Narrador.
Piso de lujo de Carlos, Arganzuela, Madrid, España, 2023.
Esa mañana, como hacía, desde que llegó a trabajar al Hospital Virgen del Rocío, Coorah llegó a Madrid en el AVE, uno de los trenes de alta velocidad en España, que venía desde Sevilla, para pasar el fin de semana con su novio Carlos.
Fue directa a su piso, después de coger un taxi en la estación de Atocha. Entrar fue fácil, ya que, en tras su última discusión, por la falta de interés que la australiana notaba en su novio por ella, este se disculpó entregándole una copia de la llave de su piso, para que Coorah, se diera cuenta de que confiaba en ella, que estaba comprometido en esa relación.
La cuestión era que, desde que se había mudado a trabajar a Andalucía, en el sur del país, Coorah aprovechaba cada periodo libre que tenía, de más de dos días, evento que no solía ser muy habitual, sobre todo porque ella era interina, para viajar y verlo.
Carlos trabajaba en Madrid, en una clínica de estética, junto a dos cirujanos, según su novio, por su trabajo, no podía viajar a Sevilla a visitarla, así que, por lo menos una vez al mes, ella lo visitaba en la capital.
Tampoco es que pasen mucho tiempo juntos en ese periodo, según Carlos, entre las consultas que tiene como cirujano plástico, y que, por su trabajo, tiene que ir a muchos eventos sociales para promocionar la clínica por órdenes de sus jefes, algo que la australiana aborrece, por varias razones, una de ella, y la más importante, es que Coorah se siente incomoda al lado de esas bellezas delgadas, y operadas, que suelen ir a esos eventos, desde que decidió ser cirujana, ha huido de todos eventos sociales.
En su familia, la familia Bell, ese tipo de eventos ocurrían prácticamente cada fin de semana, cuando no era por un negocio, era por otra cosa, pero siempre debía de tener, en su armario, varios, por no decir decenas, de vestidos de fiesta que debía llevar, y que ella aborrecía, sobre todo porque los diseñadores de modas actuales, excepto su prima, no tenían en cuenta a mujeres como ella, que tenía curvas muy pronunciadas, sobre todo en sus caderas, y en su trasero, ósea que no daba con el canon de belleza actual, más bien era el canon de belleza de los años cincuenta, donde las mujeres eran todo curvas.
Cuando entró en el piso, no le sorprendió verlo vació, seguramente Carlos se había quedado en la clínica a dormir, porque tenía una operación al día siguiente temprano, otra mujer, que no estuviera en este mundillo, no entendería esto de su pareja, pero ella, como Carlos, era cirujana, y sabía que había semanas que se te acumulaban las operaciones, sobre todo porque en su especialidad, las operación surgían en el momento que aparecía el órgano para su trasplante, y en ocasiones, había personas tan generosa, que donaban todos sus órganos útiles, en estos casos, el tiempo es crucial, y se podía encontrar con tres o cuatro operaciones, en muy corto espacio de tiempo, dormir en el hospital, era obligatorio.
Dejó sus cosas en la habitación no compartida, que Carlos le había dejado en su piso, para que ella durmiera, cuando venía visitarlo, al principio esto le chocó a Coorah, en su país era muy normal que los novios tuvieran sexo y durmieran juntos, antes del matrimonio, incluso algunos vivían juntos sin casarse, pero cuando le planteó esta cuestión a Carlos, provocó la primera discusión, entre los dos, el español le dijo que él era muy tradicional, sus padres eran de una religión muy cerrada, y lo habían educado con la idea de que, hasta la noche de bodas, tenía que respetar a su futura esposa, compartían besos, caricias, y abrazos, pero había siempre límites infranqueables, que él no cruzaba.
Esta reacción molestó a Coorah al principio, ella no había tenido sino un novio, en el instituto, no era virgen, perdió, como muchas de sus amigas, la virginidad en un hotel en la noche de su graduación, con su novio de ese tiempo, tras la fiesta de graduación, con el tiempo, y su viaje a estudiar en Oxford, ambos se separaron, sin mucho trauma.
Que el hombre que iba a ser su marido se negara a tocarla, más por algunos escarceos adolescentes, hasta su noche de bodas, después de tres años juntos, era completamente incomprensible para ella, le costó, pero tras las palabras cariñosas de Carlos, diciéndole que estaba loco por estar con ella, pero que quería que todo fuera especial, que ella era la mujer más importante de su vida, y que le debía el respeto, que sólo le había dado a ella ese papel, que otras anteriores no habían tenido, al ser un antiguo playboy, la hizo sentir tan especial, que terminó cediendo.
Estaba preparando algo de desayuno, cuando le sonó el teléfono, con ese tono tan característico del tema principal de la primera película Bad Boys, que tanto les gustaba a su prima y a ella, que le decía claramente que la perdida Kiora, la llamaba. Ya sonreía la cirujana, antes de contestar.
