Michael la había llamado infinitas veces, en un primer momento, Danisa sostuvo su teléfono entre sus. Manos y pensó que debía hacer, ¿responder? ¿Enviar al infierno al único hombre que había amado? Pero la decisión era tan difícil, y consumía tanta energía de su maltrecho corazón, que al final la pospuso. Dejó su teléfono móvil sobre una mesita, lo silenció, y trató de olvidar su existencia.
Así pasó toda una semana, mientras Danisa siguió haciendo su vida normal; bueno, no normal, porque ella habitualmente no se comportaba de forma alocada, en cambio, estos días, cuando alguien le ofrecía unirse a un plan, lo aceptaba, y así es como acabó saliendo cada noche durante una semana.
Siete días después, una mañana oscura, en que la niebla cubría el cielo de París, Dan
Las horas que pasaron entre la llamada de teléfono de Danisa, y la cena, fueron casi eternas. Me dediqué a dar paseos por mi piso, pensando una y otra vez en como hablar con ella, en como explicarle que esta vez no volvería a defraudarla, pero ninguna de las conversaciones que recreaba en mi cabeza parecían servir para nada, ninguna me parecía lo suficientemente buena como para iniciar la conversación.Hacia las seis de la tarde, decidí darme una ducha y vestirme con ropa limpia, pues mi intención era dar buena impresión, y aquella ropa sudada que ahora llevaba puesta, daba cualquier cosa, menos buena impresión. Me puse unos vaqueros oscuros, un jersey de cuello alto, y salí de casa a comprar un enorme ramo de flores en la floristería que había a unas manzanas de mi pequeño apartamento. Llegué al restaurante casi media hora antes de nuestra cita, y esperé pacienteme
Cuando sentí como la boca de Michael se hundía en mi hombro, una mezcla de alegría y confusión me invadió. Sabía perfectamente lo que implicaba ese mordisco, me estaba marcando. Y aunque me sorprendió, supongo que es lo que quiso decir cuando dijo que quería hacerte mía. Nunca me había planteado que Michael fuera mi pareja destinada, supongo que porque nuestra relación siempre había estado llena de altibajos, y nunca nos habíamos sentido atraídos como compañeros. Pero el lazo que vincula a dos lobos no es siempre fácil de detectar, y lo cierto es que sentía una atracción irresistible hacia Michael. Durante toda mi vida, aún habiendo conocido a cientos de personas, nunca había sido capaz de sacar de mi mente a Michael. Necesitaba su cuerpo, necesitaba sentirlo dentro, y aunque me lo hubiera negado
- Me llamo Danisa Wolfgang, tengo veintiséis años, y acabo de mudarme a la ciudad.- Estupendo, señora Wolfgang, y díganos, ¿por qué quiere trabajar con nosotros?Danisa posó su penetrante mirada en cada uno de los asistentes a aquella reunión, y cuando hubo terminado de observarlos, se retiró un mechón de pelo de su larga melena castaña, que había escapado del recogido elegante que se habia hecho ese día; se alisó la chaqueta de traje azul marino que se fundía con sus curvas, y se dispuso a responder.- Señorita Wolfgang, por favor, y respecto a su pregunta, bueno, verán,mi sueño siempre ha sido trabajar para ustedes, desde que era pequeña ya me dedicaba a recortar fotografías en las que salían sus modelos, y ponerlas en mis cuadernos escolares, así que, como entenderán, trabajar aquí serí
Dos años antesDanisa estaba mirando su reflejo frente al espejo, y sabía que algo no estaba bien, pero no era consciente de qué podía ser. Se giró en dirección a su amiga Emerald, que la esperaba sentada en la cama, con las piernas cruzadas, y decidió preguntarle a ella.- ¿Crees que me falta pintalabios?- dijo mientras ponía moritos.- Por favor, Danisa, acaba de una vez, la fiesta va a acabar y tú aún no habrás terminado de arreglarte.- Bueno, no te pongas así, es que me veo rara.- Normal, eso es porque te has teñido el pelo de color plata, y ya te dije que ese color no te favorecía.- Está bien, tenías razón, en fin, vamos a esa dichosa fiesta.- dijo mientras se aplicaba otra capa de brillo de labios.Ambas bajaron juntas al sal&
De vuelta a la realidad, Danisa contempló la sala, y le pareció todo demasiado pulcro, demasiado minimalista, carente de alma o carácter, pero imaginó que la decoración de aquel lugar les habría costado una fortuna, y de hecho, estaba tan absorta en la contemplación de los cuadros de estilo ultra moderno, y las sillas con enrevesadas tramas en sus tapicerías, que ni siquiera se dio cuenta de que la mujer a la que estaba esperando entraba en la sala. Ella carraspeó, y y Danisa se volvió rápidamente hacia donde la mujer se encontraba.- Señorita Wolfgang, ¿le gusta la nueva decoración de nuestra oficina?- Demasiado sobria para mi gusto, pero es ciertamente elegante y transmite calma.- Eso espero, porque nos ha costado una pequeña fortuna.Danisa se rió, sin mucho aspaviento, solo una pequeña sonrisa, y un sonido atrevido acompañand
Tal y como ella esperaba, el chofer que la esperaba en la puerta de su bloque de apartamentos era un hombre de mediana edad, que la trataba con mucho respeto, y que la guió hasta un vehículo negro con cristales tintados.Mientras se subía en el asiento trasero, y escuchaba el sonido del cuero crujiendo bajo su peso, se sintió tremendamente afortunada, como si estuviera en un cuento de hadas, y ella fuera la protagonista.- Señorita Wolfgang.- dijo el chofer, bajando el pequeño cristal que separaba la parte trasera del vehículo de la delantera.- ¿Si?- Si lo desea, puede tomar agua, zumo, o tal vez champán. Las bebidas están situadas en la puerta derecha, por favor, sírvase usted misma lo que desee, o si lo prefiere, puedo hacerlo yo.- Por favor, no se moleste, solo tomar&eac
Alexia se levanta de su silla, toma a Danisa del brazo, y comienza a caminar con ella en dirección a una puerta diferente a la de entrada. Danisa está asombrada por la cantidad de puertas disimuladas que hay en esta sala, todas ellas parecen iguales a los paneles de madera que forran las paredes, pero luego, de pronto, al ejercer presión sobre ellas, se deslizan y dejan paso a otra sala diferente.En esta ocasión, cuando abandonan el salón en el que han cenado, dejando los restos de la cena sobre la mesa, y sus bolsos de mano sobre la enorme mesa de cristal; pasan a un pequeño cuarto, no más grande que el probador de una tienda con un semáforo. ¡Un semáforo! Piensa Danisa asombrada, y parece que Alexia le lee la mente, porque pronto le da una explicación sobre el semáforo que decora el lugar.- Verás, Danisa, tal y como te comentaba
- Por supuesto, por favor, pregúnteme lo que sea necesario, entiendo que es normal que tengan ciertos protocolos establecidos.Al dar esa respuesta, Danisa se sintió como una mujer sofisticada, y que pertenecía a este nuevo mundo en el que había aterrizado por accidente.- Tome asiento, por favor.Danisa se acomodó en un sillón de terciopelo negro en el que no había reparado antes, y se relajó al sentir el mullido asiento bajo su cuerpo.- Veamos, en primer lugar, recuerde siempre que el número que le hemos asignado es el nueve, como antes ya le he explicado cualquier comunicación que reciba dentro de este área, se hará utilizando su número asignado. ¿Lo ha comprendido?- Si,lo he entendido.- Siento ser tan insistente es que es un punto importante, debe entender que no puede revelar su verdadero nombre,