Thomas: No puedo creer que estamos celebrando nuestro matrimonio a mi estilo ,rebelde y despreocupado. —Mi amor, gracias por este paso tan importante. Prometo que te daré la boda religiosa que te mereces —le digo, besando sus labios. —Ahora eres mi esposo, y más que una fantástica boda, deseo un matrimonio sólido, de verdad y de comprensión —me dice, mirándome con alegría. Miro los anillos plásticos que usamos y pongo como nota mental hacer unos maravillosos que los reemplacen. Por suerte, pienso que pude pedir al hotel que arreglaran una suite matrimonial y llevaran nuestras cosas a esta. Esperaba que la decoraran como se los pedí. Al entrar en la suite matrimonial del hotel, mi corazón latió con emoción. La decoración romántica era exquisita: velas iluminaban suavemente la habitación, girasoles frescos y pétalos de flores cubrían la cama y el suelo, llenando el aire con un aroma dulce y seductor. Mi mirada se posó en Helena, que lucía radiante en e
Helena: Siento los rayos del sol posarse en mi rostro. Ligeramente abro mis ojos y me encuentro con la mejor vista: mi esposo, que me contempla con su mirada de lujuria. Apenas estoy recapitulando los acontecimientos de ayer, nuestra boda y nuestra noche de bodas. Pienso, mordiéndome el labio inferior, pues aunque me duela el cuerpo completamente, puedo decir que es el mejor dolor que he experimentado en mi vida. Lo acepto con gusto después de todo el placer que pude sentir. —Buenos días, bella esposa— me dice, depositando un beso en mi frente. Me levanto un poco y veo que está completamente desnudo. —Buenos días, esposo— le respondo con coquetería. Intento levantarme, pero el dolor aún no me lo permite. Thomas se da cuenta y me ayuda. —Ven, vamos a darte un baño— me dice, tomándome en sus brazos como a una princesa. Me deposita suavemente en el agua, que relaja mi cuerpo. Amo la delicadeza con la que lava mi largo cabello. —Te amo
Helena: En el centro comercial, rodeada de luces y sonrisas, me encontré con Damián, mi antiguo jefe y amigo. Su sonrisa fue como un rayo de nostalgia. —Hola Helena, cómo estás? Tanto tiempo sin verte— me dijo. —Damián, qué gusto saludarte— respondí, sonriendo. —Felicidades, me enteré que ya te casaste. Espero seas feliz— agregó. —Muchas gracias, tus palabras significan mucho. Debo confesar que nunca he sido tan feliz— dije, sintiendo una punzada de culpa. —Me alegro por ti. No olvides que siempre las puertas de mi empresa están abiertas para ti— se despidió, con una mirada que parecía esconder un aire de nostalgia. Me apresuré a preparar la sorpresa para Thomas, mi esposo. Había planeado una reunión íntima con nuestros amigos cercanos: Derek, Emily, Axel y mi adorada Carmelita, aunque ella había declinado asistir, diciendo que esas eran "cosas de jóvenes". Preparé bocadillos, cócteles caseros y una hermosa tarta para celebrar los 26 años de Tho
Thomas Cuando sostuve esos documentos en mis manos y vi ese dolor en la mirada de Helena, supe que todo estaba perdido. No me permitió contarle todo como era; en esa investigación no estaba todo, solo lo que me acusaba. No tenía que pensar tanto para saber quién los envió. Helena me dejó. Se me parte el corazón. No puedo siquiera explicar todo lo que siento, además de la furia contenida que guardo hacia Damián. Axel de un lado y Emily del otro tratan de hacerme entrar en razón, pues lo único que quiero es matar a Damián. Sé que fue él, pues en esa investigación su nombre no sale. —Thomas, te dije que debías hablar con la verdad desde un principio —me dice Emily preocupada, pensando en que es tarde para aplicar su consejo. —Te dije que deshicieras todo cabo suelto —menciona Axel, pensando en que debí presionar más a Damián para que se alejara de nosotros. —Lo sé, maldita sea, claro que hice mal —les dije gritando, mostrando mi frustración
