21. Flamante esposa

GIO SANTORI.

Horas antes del cementerio…

Los golpes y lloriqueos resuenan en la habitación mohosa, levantó dos dedos para pedir que paren y automáticamente mi orden es cumplida.

—¿Vas hablar? —pregunté cortésmente, aunque era más una orden. No necesitaba gritar para infundir miedo, la máscara de furia en mi rostro era suficiente.

—Juro que no sé nada —decía débilmente el hombre.

—¿No sabes dónde está mi dinero? —pregunté de manera retorica.

—Lo juro, señor Santori —el hombre se veía asustado y eso es seguro, empezó hablar luego del tercer golpe, pero los demás fueron diversión— no sé qué es de ese hombre.

—¿De qué me sirves si no sabes dónde está lo que quiero? —pregunté tocando mi mentón.

—¡Oh por dios, no! —comenzó a temblar mientras el olor a orina invadía mis fosas nasales— le averiguare lo que haga falta.

—Vamos, Luca. No sabes ni dónde estás parado ¿de verdad vas a conseguir mis 100 millones? —me burle de él cruelmente. Era un muerto viviente así no lo supiera.

—Yo no me di cuen
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