De vuelta a la realidad, Danisa contempló la sala, y le pareció todo demasiado pulcro, demasiado minimalista, carente de alma o carácter, pero imaginó que la decoración de aquel lugar les habría costado una fortuna, y de hecho, estaba tan absorta en la contemplación de los cuadros de estilo ultra moderno, y las sillas con enrevesadas tramas en sus tapicerías, que ni siquiera se dio cuenta de que la mujer a la que estaba esperando entraba en la sala. Ella carraspeó, y y Danisa se volvió rápidamente hacia donde la mujer se encontraba.
- Señorita Wolfgang, ¿le gusta la nueva decoración de nuestra oficina?
- Demasiado sobria para mi gusto, pero es ciertamente elegante y transmite calma.
- Eso espero, porque nos ha costado una pequeña fortuna.
Danisa se rió, sin mucho aspaviento, solo una pequeña sonrisa, y un sonido atrevido acompañando su gesto.
- Lo imaginaba, la verdad, los decoradores modernos son siempre muy caros, y escogen siempre colores claros para decorar.
- Uf, este ha sido increíblemente caro, se lo aseguro señorita Wolfgang, ya que ha sido. Mi propio marido quien ha decorado este lugar.
Danisa se atragantó ante la declaración de la mujer, y de repente la miró con interés renovado, ya que si su marido era quien había recibido el encargo de redecorar la oficina, debía de ser mucho más importante de lo que se imaginaba.
- Disculpe mi comentario anterior, realmente me parece que ha decorado este lugar con mucho gusto.
- Tranquila señorita Wolfgang, no la voy a despedir por insinuar que no comparte los mismos gustos que mi marido.
- ¿Despedir?
Ahora Danisa si que se sentía realmente confundida, y asustada, no tenía idea de que estaba sucediendo allí, ¿una simple secretaria podía llevar a cabo el despido de una nueva contratación que estaría jerárquicamente por encima de ella?
- Señorita Wolfgang, ¿nadie le ha indicado que vendría a conocerla?
- ¿Conocerme? Bueno, me dijeron que esperara aquí y que una de las secretarías me traería el contrato, y me explicaría las condiciones de mi nuevo puesto.
De repente, la mujer se rio con ganas,y Danisa se quedó parada, muy confundida, sin saber qué hacer o decir.
- Querida, soy Alexia Fendong, las nuevas incorporaciones siempre despiertan mi curiosidad, en especial si se ocupan de algo tan importante como el diseño de mi colección pret a porter.
- ¡Oh, Dios mío! Perdóneme, señora Fendong, debe usted pensar que soy una inútil. Por supuesto, la he visto cientos de veces en sus apariciones en la alfombra roja, pero no sé, al natural luce usted distinta.
Alexia Fendong vuelve a reírse, y esta vez Danisa aprecia que la voz de su nueva jefa es clara, casi cristalina y tiene una risa tan natural, que es casi contagiosa.
- Señorita Wolfgang, soy consciente de que la alfombre roja es un escenario muy distinto a éste, y allí nunca llevo mis gafas, y por supuesto, las coletas hechas sin peluquero están prohibidas; pero sigo siendo yo.
- ¡Oh, discúlpeme! Primero hablo mal sobre la decoración de este lugar, y ahora la insulto por su apariencia, madre mia, debe de estar usted pensando en revocar la contratación.
- Por supuesto que no, hay algo en su sinceridad y su candor que me gusta, y considero que nos hace falta una buena dosis de su arrolladora personalidad por aquí. ¿Quiere usted sentarse, señorita Wolfgang?
A la vez que hace su pregunta, ella misma se sienta en una de las sillas que hace tan solo un rato Danisa estaba observando con atención, y aunque tarda un par de segundos en reaccionar, finalmente sigue las indicaciones de su nueva jefa, y se sienta frente a ella. La mujer despliega un taco de papeles, y comienza a explicarle todas las condiciones de su nuevo contrato; le indica la remuneración que percibirá, que es tan alta que la cifra hace que las pulsaciones de Danisa se disparen; y por último le indica que su puesto tiene asociadas algunas ventajas, como por ejemplo, una tarjeta de empresa para los gastos que pueda tener en el desempeño del puesto, y una tarjeta vip para entrar en un club privado.
- No tenía idea de que este trabajo tuviera todas estas ventajas, me siento muy afortunada.
- Me alegro mucho, no le mentiré, señorita Wolfgang, es un empleo muy duro, y tendrá que trabajar muchas horas, pero claro, a cambio percibirá un buen sueldo mensual, y podrá acceder a uno de los clubs más exclusivos de la ciudad.
- ¿Cuándo está previsto que me incorpore a este empleo?
- Supongo que ya le habrán comentado que necesitamos que se incorpore cuanto antes, pero tampoco me gustaría apresurarla, ¿le parece bien comenzar el próximo lunes?
