Danisa llevaba por lo menos una hora sentada en el mismo sofá, intentando desviar las miradas curiosas de todos los que pasaban por allí, y estaba pensando que pronto podría irse a su apartamento, y dormir, pues se encontraba cansada.
Llevaba ya un buen rato observando a todos los que rondaban la sala común,intentado observar qué hacían cuando querían volver a sus estancias privadas, pero aún no había visto a nadie que hubiera llevado a cabo la acción, y eso la retenía allí sentada. No quería dejar en evidencia a Alexia, y montar una escena en aquel club tan exclusivo, pero la verdad es que comenzaba a estar aburrida de observar cuanto la rodeaba.
El primer rato había sido entretenido, se había sentido como si estuviera en una especie de zoo, observando los rituales de sus compañeros de club, luego había empezado a cansarse; y no porque hubiera sentido
Cuando Michael escuchó el sonido de la puerta del cuarto al que había llevado a la mujer del club se sintió a partes iguales, aliviado y mezquino. Se había ido muy rápido, en el mismo instante en que ella comenzó a convulsionar con las primeras sensaciones de su orgasmo. No es que lo hubiera planeado, ni que se sintiera bien teniendo semejante comportamiento hacia esa chica preciosa, que lo había devuelto a la vida.Deambuló por los pasillos que había recorrido hacia poco tiempo en compañía de la misteriosa chica, y buscó un baño en el que refugiarse, no consiguió encontrarlo, así que finalmente se encerró en una de las habitaciones dispuestas para las parejas que quisieran disfrutar de la noche en privado.Cerró con llave, y se sentó en el suelo, castigando a su cuerpo con el duro asiento, enterró la cabeza entre las manos, y comenz&oacu
Después de la noche anterior, Danisa despertó al mediodía del día siguiente, y se alegró de que aún le quedaran unos días libres antes de comenzar su andadura en el nuevo trabajo. En cuanto se hubo despertado, volvieron a su mente los escabrosos recuerdos de la noche anterior, y a pesar de la furia que la había inundado hacía unas horas, en este momento, el sentimiento predominante era la excitación que el mero recuerdo de los dedos de aquel desconocido le provocaban.Se levantó de un salto, furiosa consigo misma la debilidad de su carácter, y se metió en la ducha, dejando el grifo en la zona de agua fría. Su cuerpo merecía un castigo, pero lo cierto es que en cuanto sintió el chorro mojando su piel, comenzó a dar saltitos, y a enjabonarse a toda velocidad, tratando de esquivar el gélido chorro de agua que la torturaba con cada gota que salía.
El día después de la visita al club, Michael se despertó temprano. Aunque en realidad, apenas había dormido nada. Primero se sintió culpable por la chica a la que había dejado medio desnuda en aquella sórdida habitación; luego, se culpó por haber sido infiel a Rose. Aún cuando ella lo trataba mal, y su vida sexual era inexistente, lo cierto es que era su compañera, y se había comprometido a no meters en la cama con ninguna otra mujer.Sintíó un palpitante dolor de cabeza atenazándolo, y decidió que tal vez haciendo un poco de ejercicio, conseguiría solucionarlo. Se puso un pantalón de deporte, una de sus habituales camisetas de dormir, y unas zapatillas viejas que ya apenas usaba, pero qu por costumbre siempre llevaba consigo.Corrió un par de manzanas antes de sentirse exhausto, y se paró en la esquina más cercana, resollan
El lunes llegó mucho antes de lo esperado, y a pesar de no sentirse preparada, pronto Danisa se encontró despertándose para comenzar su andadura profesional en París. Ese día se despertó temprano, se probó todas las prendas que colgaban de su armario, y finalmente se decidió por un traje de falda lápiz negra, blusa blanca con lazo en el cuello, y chaqueta negra, también escogió unos sobrios zapatos de tacón, también negros. La antigua Danisa hubiera llevado algo atrevido, que hubiera descrito sin palabras su personalidad; pero la nueva, no, la nueva Danisa quería ser profesional, quería que la trataran como una adulta, y demostrar que había madurado. La única concesión que hizo a su atuendo, fue el pintalabios, que era de un bonito color cereza que daba un aspecto jugoso y deseable a sus labios. Después de ese pequeño toque de color, completó su atuendo con un bo
