Thomas La puerta de mi oficina se abrió y ella entró, mi esposa, el amor de mi vida. Habían pasado siete largos días sin verla, sin tocarla, sin sentir su calor. Solo el consuelo de saber que estaba con Carmelita y Derek, la mantenía a salvo. Pero ahora, frente a mí, su mirada había perdido el brillo que siempre la caracterizó. En su lugar, había una mezcla de enojo y odio que me dolía ver. Sus ojos verdes, esos que tanto amaba, me miraban con frialdad. —Thomas, he venido a renunciar y pedirte el divorcio —dijo con serenidad, pero su voz cortó como un cuchillo en mi alma. Me paré de mi silla, mi corazón latiendo con furia y dolor. —¡Olvida eso! Nunca te daré el divorcio. Tú eres mía y siempre estarás atada a mí —exclamé, mi tono autoritario intentando ocultar mi desesperación. Ella me miró con ira, su rostro tenso. —No me puedes atar a ti —dijo con determinación, su voz helada. Me acerqué a ella, rogándole con la mirada. —Helena, permíteme hab
Narrador 6 años atrás… Thomas, un joven ambicioso y exitoso, recibió un mensaje anónimo de Helena, acusándolo de ser cómplice de una estafa que había destruido la vida de su padre. Intrigado y preocupado, decidió investigar quién era ella y por qué lo culpaba. Después de días de investigación, Thomas descubrió que su amigo Damián estaba detrás de la estafa. METASPLOIT, el nombre que había inventado para su negocio, había sido corrompido por Damián, quien estaba robando dinero y estafando a clientes inocentes. Thomas se sintió traicionado y enfurecido. ¿Cómo podía su amigo hacer algo así? ¿Cómo podía jugar con la vida de las personas de esa manera? —Damián, ¿qué estás haciendo? —preguntó Thomas, su voz llena de ira y decepción. Damián se rió. —¿Qué pasa, Tom? No te preocupes, esto es solo un negocio.— —¿Negocio? —repitió Thomas, su voz llena de desprecio. —Estás destruyendo vidas, Damián. Estás robando a personas que confia
Narrador: Helena llegó a Nueva York con una mezcla de emociones encontradas. La ciudad que una vez había sido su sueño ahora se sentía vacía y fría. Buscó trabajo en una cafetería cerca del edificio donde vivía, y se dedicó a cuidar a su padre, quien luchaba contra la depresión. —Papá, no te preocupes, estoy aquí para ti —le decía Helena, intentando animarlo. Pero su padre solo podía responder con lágrimas en los ojos. —Lo siento, Helena. No puedo seguir así —decía, con la voz temblando. Helena se sentía desesperada, sin saber cómo ayudar a su padre. Pero no se rindió. Trabajaba en la cafetería y cuidaba a su padre, intentando mantenerlo a flote, incluso buscó un segundo empleo para ahorrar y llevarlo con un profesional que lo ayudara. Mientras tanto, Thomas la seguía desde la distancia. A través de redes sociales, había descubierto dónde vivía y trabajaba. Con frecuencia, iba a la cafetería donde ella trabajaba, y la miraba de lejos, sin acercarse.