Danisa calcula mentalmente cuantos días faltan hasta el siguiente lunes, y se da cuenta de que quedan cinco días, por lo que calcula que tiene tiempo suficiente para acabar de instalarse en su nuevo piso.
- Está bien, me parece perfecto.
- pero antes…
Alexia se detiene, y Danisa se estremece, pues se da cuenta de que en ese instante le van a poner algún pero, justo ahora, que ella ya imaginaba que todos sus sueños iban a cumplirse.
- ¿Si?
- Pero antes.- continua diciendo Alexia, comenzando a tutearla.- me gustaría que nos encontráramos en el club al que tienes acceso como empleada de mi empresa.
- Bueno, técnicamente no seré empleada de la empresa hasta el próximo lunes, supongo que todos esos beneficios vendrán asociados con mi puesto.
- No te preocupes por eso, siempre me gusta conocer a mis empleados fuera de este ambiente tan tenso que se vive en la oficina, creo que nos ayuda a relajarnos, y eso mejora la relación entre empleados.
- Bueno, está bien, si es por mejorar mi rendimiento en el trabajo, me parece perfecto.
- Hecho, entonces nos vemos mañana en el club.
- Claro.
Dicho ésto, Danisa se levanta de la silla, recoge todos los papeles que han quedado extendidos por la mesa, y se encamina hacia la puerta de la salida, pero se gira al darse cuenta de que no sabe la dirección en la que se encuentra el club.
- Disculpe, señora Fendong, ¿puede enviarme la dirección del club?
- No te preocupes por eso, querida, enviaré un coche a recogerte.
- Muchas gracias, aunque no es necesario, de verdad, me encanta caminar, y puedo ir perfectamente hasta allí a pie.
- No, querida, digamos que es muy privado, y es importante que entres por una puerta discreta. ¡Ah! Y recuerda ir vestida de etiqueta, es necesario para poder pasar.
- Por supuesto.
En cuanto pronuncia esas dos palabras, Danisa se da la vuelta, nerviosa, y preocupada, y decide encaminarse hacia su casa.
Al día siguiente, Danisa se levantó muy temprano, en parte por la emoción de estar en una ciudad nueva, y en parte porque está nerviosa a causa de la cita que tiene esa tarde con su nueva jefa. Aunque sabe que no le queda otra opción a parte de aceptar la sugerencia para reunirse en el club, una parte de ella desearía haber mentido, y haberse inventado una buena excusa para no acudir al lugar.
Ahora, lo único en lo que puede pensar es en que el club debe de ser un lugar muy exclusivo si Alexia Fendong ha decidido enviar a un coche con chófer a recogerla, e incluso le ha advertido que se vista de etiqueta para esa noche. Así que, sin poder evitarlo, Danisa comienza a revolver en su armario, sacando vestidos,pantalones, faldas, e incluso blusas, pero nada parece lo suficientemente adecuado para el evento de esa noche, así que se pone unos vaqueros y una camiseta, y se va en busca de un vestido que pueda lucir esa noche.
Sale de su pequeño piso de la rue Constantinople, y comienza a caminar sin ningún destino fijo, simplemente dejándose guiar por los olores de las pastelerías, y los colores de los escaparates; y al final, lo que iba a ser una pequeña excursión de un par de horas; se convierte en una aventura de toda la mañana, que termina en la rue Cambon, donde Danisa entra en múltiples boutiques, alarmándose por los precios disparados de la ropa y los complementos. Al final, tras probarse múltiples vestidos, decide entrar en la boutique de Alexia Fendong de esa calle.
Lo cierto es que no se le había ocurrido, pero claro, ¿qué mejor idea que lucir un modelo de su próxima jefa en la cena informal de esa noche?
Entra decida en la tienda, y comienza a observar todo lo que está expuesto, sin encontrar nada interesante, hasta que la sofisticada dependienta la aborda.
- Señorita, ¿buscaba algo concreto?
- ¡Oh! Ya que lo dice… si, busco un vestido para un evento especial.
- Entiendo, está usted en el lugar perfecto.
- Es una cena de etiqueta, en un exclusivo club del centro.
- Bien, ¿y qué estilo le gustaría lucir esta noche?
- No estoy segura, mire, normalmente llevo ropa muy llamativa y colorida, pero desde que me he mudado a Paris estoy intentando adoptar un estilo más sofisticado… ya sabe, más acorde con mi edad, y mi profesión.
- La entiendo perfectamente, acompáñeme al probador, y vaya quitándose la ropa, que le traeré algunas prendas que creo que pueden gustarle.
