Fazio.
Ristorante La Sila, Little Italy, Chicago, Estados Unidos, 2023.
-” Crees que la solución que te propongo acabará con el retraso en las entregas, Vico.”- le dijo en italiano Cosimo Bianchi, el hijo del capo elegido por la familia De Falco para llevar sus negocios en Chicago, a Vico Ricci, uno de los encargados de las entregas del material con que, la familia Bianchi hacía contrabando, bajo la orden de la familia De Falco.
Yo por mi parte cumplía, como es natural, con la orden que, mi actual jefe Cosimo Bianchi, me ordenaba, mi misión consistía en golpear, con todas mis fuerzas, el abdomen de Vico, mientras este colgaba boca abajo del gancho que había en la nevera del fondo del restaurante, donde se suele colgar las piezas grandes de carne, para su conservación.
Como siempre, en estos nueve años, desde que mi padre me envió de incognito, a conocer, servir, y ganarme la fidelidad de las familias que le eran fieles a la familia De Falco, hice mi trabajo con el máximo rigor, golpeando el estómago de Vico en lugares que sabía que le dolerían tremendamente, pero no acabarían con su vida. Mi orden era hacerlo sufrir, no matarlo, si cambiaba la orden, también lo haría con igual efectividad.
-” Fazio, no te esfuerces tanto, muchacho, necesito que nuestro amigo Vico, nos confirme de viva voz, que ha entendido lo que le he dicho.”- me dijo Cosimo el mismo idioma, tomándose su copa de vino, mientras veía, sentado cómodamente en una silla que sus hombres el habían traído, la “reeducación” que Vico había pedido con sus acciones.
-” Si, señor Bianchi.”- dije también en italiano, interpretando el papel de fiel servidor, que llevaba, un año, ejerciendo en esa familia.
Nadie de ellos sabía quién era yo realmente, nadie, excepto el caporegime de la familia Bianchi, el Capo Fuko Bianchi, padre de Cosimo, el jefe máximo de la familia, y el que había jurado lealtad a mi abuelo, a cambio de un territorio donde enriquecerse, y servir a la familia De Falco.
Hacía ya nueve años que mi padre, Don Santino De Falco, uno de los capos de la 'Ndrangheta, conocida como la mafia calabresa, me envió, por varias razones y todas tenían que ver con mi vida, así con mi futuro como Don, de incognito, junto a mis cuñados, esposos de mis hermanas mayores, Piero Bruno, y Renzo Caruso, para conocer, servir y ganarme el respeto los representantes máximos de mis aliados, en las diferentes familias que controlaba mi padre, sólo mis cuñados había podido pocas volver, con diferentes escusas, y por cortos periodos de tiempo en esos años, a la mansión de la familia De Falco, que estaba en Cosenza, Calabria, yo en cambio no había podido hacerlo o todo nuestro trabajo de años, se habría destruido.
Mi formación, como futuro Don, ha sido minuciosamente medida, sobre todo porque existen facciones, y familiares, dentro de la familia De Falco, que no desean que el único hijo, de veintinueve años, de Don Santino, tome el control de la familia, y de sus negocios, lógicamente, por intereses propios.
Mi padre tuvo claro que, antes de darme a conocer, debía ganarme el favor de los caporegime de las familias leales, sólo me faltan tres familias, y ya podré volver para reclamar mi puesto como futuro Don De Falco, esperaba que mi padre aguantara las presiones a las que estaba sometido, por mis cuñados sabía que la salud de mi padre se había desmejorado mucho en el último año, y eso me preocupaba.
-” Fazio, el Capo Fuko, te requiere.”- me dijo uno de los capodecina, o subjefes, de Cosimo, cuando tras “renegociar”, de forma ventajosa, el nuevo acuerdo con Vico Ricci, regresamos a la casa de la familia Bianchi.
-” Esto es sospechoso, déjame acompañarte.”- me dijo Piero.
-” Si Fazio, esto es raro, Fuko sólo te ha llamado una vez, desde que vinimos a la familia, aunque es leal a tu padre, eso no quiere decir que te sea leal a ti.”- me dijo Renzo.
Mis cuñados, eran los primogénitos de las dos grandes familias calabresas, junto con la mía, más viejas, y fieles que había a la familia De Falco, el padre de Renzo era Consigliere actual, óseo consejero, y mano izquierda de mi padre, y el de Pietro, era el Sottocapo, o mano derecha militar de la familia.
