Narrador:
La noche estaba en pleno apogeo y la pista de baile era un hervidero de cuerpos que se movían al ritmo de la música. Thomas, Emily y Axel se sumergieron en la pista, cada uno con su estilo haciendo que hombres y mujeres dirigieran sus mistadas a los tres dioses que movían sus cuerpos en medio de la pista. Axel, con su presencia imponente, no tardó en llamar la atención de una pelinegra sexy y atrevida. Ella se acercó a él con una sonrisa seductora y una mirada que parecía decir —ven y conquístame Axel— sin dudarlo, la tomó de la mano y la llevó a la pista. La pelinegra se movía con una gracia sensual, su cabello brillando bajo las luces de la discoteca. Axel la rodeó con sus brazos, sintiendo el calor de su cuerpo y la miró a los ojos, hipnotizado por su belleza, ella era la elegida de esta noche y vaya que la disfrutaría, pensó. Mientras tanto, Emily se encontraba en el centro de la pista, bailando con una confianza y una pasión que llamaba la atención de todos. Un hombre de 35 años, con un rostro tallado por los mismos dioses pero eso era algo que Emily no le importaba; estaba acostumbrada a estar con chicos guapos como lo eran sus dos amigos, pero en él encontró algo interesante, su mirada intensa, se acercó a ella. La miró con admiración y le dijo: —Eres la mujer más hermosa de la noche— Emily sonrió, sintiendo la seducción en su voz y le respondió: —Eso ya me lo han dicho antes, si me dices algo nuevo quizá….así te de el honor de bailar conmigo— El hombre se rió y la tomó de la mano, llevándola a una de las salas privadas VIP que el lugar tenia. Allí, comenzaron a hablar y a reír juntos, su conexión creciendo con cada palabra se estaba poniendo interesante la noche para esta mujer. Thomas, por su parte, se movía por la pista con una sonrisa encantadora y un coqueteo que hacía que las mujeres se rindieran a sus pies. Su objetivo era encontrar a alguien que lo hiciera sentir vivo, alguien que lo conectara con su pasión y su energía. Y entonces, la vio: una mujer con cabello oscuro y ojos verdes que le recordaron a Helena, sin siquiera saber que buscaba una doble la encontró de forma inconciente. Se acercó a ella con una confianza combinada con arrogancia, que parecía decir “soy el hombre que estabas buscando". La mujer lo miró con curiosidad y Thomas comenzó a bailar detrás de ella, su cuerpo moviéndose en perfecta armonía con el suyo, apenas y susurrándole al oído, si algo le salía bien a un Carson era seducir. La noche estaba llena de posibilidades y los tres amigos se dejaron llevar por la música y la pasión, cada uno encontrando su propio ritmo y su propia conexión en la pista de baile. Finalmente, Thomas la tomó de la mano y la llevó a un lugar más tranquilo, un rincón oscuro y privado. Allí, se besaron por primera vez, su pasión explotando como un volcán en erupción. La noche de Thomas y Sophia fue una noche de perdición, una noche en la que se dejaron llevar por sus deseos y sus pasiones. Thomas y Raquel compartieron una noche apasionada, pero para Thomas, la relación fue meramente sexual, sin ningún componente romántico. Él había estado buscando una conexión física intensa,Raquel había sido la perfecta compañera para satisfacer ese deseo. Durante la noche, Thomas se dejó llevar por sus instintos, disfrutando del placer físico que la mujer le brindaba. No hubo palabras de amor ni promesas de futuro; solo el aquí y ahora, el calor de sus cuerpos entrelazados y quizá el deseo interno de que la mujer en sus brazos sea otra , una con los ojos verde aceituna más lindos que ha visto en su vida. Thomas no se permitió sentir nada más allá de la atracción física. No quería complicaciones emocionales ni expectativas de nada más. Solo quería disfrutar del momento, de la pasión y del placer. Lo ha hecho durante muchos años y esta no era la excepción. A altas horas de la madrugada, Thomas con una sonrisa en el rostro, satisfecho con la noche que había pasado. No hubo sentimentalismos ni remordimientos; solo la certeza de que había saciado su deseo. Raquel, por su parte, parecía entender perfectamente los términos de su relación. No hubo miradas tiernas ni gestos románticos; solo una sonrisa y un adiós. Thomas se vistió y se fue, dejando atrás la noche. Sabía que no volvería a ver a Raquel, pero no le importaba. Había obtenido lo que quería, y ahora estaba listo