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4. Noche de Fiesta

Thomas:

Al finalizar la charla, los estudiantes se acercan para agradecerme por la presentación. Emily se encarga de organizar a los asistentes, pero mi atención está fija en Helena, quien se mantiene al margen, observando.

Finalmente, cuando la multitud se dispersa, Helena se acerca. Su presencia es tan impactante como la noche de la gala. Nos quedamos en silencio por un momento, simplemente mirándonos.

—Helena, no esperaba verte aquí —digo, tratando de mantener la compostura.

—Señor Thomas, ha pasado mucho tiempo —responde ella, con una sonrisa que ilumina su rostro.

Nos dirigimos a un rincón más tranquilo del auditorio para hablar. Helena me cuenta que está en la universidad cursando sus últimos créditos. Su voz es suave y calmada, y cada palabra que dice me envuelve en una sensación de paz.

—Su charla fue muy impresionante, señor. Le deseo mucho éxito en su cargo de CEO —dice Helena, sus ojos verdes brillando con admiración.

—Gracias, Helena. Tú también has hecho cosas increíbles, según lo que me han contado. Recuerda que, si quieres, al graduarte, Carson Corporation te abre sus puertas para iniciar tu vida laboral. Es más, si deseas, desde ahora podrías iniciar como pasante —respondo, sintiendo una necesidad de tenerla cerca. Pienso que si la vida nos da estas coincidencias, ¿quién soy yo para no tomar oportunidades, verdad?

—Es una sorpresa y agradezco su ofrecimiento. Me encantaría formar parte de su equipo, pero eso será en seis meses, cuando me reciba de profesional. Ahora estoy comprometida con otra empresa en la que estoy haciendo mis prácticas profesionales y no quisiera defraudarlos, dejando mi trabajo sin terminar —me dice con seriedad, y no puedo evitar admirar su forma de pensar.

—¡Entiendo tu punto de vista! Pero recuerda que las puertas de mi empresa están abiertas para ti —le digo sonriendo, sin querer presionarla.

La conversación fluye con naturalidad. A medida que hablamos, siento que las barreras del pasado se desvanecen, dejando espacio para una nueva oportunidad. Quizá sí pueda dejar el pasado y diseñar mis propios códigos de redención, pienso.

Antes de despedirnos, Helena me mira con intensidad.

—Señor Thomas, me alegra que nuestros caminos se hayan cruzado de nuevo. Espero que podamos mantenernos en contacto —dice, extendiendo su mano. Esa pequeña sonrisa me desarma por completo.

—Claro, Helena. Me encantaría contar con tu profesionalismo en mi empresa —respondo, estrechando su mano y sintiendo una chispa de esperanza. Le di mi mejor sonrisa, esa que uso en las noches de conquista, pero con ella no funcionó. Ni siquiera vi coqueteo en su actitud, solo profesionalismo.

Mientras Helena se aleja, no puedo evitar sentir que hay algo especial en ella y no sé si en verdad debería ponerle más interés o alejarme de algo que podría ser mi perdición.

Después de la presentación, varios estudiantes se me acercan para discutir sus proyectos y buscar consejos. Me siento orgulloso de poder inspirar a la próxima generación de líderes en tecnología y que elijan siempre el camino del bien.

Al salir del auditorio, me encuentro con un estudiante que se me acerca y dice con entusiasmo:

—Señor Carson, su discurso fue increíble. Me inspiró a seguir mi pasión por la programación—

Sonrío y le digo—Gracias. Recuerda que la pasión y la dedicación son clave para el éxito—

Regreso a la oficina, sintiendo que he hecho una diferencia. La responsabilidad y el trabajo duro siguen siendo mi prioridad, pero momentos como este me recuerdan por qué lo hago, aunque una incomodidad se instaura en mi pecho.

¡Necesito relajarme! me digo; así que invito a mi mejor amigo y a Emily a salir esta noche. Hace tiempo que no lo hacemos. Los tres somos inseparables desde los tiempos de preparatoria; fuimos juntos a Inglaterra a estudiar y superar nuestros errores.

Al llegar a nuestro bar favorito, ubicado en una zona exclusiva, “Ataboy”, subimos a nuestra sala privada y vemos que Axel ya está aquí.

—Hola, Axel —le dice Emily, saludándolo y dejando un beso en su mejilla.

Lo saludo también y procedo a tomar un vaso de lo que él ya está bebiendo. Mi amigo muestra una cara de cansancio, pero a pesar de todo sé que le encanta vernos.

—Acabo de llegar de Londres, estoy muerto con tanto trabajo —nos dice.

—Ese es el precio de ser el mejor diseñador de autos —le digo riendo. Sé que, al igual que Emily y yo, él tiene una enorme autoestima.

—Dirás que es el precio de ser el dueño de la mejor empresa de autos de lujo —responde en su tono arrogante.

—Ok, ok, señor Axel Sullivan —le digo alzando los hombros en rendición.

Emily toma su típico cóctel personalizado, algo que ama de este bar, y sonríe.

—No cambian —dice negando con la cabeza.

—Genio y figura hasta la sepultura —decimos al unísono Axel y yo.

La noche era nuestra. Los tres reímos y lo disfrutamos, rodeados del bullicio del bar.

Ellos son los hermanos que la vida me dio. Axel, el heredero de una reconocida empresa de autos en Londres, con su presencia imponente y su traje perfectamente ajustado. Emily, la joven y hermosa genio, becada en la Universidad Imperial de Londres, con su vestido rojo que brillaba como una llama en la oscuridad.

La conozco desde que era un torpe adolescente de 16 años. Nos fuimos juntos a estudiar a Londres, donde conocimos a Axel. Desde ahí, nos volvimos inseparables. Axel está abriendo una sucursal en Estados Unidos, por lo que sus visitas son más frecuentes. Y cada vez que nos reunimos, es una noche para recordar.

Los tres disfrutamos de la noche, compartiendo risas y secretos. Luego, nos paramos y pensamos que era momento de buscar más diversión. Salimos al balcón y desde arriba, vimos a nuestros futuros prospectos para la noche. Los tres somos iguales, un trío poderoso y sofisticado, unidos por nuestra pasión por la vida.

Me miré al espejo y ajusté mi traje, dejando los primeros botones de la camisa sueltos, un toque de rebeldía en mi apariencia. A mi lado, Axel arregló su corbata y Emily se ajustó su vestido rojo, que resaltaba su perfecta figura . Los tres bajamos las escaleras del bar, llamando la atención de todos. Nuestros pasos eran seguros, nuestros ojos brillaban con confianza.

¡Cuidado, que los dioses llegaron! Pienso.

Nuestra presencia era imposible de ignorar. La noche era nuestra, y estábamos listos para conquistarla.

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