de Mabel, antes de desaparecer por el pasillo, dejando la puerta de dormitorio abierta, para que, las incomodas visitas, pudieran entrar.
-” Coorah Bell, tenemos que hablar, ¿dime qué demonios es esto?”- me dijo mi padre nada más entrar, arrojándome unas fotos, demostrando que, contar, tenía poco que contar.
En las fotos se me veía claramente, con diferentes uniformes sanitarios, en algunos iba vestida de cirujana, en otras tenía sobre ese uniforme, la bata blanca, típicas de los médicos.
-” ¿Me has estado espiando?”- pregunté enfadada sin mostrar arrepentimiento ninguno.
-” Tranquilo Cobar, hablemos con la niña primero, con gritos no arreglamos nada.”- dijo mi tío, como siempre, en su papel de conciliador, entre mi padre y yo.
-” ¡No me voy a tranquilizar, Lousntak! La culpa es tuya, no debí dejar que me convencieras de mandarla a estudiar a Inglaterra, siempre ha sido una m*****a rebelde, y tú la defiendes.”- dijo mi padre iracundo, discutiendo con su hermano, como si yo no estuviera allí, algo que, con mi padre, era más que una costumbre, era una forma de vida.
-” Estoy aquí, papá, si tienes algo que decirme dímelo a mí, no hagas lo de siempre, escudarte detrás del tío.”- le dije dejando salir la rebeldía que siempre mantenía bajo control, para evitar enfrentamientos, con mi inflexible padre.
-” ¡Vez a lo que me refiero! ¡Maldita niñata desobediente!”- gruñó mi padre golpeando con su puño el lateral de mi escritorio, de la frustración.
-” Vamos a tranquilizarnos todos de una vez, Coorah no ayuda esa actitud, nenita, vamos a sentarnos, y hablar como adultos.”- nos dijo mi tío a los dos, con algo desesperación.
Sentí que temblaba de disgusto al oírlo llamarme “nenita” un apodo que me puso desde pequeña, y que al principio me gustaba, hasta que descubrí, esa tarde, que el amor de mi tío hacía mí, era más debido a ser hija de quien era, y por mi parecido con mi madre, que por ser su sobrina.
-” Bien me sentaré a hablar, pero desde ya os digo, no pienso dejar de ser doctora, así que asúmanlo, los dos.”- dije con determinación, rasgo que, aunque no desee reconocerlo, heredé de mi padre.
-” Eso lo veremos m*****a malcriada, eso lo veremos...”- dijo mi padre con la misma determinación, en forma de reto, sentándose en el borde de mi cama.
Fue en ese momento cuando comenzaron los reproches y las amenazas de mi padre, mientras yo me mantenía en mis trece, a no ceder, y mi tío intentaba que la cosa no fuera a más, lo gracioso era que, mi tío, mientras intentaba ser comprensivo, al mismo tiempo intentaba que yo me plegara a volver a Australia, para cumplir, con lo según él, eran mis obligaciones como primogénita del grupo Bell.
De hecho, era mi tío quien más insistía en que regresara, y me casara con Heng Thomas, el asistente, y mano derecha de mi padre, que era el que, en definitiva, mi padre y mi tío, habían preparado para, no sólo ser mi esposo, sino que también, ser mi apoyo, cuando me convirtiera en lo que ellos querían, la CEO del grupo Bell. Algo que yo no pensaba hacer, por muchas razones.
Entre ellas estaba mi sueño, y el que no deseaba tener como esposo que era un clon exacto de mi padre. Físicamente Heng era atractivo, se podría decir que era un maldito sueño para las mujeres, sino que se lo pregunten a mi discreta y motivada prima.
Era rubio, de ojos verde claro, alto, muy corpulento, el perfecto californiano, vestido con un traje de diseño, pero sin tabla de surf, pero su carácter era lo que más odiaba de él, era serio, indiferente, y totalmente, adicto al trabajo, además que era un maldito perro guardián de mi padre, y de mi tío.
-” Ni voy a volver, ni me voy a casar con Heng, además tengo novio...”- le dije, pero no pude acabar de hablar cuándo, por primera vez, hasta ahora, mi diplomático tío, se alteró, al oir mis últimas palabras, mientras mi padre me volvía a mirar con ira nada disimulada.
