Esa noche, una cena ligera fue servida temprano, ya que los Mendoza se encontraban exhaustos y ansiaban el descanso. Después de comer, se retiraron a sus habitaciones temprano para recobrar fuerzas.En un ambiente más relajado, en la sala de estar, las palabras de Ethan resonaban con un tono tranquilizador.―Podemos organizar el viaje a las Bahamas en unos días. Así tendrán tiempo de descansar y prepararse para el viaje. No se preocupen por nada, Ava se encargará de todos los detalles. Mientras tanto, disfruten de la piscina y de la ciudad ―anunció con una sonrisa.Ava agradeció con la mirada el apoyo y la planificación de su esposo. Bárbara intervino, compartiendo su gesto amable.―Espero que no te importe, Ava, pero al enterarme de que habían regresado, compré algunas cosas para Diana y para Ivette. Entiendo que perdieron todas sus cosas en el incendio ―comentó Bárbara con empatía.―Eso es increíblemente amable de tu parte. Gracias ―respondió Ava sinceramente.Ivette también expresó
La atmósfera en la casa ese día estaba impregnada de risas y alegría. Las maletas empacadas esperaban junto a la puerta, llenas de emoción y la promesa de días inolvidables en Las Bahamas. Los pasos apresurados de Diana resonaban a través de los pasillos mientras corría en busca de algo, su risa musical llenando cada rincón. Era un contraste tan palpable con los días oscuros que habían dejado atrás.Al día siguiente a la llegada de Diana. Tamara se había marchado sin decir una palabra y había regresado esa mañana solo para encerrarse en su habitación. La situación podía ser incómoda, pero Ava decidió concentrarse en la felicidad que había regresado a su hogar.Durante los días previos a su partida, Ivette y su familia aprovecharon para relajarse y disfrutar del tiempo juntos. La piscina se convirtió en un escenario de risas y juegos, con Diana en el centro de la diversión. Excursiones por la ciudad llenaron sus días con nuevas experiencias y recuerdos compartidos. Mientras tanto, Ava
El cálido sol de Las Bahamas abrazaba la mañana, haciendo que el ambiente fuera perfecto para disfrutar de un día en familia. Ethan se acercó a Ava con un paquete envuelto con elegancia, sus ojos brillando con expectación.―Lo compré para ti ―dijo Ethan, ofreciéndole el regalo con una sonrisa.Ava tomó el paquete con curiosidad y lo abrió, revelando un hermoso bikini rojo que reflejaba su estilo elegante y clásico. El corte conservador no comprometía su comodidad, pero al mismo tiempo dejaría su espalda al descubierto, incluyendo la cicatriz que la atravesaba.―Me lo probaré ―respondió Ava con una mezcla de emoción y aprehensión.Minutos después, se miraba en el espejo del baño. El frente del bikini le quedaba perfectamente, y su creciente barriga la hacía sentirse hermosa y radiante. Sin embargo, al girarse para observar su espalda, la cicatriz quedó expuesta en toda su crudeza.―¿Crees que Diana se asustará al ver mi cicatriz? ―preguntó, preocupada, mirando a Ethan en el espejo.―No
La furia ardía en Ava, y no era para menos. En tan solo unos pocos días, la presencia de Tamara en la casa había convertido la tranquilidad en un caos. Gloria, el ama de llaves, estaba al borde de la renuncia, exhausta por las demandas constantes de su suegra y de Cristina, quienes parecían creer que la pobre mujer estaba allí para satisfacer sus más mínimos caprichos.Y como si eso no fuera suficiente, Tamara había organizado de una fiesta. Sin pedir permiso y sin siquiera avisar, había tomado el control como si fuera la dueña absoluta de la casa. La paciencia de Ava estaba al límite.Bárbara había optado por evadir la situación, refugiándose en su habitación o escapando a la playa o al pueblo siempre que podía. Mientras tanto, Ethan trataba de concentrarse en su trabajo en línea, mientras ella lidiaba con Diana y con las visitas sorpresa que su suegra había traído consigo.―Ethan, tu madre ha organizado una fiesta para esta noche y me acabo de enterar ―expresó Ava, su voz cargada de
