Fazio.
Piso alquilado de Fazio Parisi, Barcelona, Cataluña, España, dos meses antes del viaje, 2024.
-” ¿No tenéis que ir a fastidiar a mis hermanas?, ¿O cuidar a mis sobrinos?, ¡Malditos agotadores!”- les dije con un gruñido, en italiano, cuando le abrí la puerta me encontré con esos dos, con dos enormes bolsas de comida del supermercado, como si fuera un maldito inútil, y no pudiera hacer sólo la compra, como otro ser humano normal.
-” Maldito desagradecido, encima que nos preocupamos por él, Renzo, deja eso en la nevera, el niño, es capaz de olvidarse”- me dijo Pietro empujándome a un lado para entrar en el piso.
Ambos tenían la manía molesta, cuando estamos solos, y no requeríamos de las formalidades del trato, que pronto, en unos meses, adquiriría como el nuevo Don de la familia De Falco, de tratarme como un adolescente, solo porque Renzo me llevaba seis años, y Piero, cinco.
Parece que esos dos se olvidaron, de que “ese jovencito”, de casi treinta años, les dio una severa paliza, con apenas veinte, y veinticuatro años, una semana antes de que cada uno se casara con una de mis hermanas, para recordarles que debían ser tratadas como lo que eran, las precisadas princesas de la familia De Falco.
Por otro lado, y sinceramente, esa es una de las tradiciones que más me gustan de mi familia, en la que, como último varón de los De Falco, tuve que dejar claro, de una forma muy directa y efectiva, a los prometidos mis hermanas, antes de casarse, como ellas debían ser tratadas toda su vida, y las consecuencias de no hacerlo. Algo que toda familia asume, cuando alguno de sus miembros varones, se vayan a casar con alguna de las hijas de algunas de las grandes familias de la 'Ndrangheta.
-” Definitivamente cuando coja mi puesto de Don, os voy a tener meses lejos de vuestras esposas, de seguro que mis hermanas me los agradecen, así aprenderéis a respetar mi espacio, malditos pesados.”- les dije robándoles una cerveza, que colocaban, en ese momento, en la nevera, y que tenía aspecto de estar bien fría.
Ellos me miraron, con indignación, y miedo, ante una amenaza, que ellos veían como cruel y desorbitada.
-” ¿No serás capaz?”- Dijo Piero alarmado en italiano, idioma que siempre usábamos entre nosotros cuando hablábamos.
-” Ves te lo dije, esto sólo pasa por hacer caso a nuestras esposas, y la preocupación que tienen por su hermano pequeño. Pero cualquiera desobedece las ordenes de Nicola, cuando se trata de su Bambino Fazio.”- dijo Renzo tirando a dar en mi punto más débil, mis adoradas hermanas mayores.
Nicola y Gia son como la madre que nunca tuve, junto con mi Nona Concetta, prácticamente me criaron, Gia es la mayor, tiene cuatro años más que yo, y Nicola, tiene dos más, mi madre murió cuando yo nací, de una hemorragia que no se controló a tiempo, que acabó también, no sólo con mi madre, sino que también con la vida del doctor, que cometió la negligencia, ordenada por mi padre, ante el dolor que esto le produjo.
Mi nona, ayudada por mis hermanas, con apenas unos años más que yo, asumieron ese roll, y mi infancia, estuvo rodeada de amor, y compromiso por mi futuro deber. Para ellas tres, mis casi diez años fuera, desde que tenía veinte años, fue como si le arrancaran un brazo, por eso aceptaron felices que sus esposos, fueran designados por mi padre, como mi mano derecha e izquierda, y mis protectores, aunque tuvieran que irse lejos de ellas.
Esto es algo que a esos dos pesados les encanta recordarme, para Gia y Nicola, que su hermano mida más de diez centímetros que ellas, y que tenga un cuerpo más fuerte y musculado, que sus adorados esposos, les da igual, sigo siendo el Bambino Fazio.
Entre las pocas incursiones, que mis cuñados hicieron para volver en esos años, que estuvimos exiliados, para volver junto a sus esposas, apetición de estas, donde razonadamente, ambos las dejaron embarazadas, en diferentes años, pensé que la obsesión materna de mis hermanas, se trasmitiría a mis queridos sobrinos, y me liberarían de sus agobiador amor materno en ocasiones, algo que, para un futuro Don de la mafia, era preferible, pero al parecer, tras las múltiples llamadas que tenía por el canal seguro, y oculto de mi móvil, y la aparición de sorpresiva de esos dos, en mi piso provisional, sólo eran ilusiones.
