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Una noche de lujuria

- Me encantan tus hombros- le confesó acariciando uno de ellos, bajó por su pectoral y siguió descendiendo por sus marcados y fuertes abdominales.-

- ¿ Sólo eso te gusta de mí?- preguntó interesado.-

- No… también tus labios y…- pasó su dedo índice por sus labios embelesada-

- … y..-

- Tus brazos…- ahora los recorría con sus pequeñas y suaves manos.-

Daniel le tomó por la cintura y le besó el nacimiento del cuello dejándole una pequeña marca, ella gimió sorprendida.

- A mi también me gustas…- dijo sin despegar su nariz del mismo sitio que besó.-

- … Mentiroso…- su pecho subía y bajaba agitado, aún no le quitaba la ropa interior, quizás planeaba rechazarla, pero esa idea se desvaneció por completo cuando sintió que quitaba el broche de su espalda y liberaba sus senos succionando uno de sus pezones sin demora, luego hizo lo mismo con el otro y las descargas de placer le dejaban la mente en blanco.

Mientras los chupaba con deleite,sus ojos permanecían fijos en su rostro, sin perder de vista los gestos de placer de su esposa.

Su miembro comenzaba a erguirse y pedía ser liberado del pantalón, más sintiendo el roce de las caderas de su mujer en el sitio, se giró con ella y la dejó boca arriba, se quitó el pantalón y el boxer en un solo movimiento, se arrodillo sobre la cama y le hizo apoyar sus muslos en los hombros, Samanta entendió lo que deseaba hacerle, estaba avergonzada por su zona expuesta totalmente a merced de la boca de su esposo, su lengua jugó sobre la tela de su calzón y con la misma la quitó del camino para llegar a ese punto sensible que le volvía loca.

- Dann… Ohh… ahí es…- balbuceaba de forma incoherente.- sentía como de su entrepierna corrían sus fluidos cada vez en mayor cantidad, señal de que sus movimientos le estaban complaciendo, succionó ese botón al final, cuando ya no podía más de expectación y ella se liberó curvando su espalda.-

Él mismo, ya no podía soportar su dolorosa erección, por lo que no se dio el tiempo de quitarle la tanga, sólo le puso en cuatro y la corrió hacia un lado, la penetró de golpe, un grito quedó encerrado en la garganta de Samanta.

Daniel había olvidado lo cálido y apretado que era su interior, sus paredes lo comprimían con fuerza, se debió concentrar para no eyacular por el estímulo.-

- ¡Oh Daniel! ¡ Me gusta rudo! Hazlo con fuerza…- le pedía afirmada de sus antebrazos, su esposo le complació, sus embestidas eran rápidas y profundas, sentía que le estaba llenando por completo, los dedos apretaban la carne alrededor de sus caderas dejándole marcas.

- ¿ Así?- preguntó sin detener sus movimientos.-

- Cógeme más duro, lo quiero por completo dentro.-

- ¿ Y si te lastimo?- intentaba mantener la cordura pero las sensaciones se volvían más intensas a medida que permanecía dentro de ella.

Samanta volvió a sorprenderlo, le obligó a ponerse boca arriba y ella lo introdujo hasta el fondo.

- Así… ¿ lo ves?... puedo sentirlo aquí…- llevó su mano hasta su ombligo- estás ahí… siento que voy a desfallecer… quiero que dejes tu semilla…-

- Cuando lo recuerdes…ahh- ella se movió apretando la punta de su pene adrede para dejarlo sin raciocinio- ….Vas…a… matarme…- logró terminar la frase.- ¿ dónde aprendiste eso?- En verdad estaba impresionado con sus habilidades en el sexo.

- …Leí… que eso… podría… gustarte… a los hombres … suele gustarles ver desde abajo… Ahh- una hola de placer le hizo callar, Daniel, comenzó a mover su cadera siguiendo el compas de ella, rosando cada vez más su punto sensible.-

- ¿ Ahí te gusta?-

Ella estaba tan roja y con los ojos llorosos que sólo aumentó sus deseos de golpear ese lugar, fue tanto el estímulo, que se fue hacia atrás a punto de perder la conciencia, Daniel le abrazó por la cintura y volvió a colocarle bajo de él, sin quitar su miembro del interior.