-” ¿Cómo que tienes novio? ... ¿Has oído lo que dijo tu hija, hermano?”- dijo mi tío en un gruñido enfadado.
-” Lo he oído, y sigo diciendo que tú tienes la culpa, Coorah nunca debió de salir de nuestro país, allí la teníamos controlada.”- dijo mi padre con otro gruñido, esta vez mirando con enfado a su hermano pequeño.
Mi tío me miro con sentimientos encontrados, y finalmente respiró a fondo, y me dijo algo que provocó que luego se arrepintiera, estoy segura.
-” Nenita, debes recapacitar estoy seguro de que ese chico no te conviene, seguro que está contigo por tu dinero, seguro que ni ve lo maravillosa niña que eres, Heng, ya te valora, sabe lo importante que eres, no hemos asegurado de ello.”- dijo mi tío creyendo que sus palabras me afectarían, sin darse cuenta de que era, al contrario. Menos ganas tenía de hacer lo que ellos me pedían.
-” Él no sabe quién soy, nunca se lo he dicho, quiero que me traten de forma normal, nadie sabe quién soy, en realidad, ni de dónde vengo”- le dije con seguridad en la mirada.
-” ¿Estás segura de que él no sabes quién eres?”- preguntó mi padre con una sonrisa de incredulidad, como diciéndome que sin ser quien soy, ningún hombre me miraría.
La ira me inundó, y miré a mi padre con la misma determinación que él tenía en sus ojos, en ese momento.
-” Pongo mi mano en el fuego por él, estoy segura de que me ama, y que se casará conmigo.”- le dije mirando a mi padre con reto, mientras mi tío gruñía con disgusto al de mi padre, al oírme hablar así de Carlos.
-” Bien hagamos un trato, sin tan segura estas...no dices que no necesitas nada de tu familia, de nuestro patrimonio, bien durante tres años vivirás de tu sueldo, como médico, sin ningún lujo que pueda darte nuestra familia...”- comenzó a decirme mi padre con una sonrisa peligrosa y una mirada calculadora, pensando que así me amedrentaría, por eso lo interrumpí para demostrarle que no tenía miedo.
-” Perfecto, eso es lo que pensaba hacer, de hecho, aquí tienes todas mis tarjetas de crédito, puedes congelar la cuenta donde recibo los intereses de las acciones que tengo del grupo.”- le dije completamente, dejando mis tarjetas sobre la mesa.
-” No he acabado, malcriada niña, te tienes que casar con tu novio, en esos tres años...”- esta vez quien interrumpió a mi padre fue una protesta enérgica de mi tío.
-” ¡No esto de acuerdo, en ese punto!”- dijo mi tío con algo de enfado, pero mi padre siguió hablando.
-” ... Pero él no puede saber quién eres, ni de tu patrimonio, te tienes que casar contigo, por lo que eres, si no lo consigues, si nos llamas pidiendo ayuda, o él no se casa contigo, debes volver a Sídney, y asumir tu responsabilidad para con la familia, y el grupo. ¿Aceptas?”- me dijo mi padre con seriedad, aunque no podía disimular la intención.
-” Acepto”- le dije con la misma mirada de reto que tenía mi padre, mientras eludía las quejas airadas de mi tío, que rechazaba de manera rotunda el trato que acabábamos llegar mi padre y yo.
En un principio pensé que llevar a cabo ese trato, sería fácil, en cuanto a la parte económica, no tenía problema, ser cirujana de trasplantes, en España, estaba muy bien pagado, y por otro lado no me gustaba rodearme de los lujos que tenía antes, quería vivir mi vida.
Pero en cuento a que Carlos me pidiera matrimonio estuvo mucho más complicado de lo que yo pensaba, por varias razones, donde dos de ellas, las más determinantes, eran desconocidas por mí, cuando las descubrí, ya eran demasiado tarde, iba a perder irremediablemente la apuesta, sino hacía algo, lo que fuera.
