Tal y como ella esperaba, el chofer que la esperaba en la puerta de su bloque de apartamentos era un hombre de mediana edad, que la trataba con mucho respeto, y que la guió hasta un vehículo negro con cristales tintados.
Mientras se subía en el asiento trasero, y escuchaba el sonido del cuero crujiendo bajo su peso, se sintió tremendamente afortunada, como si estuviera en un cuento de hadas, y ella fuera la protagonista.
- Señorita Wolfgang.- dijo el chofer, bajando el pequeño cristal que separaba la parte trasera del vehículo de la delantera.
- ¿Si?
- Si lo desea, puede tomar agua, zumo, o tal vez champán. Las bebidas están situadas en la puerta derecha, por favor, sírvase usted misma lo que desee, o si lo prefiere, puedo hacerlo yo.
- Por favor, no se moleste, solo tomaré un poco de agua.
El chofer volvió a subir la ventanilla que separaba sus dos mundos, y Danisa se movió inquieta hasta la zona en la que le había indicado que se encontraban las bebidas. En realidad no se sentía con ganas de tomar nada, pero el ofrecimiento había sido tan amable, que le parecía una descortesía no beber algo. Cogió una pequeña botella de agua, y dio un par de sorbitos cortos, intentando no arruinar su maquillaje al beber.
Y mientras decidía qué hacer con el resto de líquido, y con la botella que reposaba entre sus manos, se dio cuenta de que el coche se había detenido. Intentó comprobar donde se encontraban, pero se dio cuenta de que no podía ver nada a través de las ventanillas traseras. El chofer bajó de su asiento, abrió su portezuela, y ella entendió porqué no podía ver nada, estaban dentro de un parking.
- Si me indica a que planta debo dirigirme, podré llegar yo sola.
- De eso nada, señorita Wolfgang.- dijo muy serio el chofer.- si hiciera eso, la señora Fendong me despediría. Siempre que ella invita a alguien, es mi obligación escoltarlo hasta la recepción privada del club.
Mientras caminaban en silencio, Danisa no paraba de preguntarse a que se referiría el chofer de Alexia con eso de “recepción privada”, si se trataba de un club exclusivo para miembros de la alta sociedad parisina, era esperable que la recepción estuviera limitada a sus miembros, ¿o no?
Tomaron un ascensor a que se accedía con una lave que el chofer sacó de uno de los bolsillos de su pantalón, subieron a una vertiginosa velocidad, y mientras el elevador se detenía en algún piso desconocido, pues no indicaba de cual se trataba, una seductora voz de mujer dijo a través del sistema de sonido: “Planta excutive. Bienvenidos al club”; y con esa bienvenida, las puertas se abrieron. Danisa comenzó a avanzar en dirección a la salida, pero se detuvo al percatarse de que el chofer no la seguía. Se giró con una pregunta clavada en los labios, pero el hombre no le dejó formularla.
- Disfrute de su noche, señorita Wolfgang. Yo volveré a recogerla a la hora que la señora Fendong me indique.
Y con esas palabras retumbando en su mente, Danisa salió del ascensor, y se adentró en un pequeño recibidor de madera clara, con una mesa de recepción tras la que había una joven chica de cabello imposiblemente rubio, y ojos azules como los de un ángel.
- Bienvenida, señorita Wolfgang, la señora Fendong la está esperando.
La encantadora rubia estaba ya comenzando a moverse para llevarla hasta dondequiera que se encontrara Alexia, cuando Danisa la detuvo.
- Disuculpe mi falta de modales, pero me he quedado muy sorprendida. ¿Sabía usted mi nombre?
- Por supuesto, señorita Wolfgang. Esta es la entrada privada de la señora Fendong, y haría muy mal mi trabajo si no supiera los invitados que la. Señora Fendong espera cada noche.
Danisa se mordió los labios, nerviosa, ¿entrada privada? ¿Pero qué clase de restaurante tenía una entrada privada para cada persona? ¿Dónde diablos estaba?
En cuanto la chica de recepción, abrió la puerta que estaba a su derecha, y la invitó a seguirla, tuvo claro que aquel lugar no era un restaurante. La puerta daba acceso a un salón, amplio, si, pero un salón semejante al de una casa.
Estaba decorado con la misma madera que la recepción, y en el centro de la sala, había una gran mesa de cristal, y un conjunto de cuatro sillas de terciopelo, en una de las cuales, ya estaba sentada Alexia Fendong.
- Buenas noches, querida.- dijo ella.
- Buenas noches.- respondió Danisa de mala gana, pues se sentía confusa, y odiaba tener la sensación de perder el control.
La recepcionista de ojos azules se fue en silencio, y mientras se iba, Danisa tomó asiento frente a su futura jefa, y cogió la copa de chardonnay que ésta le tendía. Ambas brindaron, y Danisa bebió un sorbito del dulce líquido.
- Tranquila, querida, sé que debes de estar preguntándote muchas cosas, y no te preocupes, a lo largo de la noche obtendrás tus respuestas.
