El sol se ocultaba en el horizonte mientras Ethan conducía hacía la casa de los Churchill, a su lado Ava jugaba nerviosamente con la tira de su bolso. El semáforo el rojo le dio la oportunidad de mirar a su esposa, en su rostro vio esperanza y miedo, por lo que tomó su mano y entrelazó sus dedos en un intento para calmarla y darle un poco de seguridad. Ava lo miró con sorpresa, pero después su rostro se dulcificó y apretó su mano. La luz cambió, obligando a Ethan a retirar su mirada de los ojos de Ava y enfocarse en la carretera. A pesar de eso, mantuvo su mano sobre la suya, ofreciendo un apoyo silencioso a medida que avanzaban hacia su destino. Al llegar a la residencia Churchill, Ethan estacionó el auto y ambos se dirigieron hacia la entrada. Ava se sentía nerviosa, pero también aliviada de tener a Ethan a su lado para enfrentar una desilusión si las sospechas de su esposo eran falsas. El señor y la señora Churchill los recibieron en la oficina que tenían en su casa, un despacho
Ivette, la niñera de Diana, se encontraba en la cálida habitación en el último piso de la majestuosa mansión Miller. Una sonrisa tierna iluminaba su rostro mientras acariciaba con suavidad la piel suave de la pequeña. Los curiosos ojos de Diana observaban con asombro cada movimiento de Ivette, fascinada por el amoroso cuidado que le brindaba. ―Vamos, mi pequeña Diana ―murmuró Ivette con voz apacible―. Hoy es un día especial. Iremos al parque a disfrutar con tu mamá. La mirada de Diana se iluminó con un destello de emoción al escuchar la mención de su mamá. Los momentos junto a Ava eran una fuente de alegría para la niña, llenos de risas y juegos que compartían con otros niños en el parque. La mención de su mamá encendió una chispa de entusiasmo en su corazón. Sin embargo, mientras Ivette tejía su dulce narración, fuera de la habitación, Samuel escuchaba con furia creciente Ajena a la tensión que se cernía en el ambiente, Ivette continuó con su tarea, eligiendo cuidadosamente un atu
Sentado en el césped del parque, Ethan observaba a través de la pantalla de su móvil a Ava con su bebé. Cada gesto de amor, cada sonrisa y cuidado que prodigaba a Diana lo llenaban de asombro. La ternura con la que la sostenía, el cariño que le dedicaba, todo eso estaba muy lejos de su experiencia personal.Con un dejo de envidia pensó que él nunca tuvo ese tipo de amor. Su padre fue un hombre severo y poco cariñoso, aunque justo. Su madre una mujer de alta sociedad donde lo que importante era la apariencia y la vanidad y no el criar a sus hijos, para eso estaban las niñeras.Esa tarde, ante sus ojos, Ava encarnaba a la madre que estaría dispuesta a todo por sus hijos. Y en ese instante, una pregunta se adentró en su mente: ¿Cómo sería ser amado de esa manera, con esa devoción y cuidado? Observar a Ava interactuar con Diana avivó una chispa de anhelo que desconocía.Sin embargo, su atención fue desviada cuando captó palabras en la conversación entre Ivette, la trabajadora social y alg
―¿Estás sugiriendo que consideremos un secuestro, Ava? ―inquirió Ethan, incorporándose en la cama con una mezcla de sorpresa y preocupación en su rostro.―No sería un secuestro, Ethan. Es mi hija, necesito sacarla de ese lugar. Está viviendo con un hombre peligroso, un estafador que la maltrata. Samuel no siente ningún amor por su propia hija ―explicó ella con voz suplicante, tomando su mano en busca de apoyo. ―Te lo imploro, Ethan. Eres la única persona en la que confío para ayudarme en esto.Ethan la miró con seriedad, dejando entrever una mezcla de pesar y resolución en sus ojos.―Ava, haría cualquier cosa por ti, excepto algo así ―dijo con un tono cargado de seriedad. ―Porque, lamentablemente, a ojos de la ley, sí sería un secuestro. No puedo permitir que pongas en riesgo tu vida y la de Diana cuando estás tan cerca de lograr tu objetivo. ¿Quieres arriesgar tu libertad nuevamente? ¿Poner en peligro tus posibilidades de obtener la custodia de tu hija?Ava bajó la mirada, sintiendo