para seguir adelante con su vida, definitivamente este era el relax que necesitaba. Thomas es un hombre que valora su libertad y su independencia. No busca compromisos emocionales ni relaciones duraderas. Solo busca satisfacer sus deseos físicos y seguir adelante con su vida enterrando fantasmas del pasado. Eran casi las 3 de la mañana cuando salía del hotel. Al darse cuenta de que no había llevado su auto, tuvo que caminar hasta encontrar un taxi. Llamó a Axel y a Emily, pero ninguno contestó. Sonrió al imaginar que ellos también habían tenido una buena noche, como él. La diferencia era que él nunca se quedaba a dormir con ninguna de sus compañías nocturnas. En medio de sus pensamientos, con su aguda visión, observó una silueta femenina muy conocida para él. Era la misma mujer con la que había conversado en la universidad, aquella que no mostró ninguna reacción ante su sonrisa de conquistador. Aunque se sintió herido por eso, reconoció que había sido un golpe a su ego. Desde el otro lado de la calle la miro , entrando a un hospital. Ella llevaba una cazadora gris con capucha y entraba con urgencia a esa casa de salud. Paralizado en la entrada, observando, se preguntó con incertidumbre: —¿Qué está pasando contigo, Helena?—THOMAS Me quedó paralizado al verla y malos recuerdos llegan a mi, no puedo con la presión y ventajosamente encuentro un taxi el cual me llevará a mi refugio. Al llegar a mi departamento tomo mis tres vasos de coñac, aunque parece no ser esta la ocasión en la que pueda calmarme, decido darme un baño, relajarme nuevamente y evitar pensar. HELENA Hoy fue un día muy cansado para mí, pero por fin estoy llegando a mi departamento para descansar. Cuando abro la puerta y miro en la sala, veo a Carmelita desmayada. Me asusto tanto que mi primera reacción es llamar al 911. No sé de dónde saqué las fuerzas suficientes para evitar que mi cuerpo colapse del dolor al verla así. Los paramédicos la atendieron y nos llevaron al hospital central, donde la atendieron de inmediato. Agradezco tanto al doctor que la atiende con mucho amor. Me mira y me pregunta quién es ella para mí. Sin dudarlo, le dije: —Es mi abuelita— conteniendo algunas lágrimas.
THOMAS: Siento el palpitar de mi corazón, late con una intensidad que me duele. Estoy en un lugar casi vacío, pero ella está ahí, frente a mí, con sus ojos hermosos y llenos de dolor. Su mirada me atraviesa como un cuchillo, y veo cómo su dolor comienza a desbordarse. Sus lágrimas caen sin control, y puedo sentir cómo su corazón se está rompiendo, cómo su alma se está desgarrando. Quiero consolarla, pedirle perdón por el sufrimiento que le he causado. Pero ella no me permite acercarme. Me culpa, me acusa con su mirada, y su dolor se convierte en ira. Me empuja con fuerza, y siento cómo el suelo se abre bajo mis pies. Caigo en un agujero negro, sin fondo, y gritó asustado. Pero es solo una pesadilla. Me despierto temblando, sudando, con el corazón aún latiendo con fuerza. Mi miedo no es caer, es la culpa de haber sido el causante de su dolor. La culpa de haberle hecho daño sin siquiera ser consciente de ello. Esta pesadilla se repite con fr
THOMAS Llego temprano a casa, aún con la ansiedad de esperar una respuesta de Helena. De repente, veo su mensaje en la pantalla y mi corazón late con emoción. "¡Gracias a Dios!, grito, aliviado Leo su largo mensaje con atención y me apena saber lo que pasó con su abuelita, la señora que la acogió cuando se quedó sola. Yo más que nadie sé cuánto esa mujer ha hecho por ella y el aprecio que le tiene. escribo. le pregunto. Ella me responde que un doctor la ayudó a superar ese momento difícil. No puedo evitar sentir un ligero malestar al leer que lo describe con cariño, pero tomo aire y respiro para ser imparcial. escribo. le preguntó. Ella me cuenta que la pasó bien y que bailar con el CEO fue un momento inolvidable. Sonrío al recordar ese baile. , escribo. le envío en otro mensaje. < Gracias por tus pa
