¿Por qué huyes de mí?

—Román, después de lo del día de hoy tienes que asegurar tu matrimonio con Dana.

El lobo casi entornó los ojos ante la insistencia de su padre.

Tomó un largo trago de alcohol para evitar gruñir.

No era que no quisiera a Dana, la loba era sumamente preciosa pero podía sentir su renuencia, era como si a ella no le importara nadie más que sus cachorros y respetaba eso. De hecho le gustaba demasiado aquella parte protectora y maternal pero él no sabía si le gustara lo suficiente a ella.

—Sus cachorros serían poderosos ¡Los más poderosos de todos los tiempos!

Los ojos del Alfa Zek brillaron imaginándoselo mientras que Román seguía bebiendo.

—¿Cómo tienes pensado deshacerte de la ley lobuna?

—Hay una cláusula que solo los lobos ancianos recuerdan, la excepción a la ley sin consecuencias.

El lobo más joven arqueó una ceja con curiosidad.

—¿Y cuál es esa forma?

Zek miró a su hijo antes de sonreírle. Aquella era la parte fácil, Román era un seductor nato. Zek estaba seguro de que su hijo podía
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