El mundo parecía derrumbarse alrededor de Ava, como si todo lo que había conocido y amado se desvaneciera en un abrir y cerrar de ojos. Las lágrimas amenazaban con brotar, pero se obligó a mantener la calma por el bien de Diana. Sin decir una palabra, dio media vuelta y abandonó la habitación, sintiendo cómo su corazón latía desbocado y su mente estaba aturdida por una mezcla de emociones abrumadoras.Caminó por el pasillo en silencio, cada paso parecía pesar toneladas mientras la tristeza, la traición y la rabia se agolpaban en su interior. No podía creer lo que acababa de presenciar, y lo peor era que Ethan parecía estar tan indiferente que ni siquiera se había levantado tras ella. El pasillo parecía interminable, como una metáfora de la brecha que se estaba formando entre ellos.Finalmente, llegó a su habitación. Entró y encendió la lámpara de la mesita de noche que se encontraba a su lado de la cama, iluminando la habitación con una luz suave. Su mirada cayó sobre Diana, durmiendo
Ethan la miró desconcertado, hasta que las palabras entraron a su mente y con horror se dio cuenta de su significado. Ava ya sabía de lo sucedido y eso era algo que nunca podría perdonarle. Bastante mentira y traiciones había sufrido en su vida para dejar pasar algo así.Con rapidez se puso su ropa y sin decirle nada a Cristina salió corriendo de la habitación, entró en la suya y la encontró toda revuelta. La cama estaba sin hacer y pilas de ropa y zapatos de Ava se encontraban desechados en el piso. Fue al armario buscando una pista y se encontró con que faltaba una maleta.Corrió a la habitación de Diana y todas las pertenecías de la beba habían desaparecido al igual que la maleta rosa de dibujos animados que él le había regalado.Las lágrimas pugnaron por salir de sus ojos y furioso consigo mismo arrancó la lampara y la estrelló contra la pared. Se sentó en la cama y se tapó los ojos tratando de pensar en una solución, pero el dolor de cabeza y las ganas de vomitar le impedían pens
Ava entró en el edificio de Construcciones Miller, y esta vez fue recibida de manera muy diferente a la última vez. Su elegancia natural se reflejaba en cada paso mientras se dirigía hacia el ascensor. Los trabajadores la saludaban con sonrisas, e incluso el guardia de seguridad, que en su visita anterior le había negado el acceso, ahora la recibía con un gesto amigable.―Buenos días, señorita Miller ―la saludó el hombre con un poco de aprehensión.―Buenos días, Mike ―respondió ella con educación.El hombre palideció «¡Oh, Dios! Sabe mi nombre, de seguro de despedirán» pensó con angustia.―Mike, ningún trabajador que haga bien su trabajo, sea honesto y trabajador será despedido de esta empresa ―aseguró Ava reconociendo el temor que había entre los empleados.Un aplauso espontáneo estalló en la recepción, reflejando el alivio de los trabajadores que habían vivido bajo el régimen de terror de Samuel Evans.Ava agradeció con una inclinación de cabeza y una sonrisa, entró en el ascensor d
―¿Qué haré yo para solucionarlo? ―preguntó Ava con incredulidad, estaba asombrada por la arrogancia de ese hombre. ―. Absolutamente nada, eres tú el que debe dar explicaciones... ―Te la acabo de dar ―respondió encogiéndose de hombros, sabía que la estaba provocando, pero quería darle a entender que no se conformaría con menos que su confianza ciega. ―No, solo me has traído un papel que puede ser falso, me has dicho que te alguien te drogó y nada más, necesito explicaciones, acciones de lo que vas a hacer con tu madre, promesas de fidelidad, cualquier cosa menos que traslades la culpa y la dejes caer sobre mí ―explotó Ava ―Escuché a esa m*****a mujer decir que me quitarías mi compañía, se burló diciendo que me no te sería deshacerte de mí, que yo firmaría cualquier cosa que me pusieras por delante, como si yo fuera tan tonta como antes. ―¿Qué fue lo que yo respondí? ―preguntó el impasible. ―No lo sé, solo escuché un murmullo y te aseguro que después de ver a esa mujer moviéndose enc