3. Seminario

Helena:

En el proceso de reconstruir mi vida he puesto mucho empeño, y por ello, en tan solo ocho meses me graduaré. La universidad me ha ofrecido la oportunidad de continuar mis estudios para realizar una maestría en ciencias de la computación. El esfuerzo que he hecho para avanzar cada día más hacia mi meta y convertirme en la mejor del área, no solo en programación sino también en el diseño y creación de algoritmos, ha sido inmenso.

Suspiro al pensar en todo el esfuerzo que he hecho y en que cada paso ha valido la pena; más aún sabiendo que una de las recompensas probablemente sea trabajar en Carson Corporation, una de las empresas más sólidas y adelantadas en tecnología.

Una dulce voz me distrae de mis pensamientos:

—Lena, hijita, ¿cómo te fue en la gala anoche? —me dice mi querida Carmelita, a quien hace mucho tiempo aprendí a llamar abuelita.

—Bien, abuelita, fue una gala impresionante. Asistió el futuro CEO, el señor Thomas Carson —le cuento con emoción, y sin darme cuenta, mi corazón, con latidos más rápidos, recordó el baile con aquel caballero apuesto.

—¿Y esa sonrisa? —me pregunta con una sonrisa pícara en sus labios.

—No es nada, abuelita, nada de lo que puedas imaginarte. Solo recordé el baile que tuve con el CEO —le digo más seria, pues nada me distraerá de mi principal objetivo. El amor no tiene cabida en mi vida, y mucho menos aspirar a alguien tan alto como él.

Yo ya no me permito soñar; me robaron ese derecho cuando afectaron a mi padre, arruinando mi vida.

Carmelita y yo nos sentamos a la mesa para desayunar. El aroma del café recién hecho llena la pequeña cocina, y el sol de la mañana entra por la ventana, iluminando el espacio con una luz cálida y acogedora. Sin duda hoy el clima acompaña mi buen estado de ánimo.

—¿Qué te gustaría desayunar hoy, abuelita? —le pregunto mientras saco el pan y la mantequilla.

—Lo de siempre, hijita. Un poco de pan tostado y ese delicioso café que preparas —responde Carmelita con una sonrisa.

Mis trabajos de medio tiempo en cafeterías tuvo su beneficio y ahora se preparar un buen café así consiento a la abuelita que la vida me regaló.

Mientras preparo el desayuno, no puedo evitar pensar en la gala de anoche y en el baile con Thomas Carson. Carmelita, siempre perceptiva, nota mi distracción, al verme perdida en mis pensamientos, Carmelita me observa con una mirada llena de ternura y sabiduría.

—Lena, querida, no puedes cerrar tu corazón para siempre. La vida tiene formas misteriosas de sorprendernos, en estos años que te conozco siempre has estado sola hijita, ¿cuándo me traerás un novio para conocerlo? —me dice, tomando mis manos entre las suyas, terminando de decirlo con una sonrisa.

—Lo sé, abuelita, pero he pasado por tanto… No quiero distraerme de mis metas, podrás esperar más años y prometo te traeré uno—respondo, tratando de soñar graciosa.

—Entiendo, mi niña, pero recuerda que también mereces ser feliz. No todo en la vida es trabajo y responsabilidades —me aconseja con una sonrisa cálida, dándome un beso en la frente con su amor maternal.

Sus palabras resuenan en mi mente mientras me preparo para salir con ella ya que es nuestro día de familia. Al llegar de nuestro paseo por la tarde me preparo para descansar.

La universidad ha sido un refugio para mí, un lugar donde puedo concentrarme únicamente en mis estudios y olvidar, aunque sea por un momento, el dolor del pasado.

Thomas:

Han pasado cuatro semanas desde que asumí el cargo de CEO de Carson Corporation. Mi prioridad ha sido impulsar el crecimiento y la innovación de nuestra empresa. Los días se han vuelto interminables, llenos de reuniones, decisiones estratégicas y encuentros con inversores. Pero no me quejo, esto es lo que siempre he querido y lo que me ha ayudado a alejarme de recuerdos del pasado.

Para iniciar esta nueva etapa de mi vida, llamé a mi gran amiga y confidente, Emily Miller, para ser mi asistente y mano derecha. Fuimos juntos a la universidad, así que confío ciegamente en ella.

Mi ahora asistente, Emily, me interrumpe mientras reviso los informes financieros.

—Thomas, tienes una invitación de la Universidad de Columbia. Quieren que seas expositor en el seminario de Ciencias de la Informática y Programación —me dice, mirando su agenda.

Me sorprende la noticia.

—¿Yo? ¿Por qué? —le pregunto.

—Dicen que eres un referente en el campo de la tecnología y que tu experiencia en Carson Corporation sería invaluable para los estudiantes —explica Emily—. Además de ser el CEO más joven de la ciudad —añade con una sonrisa burlona.

Creo que Emily me conoce bien; sabe que ese tipo de eventos no me gusta ni tampoco llamar la atención. Pero no puedo evitar dejarme guiar por una pequeña punzada en mi corazón y aceptar. Hay algo que me dice que debo ir.

—Acepto la invitación de inmediato. Es un honor y una oportunidad para compartir mi conocimiento. Organiza mi agenda —le pido.

Emily me mira y, poniendo los ojos en blanco, acepta. Sé bien que ella odia mi lado arrogante y poco modesto. ¿Qué puedo hacer? Estos años me he dedicado a ser una persona intachable, evitando caer en las sombras. Pero no se equivoquen, santo no soy; hay cosas que no cambian —sonrío de medio lado.

El día del seminario llega. Me visto con mi traje negro hecho a medida y camisa blanca, que resalta mi figura atlética. Me siento confiado y preparado.

Al llegar a la universidad, me recibe el decano de la facultad de Ciencias de la Computación. Quien resulta ser uno de los amigos de mi padre el señor Anderson:

— Thomas, es un placer tenerte aquí. Los estudiantes están ansiosos por escucharte— me dice con entusiasmo.

Le sonrío y saludo con un apretón de manos.

Emily me acompaña hasta el auditorio, donde seré el expositor principal. Mientras caminamos, noto que mis pensamientos se desvían hacia recuerdos del pasado, especialmente hacia esos ojos verdes que en sueños me atormentan y en presencia me calman pues sé que esa mujercita estudia en esta Universidad y no solo eso sino que es una de las estudientes más sobresalientes; me pregunto si estará ella aquí?

Subo al escenario , el auditorio está lleno. Me presento y comienzo mi charla sobre innovación y tecnología en Carson Corporation. Hablo de liderazgo y la importancia de la tecnología en el mundo actual. Los estudiantes están atentos, tomando notas y haciendo preguntas.

A medida que hablo, veo rostros atentos y curiosos, lo que me motiva a seguir compartiendo mi experiencia. Sin embargo, de repente, mi mirada se cruza con unos ojos verdes en la audiencia. Mi corazón se detiene por un instante. Es Helena, pero aún así no me detengo en nada de lo que digo.

Helena, con su cabello oscuro y esos ojos verdes penetrantes, me observa desde la última fila. No puedo evitar sentir una mezcla de emociones al verla. Continúo con mi presentación, pero mi mente está dividida entre las palabras que pronuncio y la presencia de Helena; ella está atenta tomando notas de lo que digo, pero me mira como todos los demás lo hacen, sin ninguna expresión especial; algo que de forma fugaz me incomoda.

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