«Un mal sueño»—¿Cuándo se detuvo la brisa? ¿Por qué la vida se ensaña en hacerme sufrir? ¡Por favor, que esto sea una pesadilla! A pesar de verme fuerte, soy débil, muy débil…Gabriel cayó de rodillas y no quiso ver en las condiciones en las que había quedado su prometida después de caer de las escaleras. No era dolor, porque el dolor no podía describir lo que estaba sintiendo en ese momento. Más bien, era un fuego que quemaba todo su interior.La luz se apagó y todo su mundo se derribó dejándolo solo una vez más, pero en esta ocasión no quería luchar, no quería pelear, no quería persistir. Su mundo oscureció y perdió todo tipo de sentido. «Sonidos de las sirenas»—¡Ayuda!—¡Qué alguien haga algo!Los sonidos y las palabras se calaban hasta lo profundo de su ser y en ese momento solo deseaba morir junto a su familia…—Gabriel, debemos ir al hospital hacia donde trasladaron a Laura.—No quiero, no quiero volver a pasar esa horrible sensación por segunda vez. —Se negó de inmediato.—¿E
«Un sueño»Un estruendo y un cristal roto fueron el resultado que dejó la brisa cuando se coló por la ventana en donde se encontraba durmiendo Laura. En ese mismo instante abrió sus ojos, estaba agitada e incrédula por lo que acababa de soñar.Miró todo su alrededor para poder convencerse de que había despertado.—¡Qué tonta! —expresó burlándose de sí misma, pues acababa de tener un sueño que le parecía imposible. —¿Cómo puedo ni siquiera pensar que un hombre tan poderoso como lo es Gabriel Wilson podría llegar a invitarme a su cama?—¡Se vale soñar! —escuchó la voz de Ángela. Su mejor amiga y compañera de apartamento.Después de tan jocosa respuesta, ambas rieron. Laura se puso de pie y observó al vecindario por su pequeña y rota ventana.—¡Basta de soñar estupideces hora de seguir buscando empleo!Tomó un baño y luego en pijama preparó su café y se sentó en su laptop. No pasó mucho tiempo cuando una hermosa noticia encontrada en su computadora la hizo saltar de emoción.—¡No lo pued
“Contratada” Todo se volvía un caos cuando Gema empezaba a llorar. Gabriel se ponía nervioso y salía de la casa, pues el llanto de la pequeña era frecuente y muy irritable.—Permiso, señor. —¡Qué quieres! —se dirigió a la baby-sitter con mirada contundente y enloquecido por el llanto de su hija. Ella dio dos pasos al frente, colocó a la niña al lado de su padre y se dirigió a él. —Vengo a renunciar. Yo no fui contratada como baby-sitter y esta niña parece enferma. —¿Enferma? —Sí. Ella necesita un padre, ya que no tiene a su madre y también necesita amor. No solo a alguien que se encargue de ella. Después de esas palabras se marchó sin mirar atrás. Ella era la tercera persona en ese mes que le renunciaba al señor Wilson, pues entre su mal genio y el llanto frecuente de la niña, todo parecía un caso perdido. Él, después de que la mujer se marchó, observó a la pequeña y en ese momento también su hija lo miró a él. —Ya te entendí, ahora iremos a hacer la única cosa que te suele t
«Polos opuestos» —¡Buenas noches! Regresó Gabriel y al abrir la puerta y sentir tanto silencio a su llegada, le parecía increíble. En ese momento Sofía se acercó a él. —Buenas noches, señor. —¿Está todo bien? —Está todo bien y con la misma calma que encuentra su casa ha pasado desde la mañana, increíblemente la pequeña Gema no ha llorado y en las ocasiones que ha despertado ha comido muy tranquila, al parecer le gusta su nueva baby-sitter. —¿Cómo ella puede lograrlo? Ayer la conoció en la empresa y se recostó en sus brazos como si la conociera. —Hay personas que tienen un aura pacífica y eso los niños lo detectan, vamos a cuidar de ella y trate de no maltratarla para que permanezca en casa. Aunque le costara el empleo, Sofía decidió hablar, pues conocía las actitudes de su jefe y no eran para nada buenas, pues Gabriel estaba acostumbrado a gritarle a sus empleadas en la desesperación y los llantos de la pequeña Gema. Él subió las escaleras y encontró a Laura cantándole a la p
