Contratada

“Contratada”

 Todo se volvía un caos cuando Gema empezaba a llorar. Gabriel se ponía nervioso y salía de la casa, pues el llanto de la pequeña era frecuente y muy irritable.

—Permiso, señor.

 —¡Qué quieres! —se dirigió a la baby-sitter con mirada contundente y enloquecido por el llanto de su hija.

 Ella dio dos pasos al frente, colocó a la niña al lado de su padre y se dirigió a él. —Vengo a renunciar. Yo no fui contratada como baby-sitter y esta niña parece enferma.

 —¿Enferma?

 —Sí. Ella necesita un padre, ya que no tiene a su madre y también necesita amor. No solo a alguien que se encargue de ella.

 Después de esas palabras se marchó sin mirar atrás. Ella era la tercera persona en ese mes que le renunciaba al señor Wilson, pues entre su mal genio y el llanto frecuente de la niña, todo parecía un caso perdido.

 Él, después de que la mujer se marchó, observó a la pequeña y en ese momento también su hija lo miró a él. 

 —Ya te entendí, ahora iremos a hacer la única cosa que te suele tranquilizar, pero espero que puedas dormir temprano, necesito trabajar y estoy lleno de pendientes.

 Aunque le hablaba e intentaba comunicarse con su pequeña todo carecía de importancia, pues ella continuaba llorando sin parar, así que no le dejó otra salida que ir a su auto, batallar con la silla para bebé y amarrarla como pudo, pues por más que le explicaban cómo se utilizaba, el llanto de la bebé lo enloquecía y perdía la memoria por un instante. 

 No fue diferente y durante todo el camino Gema lloraba sin parar.

 —Aquí estamos.

 Como arte de magia, una vez que ingresaban al cementerio del pueblo, la pequeña Gema dejaba de llorar. Era solo acercarla un poco a la lápida donde yacían los restos de su madre, parecía increíble y como un acto de magia, pues la pequeña solo sintió su último aliento, ya que ella falleció al momento de su nacimiento y con solo acercarse a su cuerpo ya inerte dentro de una lápida fría le podía regalar la tranquilidad que la pequeña necesitaba, era algo que Gabriel nunca pudo descifrar, pero funcionaba a la perfección.

 Allí se durmió y le regaló una hora de tranquilidad a su padre, pero cuando observó su reloj eran las 9:00 de la mañana, él tenía que ir al trabajo, pues tenía montones de cosas pendientes que no podían esperar, así que tomó a la pequeña en brazos, la volvió a colocar en la silla y no pasó 5 minutos cuando comenzó a llorar nuevamente. 

 Ya frustrado y enloquecido, se estacionó y empezó a golpear su volante. No sabía qué hacer ni cómo hacerlo. ¿Qué estaba haciendo mal? ¿Hasta cuándo el dolor querrá apoderarse de su cuerpo, alma y espíritu? 

 Pero de esa manera solo empeoraba las cosas, pues Gema sentía miedo y empezaba a llorar más fuerte debido al miedo. En ese momento él abrió el auto y sintió que golpeó a una persona, esta cayó al piso. 

 —¡Perdón, señorita, no la vi! 

 —¿Está todo bien, señor? 

 La joven observó a Gabriel un poco desenfrenado y, por el llanto desesperado de la pequeña, de inmediato pensó en llamar a la policía, pues todo le parecía muy sospechoso y temía por la estabilidad y salud de un infante dentro de un auto con un desquiciado. 

 Laura, quien estaba al otro lado de la acera, se percató de todo lo que sucedía y en ese instante pudo descifrar los pensamientos de la joven, así que se acercó y fue ella quien le respondió. 

 —Sí, está todo bien, es solo que la pequeña, cuando se aleja de su madre, empieza a llorar sin parar. Disculpa, amor, ya estoy de regreso.

 Ella abrió la puerta del auto, tomó a la pequeña en brazos, se sentó como copiloto, tomó una tetera y empezó a alimentar a la niña. 

 Gabriel no entendía nada, pero con solo escuchar pausado el llanto de Gema todo su mundo se estabiliza, aunque el miedo de que volviera a suceder estaba presente.

 —¿Cómo es que puedes lograr esto? 

 —No entiendo nada, ¿a qué se refiere?

 —Me refiero al llanto de Gema. Esta niña lleva llorando desde las 6:00 de la mañana, cuando la única sirvienta de la casa me la llevó y renunció, ya que no pudo dormir debido a su llanto.

 —¿Está enferma la bebé? 

 —Según el doctor, no lo está, pero todo el tiempo llora, todo el tiempo…

 —Lo primero que debes hacer es tranquilizarte e intentar transmitirle a tu pequeña la tranquilidad que ella necesita. Cuándo estás exaltado, le transmites eso a tu hija y pienso que es una de las cosas que la mantiene desestabilizada.