-” Dime que estás viva, Agatha Ruiz de la Prada, y que no tengo que vestir de negro para ir a tu funeral”- le dijo Coorah descolgando el teléfono, a modo de saludo, usando uno de los apodos que le había puesto, que variaba según el famoso diseñador, que primero recordara la cirujana, en ese momento.
-” ¡Ja, ja! que graciosa eres, matasanos, al menos yo me acuerdo de llamarte, tu última llamada, según mi teléfono, fue hace cinco meses, entre tu trabajo, y lo sexualmente que te debe tener ocupada ese novio tuyo que tienes, apenas te acuerda de tu abandona, y huérfana hermana, ¡Maldita desagradecida!”- dijo la famosa diseñadora Kiora Bell, conocida en su mundo, como Kiara Bella.
-” Entendido, entendido, mi pobre huérfana, ¿Por qué remoto lugar del mundo andas ahora?”- preguntó Coorah, eludiendo algunos datos inexactos, que tenía su prima, de su relación con Carlos.
-” En Nueva York, tengo un par de eventos, y algunos clientes que visitar.”- le dijo.
-” ¿Cuándo vendrás a verme?, pediré libre, y te llevaré a conocer lo bonita ciudad de Sevilla, seguro que te inspira en tu trabajo.”- le preguntó la cirujana deseosa.
-” Estoy organizándolo, desde tu huida, escapar de mi padre, para ir a verte, se ha vuelto cada vez más difícil, por cierto, ¿Cuándo puedo empezar a diseñar tu vestido de novia? ¿Aún ese lentorro españolito, no se ha declarado? El tiempo corre, matasano.”- preguntó su prima haciendo que la preocupación mayor de Coorah saliera a la luz.
Narrador. Piso de lujo de Carlos, Arganzuela, Madrid, España, 2023. Por unos segundos la cirujana se quedó pensativa, estaba tan concentrada que no se dio cuenta que la puerta del piso se había abierto en ese momento, y que un cansado Carlos, se detuvo en la entraba, al verla de espaldas a él, con una mueca de disgusto, mientras se colocaba bien la corbata, y el cuello de la camisa, para cubrir la marca que tenía en su cuello, tras su noche de sexo desenfrenado con su última conquista. -” Vine este finde para planteárselo, si todo me sale bien, tendrás que ser fuerte, la próxima en asumir el control de todo el grupo Bell, serás tú. Yo sólo seré Coorah Bell, la cirujana, señora de Carlos Basterra, y sin nada que ver con la familia Bell.”- dijo al final la australiana. Sus palabras hicieron que Carlos, al escucharlas, entrara sigilosamente, cerrando la puerta con cuidado, para ocultarse detrás del muro que dividía el pasillo del salón, y así poder escuchar mejor la conversación, sin
Fazio. Piso alquilado de Fazio Parisi, Barcelona, Cataluña, España, dos meses antes del viaje, 2024. -” ¿No tenéis que ir a fastidiar a mis hermanas?, ¿O cuidar a mis sobrinos?, ¡Malditos agotadores!”- les dije con un gruñido, en italiano, cuando le abrí la puerta me encontré con esos dos, con dos enormes bolsas de comida del supermercado, como si fuera un maldito inútil, y no pudiera hacer sólo la compra, como otro ser humano normal. -” Maldito desagradecido, encima que nos preocupamos por él, Renzo, deja eso en la nevera, el niño, es capaz de olvidarse”- me dijo Pietro empujándome a un lado para entrar en el piso. Ambos tenían la manía molesta, cuando estamos solos, y no requeríamos de las formalidades del trato, que pronto, en unos meses, adquiriría como el nuevo Don de la familia De Falco, de tratarme como un adolescente, solo porque Renzo me llevaba seis años, y Piero, cinco. Parece que esos dos se olvidaron, de que “ese jovencito”, de casi treinta años, les dio una severa p
Coorah. Crucero Sovereing, de Pullmantur, Puerto de Barcelona, Barcelona, Cataluña, España, 2024. -” Carlos, ya estoy en cubierta, ¿Dónde estás? Se suponía que embarcaríamos juntos, ¿No dijiste que estarías liberado para la tarde de ayer, y que no tuviéramos problemas al pasar el control, y así embarcar sin problemas?”- le dije en un mensaje, ante el problema que tenía en localizarlo, faltaba muy poco para que zarpáramos, en breve tendríamos que ir al camarote, para comenzar el simulacro de seguridad, en caso de abandono del barco, ante cualquier emergencia. -” Perdona amor, me surgió de nuevo una emergencia, ayer tarde, antes coger nuestro avión, por problemas posoperatorios, llegué esta mañana en el puente aéreo, he llegado muy justo al barco. Ya estoy pasando el control, nos vemos en media hora en el camarote, antes del simulacro, te dejo apenas tengo batería, con el corre, corre, se me olvidó cargar el móvil.”- me respondió casi inmediatamente, haciendo que soltara un gran susp