Danisa comienza a desvestirse, y se mira nerviosa al espejo. Solo con el sujetador y las braguitas de encaje, es perfectamente consciente de los cambios que ha sufrido su cuerpo en los dos últimos años, es más curvilínea, y sus senos están más llenos, incluso su rostro se ha redondeado ligeramente. A pesar de lo que muchas mujeres opinan sobre coger kilos, a Danisa le gusta su nuevo aspecto.
Mientras sigue mirándose al espejo, llega la dependienta, y le entrega varios artículos. Danisa comienza probándose un mono largo de terciopelo negro, que a pesar de ser bonito y elegante, siente que afea su piel; el segundo conjunto es una blusa beige de satén y una falda de flecos granate, es atrevida, diferente, y se siente tentada de llevárselo, pero decide probarse el último vestido que le ha traído la dependienta; coge la percha, y se pone el vestido que cuelga de ella, es un kimono plateado corto, con mangas japonesas, y cinturón de lentejuelas,y en cuanto se ve con él, siente que es ella misma, y que ese vestido expresa su personalidad.
- Me llevó éste.- dice Danisa.
La dependienta,muy sonriente, le recomienda conjuntarlo con unos preciosos zapatos de pedrería, y aunque son perfectos, Danisa se siente muy culpable de gastarse una suma tan increíblemente elevada en un vestido, como para engrosar más el cargo indecente que va a hacer a su tarjeta de crédito.
Después de su compra, cogió la enrome bolsa de cartón, y se dirigió de vuelta a su apartamento sonriendo, y tarareando una canción. Aprovechó para comprar un poco de comida para llevar en uno de los establecimientos cercanos, y una vez hubo terminado de comer, y de leer un par de capítulos de su libro preferido, decidió que era un buen momento para comenzar a arreglarse.
Se dio una larga ducha, utilizando su gel aromático, y su crema de con olor a almendras. Se cepilló el cabello hasta que quedó tal y como a ella le gustaba, y después comenzó a rizarlo con la ayuda de un rizador profesional que siempre la acompañaba en todos sus viajes. Se aplicó el maquillaje con esmero, cubriendo su bello cutis con varias capas de exclusivos productos cosméticos parisinos. Y cuando al fin, llegó el momento de vestirse, se encaminó su habitación, sacó el bonito vestido de la bolsa, y lo contempló antes de ponérselo.
Allí estaba ella, absorta, viendo esa preciosa creación de su nueva jefa, cuando sonó el timbre de la puerta. Danisa miró a toda velocidad el reloj que reposaba sobre la mesilla de su cuarto, y vio que eran las 19:05, cinco minutos más tarde de la hora a la que había quedado para irse a cenar.
Se puso rápidamente el vestido, se calzó unas sandalias de plataforma negra con apliques plateados, y se dirigió a la salida a la mayor velocidad a la que sus altos tacones le permitían caminar.
Tal y como ella esperaba, el chofer que la esperaba en la puerta de su bloque de apartamentos era un hombre de mediana edad, que la trataba con mucho respeto, y que la guió hasta un vehículo negro con cristales tintados.Mientras se subía en el asiento trasero, y escuchaba el sonido del cuero crujiendo bajo su peso, se sintió tremendamente afortunada, como si estuviera en un cuento de hadas, y ella fuera la protagonista.- Señorita Wolfgang.- dijo el chofer, bajando el pequeño cristal que separaba la parte trasera del vehículo de la delantera.- ¿Si?- Si lo desea, puede tomar agua, zumo, o tal vez champán. Las bebidas están situadas en la puerta derecha, por favor, sírvase usted misma lo que desee, o si lo prefiere, puedo hacerlo yo.- Por favor, no se moleste, solo tomar&eac
Alexia se levanta de su silla, toma a Danisa del brazo, y comienza a caminar con ella en dirección a una puerta diferente a la de entrada. Danisa está asombrada por la cantidad de puertas disimuladas que hay en esta sala, todas ellas parecen iguales a los paneles de madera que forran las paredes, pero luego, de pronto, al ejercer presión sobre ellas, se deslizan y dejan paso a otra sala diferente.En esta ocasión, cuando abandonan el salón en el que han cenado, dejando los restos de la cena sobre la mesa, y sus bolsos de mano sobre la enorme mesa de cristal; pasan a un pequeño cuarto, no más grande que el probador de una tienda con un semáforo. ¡Un semáforo! Piensa Danisa asombrada, y parece que Alexia le lee la mente, porque pronto le da una explicación sobre el semáforo que decora el lugar.- Verás, Danisa, tal y como te comentaba