Sólo me quedan hacer lo único que me funcionaba en estos casos, para poder disfrutar así de unas merecidas vacaciones de unos meses, antes de hacer mi último viaje que me llevaría a mi destino. Llamar a la raíz del problema.
Cogí mi móvil, y usé la tecla del canal oculto, y protegido, que tenía con mi padre y mis hermanas, activé la multi-llamada, mientras mis cuñados se tomaban una cerveza, mirándome con una sonrisa en los labios, sabían perfectamente que me proponía.
-” ¡Bambino Fazio!”- fue el sonido al unisonó que salió de mi teléfono, cuando mis dos hermanas descolgaron sus teléfonos, haciendo que yo cerrara los ojos, ante la impaciencia, por la carga que tenía sobre mis hombros con esas dos, mientras oía una carcajada molesta de mis pesados cuñados.
-” ¿Cumpliré ochenta años, y me seguiréis llamado así?, ¿Verdad, Sorelle?”- les dije a las dos, usando el apodo de hermanas, en italiano, mientras les hablaba en inglés.
-” Te amamos, Bambino, y lo sabes, mi guapo hermano. No te enfades mucho...”- me dijo Nicola, la más comprensiva, y cariñosa de las dos.
-” Oye, niño por mucho que sea el futuro Don, serás siempre mi Bambino, si quieres dejar de serlo, ya sabes lo que tienes que hacer, cásate, y dame un sobrino, así que no te las des con nosotras, Don Fazio De Falco, que sabes que te cambiamos pañales, niñato.”- fue la contundente, y lapidaría, respuesta de Gina.
La mayor de mis hermanas, sola, si quisiera, podría manejar con los ojos cerrados, a la familia De Falco, junto a la Nona, eran las únicas que podían decirle, tanto a mi padre, como a mí, dónde nos podíamos meternos nuestra actitud machista de gran Capo, era la perfecta esposa de la mafia, y el pobre Piero, era el que más la sufría, nadie le chistaba.
Así como siempre, cambié de estrategia, era el único que sabía tratarlas, por algo las había sobrevivido, a ambas.
-” No Gina, sólo quería saber, si querías hacer que mi vida fuera más emocionante, haciendo que nuestros enemigos sepan donde me encuentro, sabes que mis cuñados están vigilados, desde la última vez que regresaron a Cosenza y …”- como esperaba, mis hermanas colgaron el teléfono, dejándome con la palabra en la boca, algo que ni me molestó, mientras mentalmente comenzaba una cuenta atrás, desde cinco, esperando el seguro desenlace de todo esto.
Mientras mis cuñados, cogían sus móviles en sus manos, mientras me miraban con una sonrisa divertida, conociendo también lo que pasaría a continuación. Justo cuando llegué a cero, los teléfonos de los dos sonaron a la vez.
Tras unas órdenes directas e imposibles de eludir, de sus esposas, cada una a su manera, una más cariñosa, y otra más contundente y arrolladora, mis cuñados, ambos, tras colgar, muertos de risa, se dirigieron a la puerta del mi piso, para no volver más hasta que nos reuniéramos en la mansión De Falco en Cosenza, dentro de dos meses.
-” Mi primera orden como futuro Don, Piero y Renzo es que volváis a dejar embarazadas a mis hermanas, parece que aún tienen demasiada energía con un sólo hijo, para volverme loco. Debéis tener en cuenta, de que todo lo que ellas me molesten, me lo cobraré en vosotros, por no cumplir con mis ordenes, lo aviso.”- les dije a mis cuñados con una sonrisa que ellos ya reconocían como la más peligrosa, e inevitable, que reafirmaba que hablaba en serio, pese al tono de broma.
Dejaron de sonreír de golpe, mientras se miraban entre sí, para luego mirarme a mí, y decirme a la vez con una respetuosa inclinación.
-” Como ordene, Don Fazio”- fue su respuesta, antes de salir del piso, con las precauciones debidas que siempre tomábamos, para ver si nos habían seguido.
El plan en esos dos meses estaba muy claro, descansar ante lo inevitable, mi responsabilidad de por vida, para lo que yo nací, todo lo daría por la familia De Falco.
Habíamos descubierto, gracias a nuestros medios, que se había filtrado mi regreso, para tomar posesión de mi puesto, así que teníamos claro que todas las vías de entada a Italia, y en especial a Calabria, estarían llena de trampas, y emboscadas, así tras investigar, encontramos la mejor manera para pasar desapercibidos, y era ir en uno de los cruceros que iba a Olbia, Cerdeña, y de allí a Calabria, que se haría en uno de nuestros barcos de recreo.