Ava se despertó cuando Ethan abrió una de las cortinas de la habitación de invitados, al abrir los ojos, se encontró con el carrito del desayuno dispuesto al lado de la cama. ―Buenos días, esposa. Espero que hayas tenido un buen descanso ―saludó Ethan con una sonrisa. ―¿Realmente necesito levantarme de la cama? ―preguntó, su cabeza aún hundida en la almohada. ―No es necesario, pero si decides quedarte ahí, me veré obligado a unirme a ti en la cama, y perderemos un día perfecto para disfrutar de la piscina ―respondió Ethan en tono juguetón. ―No suena como una mala idea quedarnos aquí ―murmuró Ava con picardía. ―Mamá y Bárbara se han ido para pasar el fin de semana con unas amigas, el típico viaje que hacen cuando se reúnen las brujas del aquelarre ―informó Ethan con una sonrisa traviesa―. No regresarán hasta el lunes, así que tendremos la casa para nosotros solos. La perspectiva de tener la casa para ellos era tentadora, y Ava respondió con una sonrisa más amplia mientras se acomo
Samuel iba entrando a su casa cuando su teléfono sonó, con fastidio sacó el aparato pensando que de seguro era Susan, estaba harto de esa mujer y ya no sabía como darle largas a la presión para que se casara con ella. Sin embargo, se apresuró a contestar, era su contacto en la fiscalía.―¿Qué quieres? ―masculló al responder, notando la voz sigilosa y apresurada de su contacto en la fiscalía.―Los Churchill acaban de salir de la oficina del jefe ―informó la voz susurrante del informante, y en un instante, el corazón de Samuel comenzó a latir desbocado. ―Han presentado nuevas pruebas en el caso de tu exmujer. Una de ellas es una pericia caligráfica que prueba que Ava Miller no firmó las órdenes de compra ni el traspaso de acciones de la compañía. En este momento están emitiendo una orden de captura para ti. Haré lo posible por retrasar lo inevitable, pero prepárate.El teléfono se apagó, dejando a Samuel pálido y helado. La sorpresa y el miedo se apoderaron de él. ¿Cómo había conseguido
Ava despertó dentro de la ambulancia, su mente era una mezcla de confusión y desesperación. El corazón le latía con fuerza, y el eco de la noticia de que Samuel se había llevado a su hija resonaba en sus oídos como una pesadilla recurrente. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras el miedo y la impotencia se apoderaban de ella. La realidad de la situación la golpeó como un puñetazo en el estómago.Ethan estaba junto a su camilla, con la mirada perdida en la preocupación. Sus ojos se encontraron con los de Ava cuando escuchó sus sollozos, y levantó la cabeza con una expresión que combinaba la preocupación con el temor por la salud de su esposa. La presencia de Ethan era un recordatorio constante de la encrucijada en la que se encontraban.―Dime que sabes ―suplicó Ava entre sollozos, su voz cargada de dolor y anhelo.Ethan tomó una respiración profunda antes de responder, su voz temblaba con la seriedad de la situación.― Evans comenzó el incendio en la casa, la policía cree que debe t
Ivette abrazó a Diana mientras veía la luces de la camioneta de Samuel perderse en la oscuridad. La niña estaba aferrada a ella de miedo, su padre había gritado sus instrucciones exasperado por el llanto de la pequeña. Después las abandonó en ese lugar en el medio del bosque con comida y agua para unos días.―No soy un asesino de niños, Ivette, no mataré a mi propia hija, esa es la única razón por lo que sigues viva. En la mañana llenaras esta mochila ―ordenó señalándola el bolso que estaba en un perchero en la cocina ―con toda la comida que puedas cargar. Detrás de la cabaña hay un arroyo que desemboca a un río, síguelo corriente abajo y en unos días llegaras a la civilización. Tienes lo necesario para sobrevivir―No, nos haga esto, señor Samuel, Diana es muy pequeña, no resistirá una caminata de varios días, ¿Cómo podré llevarla en brazos más las cosas que debo cargar? ¿y qué haremos en la noche cuando haga frío? ¿Y si los animales nos atacan?―Te llevas una manta y enciende una hog