 En ese momento solo podía ver sus labios moverse, pues en su brazo y tomando el tetero, Gema había quedado dormida profundamente. Parecía algo estúpido desde sus ojos, pues nadie lo había logrado y no era la primera vez, ya que había presenciado cómo también lo hizo el día anterior.

 —¿De verdad no tiene ningún tipo de experiencia con los niños? 

 —Es solo lo que te acabo de explicar. Los niños perciben cómo nos sentimos.

 Ahora que se durmió, la voy a colocar en la silla y me iré a mi segunda entrevista de trabajo. —Ella miró su reloj de pulsera. —Y por segunda vez se me ha hecho tarde.

 Ella intentó abrir la puerta del auto para colocar a Gema en su silla, pero él lo impidió y la cerró de momento. 

 —¡No, por favor! Te ofrezco un jugoso sueldo para que únicamente cuides de Gema.

 —Era yo quien atendía a mi hermana menor desde pequeña y eso no sirve como experiencia. Ayer me dejaste bastante claro que necesitaba una persona con experiencia en cuanto a bebés y yo…

 —Solo piensa en una cantidad y yo te la daré, pero necesito que me ayudes, estoy a punto de enloquecer.

 Ver su desesperación de alguna manera tocó el lado flexible de Laura y no pudo negarse. 

 —Bien, acepto, pero solo lo haré con el sueldo base, el mismo que le ofrecía a sus demás empleadas.

 —¡Muchas gracias!

 Ya más calmado y con silencio en su auto, él condujo de regreso a su mansión… Le mostró dónde dormía la pequeña y en el lugar donde también debía permanecer ella, pues aunque no se lo había ofrecido, estaba pensando en un jugoso sueldo. Él necesitaba que Laura se mantuviera al lado de su hija en todo momento para que los llantos no regresaran.

 —No es necesario que permanezca aquí. Cada noche puedo regresar a casa y venir al día siguiente temprano en la mañana.

 Él miró su reloj y luego la miró a ella. —¿Lo podemos discutir a mi regreso? Estoy super tarde y tengo cosas importantes pautadas para hoy.

 —Bien, no pierdas más tiempo.

 Él se acercó al ama de llaves y le pidió que estuviera a disposición de la joven, la presentó como su baby-sitter y a toda velocidad se marchó, pues tenía una agenda bastante apretada, pautada para ese día. 

 Mientras Laura miraba toda la habitación maravillada, jamás había estado en un lugar tan espacioso; todo era perfecto a la vanguardia y muy extravagante. Sus gustos eran exquisitos, muy parecidos a lo que ella siempre soñó, pero lo mejor de todo era que había conseguido un trabajo.

 La emoción la invadió, no lo pensó más y llamó a su amiga para contarle lo que estaba sucediendo.

 —¿No habías dicho que él se había negado? 

 —Así es, pero de camino a mi entrevista de trabajo lo vi en un mal momento y decidí ayudarlo.

 —¿No llegaste a la entrevista de trabajo? ¡Eso es una irresponsabilidad, Laura! 

 —¡No pude, amiga, no pude dejarlo en esa situación! Él estaba fuera de control y la niña… —En ese momento miró a la pequeña en la cuna dormida. —La niña estaba exhausta de tanto llorar.

 —Sí, entiendo que lo encontraste en un mal momento, pero ayudar a una persona no va a llenar tu estómago, Laura. Has estado pasando por muchas necesidades, sabes que en ocasiones comes solo una vez al día. Amiga, conozco tu hermoso corazón, pero no es momento de obras caritativas. Yo no puedo soportar verte, así por más tiempo, eres una mujer joven, con apenas 23 años. No es saludable vivir una vida así, no después de una cirugía de vida o muerte como la que enfrentaste 2 años y medio atrás.

 —Puedes estar tranquila, ya tengo un empleo. Él, antes de irse a la empresa, me aseguró de que estaba contratada e incluso me dijo que podía yo misma elegir el sueldo.

 —¿No te parece demasiado buena esa propuesta? 

 —Lo único que no me convence del todo es que me ha asignado una habitación para quedarme a dormir y de esa manera atender a la pequeña Gema.

 —Es lo que hacen las baby-sitters. ¿Ya lo sabías?

 —Te voy a extrañar mucho, no quiero dejarte sola, amiga.

 —Estoy segura de que viviendo en esa casa vas a poder alimentarte de la manera adecuada. Prefiero sufrir tu ausencia y saber que te estás alimentando de la manera correcta, mi Laura.

 —Te quiero mucho.

 —Yo también te quiero, princesa, cuídate mucho y no dejes de llamar cada día. 

 Después de terminar la llamada, Laura empezó a organizar aquella habitación, pues todo parecía un caos. Ella organizó todo mientras Gema dormía profundamente.

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