Por influencias, y una gran suma de dinero, había conseguido la posibilidad de colarme, con el nombre de otro italiano, que ahora estaba disfrutando de una cantidad muy generosa, en el puerto donde luego nos intercambiaríamos de nuevo, como camarero en el crucero de pasajeros de una conocida naviera, que salía en dos meses desde el puerto de Barcelona.
Todo estaba planificado al milímetro, nada podía salir mal, o eso pesaba yo, al parecer mis enemigos, tenía más espías de lo que habíamos previsto, al principio, y algo surgió durante ese viaje, que me hizo tomar una decisión, que lo cambiaría todo, de forma drástica.
Coorah. Crucero Sovereing, de Pullmantur, Puerto de Barcelona, Barcelona, Cataluña, España, 2024. -” Carlos, ya estoy en cubierta, ¿Dónde estás? Se suponía que embarcaríamos juntos, ¿No dijiste que estarías liberado para la tarde de ayer, y que no tuviéramos problemas al pasar el control, y así embarcar sin problemas?”- le dije en un mensaje, ante el problema que tenía en localizarlo, faltaba muy poco para que zarpáramos, en breve tendríamos que ir al camarote, para comenzar el simulacro de seguridad, en caso de abandono del barco, ante cualquier emergencia. -” Perdona amor, me surgió de nuevo una emergencia, ayer tarde, antes coger nuestro avión, por problemas posoperatorios, llegué esta mañana en el puente aéreo, he llegado muy justo al barco. Ya estoy pasando el control, nos vemos en media hora en el camarote, antes del simulacro, te dejo apenas tengo batería, con el corre, corre, se me olvidó cargar el móvil.”- me respondió casi inmediatamente, haciendo que soltara un gran susp
Fazio. Crucero Sovereing, de Pullmantur, Mediterráneo Occidental, 2024. Eran las dos de la mañana, cuando regresaba a mi camarote, tras recoger el comedor y preparaba para el almuerzo de mañana, después del segundo turno de la cena de bienvenida, cuando noté que había movimiento en su interior, no podía ser mi compañero de camarote, eso era algo totalmente imposible, mi compañero, era el responsable de la discoteca, y hasta la cuatro de la madrugada, no regresaría al camarote. Desde que me incorporé a la tripulación, lo había hecho cambiando mi aspecto para parecerme más al verdadero Luca Riva, el camarero que estaba sustituyendo, usaba ropa más holgada, y con relleno para amentar mi gordura, incluso usaba peluca del color rubio oscuro, del color del pelo de Luca. Usaba implantes de algodón en las encías, para cambiar la expresión de mi cara, a una más tosca, y cubría mis identificables ojos azules, típicos de los De Falco, por lentillas oscuras, dudaba que nadie me reconociera, au
Coorah. Crucero Sovereing, de Pullmantur, Mediterráneo Occidental, 2024. Un ruido similar al taladró de un dentista, estaba afanándose en reventarme la mente, me giré para ver si el desgraciado desaparecía, y eso fue como si metiera mi cabeza en una centrifugadora, mientras una enorme arcada de nauseas me invadía, llevé mi mano a la boca, para aguantar lo que pudiera, mientras intentaba abrir los ojos, para tratar de llegar al primer baño que encontrara, una luz cegadora y deslumbrante, hizo que miles de cristales diminutos, y ficticios, se clavaran en mi retina. Como pude, me arrastré, con dolor, fuera de la cama, que se movía como si fuera de agua. Me dirigí directa a la puerta que, por descontado, debía de ser el baño. Nada más abrir la puerta una luz me golpeó mentalmente, debía de ser el más ponente foco asesino que ha existido, quedé cegada, hasta el punto de que estuve a punto de cerrar la puerta, y “descargar”, todo lo que llevaba dentro, en la misma puerta del baño. Cerr
Fazio. Crucero Sovereing, de Pullmantur, Mediterráneo Occidental, 2024. De nuevo mi “sutil” carácter hizo de las suyas, esto es lo que ocurre cuando te educan para ser obedecido siempre, rápidamente, y sin ninguna duda, sin tener que pedir nada, sólo por el hecho de que deben obedecerte. Ni siquiera en estos diez años que estuve fuera de mi hogar, haciéndome pasar por otra persona, conociendo, afianzando mi poder, y ganándome el respeto de las familias que tendré bajo mi mando, pude paliar ese destacable rasgo de mi personalidad, como comprobaron algunos Caporegime, o subjefes, o algunos Capodecina, o jefes de pequeños grupos dentro de una familia, que vieron en mi un hombre duro, y algo rebelde, que, por alguna razón, su Capo, su jefe de la respectiva familia, protegía. En mi mundo, tomar, sin esperar pedirlo, sobre todo si tienes tanta gente a bajo tu cargo, es la diferencia entre dominar, y ser dominado, algo que es muy importante, si eres de los que te dominan, pierdes todo tu