Helena Decir que tengo el corazón destrozado es poco. Derek conduce su auto mientras yo sigo llorando en silencio, agradeciendo que su prudencia le impida hablar. Cuando llegamos, escucho que me dice: —Llegamos, Lena. ¿Estás segura de que quieres estar aquí? —me pregunta, aún dudando. —Sí, Derek, déjame quedarme en tu departamento hasta que pueda estabilizar mis emociones y no alterar a Carmelita con mi llanto. —Está bien, sabes lo mucho que te aprecio. Eres como una hermana y puedes contar conmigo, pero te pido que te calmes y me cuentes lo que sucede —me pide, mientras me acomoda en el sofá de su sala. —En ese sobre, vi mi peor pesadilla —le digo, más calmada—. ¿Te acuerdas que te conté que mi padre murió a causa de una gran depresión que vivió años atrás? Él asiente con la cabeza porque algo sabe de esa historia. —Derek, hoy descubrí que Thomas creó METASPLOIT. Era su nombre que se reconocía por ser el salvador de las personas que cayeron en fraud
Helena Con lágrimas en los ojos, comencé a contarle mi historia. Le hablé de mi padre, Arthur, y cómo había perdido todo nuestro dinero en una estafa primero de una plataforma y después la estafa orquestada por METASPLOIT. Le conté cómo había intentado recuperarlo, pero solo había perdido más. Le expliqué cómo había localizado a METASPLOIT y envíé un mensaje, pero nunca tuve respuesta. Mi padre cayó en una profunda depresión, y todo ello a causa de Thomas. Aunque era cierto que la mayor cantidad de dinero la había perdido en la plataforma, Thomas no solo le robó más dinero, sino que le robó la fe y esperanza de salir adelante. Derek me escuchó con atención y compasión, sin interrumpirme ni una vez. Su rostro reflejaba la empatía y el dolor que sentía por mí. Derek me abrazó. —Lo siento mucho, Helena. No puedo imaginar cómo debió ser para ti y tu padre— dijo en tono suave. Me sentí consolada por su calor y su comprensión. —
Thomas La puerta de mi oficina se abrió y ella entró, mi esposa, el amor de mi vida. Habían pasado siete largos días sin verla, sin tocarla, sin sentir su calor. Solo el consuelo de saber que estaba con Carmelita y Derek, la mantenía a salvo. Pero ahora, frente a mí, su mirada había perdido el brillo que siempre la caracterizó. En su lugar, había una mezcla de enojo y odio que me dolía ver. Sus ojos verdes, esos que tanto amaba, me miraban con frialdad. —Thomas, he venido a renunciar y pedirte el divorcio —dijo con serenidad, pero su voz cortó como un cuchillo en mi alma. Me paré de mi silla, mi corazón latiendo con furia y dolor. —¡Olvida eso! Nunca te daré el divorcio. Tú eres mía y siempre estarás atada a mí —exclamé, mi tono autoritario intentando ocultar mi desesperación. Ella me miró con ira, su rostro tenso. —No me puedes atar a ti —dijo con determinación, su voz helada. Me acerqué a ella, rogándole con la mirada. —Helena, permíteme hab
Narrador 6 años atrás… Thomas, un joven ambicioso y exitoso, recibió un mensaje anónimo de Helena, acusándolo de ser cómplice de una estafa que había destruido la vida de su padre. Intrigado y preocupado, decidió investigar quién era ella y por qué lo culpaba. Después de días de investigación, Thomas descubrió que su amigo Damián estaba detrás de la estafa. METASPLOIT, el nombre que había inventado para su negocio, había sido corrompido por Damián, quien estaba robando dinero y estafando a clientes inocentes. Thomas se sintió traicionado y enfurecido. ¿Cómo podía su amigo hacer algo así? ¿Cómo podía jugar con la vida de las personas de esa manera? —Damián, ¿qué estás haciendo? —preguntó Thomas, su voz llena de ira y decepción. Damián se rió. —¿Qué pasa, Tom? No te preocupes, esto es solo un negocio.— —¿Negocio? —repitió Thomas, su voz llena de desprecio. —Estás destruyendo vidas, Damián. Estás robando a personas que confia