Coorah. Puerto deportivo privado, Cosenza, Calabria, Italia. 2024. Lo único que nos salvó de que nuestra noche de bodas, o como decía mi abuela materna, la consumación del matrimonio, no se produjera en asiento del copiloto de ese incomodo Lamborghini, entre los metros abundantes, e inconvenientes, de tela de mi vestido de novia, por culpa de un ataque rápido, feroz, y definitivamente voraz, por parte de la me dominaba ahora, la maldita pervertida, que ya ni podía, ni quería controlar, fue el hecho de que mi atractivo, y tentador marido, era que el conducía esa obra de arte tecnológica, de forma veloz y eficiente, entre las calles de la ciudad de Cosenza. Me tuve que obligar no mirarlo, y centrar mi mirada en el exterior del vehículo, o muy probablemente, y a pesar de que, como médico conozco más que nadie lo que la imprudencia puede hacerle al cuerpo humano, en un posible accidente, a la velocidad que ibamos, mis más oscuros deseos iban a pasar a la acción. Ya era malo, sentirlo
Coorah. Puerto deportivo privado, Cosenza, Calabria, Italia. 2024. El interior del yate era más lujoso que el exterior, teniendo este tipo de embarcación, por mucho que lo pensaba, no entendí por qué Fazio había ido al crucero, ese navío era perfecto para navegar por todo el Mediterráneo, haciendo escala en muchos más países que en los que habíamos atracado con el Sovereing. -” ¿Ocurre algo preciosa Coorah?”- me dijo mi marido, de pronto, al parecer me había estado observando mientras yo, tras dejarme en el suelo, en el enorme salón de la cubierta principal, me movía por él, mirándolo todo con extrañeza. Por unos segundos quise preguntarle mis dudas, pero me di cuenta que, como esperaba, algún tipo de razón o secreto tenía que tener mi Adonis, para hacer lo que hacía, y como estaba establecido, y decidimos, o más bien lo decidí yo, que las razones que hubiera antes de conocernos, no importaban, me busqué otra excusa, para justificar mi actitud. -” Sólo me pregunto, ¿Por qué un
Coorah. Mar Mediterráneo frente a las costas de Cosenza, Cosenza, Calabria, Italia. 2024. Elegir el vestido para esa noche fue más fácil de lo que yo esperaba, por dos razones definitivamente determinantes, la segundaria era que mi marido había mandado a llenar el vestidor con una cantidad ingente, y realmente exagerada, de ropa para mí, donde no faltaba de nada, se podía decir que tenía, en ese vestidor, más ropa que en el armario grande que tenía en mi casa de Sevilla. Todo era nuevo, con etiqueta de grandes marcas de diseñadores, incluido la ropa interior, y los casi inexistentes, y con poca tela, camisones, a cuál eran más sexy y sugerente, no tenía que pensar mucho a quien le había solicitado ayuda Fazio para elegir esta ropa, estoy segura que ni él sabía que demonios había dentro del vestidor, esto todo era obra de una única persona, una persona que le encantaba ponerme en este tipo de situaciones, la maldita de Kiora Bell. El motivo principal por lo que me fue fácil eleg
Coorah. Mar Mediterráneo frente a las costas de Cosenza, Cosenza, Calabria, Italia. 2024. Una vez que entramos en el camarote, con un fuerte portazo que nos aisló del mundo, tras el golpe con el pie que recibió la puerta, de un atractivo italiano, que mantenía sus manos ocupadas, conmigo entre sus brazos, al mismo tiempo que su boca hacía estragos en la parte consiente de mi mente, algo que disfrutaba con pasión la pervertida. Intentar hablar, o tan siquiera quejarme, aparte de inútil, era imposible, lo único que salía de mi boca eran los gemidos de placer, y redición, que ese hombre con su técnica me arrancaba sin control, mientras yo me aferraba a su cuello, y a sus hombros, fuertemente, por el temor de que se alejara de mí. Sentí como, aún conmigo en sus brazos, se subía a nuestra cama, de rodillas para depositarme sobre ella, sin soltar sus labios de los míos, mientras yo percibí, como la otra vez, cuando estuvimos en el crucero, su cuerpo se pegaba a mí, lo percibía fuerte,
