El Ava y Ethan se encontraban en la uno de los salones de la mansión, Ava se sentía desesperada ante la exigencia de Samuel, podía reunir esa cantidad, pero no en veinticuatro horas. La policía sospechaba que ese era el tiempo que él disponía antes de salir del país por México.―Ethan, necesito que me ayudes a reunir el dinero ―dijo Ava, su voz temblorosa pero decidida.―Ya te dije, Ava, haré todo lo que esté en mi poder para encontrar el dinero que necesitas para el rescate de Diana ―respondió, su tono mostrando la gravedad de la situación.Ava se mordió el labio, luchando contra sus emociones. Sabía que lo que estaba a punto de proponer era un riesgo enorme, pero estaba dispuesta a todo por su hija.―Ethan, escúchame. Mi empresa, Construcciones Miller, es el activo más valioso que tengo. Estoy dispuesta a entregarla en su totalidad a cambio del dinero que necesito para pagar el rescate de Diana.Ethan la miró con sorpresa, sus ojos buscando los de ella en busca de algún rastro de en
Ava y Ethan estaban sentados en el borde del sofá, los ojos fijos en el teléfono que Ava sostenía en su mano, ansiosos por recibir la llamada de Samuel para efectuar el pago del rescate de Diana. Después de arduos esfuerzos, habían logrado reunir el dinero necesario y estaban listos para hacer la transferencia que traería de vuelta a la niña.Los minutos parecían estirarse hasta lo infinito, hasta que finalmente un tono de llamada rompió la tensión en la habitación, sacando a los Anderson de su letargo. Ava frunció el ceño al darse cuenta de que no era su teléfono el que estaba sonando, sino el teléfono del oficial de policía que los acompañaba en ese crucial momento.―Diga ―respondió el oficial mientras atendía la llamada.Ava y Ethan intercambiaron miradas de preocupación, esperando ansiosamente cualquier información. Observaron con atención al oficial mientras escuchaba las noticias del otro lado de la línea. Cuando vieron que el rostro del oficial se iluminaba con una sonrisa y qu
Al amanecer, los tenues rayos de sol comenzaron a filtrarse a través de las cortinas de la habitación del hospital. Ava despertó lentamente, parpadeando mientras su mente volvía a la realidad. Al girar la cabeza, su corazón dio un brinco en su pecho al encontrarse con la vista de Diana, de pie en el borde de su cama, mirándola con una sonrisa cálida y llena de amor.―¡Mamá! ―exclamó Diana con entusiasmo, sus ojos chispeando de alegría.Ava no pudo evitar soltar un suspiro de alivio y felicidad. Extendió los brazos y Diana se lanzó hacia ella, abrazándola con fuerza. Las lágrimas amenazaron con asomar, pero Ava luchó por mantener la calma mientras acariciaba el cabello de su hija.―Mi pequeña hija, estoy tan feliz de verte ―susurró Ava, sus labios rozando la cabeza de Diana.Diana se apartó ligeramente, sus ojos brillando con una mezcla de inocencia y emoción.―Hombre papá, malo, lejos, mamá, caminamos y dormimos en el bosque, oscuro, frío, miedo, no gustó ―contó Diana en su manera car
Esa noche, una cena ligera fue servida temprano, ya que los Mendoza se encontraban exhaustos y ansiaban el descanso. Después de comer, se retiraron a sus habitaciones temprano para recobrar fuerzas.En un ambiente más relajado, en la sala de estar, las palabras de Ethan resonaban con un tono tranquilizador.―Podemos organizar el viaje a las Bahamas en unos días. Así tendrán tiempo de descansar y prepararse para el viaje. No se preocupen por nada, Ava se encargará de todos los detalles. Mientras tanto, disfruten de la piscina y de la ciudad ―anunció con una sonrisa.Ava agradeció con la mirada el apoyo y la planificación de su esposo. Bárbara intervino, compartiendo su gesto amable.―Espero que no te importe, Ava, pero al enterarme de que habían regresado, compré algunas cosas para Diana y para Ivette. Entiendo que perdieron todas sus cosas en el incendio ―comentó Bárbara con empatía.―Eso es increíblemente amable de tu parte. Gracias ―respondió Ava sinceramente.Ivette también expresó