- Por supuesto, por favor, pregúnteme lo que sea necesario, entiendo que es normal que tengan ciertos protocolos establecidos.Al dar esa respuesta, Danisa se sintió como una mujer sofisticada, y que pertenecía a este nuevo mundo en el que había aterrizado por accidente.- Tome asiento, por favor.Danisa se acomodó en un sillón de terciopelo negro en el que no había reparado antes, y se relajó al sentir el mullido asiento bajo su cuerpo.- Veamos, en primer lugar, recuerde siempre que el número que le hemos asignado es el nueve, como antes ya le he explicado cualquier comunicación que reciba dentro de este área, se hará utilizando su número asignado. ¿Lo ha comprendido?- Si,lo he entendido.- Siento ser tan insistente es que es un punto importante, debe entender que no puede revelar su verdadero nombre,
Mientras tanto en una calle del distrito financiero de Paris…Michael llevaba tres días en Paris, tres agotadores días en los que había comenzado a odiar la ciudad. Se sentía mal por pensar algo así, de hecho era consciente de que le habían hecho un gran regalo al ofrecerle semejante oportunidad, pero no se sentía cómodo.Su suegro, Gracien, el padre de su esposa Rose, le había encargado un trato de suma importancia para su manada, y allí estaba él, intentando que el trato tuviera éxito. A pesar de que su suegro le había dado todos los detalles de la operación, nunca le dijo que el cliente al que iba a visitar, y con el que estaba negociando una importante venta de madera, era tan hostil, y tenía tan pocas intenciones de cerrar la venta.Michael se pasó la mano por el cabello, que a causa de la cantidad de horas que llevaba fuera d
Michael y Carl volvieron a encontrarse quince minutos después de la desagradable llamada de teléfono que Michael había realizado, y aunque él creía que el amargo recuerdo persistiría toda la noche, pronto desapareció en cuanto vio las luces de la ciudad y la vida que se desbordaba en cada esquina.- Carl, puede que no debiera decirte ésto, pero te confieso que no había visto nada más que mi hotel, y tus oficinas en esta ciudad.- Tienes que estar bromeando, ¿y pensabas irte sin ver la ciudad de la luz? ¿Qué sucede? ¿Alguna amorosa esposa te espera en casa?- No, no es eso.- respondió Michael sin sentirse culpable, pues a fin de cuentas Rose no era amorosa, ni se comportaba como una esposa.- es que al estar solo, y trabajando tantas horas no me había interesado por los monumentos.- Pero amigo mio, eso tenemos que solucionarlo…Carl
Danisa llevaba por lo menos una hora sentada en el mismo sofá, intentando desviar las miradas curiosas de todos los que pasaban por allí, y estaba pensando que pronto podría irse a su apartamento, y dormir, pues se encontraba cansada.Llevaba ya un buen rato observando a todos los que rondaban la sala común,intentado observar qué hacían cuando querían volver a sus estancias privadas, pero aún no había visto a nadie que hubiera llevado a cabo la acción, y eso la retenía allí sentada. No quería dejar en evidencia a Alexia, y montar una escena en aquel club tan exclusivo, pero la verdad es que comenzaba a estar aburrida de observar cuanto la rodeaba.El primer rato había sido entretenido, se había sentido como si estuviera en una especie de zoo, observando los rituales de sus compañeros de club, luego había empezado a cansarse; y no porque hubiera sentido
Cuando Michael escuchó el sonido de la puerta del cuarto al que había llevado a la mujer del club se sintió a partes iguales, aliviado y mezquino. Se había ido muy rápido, en el mismo instante en que ella comenzó a convulsionar con las primeras sensaciones de su orgasmo. No es que lo hubiera planeado, ni que se sintiera bien teniendo semejante comportamiento hacia esa chica preciosa, que lo había devuelto a la vida.Deambuló por los pasillos que había recorrido hacia poco tiempo en compañía de la misteriosa chica, y buscó un baño en el que refugiarse, no consiguió encontrarlo, así que finalmente se encerró en una de las habitaciones dispuestas para las parejas que quisieran disfrutar de la noche en privado.Cerró con llave, y se sentó en el suelo, castigando a su cuerpo con el duro asiento, enterró la cabeza entre las manos, y comenz&oacu
Después de la noche anterior, Danisa despertó al mediodía del día siguiente, y se alegró de que aún le quedaran unos días libres antes de comenzar su andadura en el nuevo trabajo. En cuanto se hubo despertado, volvieron a su mente los escabrosos recuerdos de la noche anterior, y a pesar de la furia que la había inundado hacía unas horas, en este momento, el sentimiento predominante era la excitación que el mero recuerdo de los dedos de aquel desconocido le provocaban.Se levantó de un salto, furiosa consigo misma la debilidad de su carácter, y se metió en la ducha, dejando el grifo en la zona de agua fría. Su cuerpo merecía un castigo, pero lo cierto es que en cuanto sintió el chorro mojando su piel, comenzó a dar saltitos, y a enjabonarse a toda velocidad, tratando de esquivar el gélido chorro de agua que la torturaba con cada gota que salía.