El cuestionario

- Por supuesto, por favor, pregúnteme lo que sea necesario, entiendo que es normal que tengan ciertos protocolos establecidos.

Al dar esa respuesta, Danisa se sintió como una mujer sofisticada, y que pertenecía a este nuevo mundo en el que había aterrizado por accidente.

- Tome asiento, por favor.

Danisa se acomodó en un sillón de terciopelo negro en el que no había reparado antes, y se relajó al sentir el mullido asiento bajo su cuerpo.

- Veamos, en primer lugar, recuerde siempre que el número que le hemos asignado es el nueve, como antes ya le he explicado cualquier comunicación que reciba dentro de este área, se hará utilizando su número asignado. ¿Lo ha comprendido?

- Si,lo he entendido.

- Siento ser tan insistente es que es un punto importante, debe entender que no puede revelar su verdadero nombre,  a datos que puedan llevar a algún miembro del club a identificarla.

- De acuerdo.

- Y ahora bien, comenzando con el cuestionario. ¿Bebe usted alcohol de manera frecuente?

Danisa se quedó desconcertada ante esta primera pregunta, le parecía incómoda y se sentía como si la estuvieran acusando de algo.

- No, de vez en cuando tomo alguna copa o cóctel, pero no es algo que haga con frecuencia.

- Bien, y en cuanto al tabaco, ¿fuma?

- No, lo detesto.

- ¿Y le resulta desagradable también en una potencial pareja?

- Si.

En cuanto respondió, se dio cuenta del propósito de estas preguntas, intentaban saber sus gustos para poder filtrar a las personas que le presentarían, ¿pero qué clase de club era éste?

- ¿Mantiene relaciones sexuales con frecuencia?

- Depende de muchos factores, aunque si, me gusta el sexo.

Danisa pensó en ese momento, que la respuesta correcta sería que si, que le encantaba el sexo, pero que llevaba dos años sin mantener ninguna relación física con un hombre, y que su única relación actual era con su vibrador.

- ¿Ha practicado sexo con mujeres? ¿Con hombres? ¿Con ambos?

- Solo con hombres, pero no estoy cerrada a experimentar nuevas sensaciones.

- Estupendo, esa era mi siguiente pregunta en la lista. Entonces, veamos, ¿hay alguna práctica sexual que le desagrade o con la que no se sienta cómoda?

-  Creo que no, aunque tampoco las he probado todas, claro está.

- ¿Desea que anote que le gustaría probar cualquier tipo de práctica?

- Si, por favor, bueno, pero nada de látigos, eso si que lo detesto.

- Perfecto, lo incluyo en su ficha. Muy bien, creo que ya hemos acabado con el cuestionario, ¿tiene alguna duda?

- No, quiero decir… si.

- Dígame, estoy aquí para orientarla en su primera visita.

- ¿se espera de mi que me acueste con alguien una vez traspase esa puerta?

- Por supuesto que no, usted ha venido aquí a desinhibirse, a pasarlo bien, y eso implica que haga en cada momento lo que le apetezca, y si eso no incluye sexo, no hay ningún problema; por el contrario, si usted desea pasar un buen rato en alguna de nuestras salas, o simplemente observar como lo pasan otros, encontrará esos espacios ahí dentro.

- Muchas gracias, y perdón, creo que estoy un poco nerviosa.

- Es normal, estoy aquí para eso ¿está lista para salir ahí fuera?

- Eso creo.

- Pues sígame, por favor.

La chica del cuestionario se encaminó hacia la puerta que daba acceso a la sala común del club, giró el picaporte, y sin más, la invitó a entrar y a mezclarse con los que allí se encontraban.

Danisa estaba un poco nerviosa, y esa idea le pareció muy tonta, porque ella pocas veces se ponía nerviosa, y si bien era cierto que iba vestida con el ligero negligé que le habían entregado y la bata de seda, también era cierto que en algunas ocasiones había acudido menos vestida algunas fiestas.

Se fijó en las personas que se paseaban por la sala, y le pareció una escena sacada de una película. La sala estaba poco iluminada, y todas las paredes estaban rodeadas de sillones de terciopelo como el que había en el vestidor del que acababa de salir. En el centro de la sala había una barra con un par de camareros también ataviados con máscaras a juego con sus uniformes. Se dirigió hacia allí, y pidió un cóctel del menú que le tendieron en cuanto llegó. Mientras esperaba a que se lo prepararan, el silencioso camarero le tendió una tablet, y le indicó que pulsara el botón de encendido.

Al hacerlo, Danisa se quedó atónita. En la pantalla se iluminó una aplicación muy semejante a las que millones de personas en el mundo se descargaban para ligar con otras personas, y mostró un menú con las fichas de los miembros presentes esa noche.

A Danisa le hizo gracia comprobar que su perfil aparecía ya en la aplicación, y pulsó sobre el resumen que incluía. En cuanto comenzó a leer, sintió como sus mejillas se coloreaban con la vergüenza que sentía, habían incorporado todos los comentarios que hizo sobre sus preferencias sexuales, e incluso había un destacado en rojo “látigos no”.

Cerró el perfil, y apagó la tablet deseando que la tierra se la tragase para no tener que mirar al resto de personas que bebían tranquilamente, o se besaban en los sillones de la habitación. Su perfil era también visible para todos ellos.

En cuanto le entregaron el colorido vaso que contenía su cóctel, lo agarró con fuerza, y se retiró a una esquina, donde se sentó, y se dispuso a relajarse con la deliciosa bebida.

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