Después de intentar convencer a Carl para que cambiara de opinión, y le diera la oportunidad de enviar a uno de sus trabajadores a supervisar cada envío; Carl se puso firme sobre su decisión, si no quería supervisar personalmente cada entrega, no habría trato, así que, Michael no tuvo más solución que concertar una cita con su suegro para comentarle el problema al que se estaba enfrentando.La cita fue aquel día, a las tres de la tarde, y aunque Michael había pasado el día muy agobiado por la llamada que tenía que hacer; después de comer un buen bistec poco hecho, y una deliciosa crepe de chocolate, sintió que nada podía salir mal.Inició sesión en su ordenador, y se conectó a la reunión que su suegro le había enviado cuando le pidió que hablaran en persona. La situación le parecía má
Danisa se pasó todo el día encerrada en su despacho. A pesar de la charla que habia tenido con sus subornidanos, la que ella había considerado motivacional, ninguno de ellos le presentó ningún diseño; salió en varias ocasiones de su despacho, paseó entre las mesas, y les preguntó en que estaban trabajando,pero todos le respondieron que eran diseños inacabados, y que no tenían nada bueno que presentarle.Hacia las doce del mediodía salieron a comer algo, y no le dijeron nada, así que se quedó allí sola, hambrienta, esperando a que la oficina se vaciara, para acercarse a la cafetería, y pedir lo único que quedaba, una ensalada de quinoa que tenía aspecto de no saber muy bien. Danisa pagó por ella, y se la comió sola en el despacho, pensando en que habría hecho mal para que sus nuevos compañeros le dieran tan mala acogida.
Michael estaba nervioso, de hecho, se sentía increíblemente inquieto mientras se vestía para acudir al club aquella noche. Había una mezcla de fuerzas que vivía en su interior. Por una parte, quería que aquella increíble mujer se presentara en el club, perdonando así su mal comportamiento de la noche en que se conocieron; por otra parte, su mitad racional le decía que lo mejor sería que ella no se presentara, que simplemente ignorara su mensaje, y todo pasara a formar parte de los recuerdos que Michael atesoraba en su memoria. Se vistió con esmero, portando un traje de chaqueta de color gris oscuro, a juego con una corbata casi negra, se puso sus zapatos de vestir, y se peinó, aplicando una loción capilar que dejó su pelo brillante. Obviamente, sabía que en cuanto traspasara la puerta que lo llevaría a la zona común del club, tendría que quitarse todas esas prendas que se había puesto, pero el simple hecho de llevarlas
Acababa de experimentar uno de los momentos más placenteros de mi vida, y después de ello, no pude salvo derrumbarme sobre el pecho del hombre, que subía y bajaba trabajosamente, disfrutando aún de los últimos coletazos de pasión. Pensé que depsués de esa experiencia, él me dejaría en el suelo, y yo me caería, pues dudaba mucho de que mis rodillas pudieran sostenerme,pero afortunadamente no entraba entre sus planes soltarme. Se giró conmigo aún abrazada a su cuello, caminó torpemente en dirección a la cama que había en el cuarto, y cuando estuvimos lo suficientemente cerca, me tiró sobre el colchón. Me lanzó suavemente, podría decir que él se estaba conteniendo, lo notaba en la tensión de sus brazos, y en la forma en la que me cargaba. Quedé boca abajo, con el pecho rozando la suave tela de satén de las sábanas, y durante unos segundos, gocé de la satisfacción de descansar sobre aquel mullido lecho. Pero la tranquilida