De hecho, aunque mis cuñados eran unos años mayores que yo, me había criado junto con Renzo y Piero, como mis únicos amigos. Ambos se habían casado, por acuerdos matrimoniales entre familias, con mis dos hermanas mayores Gia y Nicola, aunque a pesar de las presiones de las familias, para esos matrimonios, ellos amaban sus esposas, y ellas a ello, tanto es así que ya era tío de una sobrina, una pequeña princesa, de dos años llamada Marcella, y de un sobrino, guapo y fuerte, de seis meses, llamado Renzo Sandino, debido a mi cuñado, y mi padre. Justo por eso, por la unión que teníamos, esos dos tendían a ser muy proteccionistas conmigo.
-” Tranquilos Fuko sabe quién soy, si me pasa algo, se arriesga a que todo el peso de la familia De Falco le caiga encima.”- les dije dirigiendome al baño, para lavarme la sangre que aún tenía en las manos, tras el trato llegado, con Vico Ricci.
Después me miré en el espejo para ver si estaba decente, ningún antonegra, ósea ningún ejecutor que se precie, visitaba a su Capo sin estar convenientemente adecentado, eso era una falta de respeto para con él.
Me cambié la camisa, que tenía manchas de sangre, y me coloqué la chaqueta negra, hecha a medida, por el sastre de la familia Bianchi. Tres minutos después estaba tocando, con respeto, en la puerta del despacho del Capo Fuko Bianchi.
-” Adelante, Parisi.”- dijo el señor Bianchi, usando el apellido falso con el que todos me han conocido durante esos nueve años en las diferentes familias.
Entré con lentitud, mirando a mi alrededor de forma disimulada, como me habían enseñado desde niño, en cuanto entraba en algún lugar nuevo, que no conocía, mi rutina siempre era la misma, analizar todos los puntos ciegos ante los posibles ataques, así como las posibles rutas de escape que tenía.
-” ¿Me necesitaba, señor Bianchi?”- le dije con una ligera inclinación, al comprobar que no estaba sólo, que le acompaña su hijo Cosimo.
-” Si, espera un momento Fazio, hijo tengo asuntos de logística que encargué al joven Parisi, nos vemos en la cena, dile a tu madre que hoy quiero cenar vrasciole.”- dijo el Capo Fuko mostrándose sonriente y tranquilo, mientras yo sentía la nostalgia, al oírlo, de la comida de mi nona, que hacía unas vrasciole con una salsa de ensueño, hacía años que no comía su deliciosa comida calabresa.
Una vez que nos quedamos solos, la actitud del Capo Fuko, cambió a una más respetuosa, y solicita, levantándose de su asiento, al mismo tiempo que se inclinaba con respeto.
-” Señor De Favio”- me dijo.
-” ¿Ocurre algo, Bianchi?”- le dije haciendo un gesto para que se relajara, mientras me servía una copa de vino de pequeño minibar que Fuko tenía en su despacho.
-” Señor, Don Sandino me ha enviado este mensaje, por correo seguro. “- me dijo entregándome una carta, algo muy típico de mi padre, ese hombre creía que el internet, los smartphones, y los ordenadores, o cualquier aparto digital, eran creaciones hechas por el demonio, que se debían de evitar a toda costa.
Cogí la carta con ganas horribles de leerlas, hacía ya casi cuatro meses que no hablaba con mi padre.
-” Le dejo para que la lea, cerraré la puerta así nadie le molestara, cuando acabe, aquí tiene una llave de repuesto, para que pueda salir. Me despido, señor De Falco.”- dijo Fuko abandonado el despacho con rapidez, tras dejar una llave sobre la mesa.
Una vez asolas, me serví otra copa antes de abrir la carta. La primera parte de la carta era lo de siempre, el refuerzo de recordarme mis obligaciones con familia, y sus negocios, que se entremezclaban, con expresiones de amor, y de anhelo de un padre, que tiene a su hijo lejos.
Fue la segunda parte de la carta la que me llamó la atención.
“... como sabes Fazio, se acerca el momento que todos estamos esperando, vas a cumplir treinta años el próximo año, y ya es hora de que te encargues de asumir el liderazgo de la familia, por eso voy a cambiar el plan original, dejaras las visitas a las familias, sólo te quedan tres, y las visitaras después de que asumas tu cargo como Don, son familias que siempre me han sido leales, así que no tendremos problemas con ellos. Quiero que este último año te dediques a crear un plan de acción que presentara a todas las familias, para cuando tomes tu cargo. Sabes que tenemos muchos enemigos, que dudan de tu capacidad, no sólo por tu juventud, es hora de que demuestres de que materia está hecho un De Falco, y sobre todo recuerda, te amo hijo, ya estoy deseando tenerte en casa de nuevo. Un saludo, tu padre.”-
Esa fue la larga carta que recibí, que me dejó claro, que pronto abandonaría a la familia Bianchi, junto a mis cuñados, hacia un lugar desconocido, donde pasaría el último año, fuera de mi hogar, preparándome para asumir mi destino, ser el Capo di tutti capi, de la temida, y respetada, Familia De Falco.
