Helena Recibí un mensaje muy temprano de Thomas, quien necesitaba mi ayuda de urgencia, así que me arreglé con un traje de oficina con una falda lápiz y esperé a que llegara mi novio por mí. Cuando lo hace, mi hermosa Carmelita lo invita a desayunar. Él, encantado, acepta, entra y me da un tierno beso en la frente. Lo tomo de la mano y lo dirijo al comedor, donde Carmelita sirve el desayuno. —Cuéntame, cariño, ¿qué sucede? Te veo un poco preocupado. Él comienza a contarme todo lo que pasó con Emily, su amiga, y no puedo evitar derramar una lágrima al saber lo que le ocurrió. Ahora está en una cama a la espera de que reaccione. Sé que no hay mejor médico que mi amigo para ayudarla. —Tranquilo, amor, Derek es el mejor, podrá ayudarla —le sonrío. —Lo sé, gracias, cariño. Ahora tengo que llamar a Axel, estoy seguro de que también querrá saber quién fue el tipo que le hizo esto —me dice con enojo. —Lo van a encontrar, lo sé —le digo con esperanza.
Derek: No entiendo por qué una furia difícil de contener se apodera de mi ser. Basta escuchar al tipo que quiere llevarse a Emily, y eso no es médicamente posible en este momento. Respiro profundamente y regreso en mí cuando Helena se acerca y me toma del brazo. Me doy cuenta de que estoy haciendo un espectáculo. Justo entonces, el sonido de las máquinas conectadas a mi paciente se intensifica: ¡biiiiiiiip, biiiiiiip, biiiiip! Todos entramos corriendo a la habitación. Me apresuro a revisar a la paciente cuando, de pronto, unos hermosos ojos verdes como el pasto del campo más floreciente en primavera se abren. Una mirada que me hace sentir como si estuviera en un sueño. Ella dirige su mirada a los demás presentes, que sin medidas de bioseguridad han entrado. No digo nada por ahora; la prioridad es mi hermosa paciente. No puede hablar, pero en su mirada se refleja la alegría de ver a Thomas y al otro tipo. No puedo evitar preguntarme: ¿quién diablos es? Los dos se ac
Narrador: Thomas, Derek y Axel entraron en la bodega, sus pasos resonando en el silencio. En el centro de la habitación, el hombre que había causado el accidente de Emily estaba atado a una silla, su rostro pálido de miedo. —Así que tú eres el responsable de lo que le pasó a Emily— dijo Thomas, su voz baja y amenazante. El hombre asintió, tartamudeando. —Lo siento, no fue mi intención...solo quería salir con ella, después que la conocí ella no quería que me acercara, no soporte el rechazo y solo la seguí, por querer evitarme ella causó el accidente— explicó el hombre muy asustado. Axel se acercó a él, su rostro endurecido. —No fue tu intención— repitió, su voz sarcástica. —Pero sí fue tu intención asustarla por no ser lo suficientemente hombre para entender un NO de una mujer— Derek se acercó también, su mirada furiosa. —Emily no esta sola— dijo. —No es una mujer con la que se pueda jugar, ni a la que te puedas acercar— bramo.
Thomas: Paso dejando a mi hermosa novia a su casa como es de costumbre después del trabajo, me dirijo al encuentro con Axel el día de hoy , quedamos en vernos en nuestro bar favorito, pues está nuevamente de visita en Nueva York. Cuando llego a nuestra sala privada, lo miro muy relajado bebiendo su wisky favorito. —¿Hey, cómo estás Amigo?— le pregunto. Con una sonrisa me invita una copa y me responde. — estoy bien, aún un poco cansado por la nueva sucursal, pero estoy muy bien, — bebiendo y conversando. —Han pasado tres meses desde el accidente de Emily —dije, sonriendo mientras hablaba con Axel. —Sí, y Derek no ha querido darle el alta —respondió Axel, riendo. —Me río cada vez que escucho sus pretextos médicos para tener a nuestra amiga prácticamente secuestrada en su hospital —dije, sacudiendo la cabeza. Axel se rió. —Creo que son las ventajas de ser su médico y dueño del Hospital —dijo.