- Daniel…- le llamó con la mirada perdida, apretaba las sábanas con fuerza, hasta que sus nudillos se pusieron blancos.-

- ¿Por qué no me abrazas?-

- ¿ Puedo?- preguntó temerosa.-

- Eres mi esposa, por supuesto que puedes.- decía esto, moviéndose despacio hasta tocar su útero.

- No quiero dejar marcas en tu espalda.-

- Yo he dejado muchas en tu cuerpo, así estaremos iguales.-

- No sé…- abrió los ojos ante la repentina penetración, se movía como le gustaba, así no tendría más remedio que sostenerse de él, cuando envolvió sus brazos a su ancha espalda, volvió a besarla, el toque de sus labios provocó que Samara lo retuviera en su interior y alcanzaron el orgasmo al mismo tiempo.

Ambos estaban mojados en sudor, Daniel mantuvo su pene en el interior de Samanta y se quedaron dormidos.

A la mañana siguiente, la primera en despertar fue Samanta, soñó que un gran perro la envolvía, olía bien y era cálido, lo extraño era que sentía algo duro palpitar en su interior. Se puso más blanca, al girar la cabeza y encontrarse con el rostro de su marido, lo que palpitaba en su interior era su aparato masculino, no sabía como moverse, lo hizo a propósito para que no negara lo ocurrido en esa cama, la vergüenza en verdad era mayor que cualquier cosa así que trató de deslizarse hacia adelante, pero apenas le sintió moverse el agarre de esos largos brazos se hizo más férreo y su cadera siguió el movimiento, volviendo su pene al mismo lugar, gimió sin poder evitarlo.

- Daniel…-

- No lo quitaré…- se mantuvo sin abrir sus ojos.

- … Pero quiero bañarme…-

- Anoche… dijiste que querías que me asegurara de hacer un hijo… por lo que no desperdiciaré el tiempo.- con una de sus manos masajeaba sus pezones.-

- … El alcohol… me…- el agarre en su pecho se hizo más fuerte.- Ahh..-

- Aún tus paredes siguen abrazándome…-

- Quítalo…-

- No me dejas quitarlo…- mordió su oreja.-

Se tomaba de su antebrazo con ambas manos.

- ¿ Qué puedo hacer para que lo quites?-

- Sólo bésame…- con la mano libre le obligó a besarlo, aprovechando la distracción, las embestidas resonaban en la habitación, al igual que los gemidos de ambos.- Anoche dijiste que te gustaba… ¿ lo olvidaste?- decía contra su boca.

- Por eso no me gusta beber.- El escuchar sobre su confesión sólo la puso más inquieta.-

Daniel volvió a derramarse en su interior, fue tanto que salió fuera de su cavidad corriendo por sus muslos.

La chica estaba extasiada, sin fuerzas entre sus brazos, igual de relajada que él, pero a un salto de salir a esconderse.

Ya con la sobriedad recuperada, las imágenes de la noche se le vinieron encima, no volvería a beber, era un peligro para ella misma.

Aprovechó que su esposo se durmió y se deslizó hacia el baño. Vio su imagen en el espejo, los labios hinchados, las marcas de moretones serían difíciles de cubrir con maquillaje.

- ¿ Cómo le enfrento? ¿ Cómo justifico este comportamiento?- sus piernas temblaban, sabía que no lo habían hecho sólo una vez, su entrepierna goteaba ese líquido blanco. Para peor había dejado de tomar anticonceptivos, no creyó volver a tener relaciones en su vida.

Se metió con cuidado dentro de la tina, el agua tibia poco a poco le ayudó a calmarse. Se envolvió en una bata y salió del baño, Daniel le miraba sentado al borde de la cama.

- ¿ Qué?- no había logrado pensar en una justificación para su comportamiento.

- ¿ Para dónde vas?-

- A mi dormitorio, necesito vestirme, tenemos una reunión al medio día.-

- ¿ Tienes resaca?-

- Un poco… me duele más otras partes…- el permanecía desnudo, era difícil concentrarse con él en ese estado.-

- Lo que dije es verdad, me gustas.- le dijo.

- No necesitas decirme eso, fui irresponsable, bebí demasiado y me dejé llevar, pediré una hora al ginecólogo para que me de una pastilla de emergencia.-

Daniel se puso de pie de inmediato y en dos pasos, estaba frente a ella.

- No tienes que tomarla.-

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