Pensé que, después de nueve años, lo que me quedaba, que era tomar el control de las familias, iba a ser un paseo, pero no podía estar más equivocado, tanto crear el plan de “negocio” para la nueva era que tenía como Don, así como programar como ejecutarlo, fue una tarea titánica, que me dio muchos dolores de cabeza, sobre todo porque hubo filtraciones sobre mi regreso, y los enemigos de mi familia, y especial de mí, se estaban preparando. Aunque también me surgieron complicaciones inesperadas, que aparecieron en el momento correcto, para salvarme la vida, y volverla del revés.
Narrador. Piso de lujo de Carlos, Arganzuela, Madrid, España, 2023. Esa mañana, como hacía, desde que llegó a trabajar al Hospital Virgen del Rocío, Coorah llegó a Madrid en el AVE, uno de los trenes de alta velocidad en España, que venía desde Sevilla, para pasar el fin de semana con su novio Carlos. Fue directa a su piso, después de coger un taxi en la estación de Atocha. Entrar fue fácil, ya que, en tras su última discusión, por la falta de interés que la australiana notaba en su novio por ella, este se disculpó entregándole una copia de la llave de su piso, para que Coorah, se diera cuenta de que confiaba en ella, que estaba comprometido en esa relación. La cuestión era que, desde que se había mudado a trabajar a Andalucía, en el sur del país, Coorah aprovechaba cada periodo libre que tenía, de más de dos días, evento que no solía ser muy habitual, sobre todo porque ella era interina, para viajar y verlo. Carlos trabajaba en Madrid, en una clínica de estética, junto a dos cir
Narrador. Piso de lujo de Carlos, Arganzuela, Madrid, España, 2023. Por unos segundos la cirujana se quedó pensativa, estaba tan concentrada que no se dio cuenta que la puerta del piso se había abierto en ese momento, y que un cansado Carlos, se detuvo en la entraba, al verla de espaldas a él, con una mueca de disgusto, mientras se colocaba bien la corbata, y el cuello de la camisa, para cubrir la marca que tenía en su cuello, tras su noche de sexo desenfrenado con su última conquista. -” Vine este finde para planteárselo, si todo me sale bien, tendrás que ser fuerte, la próxima en asumir el control de todo el grupo Bell, serás tú. Yo sólo seré Coorah Bell, la cirujana, señora de Carlos Basterra, y sin nada que ver con la familia Bell.”- dijo al final la australiana. Sus palabras hicieron que Carlos, al escucharlas, entrara sigilosamente, cerrando la puerta con cuidado, para ocultarse detrás del muro que dividía el pasillo del salón, y así poder escuchar mejor la conversación, sin
Fazio. Piso alquilado de Fazio Parisi, Barcelona, Cataluña, España, dos meses antes del viaje, 2024. -” ¿No tenéis que ir a fastidiar a mis hermanas?, ¿O cuidar a mis sobrinos?, ¡Malditos agotadores!”- les dije con un gruñido, en italiano, cuando le abrí la puerta me encontré con esos dos, con dos enormes bolsas de comida del supermercado, como si fuera un maldito inútil, y no pudiera hacer sólo la compra, como otro ser humano normal. -” Maldito desagradecido, encima que nos preocupamos por él, Renzo, deja eso en la nevera, el niño, es capaz de olvidarse”- me dijo Pietro empujándome a un lado para entrar en el piso. Ambos tenían la manía molesta, cuando estamos solos, y no requeríamos de las formalidades del trato, que pronto, en unos meses, adquiriría como el nuevo Don de la familia De Falco, de tratarme como un adolescente, solo porque Renzo me llevaba seis años, y Piero, cinco. Parece que esos dos se olvidaron, de que “ese jovencito”, de casi treinta años, les dio una severa p
Coorah. Crucero Sovereing, de Pullmantur, Puerto de Barcelona, Barcelona, Cataluña, España, 2024. -” Carlos, ya estoy en cubierta, ¿Dónde estás? Se suponía que embarcaríamos juntos, ¿No dijiste que estarías liberado para la tarde de ayer, y que no tuviéramos problemas al pasar el control, y así embarcar sin problemas?”- le dije en un mensaje, ante el problema que tenía en localizarlo, faltaba muy poco para que zarpáramos, en breve tendríamos que ir al camarote, para comenzar el simulacro de seguridad, en caso de abandono del barco, ante cualquier emergencia. -” Perdona amor, me surgió de nuevo una emergencia, ayer tarde, antes coger nuestro avión, por problemas posoperatorios, llegué esta mañana en el puente aéreo, he llegado muy justo al barco. Ya estoy pasando el control, nos vemos en media hora en el camarote, antes del simulacro, te dejo apenas tengo batería, con el corre, corre, se me olvidó cargar el móvil.”- me respondió casi inmediatamente, haciendo que soltara un gran susp