Kiora. Hotel B&B Sempione, Cosenza, Calabria, Italia. 2024. - “No creas que por haberte acompañado el hotel te vas a salir con la tuya, Iceberg con patas.”- le dije aun luchando con él, aunque estaba más molesta conmigo misma por haber terminado cediendo a sus órdenes veladas. Nunca antes había envidiado tanto a mi prima como ahora, envidiado, y sorprendido, la verdad, pero es que parecía que habíamos cambiado de personalidades, Coorah de las dos era la cabal, la centrada, lo más arriesgado que había hecho en su vida, hasta hacer una semana, era enfrentarse a nuestra familia, para poder ser médico, y salir, en su momento, con alguien que desde luego no la merecía, incluso para eso había hecho un trato, el cual si perdía, como estuvo a punto de ocurrir, mandaría todo su trabajo de años, al cubo de la basura, para ceder a lo que, los egoístas de nuestros padres, le exigían. Yo por el contrario era incapaz de hacer algo, si no lo deseaba, era la rebelde irresponsable, que pudo hacer
Narrador. Hotel B&B Sempione, Cosenza, Calabria, Italia. 2024. Heng apretó los puños con fuerza, mientras aumentaba el control sobre si mismos. Esa maldita mujer, nunca le ponía las cosas fáciles, ya fuera porque le encantaba discutir, hasta llevarlo al límite, o como ahora, que trataba que su autocontrol saltara por los aires, con ese atuendo, con el que se presentó delante de él. El empresario no entendía, en ese momento, una básica camisa blanca de Armani, que él usaba para trabajar, en el cuerpo de esa mujer, se había transformado en un reclamo ineludible, y sexual, para todos sus sentidos, ¿Cómo demonio había ocurrido eso? Pero Thomas sabía que ese misterio sólo tenía una explicación, el problema no era la simple camisa, de seguro esa prenda, o la diez como esa, que tenía en su vestidor, puestas en el cuerpo de otra mujer, no le afectaría lo más mínimo, muy probablemente le provocaría un rechazo, mental y físico, evitando volvérselas a poner, por mucho que las enviara a la t
Coorah. En algún lugar frente a la Costa Esmeralda, Cerdeña. Italia 2024. Abrí los ojos gracias al sonido del mar, y de las aves que oía surcar el cielo. Desde donde estaba, en una especie de cama bailesa que habían instalado en la cubierta principal, a la popa del barco, cubierta por toldos de gasa y lona blanca, que nos protegían del sol, y con cuidado de no ser deslumbrada, dirigí mi vista al verde claro del mar, en contraste con el azul turquesa que se veía en zonas más profundas, alejadas de la costa, la tierra blanca, y el bosque mediterráneo que casi hasta llagaba al borde de los acantilados, todo era impactante, era como estar el en paraíso, y nosotros fuéramos Adán y Eva, antes de ser expulsados, antes de ceder a la tentación. Junto a mí, dormido, y comprensiblemente agotado, después de toda una noche sin apenas poder cerrar los ojos, mientras yo me trataba de poner al día, después de años, tras haber recuperado mi segunda virginidad, y, sobre todo, con un colaborador tan
Coorah: Universidad de Oxford, Condado de Oxfordshire, Inglaterra, 2019. -” ¿Estas seguras lo que vas a hacer? ¿No tienes miedo que mi tío se entere?”- me dijo mi querida prima Kiora, la única que sabía que, desde hacía cuatro años, desde que llegué a Oxford, estudiaba dos carreras, una por vocación, medicina, y la otra para engañar a mi padre, donde desde luego, no tenía grandes notas. -” Tengo que dejar de engañarme, no puedo seguir este ritmo, necesito concentrarme en mi verdadero sueño, así que voy a abandonar la carrera de empresariales.”- le dije totalmente segura mientras me estiraba en mi cama, era madrugada en Oxford mientras que, en Sídney, de donde Kiora me llamaba, ya eran casi medio día. -” Pero si se entera el tío Lousntak, se va a enfurecer.”- me aseguró mi miedosa prima. -” Como decía la abuela, no hay recompensa, sin sacrificio, sabes que odio esa maldita tradición de que el primogénito de la familia debe llevar la herencia del grupo Bell, sobre todo porque si er