Thomas: Estoy muy feliz hoy viajaremos mi novia y yo a Las Vegas, sé que ella es un poco conservadora por lo que en el Hotel pedí se reservara dos suites para que se sienta más cómoda. Estando en mi jet privado contemplo el rostro de Helena, esta dormida y aún así se ve como un ángel, doy gracias por haberme ganado su corazón. Cuando llegamos la despierto con un suave beso en sus hermosos labios. —Despierta cariño, ya llegamos— le susurró en el oído, no puedo evitar sentir ese vibrar que causó en su cuerpo, abre sus hermosos ojos verdes profundos, con una coloración rosa en sus mejillas suspiró por lo hermosa que la veo. — ¿amor, ya llegamos?— me pregunta aún adormilada. — si princesa, es hora de despertar, en una hora será la reunión con la empresa que requiere contratar nuestros servicios — le digo con emoción. —si vamos — me dice levantándose. Llegamos al hotel ella me sonríe porque nuestras suites están juntas pero separadas, le sonrió y me
Thomas: No puedo creer que estamos celebrando nuestro matrimonio a mi estilo ,rebelde y despreocupado. —Mi amor, gracias por este paso tan importante. Prometo que te daré la boda religiosa que te mereces —le digo, besando sus labios. —Ahora eres mi esposo, y más que una fantástica boda, deseo un matrimonio sólido, de verdad y de comprensión —me dice, mirándome con alegría. Miro los anillos plásticos que usamos y pongo como nota mental hacer unos maravillosos que los reemplacen. Por suerte, pienso que pude pedir al hotel que arreglaran una suite matrimonial y llevaran nuestras cosas a esta. Esperaba que la decoraran como se los pedí. Al entrar en la suite matrimonial del hotel, mi corazón latió con emoción. La decoración romántica era exquisita: velas iluminaban suavemente la habitación, girasoles frescos y pétalos de flores cubrían la cama y el suelo, llenando el aire con un aroma dulce y seductor. Mi mirada se posó en Helena, que lucía radiante en e
Helena: Siento los rayos del sol posarse en mi rostro. Ligeramente abro mis ojos y me encuentro con la mejor vista: mi esposo, que me contempla con su mirada de lujuria. Apenas estoy recapitulando los acontecimientos de ayer, nuestra boda y nuestra noche de bodas. Pienso, mordiéndome el labio inferior, pues aunque me duela el cuerpo completamente, puedo decir que es el mejor dolor que he experimentado en mi vida. Lo acepto con gusto después de todo el placer que pude sentir. —Buenos días, bella esposa— me dice, depositando un beso en mi frente. Me levanto un poco y veo que está completamente desnudo. —Buenos días, esposo— le respondo con coquetería. Intento levantarme, pero el dolor aún no me lo permite. Thomas se da cuenta y me ayuda. —Ven, vamos a darte un baño— me dice, tomándome en sus brazos como a una princesa. Me deposita suavemente en el agua, que relaja mi cuerpo. Amo la delicadeza con la que lava mi largo cabello. —Te amo
Helena: En el centro comercial, rodeada de luces y sonrisas, me encontré con Damián, mi antiguo jefe y amigo. Su sonrisa fue como un rayo de nostalgia. —Hola Helena, cómo estás? Tanto tiempo sin verte— me dijo. —Damián, qué gusto saludarte— respondí, sonriendo. —Felicidades, me enteré que ya te casaste. Espero seas feliz— agregó. —Muchas gracias, tus palabras significan mucho. Debo confesar que nunca he sido tan feliz— dije, sintiendo una punzada de culpa. —Me alegro por ti. No olvides que siempre las puertas de mi empresa están abiertas para ti— se despidió, con una mirada que parecía esconder un aire de nostalgia. Me apresuré a preparar la sorpresa para Thomas, mi esposo. Había planeado una reunión íntima con nuestros amigos cercanos: Derek, Emily, Axel y mi adorada Carmelita, aunque ella había declinado asistir, diciendo que esas eran "cosas de jóvenes". Preparé bocadillos, cócteles caseros y una hermosa tarta para celebrar los 26 años de Tho