Ivette abrazó a Diana mientras veía la luces de la camioneta de Samuel perderse en la oscuridad. La niña estaba aferrada a ella de miedo, su padre había gritado sus instrucciones exasperado por el llanto de la pequeña. Después las abandonó en ese lugar en el medio del bosque con comida y agua para unos días.―No soy un asesino de niños, Ivette, no mataré a mi propia hija, esa es la única razón por lo que sigues viva. En la mañana llenaras esta mochila ―ordenó señalándola el bolso que estaba en un perchero en la cocina ―con toda la comida que puedas cargar. Detrás de la cabaña hay un arroyo que desemboca a un río, síguelo corriente abajo y en unos días llegaras a la civilización. Tienes lo necesario para sobrevivir―No, nos haga esto, señor Samuel, Diana es muy pequeña, no resistirá una caminata de varios días, ¿Cómo podré llevarla en brazos más las cosas que debo cargar? ¿y qué haremos en la noche cuando haga frío? ¿Y si los animales nos atacan?―Te llevas una manta y enciende una hog
El salón de conferencias estaba saturado de periodistas y cámaras, todos aguardando ansiosos la entrada de Ava Anderson. La atmósfera estaba cargada de tensión cuando ella finalmente cruzó la sala y se detuvo ante el podio. El murmullo se apaciguó y los destellos de las cámaras inundaron el espacio.Consciente de que esta rueda de prensa era su ventana directa a Samuel, Ava sabía que tenía que hacer una súplica pública por el regreso de su hija. A pesar de la mirada inquisitiva de las cámaras y los ojos expectantes de la audiencia, su atención se mantenía fija en un único objetivo: encontrar a Diana.Aclaró su garganta y comenzó a hablar, su voz llenando la sala con determinación.―Buenos días a todos. Quiero comenzar expresando mi agradecimiento a todos los que han estado siguiendo la situación de mi hija Diana y a aquellos que nos han brindado su apoyo. Han sido días difíciles, cargados de angustia y preocupación, y estoy aquí para hacer un llamado desde el fondo de mi corazón.Los
El Ava y Ethan se encontraban en la uno de los salones de la mansión, Ava se sentía desesperada ante la exigencia de Samuel, podía reunir esa cantidad, pero no en veinticuatro horas. La policía sospechaba que ese era el tiempo que él disponía antes de salir del país por México.―Ethan, necesito que me ayudes a reunir el dinero ―dijo Ava, su voz temblorosa pero decidida.―Ya te dije, Ava, haré todo lo que esté en mi poder para encontrar el dinero que necesitas para el rescate de Diana ―respondió, su tono mostrando la gravedad de la situación.Ava se mordió el labio, luchando contra sus emociones. Sabía que lo que estaba a punto de proponer era un riesgo enorme, pero estaba dispuesta a todo por su hija.―Ethan, escúchame. Mi empresa, Construcciones Miller, es el activo más valioso que tengo. Estoy dispuesta a entregarla en su totalidad a cambio del dinero que necesito para pagar el rescate de Diana.Ethan la miró con sorpresa, sus ojos buscando los de ella en busca de algún rastro de en
Ava y Ethan estaban sentados en el borde del sofá, los ojos fijos en el teléfono que Ava sostenía en su mano, ansiosos por recibir la llamada de Samuel para efectuar el pago del rescate de Diana. Después de arduos esfuerzos, habían logrado reunir el dinero necesario y estaban listos para hacer la transferencia que traería de vuelta a la niña.Los minutos parecían estirarse hasta lo infinito, hasta que finalmente un tono de llamada rompió la tensión en la habitación, sacando a los Anderson de su letargo. Ava frunció el ceño al darse cuenta de que no era su teléfono el que estaba sonando, sino el teléfono del oficial de policía que los acompañaba en ese crucial momento.―Diga ―respondió el oficial mientras atendía la llamada.Ava y Ethan intercambiaron miradas de preocupación, esperando ansiosamente cualquier información. Observaron con atención al oficial mientras escuchaba las noticias del otro lado de la línea. Cuando vieron que el rostro del oficial se iluminaba con una sonrisa y qu
