Feliz noche hasta mañana
MarthaSu amiga aun me tenía agarrada por la espalda, mi labio dolía y un hilo de sangre corriendo por la barbilla y el cuello. Al momento de un descuido me agarré de los antebrazos de la mujer que me tenía sujeta y retrocedí haciéndola trastabillar y la pegué a la pared, en ese momento Sam salió corriendo a toda velocidad para seguir golpeándome, tomé impulso de la mujer que me tenía sujeta pudiendo levantar las piernas y patear en el estómago de la reclusa y en ese momento llegó una de las guardias.—Suéltala, Beatriz ¿qué es lo que les sucede a ustedes? se supone que tenían que venir aquí a ayudar a la reclusa nueva y no causar problemas—la oficial era alta y se veía musculosa y sin un gramo de miedo en su cuerpo al enfrentarse a presas del recinto peligrosas.—No estamos causando problemas —dijo Sam altanera, pero bajándole dos a su mal humor.—Yo te conozco muy bien —dijo sacando una vara eléctrica —¿Qué pasó?—Pregúntale a ella si no me cree —habló como si nada —le estábamos dan
Martha Contaba las horas para poder ver a mi hijo, estaba tan contenta, sentía ansiedad casi no dormí, pero hice lo que pude. —¿Se puede saber que tienes? —me pregunta Isolda. —Voy a ver a mi hijo —una pequeña sonrisa apareció en mi rostro, aunque intenté minimizarlo. —¿Va a venir? — cuestionó curiosa. —No, me dieron un permiso especial para salir. —Cuando no— escupió molesta —los ricos siempre tienen permisos especiales. —No es porque soy rica —me quejé. —Sí, claro — mencionó con reproche. —¡Es en serio! —exclamé molesta por su tono. —Ya me dirás cuando estes fuera— replica como una sabelotodo. —Yo no tengo la culpa de que algún rico te haya hecho sufrir —intenté defenderme. —A mí no me hizo sufrir nadie, bonita. Sino que aquí adentro sabemos muy bien como es toda la movida— contesta en defensa de su argumento errado. —¿Y tú estás aquí adentro por qué? —le pregunté bajando la guardia con ella, no valía la pena. —Eso no es de tu incumbencia —se quedó callada un momento y
Martha Volver abrazar a mi hijo se sentía como un cargador de energía en mi alma, definitivamente era lo que necesitaba para sentirme viva, sentir que aun respiraba, que no estaba muerta y que definitivamente no era un sueño todo lo que estaba viviendo. —Mami ¿Y dónde está papi? —fue lo primero que preguntó mi niño viendo a los lados y notando que no había nadie más —¿papi vino contigo? Mi alma se marchitaba cada vez que lo escuchaba preguntar por su padre. —Mi amor, tengo que hablar contigo— respiré hondo casi queriendo huir de esto, no quiero hacer esto, algo me lo impide y es la creencia de que él este vivo —¿sabes que papi y yo nos casamos hace poco de nuevo? —Sí, mami— sus ojitos brillaban. —Bueno mi vida, papi y yo nos fuimos de viaje y en ese viaje a mami y a papi le salieron unos trabajos muy importantes, por una temporada te vas a tener que quedar con la tía Sofía —expliqué tratando de que no me temblara la voz, mentirle se siente mal, pero la cruel realidad es peor. —P
MarthaEl camino al cementerio estuvo bastante silencioso, solo mi niño jugando con un avioncito de juguete era lo único que se escuchaba en la camioneta, esta vez nos repartimos en dos carros, la oficial nunca se alejó de mí, el abogado se fue en el carro de Sofia con ella y estábamos un poco más cómodos.Cuando llegamos al cementerio estaba soleado, los pájaros cantaban y volaban en lo alto del cielo, era un día idílico, si no fuera a enterrar el féretro vacío de mi esposo, me sentía horrible sabiendo que le mentí a mi hijo, pero no me sentía lo suficientemente fuerte como para decirle la verdad, puede que me llames una cobarde no me interesa, si salía de esta situación ya vería como decirle la verdad.Cuando llegamos primero se bajó la oficial Lisset Holding para revisar un poco el perímetro antes de entrar. Aunque el cementerio era tan grande que no iba abarcar todo, sin embargo, estaba bastante desierto a esta hora del día, solo fue a echar un vistazo antes de nosotros poder entr