- Alexia.- dijo Danisa con una voz firme, pero que mostraba respeto.- ¿qué lugar es éste? Pensaba que habíamos quedado para cenar.
- Así es, querida, éste es un club privado, y como habrás visto está especialmente diseñado para que la gente famosa pueda disfrutar de una velada sin molestas interrupciones por parte de periodistas, o de personas que los reconocen, y desean un autógrafo, una foto, o algo peor.
- Si, eso lo comprendo, de hecho esperaba que iríamos a un lugar así, pero es que… ¡aquí no hay nadie! Solo nosotras.
- Tranquila, querida, puede que sea un poco excéntrica, pero aún no soy una vieja loca. Confía en mi, cenaremos aquí, tranquilamente, y después pasaremos a una sala común, en la que podrás interactuar con otros miembros del club.
- ¿Y por qué no cenar todos juntos?
- Verás, Danisa, este lugar es muy exclusivo, y aquí todos los miembros valoramos mucho nuestra privacidad, y la del resto; por supuesto, eso incluye a los invitados que traemos con nosotros, por ese motivo, las cenas, las reuniones de negocios y otro tipo de eventos se realizan en nuestras salas privadas, y las actividades lúdicas se llevan a cabo en las zonas comunes.
- Disuculpa, Alexia, no comprendo, ¿cómo podría verse afectada la privacidad de los miembros por comer en la misma sala? Si al parecer si que tenéis zonas comunes, en las que habláis y tomáis copas unos con otros.
- Querida, este es un lugar muy especial, no arruines tu primera visita, preguntándote demasiadas cosas, lo descubrirás muy pronto. Ahora disfrutemos de la cena, ¿te parece? He tenido a Maxime cocinando todo el día, y te aseguro, que se irritará mucho si no comemos la comida en su punto exacto.
Y como si se tratara de magia, en cuanto Alexia Fendong acabó de pronunciar esas palabras, un pequeño ejército de camareros apareció por una puerta en la que Danisa no se había fijado al entrar, y comenzó a colocar platos sobre la mesa.
La cena fue de estilo informal, con múltiples platos sobre la mesa, que daban la opción de probar múltiples y deliciosos bocados. Había ostras al limón, caracoles, bocaditos de foie, trufas de marisco, y otras increíbles recetas que Danisa no había probado nunca.
Aunque como loba siempre había preferido la carne, pues era la base de cualquier alimentación cánida; este despliegue de comida deliciosamente preparada la dejó desarmada, y comió mucho más de lo que necesitaba, solo paró cuando uno de los camareros apareció en el salón con una segunda bandeja de eclairs rellenos de batata.
- Alexia.- dijo ella levantando la vista hacia su interlocutora.- ésta es la cena más deliciosa de la que he tenido el placer de disfrutar.
- Muchas gracias, le transmitiré tu agradecimiento a Maxime. Aunque he de decirte que ya es suficientemente vanidoso, como para encima alagar su ego un poco más.
- Pero bueno, querida, si has terminado de comer, me gustaría que me acompañaras al área común, allí conocerás a otros miembros.
Con el estómago lleno, y una sensación de calidez instalada en su cuerpo después de la agradable conversación que habían mantenido durante la cena, Danisa se levantó de la mesa, y esperó a que su anfitriona la dirigiera hacia la zona común.
Alexia se levanta de su silla, toma a Danisa del brazo, y comienza a caminar con ella en dirección a una puerta diferente a la de entrada. Danisa está asombrada por la cantidad de puertas disimuladas que hay en esta sala, todas ellas parecen iguales a los paneles de madera que forran las paredes, pero luego, de pronto, al ejercer presión sobre ellas, se deslizan y dejan paso a otra sala diferente.En esta ocasión, cuando abandonan el salón en el que han cenado, dejando los restos de la cena sobre la mesa, y sus bolsos de mano sobre la enorme mesa de cristal; pasan a un pequeño cuarto, no más grande que el probador de una tienda con un semáforo. ¡Un semáforo! Piensa Danisa asombrada, y parece que Alexia le lee la mente, porque pronto le da una explicación sobre el semáforo que decora el lugar.- Verás, Danisa, tal y como te comentaba
- Por supuesto, por favor, pregúnteme lo que sea necesario, entiendo que es normal que tengan ciertos protocolos establecidos.Al dar esa respuesta, Danisa se sintió como una mujer sofisticada, y que pertenecía a este nuevo mundo en el que había aterrizado por accidente.- Tome asiento, por favor.Danisa se acomodó en un sillón de terciopelo negro en el que no había reparado antes, y se relajó al sentir el mullido asiento bajo su cuerpo.- Veamos, en primer lugar, recuerde siempre que el número que le hemos asignado es el nueve, como antes ya le he explicado cualquier comunicación que reciba dentro de este área, se hará utilizando su número asignado. ¿Lo ha comprendido?- Si,lo he entendido.- Siento ser tan insistente es que es un punto importante, debe entender que no puede revelar su verdadero nombre,
