El vuelo que me devolvió a Paris duró una eternidad, al menos eso es lo que pensé durante cada maldito minuto de aquel viaje. Miré el reloj al menos dos veces en cada hora, hasta que el hombre que se sentaba en la ventanilla del avión comenzó a mirarme con cara de sospecha, no tengo claro lo que creía, pero su mirada hostil y sus continuos bufidos al girar la cabeza en mi dirección fueron suficientes para disuadirme de seguir mirando la hora.
Necesitaba encontrar a Danisa, quería explicarle aquel horrible malentendido, estaba ansioso por decirle que la quería, que la amaba con todo mi corazón, y que acababa de repudiar a Rose.
No es que me sintiera orgulloso de lo que había hecho, la verdad, yo sabía perfectamente que repudiar a una compañera equivale a dejarla sin manada; y aunque en este caso su padre la protegía, y a punto estuvo de partirme la cara cuando dije que el bebé que reposaba en la cuna del hospital no era mio, fue la propia Rose la que acabó confesándol
La cena en la sala privada de Alexia fue espléndida, ostras, toscas de vaciar, y mucho champán; a la segunda copa que Danisa dejó vacía sobre la mesa, sintió como las burbujas de la alegre bebida le recorrían la garganta, y una brevísima sensación de euforia le recorrió el cuerpo. Estaba un poco achispada, y la sensación le gustaba, le encantaba sentirse joven y despreocupada, alejar la imagen sempiterna de Michael.- Danisa, querida.-comenzó a decir Alexia.- ¿qué te parece si pasamos a la sala común?- Una excelente idea, me alegro mucho de que me convencieras de venir hasta aquí.- Yo, en cambio, no estoy segura, ¿te encuentras bien? Has cenado muy poco, y has bebido el champán muy rápido.- Estoy muy bien gracias.- Bueno, va
Vi como Danisa echaba a correr, y me arrepentí casi inmediatamente de mis acciones; acababa de golpear a un hombre, y todo por el inmenso arrebato de celos que me arrasó el cuerpo. Sé que no estuvo bien, nunca debí haber hecho algo así, pero verlo allí, sosteniéndole la mirada, deseándola, y ella correspondiendo a sus atenciones me cegó.Me sentía sumamente cansado por el largo vuelo, y lo último que necesitaba ahora era que me echaran de este club, pero ya no podía hacer nada para revertir lo sucedido. Ni siquiera sé porqué vine aquí, fue como si mi instinto me gritara que volviera a este lugar. De algún modo mi corazón sabía que Danisa estaba aquí, y supongo que por eso me guió a este lugar.Me echaron muy elegantemente, escoltado por dos enormes porteros, que me agarraron de los brazos, y me sacaron, junto con mi ropa, a un coch
Michael la había llamado infinitas veces, en un primer momento, Danisa sostuvo su teléfono entre sus. Manos y pensó que debía hacer, ¿responder? ¿Enviar al infierno al único hombre que había amado? Pero la decisión era tan difícil, y consumía tanta energía de su maltrecho corazón, que al final la pospuso. Dejó su teléfono móvil sobre una mesita, lo silenció, y trató de olvidar su existencia.Así pasó toda una semana, mientras Danisa siguió haciendo su vida normal; bueno, no normal, porque ella habitualmente no se comportaba de forma alocada, en cambio, estos días, cuando alguien le ofrecía unirse a un plan, lo aceptaba, y así es como acabó saliendo cada noche durante una semana.Siete días después, una mañana oscura, en que la niebla cubría el cielo de París, Dan