Coorah. Crucero Sovereing, de Pullmantur, Mediterráneo Occidental, 2024. -” ¡¿Quéee?!... ¿Estás loco? ¡Claro, que no!”- le dije mientras trataba de recuperarme, con la voz ahogada, de ese intento de asesinato que ese desconocido italiano, digo calabrés, me había provocado, con su “educada, y solicita, forma de pedir las cosas”. Me levanté del asiento indignada, para entrar en el camarote sin tocar nada del desayuno, no fuera que otras de las “geniales” y directas palabras de ese extraño, y ególatra hombre, quisiera rematar su obra anterior, ejecutándome, de la forma más dolorosa, y agónica posible, atragantándome con el resto de los alimentos de ese delicioso desayuno. Él me siguió tranquilo, cruzando los brazos sobre su pecho, mirándome con algo de suficiencia, como si mi negativa, ni él hubiera importado, como si encontrara ridículo que me hubiera negado a esa locura. Pronto mi mente prolífica, comenzó a imaginar, razones por las que ese hombre me hubiera pedido semejante locur
Coorah. Crucero Sovereing, de Pullmantur, Mediterráneo Occidental, 2024. Fazio me miró, ante mi pregunta, con algo de recelo, imagino que el cambio que había tenido en segundos, que iba desde la depresión total, a la emoción absoluta, derivada de la pequeña esperanza que sentí al haber encontrado la solución a mi problema, fue lo suficientemente sospechoso como para que él dudara de mi salud mental, en esos momentos. -” ¿Trato? No sé porque, pero tengo la sensación de que voy a arrepentirme al preguntarte qué tipo de trato me estás proponiendo, pero soy curioso, y odio no saber a lo que me estoy exponiendo, ¿De qué trato me está hablando, señorita Bell?.”- me dijo mirándome fijamente mientras yo trataba mentalmente de exponerlo de la mejor manera. La idea del trato en mi mente sonaba genial, perfecto, nos solucionaría, a ambos, nuestros problemas más urgentes, pero expresarlo para que sonara tan atractivo como para que él lo aceptara, sin poner muchos reparos, era otra cosa. Tras
Fazio. Crucero Sovereing, de Pullmantur, Mediterráneo Occidental, 2024. -” Eso no es importante, ni siquiera quiero saber los motivos por los que tengo que dejarte hacer pasar por el traidor, sólo quiero saber una cosa, ¿Tengo que dejar mi trabajo en mi hospital de Sevilla, si me caso contigo? Tiene que quedar muy claro esto, porque si me dices que sí, que debo abandonar mi trabajo, definitivamente, no hay trato, por mí ya puedes salir de mi camarote, y seguir con tu emocionante y secreta vida, con la mejor de las suertes.”- le oí decir haciendo que, por segunda vez, desde que habíamos comenzado estas extrañas negociaciones, mi cabeza estuviera a punto de explotar. Como futuro Jefe de la familia De Falco, había aprendido hacer tratos y negociaciones, prácticamente, desde que iba en pañales, básicamente es a lo que se dedicaba el Don de cada familia mafiosa. En ese papel, frente a mí, había tenido todo tipo de negociadores, algunos con mayor o menor suerte, e incluso algunos que, a
Coorah. Crucero Sovereing, de Pullmantur, Mediterráneo Occidental, 2024. Tras la sorpresa inicial, tras ser arrastrada hacia el duro, y musculado, pecho de ese hombre, para ser besada de esa forma, no pude evitar quedarme paralizada, por unos segundos, mientras mi boca era invadida por su lengua. Definitivamente ningún beso que me hubieran dado, con anterioridad, incluyendo mi relación de casi cuatro años con Carlos, se comparaba con lo que ese desconocido me estaba haciendo sentir, Kiora me había contado que hay hombres que besan a una mujer, y la desconectan de la realidad, encendiendo su cuerpo, sin apenas tocarla, yo pensé que cuando me lo dijo era producto de su mente romántica e imaginativa, esa que la ha convertido en una gran diseñadora, pero ahora tengo que reconocer que es cierto, justo de ese tipo de hombres es el infame aprovechado de Fazio De Falco. Su lengua era una experta conquistadora, que me hacía gemir, si gemir, eso que acaba de oir era uno de mis malditos gemi