THOMAS: Mi buen humor después del acercamiento con Lena hace que llegue a la oficina con una sonrisa de oreja a oreja, radiante de alegría. Emily, mi asistente, amiga y confidente, me recibe con una mirada curiosa. —¿Qué te pasa, Thom? Pareces haber tenido una muy buena noche de placer —dijo, mientras me abrazaba. Reí mirándola y negué con la cabeza. —No es nada que puedas imaginar, Emily. Es algo... especial —dije con una gran sonrisa. Emily me miro con atención, sabiendo que yo no solía mostrar tanta emoción menos por las mañanas , me miro y pudo imaginar que había alguien detrás de mí alegría. —¿Es ella? —preguntó Emily, con una ceja enarcada. No puedo negar lo sorprendido que estoy por la pregunta. ¿Cómo sabía Emily? —¿Cómo lo sabes? —pregunté , intentando mantener el misterio. Emily sonrió. —lo sé porque la única mujer capaz de alterar tus sentidos es ella, Helena Russel—dijo, con una mirada intensa. Creo que el único que no
THOMAS: Es increíble lo rápido que ha pasado el tiempo. Cada día, a través de mensajes, me he unido más a Lena. Me siento ilusionado, quizá enamorado. La paz ha llegado a mi vida y no puedo evitar ser detallista con ella. Hoy, por fin, sabrá quién soy y pido al cielo que no me rechace, que me acepte como Thomas Carson. He preparado un hermoso arreglo de girasoles, sé que son sus flores amarillas favoritas. Se las llevo para que sepa que quiero que nuestro amor sea eterno. Ahora estoy más convencido más que nunca de que ella es el amor de mi vida. No he tenido necesidad de salir de fiesta para sentirme feliz; me basta con llegar temprano y saber cómo está Lena a través de una conversación digital. Sé que ella siente lo mismo, lo presiento porque responde a mis mensajes con la misma emoción que yo. Cuando llego a la universidad para su graduación, con el ramo de flores, he querido combinar con el vestido que le envié, así que uso un traje azul a medida. Sé qu
DAMIÁN: ¿Cómo conocí a Helena?, pues el destino la trajo a mi, en un convenio con la universidad donde estudia ella, me la enviaron como pasante, pues me dijeron que era la mejor, y realmente no se equivocaron, además de ser hermosa tener un buen cuerpo es sumamente inteligente, es mi prototipo de esposa. La quiero para mi, ella sería de mucha ayuda a mi empresa, pero ella a semanas de terminar puso su renuncia , algo que quiero cambiar. Con el tiempo me fui haciendo su amigo, manteniendo la distancia pues ella es muy respetuosa no quería asustarla. Recuerdo la primera vez que salimos a tomar un café, el día en que me entregó su carta de renuncia. —Helena permíteme invitarte a un café- le digo —No es necesario señor Sanders— respondió con su habitual tono profesional. sabía que sería difícil, pero no me rendí. —No rechaces esta invitación, mira que me dejas herido con tu renuncia— le puse mi mejor cara de pe
THOMAS: No pude evitar sentir celos de Derek. Ese hombre es un buen partido para cualquier mujer. ¿Cómo lo sé? Pues, personalmente lo investigué. Además de ser un excelente neurocirujano, es dueño del hospital, único hijo de la familia Adams, millonario. No se le conocen relaciones serias, pero tampoco es un mujeriego empedernido; aparentemente, solo disfruta su vida relajado. Cuando revisaba la investigación realizada al doctor, entró mi buena amiga Emily. Al verlo en la fotografía, dijo: —¿Quién es él? No está nada mal… mmmm —lo dijo admirando de más su fotografía. —Es un amigo de Helena. Tuve que investigarlo, pues no estaba seguro de lo que quería con ella. Ahora estoy tranquilo, ya que él solo la ve como amiga —le digo, sonriendo satisfecho con mis hallazgos. —¡Interesante! —expresó sin dejar de mirarlo. —¿Qué se te está pasando por la cabeza? —pregunté. Al conocerla, podía imaginar mil cosas. —Nada de lo que piensas, Thom. No e
DEREk: Es tarde y mi día libre iba de maravilla, hasta que una llamada de Lilibeth, mi secretaria y administradora del hospital, me interrumpe. —Derek, hubo un accidente grave y están trayendo a una joven con un trauma craneoencefálico grado 3. Eres el único neurocirujano disponible, ¡ven urgente! —me grita. Ella sabe que en menos de 10 minutos estaré ahí. Cuando llego al hospital, veo que la ambulancia llega. Recibimos a la paciente y casi quedo petrificado. ¡No puede ser!. Al examinarla, noté que tenía una pupilas dilatadas y no respondía a estímulos verbales. Su presión arterial era de 180/100 mmHg y su frecuencia cardíaca era de 120 latidos por minuto. Su saturación de oxígeno era del 90% con mascarilla de oxígeno. Inmediatamente, ordené una tomografía computarizada (TC) de cráneo y cuello para evaluar la extensión de la lesión. Los resultados mostraron una hemorragia intracerebral en el lóbulo temporal derecho, con un edema cerebral se