Fazio. Ristorante La Sila, Little Italy, Chicago, Estados Unidos, 2023. -” Crees que la solución que te propongo acabará con el retraso en las entregas, Vico.”- le dijo en italiano Cosimo Bianchi, el hijo del capo elegido por la familia De Falco para llevar sus negocios en Chicago, a Vico Ricci, uno de los encargados de las entregas del material con que, la familia Bianchi hacía contrabando, bajo la orden de la familia De Falco. Yo por mi parte cumplía, como es natural, con la orden que, mi actual jefe Cosimo Bianchi, me ordenaba, mi misión consistía en golpear, con todas mis fuerzas, el abdomen de Vico, mientras este colgaba boca abajo del gancho que había en la nevera del fondo del restaurante, donde se suele colgar las piezas grandes de carne, para su conservación. Como siempre, en estos nueve años, desde que mi padre me envió de incognito, a conocer, servir, y ganarme la fidelidad de las familias que le eran fieles a la familia De Falco, hice mi trabajo con el máximo rigor, go
Narrador. Piso de lujo de Carlos, Arganzuela, Madrid, España, 2023. Esa mañana, como hacía, desde que llegó a trabajar al Hospital Virgen del Rocío, Coorah llegó a Madrid en el AVE, uno de los trenes de alta velocidad en España, que venía desde Sevilla, para pasar el fin de semana con su novio Carlos. Fue directa a su piso, después de coger un taxi en la estación de Atocha. Entrar fue fácil, ya que, en tras su última discusión, por la falta de interés que la australiana notaba en su novio por ella, este se disculpó entregándole una copia de la llave de su piso, para que Coorah, se diera cuenta de que confiaba en ella, que estaba comprometido en esa relación. La cuestión era que, desde que se había mudado a trabajar a Andalucía, en el sur del país, Coorah aprovechaba cada periodo libre que tenía, de más de dos días, evento que no solía ser muy habitual, sobre todo porque ella era interina, para viajar y verlo. Carlos trabajaba en Madrid, en una clínica de estética, junto a dos cir
Narrador. Piso de lujo de Carlos, Arganzuela, Madrid, España, 2023. Por unos segundos la cirujana se quedó pensativa, estaba tan concentrada que no se dio cuenta que la puerta del piso se había abierto en ese momento, y que un cansado Carlos, se detuvo en la entraba, al verla de espaldas a él, con una mueca de disgusto, mientras se colocaba bien la corbata, y el cuello de la camisa, para cubrir la marca que tenía en su cuello, tras su noche de sexo desenfrenado con su última conquista. -” Vine este finde para planteárselo, si todo me sale bien, tendrás que ser fuerte, la próxima en asumir el control de todo el grupo Bell, serás tú. Yo sólo seré Coorah Bell, la cirujana, señora de Carlos Basterra, y sin nada que ver con la familia Bell.”- dijo al final la australiana. Sus palabras hicieron que Carlos, al escucharlas, entrara sigilosamente, cerrando la puerta con cuidado, para ocultarse detrás del muro que dividía el pasillo del salón, y así poder escuchar mejor la conversación, sin
Fazio. Piso alquilado de Fazio Parisi, Barcelona, Cataluña, España, dos meses antes del viaje, 2024. -” ¿No tenéis que ir a fastidiar a mis hermanas?, ¿O cuidar a mis sobrinos?, ¡Malditos agotadores!”- les dije con un gruñido, en italiano, cuando le abrí la puerta me encontré con esos dos, con dos enormes bolsas de comida del supermercado, como si fuera un maldito inútil, y no pudiera hacer sólo la compra, como otro ser humano normal. -” Maldito desagradecido, encima que nos preocupamos por él, Renzo, deja eso en la nevera, el niño, es capaz de olvidarse”- me dijo Pietro empujándome a un lado para entrar en el piso. Ambos tenían la manía molesta, cuando estamos solos, y no requeríamos de las formalidades del trato, que pronto, en unos meses, adquiriría como el nuevo Don de la familia De Falco, de tratarme como un adolescente, solo porque Renzo me llevaba seis años, y Piero, cinco. Parece que esos dos se olvidaron, de que “ese jovencito”, de casi treinta años, les dio una severa p