Fazio. Crucero Sovereing, de Pullmantur, Mediterráneo Occidental, 2024. Eran las dos de la mañana, cuando regresaba a mi camarote, tras recoger el comedor y preparaba para el almuerzo de mañana, después del segundo turno de la cena de bienvenida, cuando noté que había movimiento en su interior, no podía ser mi compañero de camarote, eso era algo totalmente imposible, mi compañero, era el responsable de la discoteca, y hasta la cuatro de la madrugada, no regresaría al camarote. Desde que me incorporé a la tripulación, lo había hecho cambiando mi aspecto para parecerme más al verdadero Luca Riva, el camarero que estaba sustituyendo, usaba ropa más holgada, y con relleno para amentar mi gordura, incluso usaba peluca del color rubio oscuro, del color del pelo de Luca. Usaba implantes de algodón en las encías, para cambiar la expresión de mi cara, a una más tosca, y cubría mis identificables ojos azules, típicos de los De Falco, por lentillas oscuras, dudaba que nadie me reconociera, au
Coorah. Crucero Sovereing, de Pullmantur, Mediterráneo Occidental, 2024. Un ruido similar al taladró de un dentista, estaba afanándose en reventarme la mente, me giré para ver si el desgraciado desaparecía, y eso fue como si metiera mi cabeza en una centrifugadora, mientras una enorme arcada de nauseas me invadía, llevé mi mano a la boca, para aguantar lo que pudiera, mientras intentaba abrir los ojos, para tratar de llegar al primer baño que encontrara, una luz cegadora y deslumbrante, hizo que miles de cristales diminutos, y ficticios, se clavaran en mi retina. Como pude, me arrastré, con dolor, fuera de la cama, que se movía como si fuera de agua. Me dirigí directa a la puerta que, por descontado, debía de ser el baño. Nada más abrir la puerta una luz me golpeó mentalmente, debía de ser el más ponente foco asesino que ha existido, quedé cegada, hasta el punto de que estuve a punto de cerrar la puerta, y “descargar”, todo lo que llevaba dentro, en la misma puerta del baño. Cerr
Fazio. Crucero Sovereing, de Pullmantur, Mediterráneo Occidental, 2024. De nuevo mi “sutil” carácter hizo de las suyas, esto es lo que ocurre cuando te educan para ser obedecido siempre, rápidamente, y sin ninguna duda, sin tener que pedir nada, sólo por el hecho de que deben obedecerte. Ni siquiera en estos diez años que estuve fuera de mi hogar, haciéndome pasar por otra persona, conociendo, afianzando mi poder, y ganándome el respeto de las familias que tendré bajo mi mando, pude paliar ese destacable rasgo de mi personalidad, como comprobaron algunos Caporegime, o subjefes, o algunos Capodecina, o jefes de pequeños grupos dentro de una familia, que vieron en mi un hombre duro, y algo rebelde, que, por alguna razón, su Capo, su jefe de la respectiva familia, protegía. En mi mundo, tomar, sin esperar pedirlo, sobre todo si tienes tanta gente a bajo tu cargo, es la diferencia entre dominar, y ser dominado, algo que es muy importante, si eres de los que te dominan, pierdes todo tu
Coorah. Crucero Sovereing, de Pullmantur, Mediterráneo Occidental, 2024. -” ¡¿Quéee?!... ¿Estás loco? ¡Claro, que no!”- le dije mientras trataba de recuperarme, con la voz ahogada, de ese intento de asesinato que ese desconocido italiano, digo calabrés, me había provocado, con su “educada, y solicita, forma de pedir las cosas”. Me levanté del asiento indignada, para entrar en el camarote sin tocar nada del desayuno, no fuera que otras de las “geniales” y directas palabras de ese extraño, y ególatra hombre, quisiera rematar su obra anterior, ejecutándome, de la forma más dolorosa, y agónica posible, atragantándome con el resto de los alimentos de ese delicioso desayuno. Él me siguió tranquilo, cruzando los brazos sobre su pecho, mirándome con algo de suficiencia, como si mi negativa, ni él hubiera importado, como si encontrara ridículo que me hubiera negado a esa locura. Pronto mi mente prolífica, comenzó a imaginar, razones por las que ese hombre me hubiera pedido semejante locur