Helena Al llegar a casa, Carmelita me recibió con un abrazo cálido y lleno de cariño. Siempre había sido un soporte para mí, y en ese momento, su presencia fue como un bálsamo para mi alma herida. —Helena, mi amor, ¿cómo estás? —me preguntó, mientras me acunaba en sus brazos. Me desmoroné en lágrimas, y ella me dejó llorar, sin decir una palabra. Cuando finalmente me calmé, me miró con compasión. —No tomes decisiones con la cabeza caliente, mi amor. Tómate tu tiempo, y piensa con claridad —me aconsejó. Asentí, sabiendo que tenía razón. Los días pasaron, y con más claridad, empecé a pensar en todo lo que había sucedido. Ya era un mes desde mi separación con Thomas, y ningún día había dejado de doler. Recordar su rostro de súplica y llanto me causaba aún más dolor. Pero algo dentro de mí comenzó a cambiar. Empecé a sentir una fuerza que no sabía que tenía. Me di cuenta de que no podía dejar que el dolor me consumiera. Tenía que hacer algo. Y entonc
HelenaLlevo tres semanas trabajando en el proyecto de Damián y he descubierto información valiosa. Sin embargo, el dolor, la tristeza y el estrés han afectado mi cuerpo, dejándome débil, con mareos y sin apetito. Cuando Derek y Emily vinieron a visitarme, casi me desmayo. Derek insistió en que fuera al hospital para hacerme estudios y valorar mi estado de salud.Una vez en el laboratorio, Derek me invitó a desayunar mientras esperábamos los resultados. En la cafetería, me preguntó sobre mi trabajo en la empresa de Damián.—Helena, ¿cómo va tu investigación? —me preguntó con preocupación.—He encontrado un servidor oculto que transfiere grandes cantidades de dinero a la cuenta de la empresa —le dije. —Puede ser lavado de dinero o estafas——Suena peligroso, Lena. Deberías dejarlo en manos de la policía —me advirtió.—No puedo abandonar el trabajo ahora que estoy cerca de descubrir la verdad —le dije.—Cuenta conmigo si algo sale mal —me dijo, asustado.—Lo sé, Derek. Solo te pido que
Helena Al llegar a mi casa ,me senté en el cómodo sofá que tengo en mi habitación, con la mano sobre mi vientre, aún sin creer la noticia que acababa de recibir. Estaba embarazada. Un torrente de emociones me invadió, alegría, miedo, incertidumbre. Pero sobre todo, amor. Amor por la vida que crecía dentro de mí. Recordé la conversación que tuve con Emily semanas atrás, ella siempre fue para Thomas su amiga y confidente. Ella dijo ese día con sinceridad a pesar de que le pedí que no me hablara de su amigo ella con respeto exclamó: —Mira más allá de lo que se presenta—, me dijo. —En el grupo éramos tres, y el tercero era Damián; Helena eres inteligente y sé que por tus propios medios descubrirás la verdad, gracias por escucharme—. Sus palabras ese día resonaban en mi mente. ¿Qué significaban? ¿Qué secreto escondía Damián?. Por todas estas dudas entré a trabajar con Damián. Mi investigación en la empresa había revelado pistas que apuntaban a él. Transferencias sospe
Derek Me senté en mi oficina, trabajando en un proyecto de salud para mejorar la atención de mi Hospital, cuando escuché un golpecito en la puerta. Era Emily, mi novia, sonriendo como siempre.Era ya medio día. —Hola, cariño. — dijo cerrando la puerta detrás de ella. —Hola, amor —dije, levantándome para abrazarla. —¿Qué te trae aquí?— pregunté. .—Quería invitarte a almorzar —dijo, depositando un suave beso en mis labios.—¿Te apetece?— Me encogí de hombros. Tomándola de la cintura para besarla con más profundidad —Me encantaría —dije—. ¿Dónde quieres ir? Emily se rió, me encantaba la mezcla de ternura y seducción que tenía su forma de ser. —No importa a dónde vayamos, siempre que estemos juntos —dijo, mirándome con ojos brillantes. — ¿Te parece ir a un restaurante italiano? Le pregunté. — claro que sí amor, me parece bien— dijo, mientras tomaba asiento en el sofá. Me senté junto a ella en el sofá de mi oficin
Thomas Me senté en mi oficina, revisando los últimos documentos que el investigador de Axel me había enviado. Habíamos rastreado una cuenta sospechosa y yo sonreía, creyendo que cada vez estábamos más cerca de desenmascarar a Damián. —Thomas, parece que estás cerca de resolver el caso —dijo Emily, entrando en mi oficina con una sonrisa. En estas dos últimas semanas me miraba y sonreía de la nada, no la podía entender. —Sí, lo estoy —dije, sin levantar la vista de los documentos—. Pronto podré desenmascarar a Damián y buscar a Helena. Emily se sentó en la silla frente a mi escritorio. —Me alegra verte tan feliz, Thomas —dijo—. Pero ¿cómo estás? ¿Te sientes bien? Me encogí de hombros. —Estoy bien, solo un poco estresado con el trabajo, la investigación y el extrañar a Helena que no he podido descansar bien— Emily me miró con preocupación. —Lo único extraño es que he notado que he estado teniendo sangrados nasales sin causa alguna —dije despreocupado, pero he