«El dolor»De regreso a la mansión, Laura encontró a la abuela de la niña intentando calmar su llanto, pero sin éxito aparente.—Buenas tardes. —Laura se presentó con la señora y de inmediato la niña abrió sus brazos para recibirla.—¿Eres la nueva niñera? —preguntó mirando a la joven de pies a cabeza.—Así es. —Se acercó y tendió su mano. —Mi nombre es Laura, un placer conocerla.Ella se quedó pasmada al ver que la niña tomó el tetero, la arrulló en sus brazos para que se lo tomara e hizo silencio inmediatamente.—¡El placer es mío! —respondió aún impactada. —¿Hoy no era tu día libre?—Así es, pero el señor Wilson me pidió que regresara para cuidar de la pequeña, ya que no paraba de llorar.La señora Amanda tenía muchas preguntas. —¿Sabes que Gabriel está a punto de perder a la niña?—¿Qué? No sabía nada.—La familia de su esposa insiste en que él no cumple con los requisitos pautados para cuidar de la pequeña, incluso alegan que la niña no está bien de salud. —¡Oh no! Imagino que h
Laura no podía conciliar el sueño por más que lo intentó. La conversación con su jefe la hizo ir en retroceso y los rostros de sus padres y su pequeña hermana llegaron a su mente.Los extrañaba y le dolía solo pensar en ellos. En ese momento observó a la pequeña Gema mientras dormía en su cuna y entendió el porqué de su llanto, pues aunque era muy pequeña, podía sentir la ausencia de la mujer que le dio la vida.—Eres tan pequeña para vivir una ausencia tan dolorosa, pero te entiendo bastante y quizás por eso sientes tranquilidad en mi compañía. Pues estamos conectadas por un sentimiento y una gran pérdida.Para no despertarla, ella decidió salir a caminar al jardín e intentar terminar de leer un libro, así que lo tomó y se marchó de puntillas para no despertar a Gema.Mientras Gabriel por fin estaba teniendo un sueño junto a su amada Sandra.—¡Mi amor! ¡Estás aquí!Él la abrazó fuerte y se quebró a llorar en sus brazos. Ella estaba vestida de blanco y en su cabeza llevaba una corona
Pasaban los días y la relación entre Gema y Laura se fortalecía. La pequeña había tomado un nuevo hábito para dormir y lo hacía con su pequeña mano en el pecho de Laura. Esto la hacía dormir con facilidad y tranquilidad, pero a Laura le causaba curiosidad su manera de actuar con ella, así que empezó a investigar en la web, ya que le preocupaba que la niña la estuviera confundiendo con su mamá y le pudiera llevar problemas a su trabajo.Gema era muy pequeña y era sumamente adorable, pero la voz de su amiga, repitiendo que no debía encariñarse de la niña porque es un trabajo transitorio, la atrapaba en cada acercamiento.—Hola, ¿cómo están por aquí? —se presentó Gabriel con tres flores en las manos que luego entró y las colocó en la cuna de Gema.—En este instante la dejé durmiendo en su cuna, no había descansado en toda la tarde y se veía agotada.—Hoy te quiero agradecer por todo el cariño y la atención que tienes para mi hija.—Para esto me has contratado. Yo también te quiero agrade
Todo estaba preparado para iniciar la lectura, pero las manos de la joven empezaron a temblar.—¿No quieres hacerlo? —preguntó al notar su evidente inseguridad.—Ya lo he aceptado, pero eso no evita mi ansiedad.—Igual eso no te obliga a nada, pues somos dueños de lo que queremos callar.—También somos esclavos de lo mismo, pues si no enfrentamos lo que sentimos, entonces nos toca sufrirlo cada día en silencio.—Esto es lo que me hace sentir cómodo estando a tu lado, pues conoces perfectamente cómo realmente me siento.—Quizás porque no sentimos de la misma manera. Cuando era niña, mi madre soñaba con un hijo; era algo contradictorio, ya que mi padre deseaba una niña.—¿Tu madre no te quería por no ser un varón?—Claro que me quería, y eso lo demostró en su papel de madre, pues me brindó todo lo que necesitaba y más, pero nunca faltaron las diligencias para tener ese niño deseado. Cuando cumplí 19 años, mi madre logró su segundo embarazo. Ella estaba feliz, una brillante sonrisa llegó