Fazio. Crucero Sovereing, de Pullmantur, Mediterráneo Occidental, 2024. Eran las dos de la mañana, cuando regresaba a mi camarote, tras recoger el comedor y preparaba para el almuerzo de mañana, después del segundo turno de la cena de bienvenida, cuando noté que había movimiento en su interior, no podía ser mi compañero de camarote, eso era algo totalmente imposible, mi compañero, era el responsable de la discoteca, y hasta la cuatro de la madrugada, no regresaría al camarote. Desde que me incorporé a la tripulación, lo había hecho cambiando mi aspecto para parecerme más al verdadero Luca Riva, el camarero que estaba sustituyendo, usaba ropa más holgada, y con relleno para amentar mi gordura, incluso usaba peluca del color rubio oscuro, del color del pelo de Luca. Usaba implantes de algodón en las encías, para cambiar la expresión de mi cara, a una más tosca, y cubría mis identificables ojos azules, típicos de los De Falco, por lentillas oscuras, dudaba que nadie me reconociera, au
Coorah. Crucero Sovereing, de Pullmantur, Mediterráneo Occidental, 2024. Un ruido similar al taladró de un dentista, estaba afanándose en reventarme la mente, me giré para ver si el desgraciado desaparecía, y eso fue como si metiera mi cabeza en una centrifugadora, mientras una enorme arcada de nauseas me invadía, llevé mi mano a la boca, para aguantar lo que pudiera, mientras intentaba abrir los ojos, para tratar de llegar al primer baño que encontrara, una luz cegadora y deslumbrante, hizo que miles de cristales diminutos, y ficticios, se clavaran en mi retina. Como pude, me arrastré, con dolor, fuera de la cama, que se movía como si fuera de agua. Me dirigí directa a la puerta que, por descontado, debía de ser el baño. Nada más abrir la puerta una luz me golpeó mentalmente, debía de ser el más ponente foco asesino que ha existido, quedé cegada, hasta el punto de que estuve a punto de cerrar la puerta, y “descargar”, todo lo que llevaba dentro, en la misma puerta del baño. Cerr
Fazio. Crucero Sovereing, de Pullmantur, Mediterráneo Occidental, 2024. De nuevo mi “sutil” carácter hizo de las suyas, esto es lo que ocurre cuando te educan para ser obedecido siempre, rápidamente, y sin ninguna duda, sin tener que pedir nada, sólo por el hecho de que deben obedecerte. Ni siquiera en estos diez años que estuve fuera de mi hogar, haciéndome pasar por otra persona, conociendo, afianzando mi poder, y ganándome el respeto de las familias que tendré bajo mi mando, pude paliar ese destacable rasgo de mi personalidad, como comprobaron algunos Caporegime, o subjefes, o algunos Capodecina, o jefes de pequeños grupos dentro de una familia, que vieron en mi un hombre duro, y algo rebelde, que, por alguna razón, su Capo, su jefe de la respectiva familia, protegía. En mi mundo, tomar, sin esperar pedirlo, sobre todo si tienes tanta gente a bajo tu cargo, es la diferencia entre dominar, y ser dominado, algo que es muy importante, si eres de los que te dominan, pierdes todo tu
Coorah. Crucero Sovereing, de Pullmantur, Mediterráneo Occidental, 2024. -” ¡¿Quéee?!... ¿Estás loco? ¡Claro, que no!”- le dije mientras trataba de recuperarme, con la voz ahogada, de ese intento de asesinato que ese desconocido italiano, digo calabrés, me había provocado, con su “educada, y solicita, forma de pedir las cosas”. Me levanté del asiento indignada, para entrar en el camarote sin tocar nada del desayuno, no fuera que otras de las “geniales” y directas palabras de ese extraño, y ególatra hombre, quisiera rematar su obra anterior, ejecutándome, de la forma más dolorosa, y agónica posible, atragantándome con el resto de los alimentos de ese delicioso desayuno. Él me siguió tranquilo, cruzando los brazos sobre su pecho, mirándome con algo de suficiencia, como si mi negativa, ni él hubiera importado, como si encontrara ridículo que me hubiera negado a esa locura. Pronto mi mente prolífica, comenzó a imaginar, razones por las que ese hombre me hubiera pedido semejante locur
Coorah. Crucero Sovereing, de Pullmantur, Mediterráneo Occidental, 2024. Fazio me miró, ante mi pregunta, con algo de recelo, imagino que el cambio que había tenido en segundos, que iba desde la depresión total, a la emoción absoluta, derivada de la pequeña esperanza que sentí al haber encontrado la solución a mi problema, fue lo suficientemente sospechoso como para que él dudara de mi salud mental, en esos momentos. -” ¿Trato? No sé porque, pero tengo la sensación de que voy a arrepentirme al preguntarte qué tipo de trato me estás proponiendo, pero soy curioso, y odio no saber a lo que me estoy exponiendo, ¿De qué trato me está hablando, señorita Bell?.”- me dijo mirándome fijamente mientras yo trataba mentalmente de exponerlo de la mejor manera. La idea del trato en mi mente sonaba genial, perfecto, nos solucionaría, a ambos, nuestros problemas más urgentes, pero expresarlo para que sonara tan atractivo como para que él lo aceptara, sin poner muchos reparos, era otra cosa. Tras