Coorah. Crucero Sovereing, de Pullmantur, Puerto de Barcelona, Barcelona, Cataluña, España, 2024. -” Carlos, ya estoy en cubierta, ¿Dónde estás? Se suponía que embarcaríamos juntos, ¿No dijiste que estarías liberado para la tarde de ayer, y que no tuviéramos problemas al pasar el control, y así embarcar sin problemas?”- le dije en un mensaje, ante el problema que tenía en localizarlo, faltaba muy poco para que zarpáramos, en breve tendríamos que ir al camarote, para comenzar el simulacro de seguridad, en caso de abandono del barco, ante cualquier emergencia. -” Perdona amor, me surgió de nuevo una emergencia, ayer tarde, antes coger nuestro avión, por problemas posoperatorios, llegué esta mañana en el puente aéreo, he llegado muy justo al barco. Ya estoy pasando el control, nos vemos en media hora en el camarote, antes del simulacro, te dejo apenas tengo batería, con el corre, corre, se me olvidó cargar el móvil.”- me respondió casi inmediatamente, haciendo que soltara un gran susp
Fazio. Crucero Sovereing, de Pullmantur, Mediterráneo Occidental, 2024. Eran las dos de la mañana, cuando regresaba a mi camarote, tras recoger el comedor y preparaba para el almuerzo de mañana, después del segundo turno de la cena de bienvenida, cuando noté que había movimiento en su interior, no podía ser mi compañero de camarote, eso era algo totalmente imposible, mi compañero, era el responsable de la discoteca, y hasta la cuatro de la madrugada, no regresaría al camarote. Desde que me incorporé a la tripulación, lo había hecho cambiando mi aspecto para parecerme más al verdadero Luca Riva, el camarero que estaba sustituyendo, usaba ropa más holgada, y con relleno para amentar mi gordura, incluso usaba peluca del color rubio oscuro, del color del pelo de Luca. Usaba implantes de algodón en las encías, para cambiar la expresión de mi cara, a una más tosca, y cubría mis identificables ojos azules, típicos de los De Falco, por lentillas oscuras, dudaba que nadie me reconociera, au
Coorah. Crucero Sovereing, de Pullmantur, Mediterráneo Occidental, 2024. Un ruido similar al taladró de un dentista, estaba afanándose en reventarme la mente, me giré para ver si el desgraciado desaparecía, y eso fue como si metiera mi cabeza en una centrifugadora, mientras una enorme arcada de nauseas me invadía, llevé mi mano a la boca, para aguantar lo que pudiera, mientras intentaba abrir los ojos, para tratar de llegar al primer baño que encontrara, una luz cegadora y deslumbrante, hizo que miles de cristales diminutos, y ficticios, se clavaran en mi retina. Como pude, me arrastré, con dolor, fuera de la cama, que se movía como si fuera de agua. Me dirigí directa a la puerta que, por descontado, debía de ser el baño. Nada más abrir la puerta una luz me golpeó mentalmente, debía de ser el más ponente foco asesino que ha existido, quedé cegada, hasta el punto de que estuve a punto de cerrar la puerta, y “descargar”, todo lo que llevaba dentro, en la misma puerta del baño. Cerr
Fazio. Crucero Sovereing, de Pullmantur, Mediterráneo Occidental, 2024. De nuevo mi “sutil” carácter hizo de las suyas, esto es lo que ocurre cuando te educan para ser obedecido siempre, rápidamente, y sin ninguna duda, sin tener que pedir nada, sólo por el hecho de que deben obedecerte. Ni siquiera en estos diez años que estuve fuera de mi hogar, haciéndome pasar por otra persona, conociendo, afianzando mi poder, y ganándome el respeto de las familias que tendré bajo mi mando, pude paliar ese destacable rasgo de mi personalidad, como comprobaron algunos Caporegime, o subjefes, o algunos Capodecina, o jefes de pequeños grupos dentro de una familia, que vieron en mi un hombre duro, y algo rebelde, que, por alguna razón, su Capo, su jefe de la respectiva familia, protegía. En mi mundo, tomar, sin esperar pedirlo, sobre todo si tienes tanta gente a bajo tu cargo, es la diferencia entre dominar, y ser dominado, algo que es muy importante, si eres de los que te dominan, pierdes todo tu