No olvides que te amo

Dana no podía transformarse debido a lo cansada que estaba pero se todas manera no dejó de luchar.

De pronto se vio rodeada por cinco híbridos monstruosos, todos parecían aterradores pero ella no flaqueó. Uno de ellos mordió entre la unión de su hombro y cuello ocasionando que gritara sintiendo sus párpados pesados.

La sangre caía a borbotones al suelo.

Dana una vez más usó sus garras para deshacerse de dos de ellos pero el tercero tiró de su pelo exponiendo su cuello sangrantes.

—¿Dónde está ella?

—Mátame, maldito. Jamás lo sabrás. Dile s ti Alfa que nunca va a tenerla. Mi cachorra jamás se irá al Bosque oscuro.

Vio la muerte reflejada en sus ojos pero no se estremeció. Iba a morir por sus cachorros y esa sería una muerte digna.

De repente un rugido bestial se extendió erizándole la piel porque ella sabía quien pertenecía.

Su compañero, su amor, su Kian.

El Alfa saltó sobre el macho mientras Dana sentía que se estaba mareando.

—¡Mamá!

Sus ojos se abrieron de golpe al escuchar la voz
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