Al amanecer, los tenues rayos de sol comenzaron a filtrarse a través de las cortinas de la habitación del hospital. Ava despertó lentamente, parpadeando mientras su mente volvía a la realidad. Al girar la cabeza, su corazón dio un brinco en su pecho al encontrarse con la vista de Diana, de pie en el borde de su cama, mirándola con una sonrisa cálida y llena de amor.―¡Mamá! ―exclamó Diana con entusiasmo, sus ojos chispeando de alegría.Ava no pudo evitar soltar un suspiro de alivio y felicidad. Extendió los brazos y Diana se lanzó hacia ella, abrazándola con fuerza. Las lágrimas amenazaron con asomar, pero Ava luchó por mantener la calma mientras acariciaba el cabello de su hija.―Mi pequeña hija, estoy tan feliz de verte ―susurró Ava, sus labios rozando la cabeza de Diana.Diana se apartó ligeramente, sus ojos brillando con una mezcla de inocencia y emoción.―Hombre papá, malo, lejos, mamá, caminamos y dormimos en el bosque, oscuro, frío, miedo, no gustó ―contó Diana en su manera car
Esa noche, una cena ligera fue servida temprano, ya que los Mendoza se encontraban exhaustos y ansiaban el descanso. Después de comer, se retiraron a sus habitaciones temprano para recobrar fuerzas.En un ambiente más relajado, en la sala de estar, las palabras de Ethan resonaban con un tono tranquilizador.―Podemos organizar el viaje a las Bahamas en unos días. Así tendrán tiempo de descansar y prepararse para el viaje. No se preocupen por nada, Ava se encargará de todos los detalles. Mientras tanto, disfruten de la piscina y de la ciudad ―anunció con una sonrisa.Ava agradeció con la mirada el apoyo y la planificación de su esposo. Bárbara intervino, compartiendo su gesto amable.―Espero que no te importe, Ava, pero al enterarme de que habían regresado, compré algunas cosas para Diana y para Ivette. Entiendo que perdieron todas sus cosas en el incendio ―comentó Bárbara con empatía.―Eso es increíblemente amable de tu parte. Gracias ―respondió Ava sinceramente.Ivette también expresó
La atmósfera en la casa ese día estaba impregnada de risas y alegría. Las maletas empacadas esperaban junto a la puerta, llenas de emoción y la promesa de días inolvidables en Las Bahamas. Los pasos apresurados de Diana resonaban a través de los pasillos mientras corría en busca de algo, su risa musical llenando cada rincón. Era un contraste tan palpable con los días oscuros que habían dejado atrás.Al día siguiente a la llegada de Diana. Tamara se había marchado sin decir una palabra y había regresado esa mañana solo para encerrarse en su habitación. La situación podía ser incómoda, pero Ava decidió concentrarse en la felicidad que había regresado a su hogar.Durante los días previos a su partida, Ivette y su familia aprovecharon para relajarse y disfrutar del tiempo juntos. La piscina se convirtió en un escenario de risas y juegos, con Diana en el centro de la diversión. Excursiones por la ciudad llenaron sus días con nuevas experiencias y recuerdos compartidos. Mientras tanto, Ava
El cálido sol de Las Bahamas abrazaba la mañana, haciendo que el ambiente fuera perfecto para disfrutar de un día en familia. Ethan se acercó a Ava con un paquete envuelto con elegancia, sus ojos brillando con expectación.―Lo compré para ti ―dijo Ethan, ofreciéndole el regalo con una sonrisa.Ava tomó el paquete con curiosidad y lo abrió, revelando un hermoso bikini rojo que reflejaba su estilo elegante y clásico. El corte conservador no comprometía su comodidad, pero al mismo tiempo dejaría su espalda al descubierto, incluyendo la cicatriz que la atravesaba.―Me lo probaré ―respondió Ava con una mezcla de emoción y aprehensión.Minutos después, se miraba en el espejo del baño. El frente del bikini le quedaba perfectamente, y su creciente barriga la hacía sentirse hermosa y radiante. Sin embargo, al girarse para observar su espalda, la cicatriz quedó expuesta en toda su crudeza.―¿Crees que Diana se asustará al ver mi cicatriz? ―preguntó, preocupada, mirando a Ethan en el espejo.―No