La atmósfera en la casa ese día estaba impregnada de risas y alegría. Las maletas empacadas esperaban junto a la puerta, llenas de emoción y la promesa de días inolvidables en Las Bahamas. Los pasos apresurados de Diana resonaban a través de los pasillos mientras corría en busca de algo, su risa musical llenando cada rincón. Era un contraste tan palpable con los días oscuros que habían dejado atrás.Al día siguiente a la llegada de Diana. Tamara se había marchado sin decir una palabra y había regresado esa mañana solo para encerrarse en su habitación. La situación podía ser incómoda, pero Ava decidió concentrarse en la felicidad que había regresado a su hogar.Durante los días previos a su partida, Ivette y su familia aprovecharon para relajarse y disfrutar del tiempo juntos. La piscina se convirtió en un escenario de risas y juegos, con Diana en el centro de la diversión. Excursiones por la ciudad llenaron sus días con nuevas experiencias y recuerdos compartidos. Mientras tanto, Ava
El cálido sol de Las Bahamas abrazaba la mañana, haciendo que el ambiente fuera perfecto para disfrutar de un día en familia. Ethan se acercó a Ava con un paquete envuelto con elegancia, sus ojos brillando con expectación.―Lo compré para ti ―dijo Ethan, ofreciéndole el regalo con una sonrisa.Ava tomó el paquete con curiosidad y lo abrió, revelando un hermoso bikini rojo que reflejaba su estilo elegante y clásico. El corte conservador no comprometía su comodidad, pero al mismo tiempo dejaría su espalda al descubierto, incluyendo la cicatriz que la atravesaba.―Me lo probaré ―respondió Ava con una mezcla de emoción y aprehensión.Minutos después, se miraba en el espejo del baño. El frente del bikini le quedaba perfectamente, y su creciente barriga la hacía sentirse hermosa y radiante. Sin embargo, al girarse para observar su espalda, la cicatriz quedó expuesta en toda su crudeza.―¿Crees que Diana se asustará al ver mi cicatriz? ―preguntó, preocupada, mirando a Ethan en el espejo.―No
La furia ardía en Ava, y no era para menos. En tan solo unos pocos días, la presencia de Tamara en la casa había convertido la tranquilidad en un caos. Gloria, el ama de llaves, estaba al borde de la renuncia, exhausta por las demandas constantes de su suegra y de Cristina, quienes parecían creer que la pobre mujer estaba allí para satisfacer sus más mínimos caprichos.Y como si eso no fuera suficiente, Tamara había organizado de una fiesta. Sin pedir permiso y sin siquiera avisar, había tomado el control como si fuera la dueña absoluta de la casa. La paciencia de Ava estaba al límite.Bárbara había optado por evadir la situación, refugiándose en su habitación o escapando a la playa o al pueblo siempre que podía. Mientras tanto, Ethan trataba de concentrarse en su trabajo en línea, mientras ella lidiaba con Diana y con las visitas sorpresa que su suegra había traído consigo.―Ethan, tu madre ha organizado una fiesta para esta noche y me acabo de enterar ―expresó Ava, su voz cargada de
El mundo parecía derrumbarse alrededor de Ava, como si todo lo que había conocido y amado se desvaneciera en un abrir y cerrar de ojos. Las lágrimas amenazaban con brotar, pero se obligó a mantener la calma por el bien de Diana. Sin decir una palabra, dio media vuelta y abandonó la habitación, sintiendo cómo su corazón latía desbocado y su mente estaba aturdida por una mezcla de emociones abrumadoras.Caminó por el pasillo en silencio, cada paso parecía pesar toneladas mientras la tristeza, la traición y la rabia se agolpaban en su interior. No podía creer lo que acababa de presenciar, y lo peor era que Ethan parecía estar tan indiferente que ni siquiera se había levantado tras ella. El pasillo parecía interminable, como una metáfora de la brecha que se estaba formando entre ellos.Finalmente, llegó a su habitación. Entró y encendió la lámpara de la mesita de noche que se encontraba a su lado de la cama, iluminando la habitación con una luz suave. Su mirada cayó sobre Diana, durmiendo