Martha Seguía tirada en el suelo consolado a mi bebé, temblando pensando en todo lo que pasó en tan poco tiempo, no sé quién era ese hombre, pero se veía tan seguro y lleno de rabia de lo que decía. Si era cierto lo que decía de donde iba a sacar yo para pagarle a ese hombre, era una suma millonaria lo que le robaron y rogaba al señor que en verdad se hubiera equivocado. —Vamos levántate —me exigió la oficial Lisset. Ya mi niño estaba mucho más tranquilo, el padre que oficiaba la pequeña misa se había ido cómo alma que lleva el diablo y los que quedamos estábamos aun presentes. ¿Qué había pasado? ¿Quién era ese hombre? —Debemos Llamar a la policía y declarar — dijo la oficial. —Esta vez no —dije rotundamente— no podemos dejar que esto se sepa. —¿De qué está hablando? se tienen que enterar de lo que está pasando— expuso incrédula— tal vez así salgas libre. —No —volví a repetir de manera tajante —debemos irnos. ¡Ahora! —fui contundente ante eso. Los autos no estaban muy lejos,
GIO SANTORI.Horas antes del cementerio…Los golpes y lloriqueos resuenan en la habitación mohosa, levantó dos dedos para pedir que paren y automáticamente mi orden es cumplida.—¿Vas hablar? —pregunté cortésmente, aunque era más una orden. No necesitaba gritar para infundir miedo, la máscara de furia en mi rostro era suficiente.—Juro que no sé nada —decía débilmente el hombre.—¿No sabes dónde está mi dinero? —pregunté de manera retorica.—Lo juro, señor Santori —el hombre se veía asustado y eso es seguro, empezó hablar luego del tercer golpe, pero los demás fueron diversión— no sé qué es de ese hombre.—¿De qué me sirves si no sabes dónde está lo que quiero? —pregunté tocando mi mentón.—¡Oh por dios, no! —comenzó a temblar mientras el olor a orina invadía mis fosas nasales— le averiguare lo que haga falta.—Vamos, Luca. No sabes ni dónde estás parado ¿de verdad vas a conseguir mis 100 millones? —me burle de él cruelmente. Era un muerto viviente así no lo supiera.—Yo no me di cuen
MarthaLos días habían pasado más rápido de lo que yo pensaba, en un abrir y cerrar de ojos los días habían pasado muy rápido, había ayudado la visita que le pude hacer a Diego a pesar del asesino que llegó disparando en el cementerio.Cuatro días pasaron como arena entre mis dedos, estaba ansiosa por saber lo que decidiría el juez, estuve cuatro días pensando en unos ojos oscuros tan fríos como el hielo que no me dejaban dormir.¿Tiene razón el extraño que llegó en el cementerio?¿Me mintió Miguel?¿Está vivo?¿Creía que no podría entenderlo?«Es mi esposo, trataría de entender que le robo a un hombre peligroso y que ahora nos quiere matar a todos»No sé si sería capaz de amar esa versión de Miguel, esas mentiras que me hizo creer. ¿Lloro a un hombre perdido en el mar y odio todo lo que estoy descubriendo?Hoy comienza mi juicio y lo que se siente como mi fin, no me permitieron cambiarme. Así que tengo el mono naranja puesto para el momento de llegar al edificio donde se hará el juic
GIO SANTORIEsta reunión es una maldita perdida de tiempo, pero es trabajo y debo hacerlo, nadie puede zafarse de la reunión que yo mismo convoque, aunque me dé pereza asistir.—Capo — me saluda y besa la mano donde está mi anillo de plata con el centro de ónix y una U tallada en el frente.—Rocco —saludé secamente con un corto sentimiento de cabeza y nos sentamos en la mesa.—El Don de la Cosa Nostra llega en dos días para reunirse con usted y me mandó a mi primero para arreglar todo, añade el hombre como si yo le hubiera preguntado.—No hay nada que arreglar, sabe que debe presentarse ante mi cada año— señale la con un dedo a la mesa, sabía por qué no había venido, es un maldito cobarde.—Claro que sí, Capo— em da la razón y vuelve a sentarse.—Vamos al grano, ¿qué quiere el Don? —pregunté impaciente.El hombre se veía un tanto nervioso, pero por encima de su Don está la lealtad hacia mí y eso nada iba a cambiarlo.—Quiere que le baje los impuestos impartidos por usted hace seis mes