Las horas que pasaron entre la llamada de teléfono de Danisa, y la cena, fueron casi eternas. Me dediqué a dar paseos por mi piso, pensando una y otra vez en como hablar con ella, en como explicarle que esta vez no volvería a defraudarla, pero ninguna de las conversaciones que recreaba en mi cabeza parecían servir para nada, ninguna me parecía lo suficientemente buena como para iniciar la conversación.Hacia las seis de la tarde, decidí darme una ducha y vestirme con ropa limpia, pues mi intención era dar buena impresión, y aquella ropa sudada que ahora llevaba puesta, daba cualquier cosa, menos buena impresión. Me puse unos vaqueros oscuros, un jersey de cuello alto, y salí de casa a comprar un enorme ramo de flores en la floristería que había a unas manzanas de mi pequeño apartamento. Llegué al restaurante casi media hora antes de nuestra cita, y esperé pacienteme
Cuando sentí como la boca de Michael se hundía en mi hombro, una mezcla de alegría y confusión me invadió. Sabía perfectamente lo que implicaba ese mordisco, me estaba marcando. Y aunque me sorprendió, supongo que es lo que quiso decir cuando dijo que quería hacerte mía. Nunca me había planteado que Michael fuera mi pareja destinada, supongo que porque nuestra relación siempre había estado llena de altibajos, y nunca nos habíamos sentido atraídos como compañeros. Pero el lazo que vincula a dos lobos no es siempre fácil de detectar, y lo cierto es que sentía una atracción irresistible hacia Michael. Durante toda mi vida, aún habiendo conocido a cientos de personas, nunca había sido capaz de sacar de mi mente a Michael. Necesitaba su cuerpo, necesitaba sentirlo dentro, y aunque me lo hubiera negado
- Me llamo Danisa Wolfgang, tengo veintiséis años, y acabo de mudarme a la ciudad.- Estupendo, señora Wolfgang, y díganos, ¿por qué quiere trabajar con nosotros?Danisa posó su penetrante mirada en cada uno de los asistentes a aquella reunión, y cuando hubo terminado de observarlos, se retiró un mechón de pelo de su larga melena castaña, que había escapado del recogido elegante que se habia hecho ese día; se alisó la chaqueta de traje azul marino que se fundía con sus curvas, y se dispuso a responder.- Señorita Wolfgang, por favor, y respecto a su pregunta, bueno, verán,mi sueño siempre ha sido trabajar para ustedes, desde que era pequeña ya me dedicaba a recortar fotografías en las que salían sus modelos, y ponerlas en mis cuadernos escolares, así que, como entenderán, trabajar aquí serí
Dos años antesDanisa estaba mirando su reflejo frente al espejo, y sabía que algo no estaba bien, pero no era consciente de qué podía ser. Se giró en dirección a su amiga Emerald, que la esperaba sentada en la cama, con las piernas cruzadas, y decidió preguntarle a ella.- ¿Crees que me falta pintalabios?- dijo mientras ponía moritos.- Por favor, Danisa, acaba de una vez, la fiesta va a acabar y tú aún no habrás terminado de arreglarte.- Bueno, no te pongas así, es que me veo rara.- Normal, eso es porque te has teñido el pelo de color plata, y ya te dije que ese color no te favorecía.- Está bien, tenías razón, en fin, vamos a esa dichosa fiesta.- dijo mientras se aplicaba otra capa de brillo de labios.Ambas bajaron juntas al sal&
De vuelta a la realidad, Danisa contempló la sala, y le pareció todo demasiado pulcro, demasiado minimalista, carente de alma o carácter, pero imaginó que la decoración de aquel lugar les habría costado una fortuna, y de hecho, estaba tan absorta en la contemplación de los cuadros de estilo ultra moderno, y las sillas con enrevesadas tramas en sus tapicerías, que ni siquiera se dio cuenta de que la mujer a la que estaba esperando entraba en la sala. Ella carraspeó, y y Danisa se volvió rápidamente hacia donde la mujer se encontraba.- Señorita Wolfgang, ¿le gusta la nueva decoración de nuestra oficina?- Demasiado sobria para mi gusto, pero es ciertamente elegante y transmite calma.- Eso espero, porque nos ha costado una pequeña fortuna.Danisa se rió, sin mucho aspaviento, solo una pequeña sonrisa, y un sonido atrevido acompañand