Mientras tanto en una calle del distrito financiero de Paris…Michael llevaba tres días en Paris, tres agotadores días en los que había comenzado a odiar la ciudad. Se sentía mal por pensar algo así, de hecho era consciente de que le habían hecho un gran regalo al ofrecerle semejante oportunidad, pero no se sentía cómodo.Su suegro, Gracien, el padre de su esposa Rose, le había encargado un trato de suma importancia para su manada, y allí estaba él, intentando que el trato tuviera éxito. A pesar de que su suegro le había dado todos los detalles de la operación, nunca le dijo que el cliente al que iba a visitar, y con el que estaba negociando una importante venta de madera, era tan hostil, y tenía tan pocas intenciones de cerrar la venta.Michael se pasó la mano por el cabello, que a causa de la cantidad de horas que llevaba fuera d
Michael y Carl volvieron a encontrarse quince minutos después de la desagradable llamada de teléfono que Michael había realizado, y aunque él creía que el amargo recuerdo persistiría toda la noche, pronto desapareció en cuanto vio las luces de la ciudad y la vida que se desbordaba en cada esquina.- Carl, puede que no debiera decirte ésto, pero te confieso que no había visto nada más que mi hotel, y tus oficinas en esta ciudad.- Tienes que estar bromeando, ¿y pensabas irte sin ver la ciudad de la luz? ¿Qué sucede? ¿Alguna amorosa esposa te espera en casa?- No, no es eso.- respondió Michael sin sentirse culpable, pues a fin de cuentas Rose no era amorosa, ni se comportaba como una esposa.- es que al estar solo, y trabajando tantas horas no me había interesado por los monumentos.- Pero amigo mio, eso tenemos que solucionarlo…Carl
Danisa llevaba por lo menos una hora sentada en el mismo sofá, intentando desviar las miradas curiosas de todos los que pasaban por allí, y estaba pensando que pronto podría irse a su apartamento, y dormir, pues se encontraba cansada.Llevaba ya un buen rato observando a todos los que rondaban la sala común,intentado observar qué hacían cuando querían volver a sus estancias privadas, pero aún no había visto a nadie que hubiera llevado a cabo la acción, y eso la retenía allí sentada. No quería dejar en evidencia a Alexia, y montar una escena en aquel club tan exclusivo, pero la verdad es que comenzaba a estar aburrida de observar cuanto la rodeaba.El primer rato había sido entretenido, se había sentido como si estuviera en una especie de zoo, observando los rituales de sus compañeros de club, luego había empezado a cansarse; y no porque hubiera sentido
Cuando Michael escuchó el sonido de la puerta del cuarto al que había llevado a la mujer del club se sintió a partes iguales, aliviado y mezquino. Se había ido muy rápido, en el mismo instante en que ella comenzó a convulsionar con las primeras sensaciones de su orgasmo. No es que lo hubiera planeado, ni que se sintiera bien teniendo semejante comportamiento hacia esa chica preciosa, que lo había devuelto a la vida.Deambuló por los pasillos que había recorrido hacia poco tiempo en compañía de la misteriosa chica, y buscó un baño en el que refugiarse, no consiguió encontrarlo, así que finalmente se encerró en una de las habitaciones dispuestas para las parejas que quisieran disfrutar de la noche en privado.Cerró con llave, y se sentó en el suelo, castigando a su cuerpo con el duro asiento, enterró la cabeza entre las manos, y comenz&oacu
Después de la noche anterior, Danisa despertó al mediodía del día siguiente, y se alegró de que aún le quedaran unos días libres antes de comenzar su andadura en el nuevo trabajo. En cuanto se hubo despertado, volvieron a su mente los escabrosos recuerdos de la noche anterior, y a pesar de la furia que la había inundado hacía unas horas, en este momento, el sentimiento predominante era la excitación que el mero recuerdo de los dedos de aquel desconocido le provocaban.Se levantó de un salto, furiosa consigo misma la debilidad de su carácter, y se metió en la ducha, dejando el grifo en la zona de agua fría. Su cuerpo merecía un castigo, pero lo cierto es que en cuanto sintió el chorro mojando su piel, comenzó a dar saltitos, y a enjabonarse a toda velocidad, tratando de esquivar el gélido chorro de agua que la torturaba con cada gota que salía.
El día después de la visita al club, Michael se despertó temprano. Aunque en realidad, apenas había dormido nada. Primero se sintió culpable por la chica a la que había dejado medio desnuda en aquella sórdida habitación; luego, se culpó por haber sido infiel a Rose. Aún cuando ella lo trataba mal, y su vida sexual era inexistente, lo cierto es que era su compañera, y se había comprometido a no meters en la cama con ninguna otra mujer.Sintíó un palpitante dolor de cabeza atenazándolo, y decidió que tal vez haciendo un poco de ejercicio, conseguiría solucionarlo. Se puso un pantalón de deporte, una de sus habituales camisetas de dormir, y unas zapatillas viejas que ya apenas usaba, pero qu por costumbre siempre llevaba consigo.Corrió un par de manzanas antes de sentirse exhausto, y se paró en la esquina más cercana, resollan